Guia unamuno_Maquetaci€n 1 - Fundación Salamanca Ciudad de

Anuncio
¿QUÉ HEMOS APRENDIDO?
V. Por la Calle de la Compa a, hasta la
torre de Monterrey
Une cada pregunta con la respuesta correcta
PREGUNTAS
1.- En qu guerra y en qu a o vivi Unamuno el asedio a la ciudad de Bilbao?
2.- En qu generaci n de autores se encuadra Unamuno?
3.- En qu a o llega Unamuno por primera vez a Salamanca?
4.- Cu les eran los temas principales del grupo de autores en que se encuadra Unamuno?
5.- De qui n es la estatua que preside el Patio de Escuelas?
6.- Qui n es el autor de la Dolorosa de la capilla de la Veracruz?
7.- Qu poca hist rica le recuerda la torre de Monterrey?
8.- C mo paseaban respectivamente las mujeres y los hombres en la Plaza Mayor?
Hay viejas calles, como la de la Compa a,
al pie de palacios y templos dorados por los
soles de los siglos, en que uno puede ir
so ando en una Espa a celestial, colgada
para siempre de las estrellas.
(E-I, 422) Bajamos por ella hasta detenemos
ante la torre de Monterrey.
Torre de Monterrey, cuadrada torre
que miras desfilar hombres y d’as,
tœ me hablas del pasado y del
futuro
VII. La casa de la Calle Bordadores
VI. El Campo de San Francisco
... All’ al lado en la capilla de la
Veracruz eterniza la expresi—n del
dolor sobrehumano la Dolorosa de
Corral. Y despuŽs de amamantar
los ojos con la visi—n de aquellos
ojos que crean el cielo..., Ácon cu‡n
otra alma se ven caer las hojas
oto–ales en aquel campito
enclaustrado! (E-I, 568)
En el pen ltimo hito de nuestro recorrido llegamos a la casa de la calle
Bordadores en la calle Bordadores, en la que vivi gran parte de su vida
y donde muri el 31 de diciembre de 1936.
Desde mi balc—n, en los atardeceres de estos ardientes d’as de can’cula, tengo
a la vista, de un lado la torre de Monterrey con su calada crester’a, verdadero
encaje de piedra resaltando sobre la masa ingente de la Clerec’a, y de otro lado
veo c—mo emerge de una masa de verdor, de una umbrosa avenida de ‡lamos,
IX. La Plaza Mayor
Llegamos por fin a la Plaza Mayor, compendio y escenario de la vida y la
historia de Salamanca.
No sŽ si sabr‡s que all‡ en
Salamanca hay, como en la
mayor parte de nuestras viejas
ciudades, una plaza cubierta, la
Plaza MayorÉ Hay dos vueltas,
la de las mujeres y la de los
hombres; los hombres van por la
parte de adentro, es decir, por la
vuelta m‡s corta, llevando su
derecha en el sentido del reloj, o,
como se dice ahora, en
movimiento dextr—giro, y las
mujeres van por la parte de
afuera, llevando tambiŽn su
derecha, mas en sentido contrario
del reloj, o sea, en movimiento
lev—giro. Y as’ matan las horas
enteras, d‡ndose cara dos veces
Textos:
Javier B. Teira Lafuente. Profesor de Filosof a de Ense anza Secundaria
Llegamos al campo de San Francisco. Miguel de Unamuno y su esposa Concha
Liz rraga se instalaron en la llamada casa de los azulejos, en la esquina con el paso
de Carmelitas. All vivi sus primeras experiencias de esposo y padre: Todav a
recuerdo cuando all , en aquel Campo de San Francisco, donde viv primero, le daba
su madre la leche, posando su mirada sobre su cabecita. (E-IX, 454). La visi n de
este lugar no le abandon jam s.
RESPUESTAS
A.- 1891.
B.- El Renacimiento.
C.- Las mujeres con movimiento lev giro, y los hombres
con movimiento dextr giro.
D.- En la generaci n del 98.
E.- De Fray Luis de Le n.
F.- Corral.
G.- En la tercera guerra carlista, en 1874.
H.- El destino tr gico de Espa a, la importancia de la existencia individual,
la religi n, el idioma espa ol y la innovaci n literaria.
INTRODUCCION
ITINERARIO DEL PASEO CON SELECCIÓN
DE TEXTOS DE UNAMUNO
IV. En la Universidad
Seguimos hasta la Calle
Libreros, hasta la que es hoy
Casa Museo Unamuno,
donde tuvo su morada los
primeros catorce a os del
siglo XX. En esta casa se
encuentra el despacho que
e
describi as :
(Los fragmentos de las obras de Unamuno est n citados seg n la Edici n de sus Obras Completas de la Editorial Esc licer
(de la que es abreviatura la E); el volumen se ind ca en n meros romanos y la p gina en n meros ar bigos)
Unamuno naci— en Bilbao el 29 de septiembre de 1864. All’,
a la edad de diez a–os, vivi— intensamente el sitio a la ciudad
durante la tercera guerra carlista. Tras concluir los estudios de
bachillerato, en 1880, se traslad— a Madrid para comenzar los
I. Frente a la ciudad
Comenzamos este paseo unamuniano contemplando la ciudad desde la orilla
opuesta del Tormes. Evocamos el grandioso poema titulado Hermosura (1906)
en el que la contemplaci n de la ciudad acrisola po ticamente todos los
grandes temas de su pensamiento (E-VI, 189):
El despacho rectoral es un cuartucho peque–o, una
verdadera celda monacal, con una sola ventana
abierta a una de las m‡s t’picas calles de la ciudad,
a la calle de Libreros. Enfrente, al otro lado de la calle,
se alza la mole de la Universidad que quita a la
ventana de esta celda lo m‡s de la luz del sol de Dios.
estudios de Filosof’a y Letras. En 1891, obtuvo la c‡tedra de
griego de la Universidad de Salamanca. Ese mismo a–o se cas—
con Concepci—n Liz‡rraga y la joven familia se traslad— a Salamanca.
En 1900 fue nombrado Rector de la Universidad, cargo que
desempe–— hasta su destituci—n en 1914. Entre 1924 y 1930,
padeci— el destierro por su oposici—n a la dictadura de Primo
de Rivera, y el 31 de diciembre de 1936, dos a–os despuŽs de la muerte
La ciudad en el cielo pintada
con luz inmoble;
inmoble se halla todo,
el agua inmoble,
inm—viles los ‡lamos,
quietas las torres en el cielo quieto;
Çy es todo el mundo;
detr‡s no hay nadaÈ.
La fachada de la Universidad y el Patio de Escuelas
son parada obligada. A comprender el significado
que para l tuvieron nos ayudan las siguientes citas:
Con la ciudad enfrente me hallo
solo
y Dios entero
respira entre ella y yo toda su gloria.
A la gloria de Dios se alzan las
torres,
a su gloria los ‡lamos,
a su gloria los cielos,
y las aguas descansan a su gloria.
La fachada de la Universidad se abre a un patio exterior que es un encanto
y un consuelo, luego que ha cesado el vocer’o estudiantil, cuando est‡n
cerradas y mudas las aulas, en horas o en d’as de vacaci—n, sobre todo en
las tardes lentas del verano, ese Patio de -las Escuelas Menores, con su
bronc’neo Fray Luis de Le—n en el centro, sobre un pedestal, con
su eterno gesto de apaciguamiento, es algo que habla
del alma de lo eterno y lo permanente. No doy por
nada del mundo ese patio, henchido en su silencio
de su esposa, mientras Espa–a se desangraba en los campos de batalla
de su incivil Guerra Civil, muri— en su domicilio de la calle Bordadores.
En la historia de la literatura espa–ola, a Unamuno se le
encuadra en la Generaci—n del 98. En su obra encontramos todos los temas que
caracterizan a este grupo de autores: el destino tr‡gico de
Espa–a, la existencia individual, la religi—n, el idioma espa–ol y la
innovaci—n literaria.
A lo largo y a lo ancho de su obra literaria, Unamuno, que
vivi— en la llamada casa de los azulejos, en el Campo de San
Francisco, en la Casa de los Miradores, cercana a la actual
plaza de Gabriel y Gal‡n, en la Casa Rectoral y, finalmente,
en la Casa de la calle Bordadores, se detuvo con morosidad
II. Cruzando el Tormes
Mientras cruzamos el Puente Romano, recordamos c mo el Tormes fue para
Unamuno met fora privilegiada en torno a la cual meditar sobre todos los temas
t picos de su generaci n. El alma popular, la tierra, la patria, la existencia, la
historia, la literatura. As escrib a estos versos en 1910 (E-VI, 355):
de orfebre, paciencia de contemplativo y sorprendente
fecundidad de artista, en la pr‡ctica totalidad de los
magn’ficos monumentos que encarnan, en cuerpo de piedra, la ciudad y su historia.
Salamanca fue para Unamuno el Òuniverso visibleÓ que, sobre todo otro, cumpli—
la funci—n de ser met‡fora del Òuniverso invisibleÓ, y, con palabras de L.G. Egido,
Òfue tanta la intensidad de su mirada que la dej— impresa sobre el relieve de su
imagenÓ. Vamos a verlo.
Desde Gredos, espalda de Castilla,
rodando, Tormes, sobre tu dehesa,
pasas brezando el sue–o de Teresa
junto a Alba ducal dormida villa.
De La Flecha goz‡ndote en la orilla
un punto te detienes en la presa
que el soto de Fray Luis cantando besa
y con tu canto animas al que trilla.
De Salamanca, cristalino espejo,
retratas luego sus doradas torres,
pasas solemne bajo el puente viejo
de los romanos y el hortal recorres
que MelŽndez cantara. Tu consejo,
no de mi pecho, Tormes m’o, borres.
III. Junto a las catedrales
Franqueado ya el per metro de la muralla de la ciudad medieval, junto a las
catedrales, unos versos dedicados a la Catedral Vieja nos brindan sus
reflexiones sobre la historia de Espa a, entremezcladas con su incesante
meditaci n sobre la finitud de la existencia.
Sede robusta, fuerte ÔSalmantinaÕ,
tumba de almas, dura fortaleza,
siglos de soles viste
dorar tu torre...
Este el hogar de la ciudad fue anta–o...
temblando aœn los brazos de la lucha
contra el infiel, sintieron los villanos
en sus ardidos pechos
nacer la patria.
Mas hoy huye de ti la muchedumbre...
S—lo el curioso turba tu sosiego,
de estilos disertando entre tus naves
pondera tus columnas
elefantinas... (E-VI, 187)
Descargar