Representación mental del concepto grupo. (Primera parte) Dr. J. M. Sunyer Introducción En el transcurso del tiempo en el que me vengo dedicando a la cuestión grupal tanto en los aspectos clínicos como docentes, tengo que explicar qué es un grupo y de dónde procede el término. Siempre acabamos hablando del círculo y del nudo como dos conceptos que parecen estar cercanos al origen del mismo y en numerosas ocasiones me he preguntado si la representación del propio concepto los lleva asociado. En este sentido y junto a Martínez, L (2007) nos preguntamos si tal representación mental del concepto grupo a través de círculos o nudos, era una cosa propia de los psicólogos y personas allegadas o era algo extensible a otras personas no vinculadas con el mundo de la salud mental. El presente trabajo es una extensión y prolongación de trabajo realizado por Martínez en el que se constató que, en efecto, el 64.5% de los dibujos que la gente hacía al pedírseles que “dibujasen la palabra grupo”, eran círculos. El término representación mental Por representación la Real Academia Española de la Lengua nos señala que viene del latin, (Del lat. representatĭo, -ōnis), y significa 1. f. Acción y efecto de representar. En su acepción séptima, señala que 7. f. Psicol. Imagen o concepto en que se hace presente a la conciencia un objeto exterior o interior. Es decir, al hablar de representación estamos aludiendo a la imagen que nuestra conciencia tiene de algo, de una cosa, de un concepto. Al considerar cómo denominar a la imagen que nos hacemos del objeto “grupo” me referiré con la idea de “Representación mental” para diferenciar lo que sería la representación del objeto grupo a partir de lo que en la realidad vemos u observamos de aquella imagen que se nos hacemos al pensar o imaginar la idea de grupo. En el diccionario de psicología de Dorch se define el concepto de Representación como el término genérico empleado desde determinados supuestos teóricos para designar toda clase de reproducciones o imágenes que se realizan en los organismos animales superiores y en el hombre. Pueden ser representadas o reproducidas, en un medio distinto, tanto objetos y procesos externos como también, en el hombre, fenómenos vivenciales (1985: 701), es decir la reproducción de algo. Si nos centramos en la Representación Icónica ésta viene definida en el mismo diccionario como la capacidad de actualizar internamente un objeto o un hecho no presente mediante imágenes o representaciones sensibles a hacerlo disponible para usos posteriores (702), es decir, es un proceso interno por el que a través de una imagen actualizamos un concepto, un hecho u objeto. Si nos centramos en Representación Mental entiende la designación que se aplica a todos los contenidos de conciencia intuitivos, que son configuraciones de la memoria a partir de percepciones, pero no correspondientes a percepciones actuales. Son imágenes recordadas o creaciones de la imaginación (Dorsch, F. 1985:702). O sea que una representación mental del concepto grupo es la imagen recordada de una configuración que está depositada en nuestra memoria y que se corresponde no a un hecho real sino a una abstracción de un conjunto de experiencias. Podríamos pensar que en estas experiencias se incluyen las que uno tiene o ha tenido al sentir que ha pertenecido o ha estado en contacto con un grupo. Otro concepto que aparece en el diccionario es el de “Representación palabra-cosa”, que lo define como relación con lo visual, acústico, motor, etc., que predomina en la asociación o en la memoria. Charcot y Meumann basaron en esto sus tipologías, estableciendo (el segundo), una clasificación. (1985:702). Ahí la representación parece circunscribirse a la palabra o a la cosa en el recuerdo que tengo de ella. Ya Bruner (1966) habla de la representación icónica como uno de los componentes que define el segundo estadio de desarrollo de la percepción infantil. Y Piaget (1970), en el estudio del desarrollo del pensamiento habla que de los dos a los siete años aparece una primera fase más centrada en sí mismo, una especie de pensamiento egocéntrico que posteriormente dará pie a la aparición del quinto estadio que es el del pensamiento intuitivo. De él dice: se trata en cierto modo de la experiencia y coordinación sensorio-motrices propiamente dichas, aunque reconstruidas o anticipadas merced a la representación. (1970:41) De hecho, a partir de los cuatro años los dibujos de los niños son el resultado de la evolución de un conjunto indefinido de líneas hacia una configuración representativa definida (Lowenfeld, V.; Lambert, W., 1970) Es un momento en el que a un mayor dominio de la coordinación óculo- manual se le añade un incremento de la conceptualización del espacio, de la forma y del color. Y es en la etapa posterior, la comprendida entre los 7 y los 9, cuando el niño ha llegado a formarse un concepto definido de hombre y de su ambiente. Ese concepto se estructura ya como esquema que le permitirá ir repitiendo con modificaciones y que le proporciona un anclaje para posteriores representaciones. El término “grupo” Por otro lado ¿qué es el objeto grupo? Como bien sabemos la palabra surge en un tiempo cercano, a mediados del XVI posiblemente, como indica Fernández, A. Mª. (1986), en un momento de grandes transformaciones políticas, económicas, familiares (...) en el que se produce la nuclearización de la familia (... y al tiempo) la preocupación por la noción de individuo (que) nace dentro de la gran pregunta a la que estas nuevas áreas del saber intentan dar respuesta ¿qué es el hombre? (Ibíd.: 32-3). De hecho no es que no nos hubiésemos preguntado sobre lo que era el hombre, aspecto en el que ahondaron todos los grandes filósofos griegos, sino que aquí emerge la idea de individualidad, y paralela a ella, la de grupo. Esto es evidente hasta en el arte siendo el Renacimiento el momento en el que emerge una preocupación por la exigencia íntima de desarrollo, de la realización de sí mismo (Gloton, 1971) Como ya es sabido (Sunyer 2008), el término grupo proviene de un a palabra alemana que hace alusión a un bulto, una masa grasosa, incluso a un nudo. Éste es tomado por los italianos que traducido por groppo, pasa a nuestra lengua. En efecto autores vinculados con la psicología, como Sbandi P., (1977), nos informan que, “La palabra Gruppe (grupo) se deriva, según Hofstätter (1971:192) del alto alemán antiguo Kropf, que no solamente significa la hinchazón de la glándula tiroidea, sino también Knoten (nudo; ital., groppo). El punto en que se entrecruzan de forma más o menos consistente y duradera las líneas de la vida y de la experiencia de varios seres constituye un grupo” (1971:177)” (1977: 92), sino que también los lingüistas indican algo similar. En efecto, la etimología de la palabra, tanto en castellano como en catalán y otras lenguas románicas, hacen alusión al mismo origen. Corominas (1973, 1986) nos dice que la palabra grupo proviene (y de forma similar aparece en su diccionario de la lengua catalana, e igualmente en otros diccionarios etimológicos de otras lenguas románicas), del “italiano gruppo, Siglo XV, especialmente ‘grupo escultórico’, antiguamente ‘nudo’ ‘bulto’, y éste muy probablemente del gótico Krupps “objeto abultado”, comp. el alem. Kropf”, buche bocio ( pap, goll). De forma similar lo señala Alcover, si bien la etimología la enlaza con el ´termino latino cruppa, “corda gruixuda” (cuerda gorda).En este origen convergen dos ideas: el origen Kropf está vinculado también a la idea de Kruppa que significa, siguiendo a Kaës, “masa redondeada” (1977:92), lo que nos lleva a la noción de círculo, algo circular o redondo. Y por otro lado aparece también la noción de nudo, los lingüistas lo relacionan con la palabra grop, del alto provenzal (Kaës, ibídem:92). Nos parece muy interesante todo ello ya que tanto la idea circular como la de las líneas que se entrecruzan nos permite comprender algún aspecto de lo que abordaremos. En este sentido Anzieu y Martin (1977) sugieren que a partir de la etimología aparecen “dos líneas de fuerza que volveremos a encontrar a lo largo de la reflexión sobre grupos, el nudo y el círculo. El primer sentido de nudo poco a poco se reproduce en grupo hasta connotar el grado de cohesión entre los miembros (el subrayado es nuestro). En cuanto a círculo designó muy tempranamente, en el francés moderno, una reunión (este último vocablo, más tardío, aparece en el s. XVI) de personas, o para conservar la misma imagen, un círculo de gente. E. Rostand, en Cyrano de Bergerac, ha yuxtapuesto hábilmente los dos términos. (...) la idea fuerza es aquí la de grupo de iguales” (1971: 10). Ello sin duda es importante toda vez que algo hay en este substrato inconsciente que tiende a representarlo de esta guisa, y que actúa sobre las actitudes que las personas tenemos frente al hecho grupal. Idea similar nos la ofrece Fernández, A.M (1986) quien ante la idea de nudo se pregunta qué anudamientos – des-anudamientos se organizan dentro de un conjunto reducido de personas (ibid: 31). En efecto, al tiempo que la idea de círculo se vincula a un grupo, por ejemplo, circulo de empresarios, círculo de bellas artes, círculos ecuestre, como nombres que aluden a determinados grupos, la idea de nudo parece aludir a la vinculación de unas personas con otras y al tiempo a la de conflicto, problema. Esto nos hace pensar en la existencia de un concepto, (¿arquetipo quizás?) que atribuye lo circular a eso que denominamos grupo. En este sentido Prodgers, A, (1990) citando a James (1984) señala que simbólicamente este arreglo circular encapsula que tiene que ver con las funciones de contención y sostén del grupo1 (1990:17), o sea a la idea de algo que contiene y sostiene una serie de cosas; y nos aporta la idea de la serpiente o gusano denominado Usóboro, animal de la mitología Egipcia y Griega que rodeaba a la tierra y cuya cabeza engullía a su propia cola este símbolo circular, en embargo, tiene un origen antiguo y tiene una importancia significativa en términos del primitivo desarrollo humano: es el Uróboro, el símbolo del estado psíquico del inicio. Es el precursor del Arquetipo femenino y del Símbolo de la Gran Madre, tal y como ya lo describiera el psicólogo analítico Neumann (1963). Quisiera sugerir que el grupo actúa como un contenedor Uróbico, lo que significa que como globalidad puede ser visto como representación de la gran Madre (1990:18). Es decir, que el círculo parece contener una serie de significados que van más allá de la propia idea circular. 1 Traducción del autor El Uróboro La representación mental del concepto grupo Ahora bien, ¿por qué estudiar la representación mental de la palabra grupo y no la representación de un grupo? La idea ya me surgió en el proceso de estudio del origen de la palabra. Si consideramos que la representación es aquella imagen que nos hacemos de la cosa percibida o conocida por nosotros y que proviene de las experiencias que hemos ido teniendo de nuestra relación con dicho objeto y de los elementos que dimanan del contexto social, antes de saber si tal representación tiene o no incidencia en la forma de entender y conducir un grupo en el caso de los profesionales, puede ser interesante conocer si realmente en la mente de las personas tal representación tiene una forma común o compartida. Hay autores como Loscertales, R Y Guil, R (1999) y anteriormente Kaës R. (1977) que han abordado el estudio de la representación del grupo no como concepto sino en tanto la imagen que se tiene de un grupo determinado o concreto, en el primer caso en entornos educativos y en el segundo desde una perspectiva quizás algo más clínica, pero deseábamos conocer cuál podría ser la representación sin adscribirlo, necesariamente a un contexto determinado. En efecto, hay aun un extenso trabajo de Kaës, R. (1977) en el que se aborda la representación cabalgando entre dos vertientes, la psicosocial y la psicoanalítica. A partir de la noción de grupo como objeto que fue propuesta en Francia por J-B. Pontalis en 1963 (1977:23) lo que le permitirá indicar que “aun cuando en el campo sociológico sea muy cierto que el grupo es una realidad específica, cuando funciona como tal en el campo de la psique individual (...) opera efectivamente como fantasma, es decir, como realidad estructurada y actuante, capaz de informar no sólo imágenes y devaneos, sino también todo el campo del comportamiento humano” (1977:25). Esta afirmación está en la base de lo que nos planteamos cuando tratamos de conocer la representación de la palabra grupo. Es decir, consideramos que cuando una persona representa una palabra, un concepto, lo que está haciendo es expresar lo que para él reúne el conjunto de imágenes que suscita tal término e interviene en la forma cómo se comporta en la realidad ante el mismo. Esta realidad estructurante que no se aleja de la idea de Piaget en cuanto que el niño y a partir de un momento representa las cosas a partir de esquemas que se ha ido organizando, tiene una componente individual que proviene, creemos, de otro cultural, del grupo al que pertenece. Ese elemento cultural viene enmarcado por los significados que tal concepto tiene para el individuo. El hecho de pensar en la representación de la palabra nos lleva a considerar pues que en dicha representación emergen dos aspectos que se encabalgan el uno sobre el otro. Por un lado el conjunto de elementos que provienen de la circunstancia social. Es decir, en tanto que la cultura suministra imágenes, articula significados, moldea la percepción individual de cada cosa, cuando alguien representa un concepto, y en particular el concepto o palabra grupo, en tal representación aparecerá un componente básicamente social. Pero por otro no cabe duda de que se incluirán en él elementos que deposita provenientes de la relación particular que cada uno tiene con el objeto que representa. En este sentido entendemos que Kaës distingue bien lo que denomina dos sistemas de representación, un sistema psíquico y un sistema sociocultural (1977:39). El primero de naturaleza inconsciente constituidos por objetos más o menos escenificados del deseo infantil, pueden ser comunes a varios individuos y revestir un carácter típico, en el sentido en el que Freud y Abraham hablan de sueños típicos. (ibídem, 39). Es decir, desde el sistema de representación psíquica habría un componente en el dibujo representado que se correspondería a lo que se proyecta en él, tanto en su connotación genuina del proyectar (expulsar de sí lo que es desagradable para uno), como de las partes buenas. Este aspecto también está recogido en el extenso trabajo de Kaes. Por otro lado hay el componente social que en terminología de Kaës es el organizador sociocultural (...) y que resulta de la transformación de ese núcleo inconsciente por el trabajo grupal; comunes a los miembros de una determinada área sociocultural, y eventualmente a varias culturas, funcionan como códigos registradores de diferentes órdenes de la realidad: física, psíquica, social, política filosófica. Posibilitan la elaboración simbólica del núcleo inconsciente de la representación y la comunicación entre los miembros de la sociedad (1977:39-40). Este aspecto es el que nos parece más relevante para el trabajo que estamos exponiendo y que creo nos diferencia en la posición del individuo respecto al grupo. Entendemos que para Kaës lo social derivaría de lo individual en tanto que para nosotros lo individual provendría de lo social. Es decir, consideramos que en la representación que se realiza, lo que aparece y es de nuestro interés es la forma cómo cada persona comprende el concepto en tanto que ha sido moldeado a través de su experiencia grupal esto es, cultural, social; y no tanto por cómo la experiencia subjetiva individual lo ha constituido y trasladado a lo social. En efecto, si por representación entendemos, como hace Kaës, el contenido concreto de un acto de pensamiento, o sea, la reproducción de una percepción anterior, de un residuo mnemonómico, de aquellas partes del objeto que se inscribe en los sistema mnémicos (1977:45), tendremos que considerar la vinculación existente entre el individuo y su entorno, en este caso cultural; deberemos contemplar los lazos que se establecen entre el individuo y el grupo del que forma parte. Pero poniendo el acento en la concreción, esto es, en la particularización del pensamiento, que es algo social, en el sujeto individual. Sabemos que en el acto de representación de algo interviene un elemento sensorial que articulándose en torno al valor afectivo de lo percibido, agradable o no, establece una equivalencia en el aparato psíquico en forma de imagen o de objeto (según lo queramos denominar). A partir de este momento existe una correspondencia y una interdependencia entre lo que podríamos denominar “objeto exterior”, perteneciente a la realidad social, cultural y que posee unos significados determinados, y el que denominaríamos igualmente “objeto interior”, perteneciente al mundo objetal personal. Cuando a ese vínculo se le incorpora la imagen verbal, la palabra que proviene del contexto social, grupal, entonces emerge lo que podremos denominar toma de conciencia del mismo. Es decir, el nexo, la unión, el lazo establecido de interdependencia vinculante entre el mundo exterior y el denominado mundo interno, adquiere una nueva dimensión al adquirir el grado de consciencia. Y por lo tanto, de manipulación y control. Pues bien, en el momento en el que se da la representación del objeto grupo y a esa representación se le aporta su dimensión de toma de consciencia, lo que acaece es que queda expresada y materializada la vinculación existente entre individuo y el grupo al que pertenece, entre la psique y la cultura. Ello nos permitirá, creemos, conocer que conjunto de características que emergen de la vinculación entre lo personal y lo colectivo, entre lo que serían las representaciones individualizadas y lo que estas representaciones aluden de la cultura en la que los individuos se han constituido. Por otro lado, el trabajo de Loscertales, F., Guil, A. (1999) aborda el estudio de la representación mental del grupo centrado en la que tienen aquellos profesionales que están especialmente inmersos en el trabajo con grupos como es el de los maestros. La consideración de tal grupo humano es porque su trabajo les sitúa permanentemente en situación grupal lo que, en opinión de Loscertales que comparto, debe tener una repercusión en la constitución del denominado “Grupo Interno” y, consecuentemente en su representación. En su estudio recogen los dibujos que han realizado un grupo de 289 maestros de primaria en Sevilla, tomados como representación de la población de maestros que hay en Andalucía. Para ello utilizaron el modelo de “Dibuja un grupo” de Abraham, quien desarrolló la metodología para ello. El trabajo giraba en torno a una idea: ¿el grupo interno de los maestros está contaminado por su identidad profesional? Esta idea se concreta en el análisis del aspecto formal del dibujo, el contenido y la organización del mismo. Sus resultados coinciden con otros que han utilizado el mismo procedimiento detectándose diferencias en relación al contexto cultural siendo más similares los resultados obtenido con población italiana que con la francesa, por ejemplo. Todo ello me resulta muy sugerente ya que subraya la gran influencia social que aparece en nuestras representaciones y que va en la misma dirección que aquellas otras opiniones (Elias,Foulkes, etc.) que subrayan la importancia del entorno social no sólo como algo que nos rodea sino como algo a lo que pertenecemos, nos constituye y al tiempo contribuimos a su existencia y constitución. (sxegiur) Las representaciones del grupo en el contexto cultural y social. El trabajo de Kaës aborda “el dibujo del grupo y la familia en el niño”, y “la representación del grupo en los tests proyectivos de adultos” con el fin de ir recabando información a cerca de las representaciones psíquicas menos sometidas a las compulsiones de la realidad externa que las relaciones grupales mismas (1977:52). En el caso del trabajo con los niños entre diez y quince años, utilizó el dibujo así como de una averiguación sistemática y una charla libre, que daban a tales producciones otra dimensión, esto es, la del relato y la asociación de ideas (ibídem: 53). En el caso de los adultos se utilizó un test proyectivo y un par de tests temáticos. El trabajo en su conjunto le posibilita hablar de los dos tipos de organizadores que ya hemos mencionado anteriormente, los psíquicos y los socioculturales. Centrémonos en estos últimos. Los organizadores socioculturales consisten en las figuraciones de modelos de relaciones interpersonales, grupales y colectivas; estas figuraciones constituyen referencias que expresan una conexión valorizada con las relaciones sociales (...) estos organizadores resultan de la elaboración social de la experiencia de las diferentes formas de grupalidad. (1977:59-60). A partir de estas premisas Kaës se introduce en el estudio de varias formas de representación de lo grupal, a saber, las fotografías de grupo, el grupo en la imagen publicitaria,, los retratos de grupo en la pintura, las representaciones del grupo en las obras culturales, escritas y filmadas.