RESEÑA DEL LIBRO: “SOBRE LA BREVEDAD DE LA VIDA” De

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 RESEÑA DEL LIBRO:
“SOBRE LA BREVEDAD DE LA VIDA”
De Lucio Anneo Séneca
José Vidal Portillo
Universidad para Mayores: 2º A
Diciembre de 2013
1. Los datos esenciales
1.1.
El autor
Lucio Anneo Séneca, nació en Córdoba en el año 4 a.C. y murió en
Roma en el año 65 d.C. Fue filósofo de la escuela estoica, pensador y
figura destacada, a la vez que respetada, como político romano,
ocupando importantes cargos. Condenado a muerte por Nerón (del que
fue preceptor), al implicarle en una conjura fracasada, afrontó la muerte
con el mismo espíritu de la filosofía que había profesado, quitándose él
mismo la vida (“…marchando cara a la muerte con paso firme”).
Séneca entiende la filosofía como una forma de vida más que como una
especulación teórica. Es un moralista que persigue la sabiduría y la
virtud siguiendo a la naturaleza y la razón.
1.2. El libro y su estructura
Es un ensayo en el que el autor utiliza la prosa epistolar (supuestamente
dirigida a su cuñado Paulino) para dar a conocer, en veinte breves
apartados, sus pensamientos filosóficos sobre la vida.
1.3. Breve descripción del contenido
Séneca plantea y desarrolla una paradoja, pues, frente a la idea
generalizada de que la vida es breve, él considera que es larga si se
sabe vivir de acuerdo con la razón, en el camino de la sabiduría y la
virtud. Lo que exige no dejarse arrastrar por las pasiones y/o las
obligaciones no rectas. Probablemente esta obra estuvo influenciada por
la experiencia de sus años de destierro.
2. Resumen
Punto I. La vida hay que saber administrarla
A modo de introducción, Séneca plantea la paradoja que le da pie a hablar
sobre el tiempo, la muerte y la utilización de la vida. Dice que no solo “el vulgo
ignorante”, también “los hombres esclarecidos” (y alude a Aristóteles e
Hipócrates1) se quejan de la “mala voluntad de la vida” al engendrarnos para
un periodo de vida tan escaso y que se pasa tan rápido. Para, a continuación,
afirmar tajantemente que la vida es larga si se invierte bien, “no tenemos poco
tiempo, sino que perdemos mucho”.
1 Utiliza el aforismo de Hipócrates de “la vida es breve y el arte larga”, no quedando claro si lo hace como metáfora cuando el aforismo dice que para la legítima curación no sólo es aplicar remedios convenientes, hace falta que el enfermo colabore, que se den las circunstancias y el encaje de la interpretación del médico integrándolo todo en un cuadro coherente. 1 Su argumento es que somos nosotros los que desperdiciamos y, por tanto,
abreviamos la vida (“no somos indigentes de vida, sino derrochadores”), como
aquel que no sabe gestionar bien sus riquezas, su patrimonio. Y concluye: “la
vida rinde mucho más a quién lo administra bien”.
Punto II. ¿Por qué nos quejamos de la naturaleza, y no de nosotros?
Dice Séneca que la naturaleza es generosa con la vida, y si se sabe usar es
larga. Pero, somos nosotros los que, con nuestra forma de vivir llena de tareas
vanas, nos quitamos la libertad para disfrutar de la vida plena. Enumera esa
forma malsana de vivir y los quehaceres superficiales que nos atan y quitan la
vida: la avaricia, la indolencia, los vicios, el ajetreo, ocupaciones
superfluas…Concluye diciendo: “de la vida es escasa la parte que vivimos”
porque el resto no es vida, es mero tiempo.
Punto III. Echamos cuentas de nuestros dineros y no de nuestra vida que
derrochamos.
La ceguera de las mentes humanas es tal que nadie consentiría compartir su
dinero o que ocupen sus propiedades, sin embargo dejan a otros que se
introduzcan en su vida; “son de puño cerrado a la hora de mantener su
patrimonio y, a la vez, son derrochadores con lo único que es honrado ser
avaro”. Ese derroche de vida es porque “vivís como si fuerais a vivir siempre”,
no recordando nuestra fragilidad. “Teméis todo, como si fuerais mortales, y
deseáis todo, como si fuerais inmortales”.
Punto IV, V y VI. Pone el ejemplo de hombres poderosos
Se apoya en tres ejemplos de poderosos que pareciendo muy felices dan
testimonio contra las acciones de su vida. Uno que anhelaba el descanso
(Augusto); otro que dice que vivía en semilibertad (Cicerón); o el que maldice
no haber tenido tiempo libre (Livio). Del primero dice que buscaba consuelo
fantaseando el pensamiento lo que sabía que no podía disfrutar en realidad.
Del segundo, afirma que un sabio nunca será semilibre, siempre tendrá libertad
de su propia autoridad. Del tercero comenta que las quejas nunca hicieron
cambiar a los hombres, pues los sentimientos vuelven a su curso habitual, tras
el desahogo de las palabras.
VII. Cómo se vive
Repasa las distintas formas de malvivir, los que no tienen tiempo libre salvo
para el vino y el desenfreno, los avaros e iracundos, los que ejercen el odio o la
guerra injusta, los que pasan el tiempo maquinando, adulando o siendo
adulado. En eso invierten su tiempo. Hombres ocupados con un ánimo
impedido no asimilan nada en profundidad. Otros, conseguido lo que
anhelaban, poder, cargo, etc., se preguntan luego cuando escaparán de él. No
saben vivir. “Cada cual precipita su vida y se atormenta por el deseo del futuro
y el hastío del presente”.
2 Se puede enseñar todo menos a vivir que se aprende, como la muerte, durante
toda la vida. Hombres sabios dedican toda su vida y muchos terminan no
sabiéndolo, menos sabrán los hombres ocupados (dice Séneca).
VIII. Desprecio por el tiempo, el bien más preciado
Nadie aprecia el tiempo, lo usan con descuido, dice, “como si fuera gratuito”.
Sólo cuando ven que se les agota están dispuesto a gastar todo lo suyo por
vivir. Se malgasta el tiempo para acumular bienes materiales que luego
estamos dispuestos a dar a cambio de más tiempo. Dice Séneca: “si se
pudieran poner ante cada uno el número de años venideros, igual que los
pasados, temblarían y cómo ahorrarían”. Es fácil administrar lo seguro, pero lo
que hay que cuidar con más atención es lo que no sabemos cuando faltará.
IX. Quienes no sabiendo vivir el presente viven de la expectativa del futuro
Critica la insensatez de aquellos que proveen la vida a costa de la vida,
haciendo proyectos a largo plazo. Pues dice: “el mayor obstáculo para la vida
es la expectación que depende del mañana y pierde lo de hoy”. Disponen de lo
que está en manos de la fortuna y renuncian a lo que está en la suya.
X. Los tiempos en que se divide la vida
Divide la vida en tres tiempos: el que fue, el que es y el que será. De ellos el
que vivimos es breve, el que viviremos, dudoso, y el que hemos vivido,
inamovible. Las mentes serenas y firmes recorren todas las partes de su vida,
mientras que los ánimos de los ocupados les impide volver la mirada hacia
atrás y el presente, tan breve, y tan inmersos en sus ocupaciones, se les
escapa.
XI. La salida de la muerte
Para muchos, “cuando la naturaleza manda su aviso, mueren no como si
salieran de la vida, sino como si los expulsaran de ella”. Sólo entonces piensan
como han desperdiciado su vida. “La vida, por poca que sea, abastece con
suficiencia”, si se sabe aprovechar. Por eso, el sabio, alejado de toda
ocupación y negocio, que no ha desperdiciado la vida, “no dudará en marchar
cara a la muerte con paso firme”.
XII. Aclara a quienes llama ocupados y ociosos
Los ocupados no son sólo los que “no echas ni con perros de sus trabajos” u
obligaciones, también los que llevan una vida ociosa, que se puede llamar de
ocupación desidiosa. La holganza de algunos es atareada.
XIII. Critica la erudición mal encaminada
Aquellos empeñados en la afición por lo inútil, los eruditos extravagantes.
3 XIV XV. Dedicar el ocio a la sabiduría a conversar con los sabios del pasado
que enriquecen la vida
Los que dedican el tiempo a la sabiduría “no sólo preservan su vida, sino que
añaden todas las demás, y todo lo acaecido antes que ellos les resulta ser una
adquisición”. Los egregios maestros están a disposición de todos los mortales,
ninguno de ellos carecerá de tiempo, todos los siglos estarán a nuestra
disposición. Ninguno de los sabios maestros echará a perder la vida los años
de nadie, al contrario contribuirá con los suyos. “Ninguno de ellos te obligará a
morir, sino que todos te lo enseñarán”.
XVI. Quienes faltándole las ocupaciones no saben administrar su ocio
Aquellos que cuando les falta las ocupaciones se consumen abandonados en
el ocio. Quienes pierden el día en espera de la noche y compran las noches
por miedo al día.
XVII. Los temores de los poderosos
A los poderosos no les agrada tanto la magnitud de su poder o su fortuna como
el terror que les produce su final venidero. Sus placeres son ansiosos por
cuanto no dejan de pensar ¿cuánto durará esto?. Pues “todo lo obtenido por
casualidad es inestable y lo que más alto se eleva queda más expuesto a la
caída”.
XVIII, XIX. Tómate tiempo para ti, para un ocio digno
Aconseja, utilizando a Paulino2, que se aleje de la política a un puesto más
tranquilo, antes de que tenga que hacerlo empujado por la duración de la vida.
“Es mejor conocer las cuentas de la vida propia que las del trigo del Estado”.
XX. Empeñados en no retirarse y hacer la vida estéril, sin provecho espiritual
El último punto, a modo de conclusión, plantea que no hay que envidiar a los
que consumen todos sus años para conseguir un epitafio o que un año lleve su
nombre3. Como es igual de lamentable “quienes pugnan con la decadencia del
cuerpo y juzgan gravosa la vejez por la única razón de que los margina” del
trabajo.
3. Conclusiones y valoración
En este ensayo, Séneca intenta trasladar su filosofía de cómo alcanzar la
felicidad, en la vida individual, a través de la virtud. Para ello, de forma
epistolar, expone un conjunto de reflexiones, utilizando metáforas y parábolas,
y ofrece varias lecciones sobre la vida, el tiempo y la muerte. Proyecta valores
y critica lo que él considera vicios (la envidia, la vanidad, las riquezas, el ocio,
los placeres)
2 Cuñado de Séneca y magistrado que supervisaba el suministro de trigo a Roma 3 Cada año se denominaba con el nombre del Cónsul correspondiente 4 El motor principal de sus reflexiones es su espiritualismo filosófico y su
concepción sobre las dos causas que explican la realidad: la materia y el logos
(razón). La razón, es el alma que tiende hacia la honestidad; y el cuerpo, está
sometido a la ley de la materia que genera lastres para que el alma consiga la
virtud.
Por eso, en su filosofía, busca la virtud moral (el bien)4 en la vida individual de
las personas5, en una forma de vivir basada en la razón frente a las pasiones
de la materia. La razón es la única que puede doblegar las pulsiones
instintivas, las pasiones que nacen de la parte inferior del alma. Y en esa
búsqueda, el hombre está sujeto a las leyes de la naturaleza (de la que forma
parte)
Para los estoicos, su determinismo cósmico, les lleva a aceptar el destino
marcado por la naturaleza; y la vida y la muerte son parte de ella. Por eso, dice
Séneca, el sabio acepta la propia mortalidad y su sabiduría es la que le lleva a
saber administrar correctamente el espacio cerrado de la propia existencia.
De ahí que Séneca, en “…la brevedad de la vida”, bajo la paradoja de si la vida
es breve o todo lo contrario, lo que nos traslada es el despilfarro que hacemos
del bien más preciado cuando se dedica a cosas inútiles, en ambiciones y
pasiones terrenales que nos consumen el tiempo de vida, que no nos prepara
para el final la muerte, y que nos hace infelices y esclavos; pues, la obsesión
de nuestra ambiciones y los temores a perder lo conseguido, nos hace perder
la libertad. Es, por tanto, la razón6, que forma parte del espíritu divino, la que
nos puede conseguir el ánimo sosegado (ataraxia/apatía) que domine las
pasiones, rechace la vida vulgar y hedonista y, así, llevarnos a la perfección7.
Esta razón perfecta es la virtud, que sólo el sabio lo hace de un modo perfecto
(dedicando toda su vida a ello).
4. Opinión personal
Dejando al margen las cargas moralistas, y otras trascendentes que pudieran
sugerir desde posiciones de fe, es indudable que las reflexiones de Séneca,
sobre la brevedad de la vida, mantienen actualidad, son transversales, y siguen
dando qué pensar. El sentido de la vida, de la muerte y de la felicidad, qué
buscamos, qué hacemos, cómo nos sentimos…
La realidad es que, la mayoría de las veces, no tenemos plena conciencia de la
vida que llevamos, raramente nos hacemos la pregunta de si estamos
sabiendo vivir de la mejor manera, y siempre evitamos pensar en la muerte,
aunque inconscientemente nos persiga en todo momento (obsesión por la
juventud, o miedo al envejecimiento y declive hacia el final8).
4 ¿Quizás dios? 5 A diferencia de Platón y Aristóteles, la persona está por encima de lo comunitario. La libertad individual 6 Cualidad que nos diferencia de los animales 7 Alcanzando así el fin de su naturaleza 8 En una sociedad que la esperanza de vida se alarga y los medios tecnológicos nos sugieren casi la inmortalidad 5 Probablemente, esto es así, porque vivimos en una sociedad que nos marca
los tiempos, las pautas y la rutina.
Una sociedad donde la influencia sociocultural, los desarrollos tecnológicos, la
organización económica y social, condicionan sobremanera la conducta
individual. Terminamos siendo el producto de una sociedad que ofrece mucho
pero exige aún más. Una sociedad en la que nos zambullimos en aguas
plácidas unas, turbulentas otras, con la aspiración de permanecer a flote y, en
muchas ocasiones, incitados a llegar a la orilla de una isla deseada que se nos
ofrece (felicidad). Una felicidad que se presenta en forma de seguridad
económica, de ambición materialista, de hedonismo, de prestigio, de poder o
de reconocimiento social. Una felicidad cuya búsqueda termina divorciándose
de la vida.
Son muchos los que, en esa búsqueda del bien preciado, quedan a merced de
las corrientes, otros que naufragan y algunos que alcanzan la meta. Pero,
probablemente, en ninguno hay conciencia del precio que se paga mientras se
está metido en la vorágine de nadar. El coste/beneficio de esas zambullidas, en
términos de felicidad alcanzada y tiempo empleado, que es tiempo que nunca
más se volverá a tener.
Se suele decir que nos damos cuenta que existimos pero no somos
conscientes que vivimos. Decía Ortega que la vida es decidir en cada momento
lo que vamos a hacer en el siguiente momento. Es un decidir sobre lo que
todavía no es (el futuro) y, también, es elegir. Es decir, como decía Séneca,
conjeturamos sobre un tiempo que no sabemos si vamos a disponer, pero
estamos viviendo con una finalidad y en ser lo que aún no somos.
El problema viene cuando el “yo”, en el que nos metemos, pierde de
perspectiva la realidad, la capacidad de sentirla, de comprenderla y enterarse
de cómo se está viviendo y, sobre todo, cuando se pierde esa capacidad de
elegir (la libertad) dejándose arrastrar por la inercia de las mayorías, los usos y
costumbres, las supuestas obligaciones…Y sólo cuando tenemos choques que
nos hacen ver lo vulnerables que somos, y lo limitado de nuestro tiempo, es
cuando reflexionamos sobre la vida.
Incluso en personas que creen, o creemos, tener una comprensión global de la
vida, sentido de la realidad y equilibrio, así como una vida interior (agnóstica)
para vivir la vida en todas sus expresiones, hay ocasiones especiales (cuando
se reciben impactos emocionales o riesgo de pérdida de la vida) en las que nos
damos cuenta, como dice Séneca, de qué forma dilapidamos la vida en cosas
inútiles. Cómo en la búsqueda de la seguridad nos desenfocamos, sacrificando
en exceso la libertad y generándonos una ansiedad que neutraliza la
pretendida felicidad conseguida.
6 Doy fe. Hace seis años sufrí un ictus que, sólo a base de mucho esfuerzo y
tesón, conseguí superar, quedando secuelas no visibles. Desde el día siguiente
del ictus, vi la vida de otra manera. Omito expresar las emociones, las
sensaciones y el reseteo intelectual que me hice, por economía de folios. El
resultado, decidí que tenía que relativizar muchas cosas (entre ellas el exceso
de responsabilidad que esclaviza a uno mismo) y, sobre todo, que no debía
dejar que el presente se escape sin darse uno cuenta; aprovechar mejor el
tiempo, y dar importancia a las cosas verdaderamente importantes.
Desde entonces, y estas son algunas conclusiones de mi reflexión, para mí, el
sentido de la vida es:
•
Vivir la vida con pasión, sentirla, cada momento de la existencia.
Entusiasmarse y disfrutar de lo que se hace. Dedicar tiempo a lo
importante, la familia, los amigos, la capacidad de sentir y de pensar.
Ocuparse más de uno mismo.
•
Vivir la vida de modo intransigente en valores y principios, denunciando
la injusticia, la insolidaridad, los egoísmos, despreciando a los que le
importa más el parecer que el ser y los que vampirizan a los demás.
Proteger la libertad con las menos ataduras posibles. Relativizar todo lo
demás, las cosas superfluas, liberar el ansia de ambiciones,
incertidumbres y miedos.
•
Sacar el máximo provecho a la vida, el presente, prestando atención a
las cosas pequeñas aquellas que te hacen sentir vivo. Vivir desde el
instinto, desde las sensaciones y la razón, (con un hedonismo, no como
fin supremo, desde el equilibrio conseguido por la razón)
Igual que los hijos no traen libro de instrucciones, nadie tiene la receta para
saber vivir bien y ser feliz en la vida. En mi opinión, vivir es saberse hallar cada
uno a sí mismo, poder elegir sobre aquellas cosas que le afectan a uno y tener
conciencia de la realidad, enterarse y sentirla. La felicidad, es un estado de
ánimo que se consigue cuando se siente que se va alcanzando lo que uno ha
decidido que ha de ser o quería alcanzar; en la mayoría de las ocasiones, es la
satisfacción de sentirse realizado (emocional e intelectualmente), es, también,
la suma de buenos momentos que se viven, de disfrutes personales.
En cualquier caso, sólo se aprende a vivir viviendo la vida uno mismo
(prueba/error). Aunque, en mi opinión, la serenidad intelectual y de espíritu (la
vida interior alimentada) es la mejor ayuda para entender cómo vivir la vida y
cómo salir de ella con dignidad.
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