CAPÍTULO VI La forma del consentimiento. Consentimiento expreso y consentimiento presunto El consentimiento puede ser expreso o presunto. Expreso es cuando concurre real y efectivamente y, presunto cuando no existe un verdadero consentimiento, sino que se presume; se trata de una ficción 285. Para algunos autores puede hablarse de consentimiento presunto, incluso cuando el sujeto ha manifestado su oposición a la realización de la conducta típica. Mezger 286 lo considera eficaz «en contra de la voluntad expresamente declarada del poseedor del interés» 287. Para este autor el consentimiento presunto supone «un juicio de probabilidad, objetivo, del Juez, que expresa que el supuesto lesionado, si hubiera poseído un completo conocimiento de la situación de hecho, hubiera, desde su punto de vista personal, consentido en la acción» 288. La exclusión de la antijuridicidad será posible, no sólo cuando el sujeto consiente, cuando existe una coincidencia entre la dirección de la voluntad de éste y la acción del sujeto activo, sino cuando «pueda decirse que el llamado lesionado hubiera consentido interna, o incluso externamente si hubiera tenido conocimiento de la situación real de las cosas»; se trata de averiguar, no lo que «razonablemente» hubiera hecho, sino cómo se «hubiera comportado realmente». Para este autor, el consentimiento presunto no se trata de una ficción, sino de establecer la verdadera dirección de la voluntad 289. Por ello, cuando se produzca una interpretación errónea del supuesto de hecho, «en cuya hipótesis es evidente que si hubiera reconocido de modo exacto la situación (situación del 285. 286. 287. 288. 289. Cobo del Rosal y Vives Antón, ob., cit., pág. 379. Mezger, ob., cit., pág. 362. En contra Maurach, «Tratado...», vol. I, pág. 414. Mezger, ob., cit., pág. 361. Idem, ob., cit., pág. cit. Tratamientos medicos.indd 97 08/03/2013 11:15:31 98 Tratamientos médicos: su responsabilidad penal y civil consentimiento presunto), el consentimiento se hubiera otorgado. Aquí exige el mismo interés del presunto ofendido, el triunfo, no de su errónea declaración de voluntad, sino de su verdadera dirección de la voluntad» 290. Para este autor, esta eficacia se corresponde con «una valuación material de los intereses» 291. La posibilidad de conceder eficacia al consentimiento en contra de la voluntad del titular, consideramos, es más que cuestionable; se trata de una ficción, donde establecemos que, si el sujeto hubiera conocido todos los datos, la dirección de su voluntad sería coincidente con la acción del sujeto activo 292. En el campo que nos ocupa, un conocimiento erróneo del supuesto de hecho, sólo podría venir dado por un defecto en la información suministrada por el médico. Cabe aquí plantearse, como más adelante analizaremos, hasta dónde o qué límites puede tener el derecho/deber de información, cuando, en último término, es lo que posibilita la decisión y ulterior consentimiento del paciente. El problema vendría dado por la negativa al tratamiento médico o quirúrgico, por una información defectuosa, cuando dicho tratamiento sea la única posibilidad de salvación, aun representando un riesgo grave para, incluso, la vida del paciente. En estos casos, con independencia de su posterior desarrollo, cabría establecer una responsabilidad médica, ya que es su actitud la que impide al paciente tomar una decisión favorable a sus intereses 293. Como hemos dicho al comienzo de este epígrafe, el consentimiento puede ser expreso o presunto. Tanto uno, como otro deben ser reflejo de la dirección de la voluntad del sujeto. El consentimiento en Derecho Penal no tiene que 290. Mezger se declara partidario de esta tesis para fundamentar la eficacia del consentimiento, ob., cit., pág. 346. Sobre la naturaleza del consentimiento existen dos teorías: la de la dirección de la voluntad y la de la declaración de la voluntad. La primera parte de que el interés surge en virtud de la dirección de la voluntad del poseedor y, por ello, no es necesario que sea declarado, un problema distinto en estos casos, es si puede ser probado, pero existirá, aun cuando no se declare, siempre que haya coincidencia entre esa dirección y la acción realizada por el sujeto activo. Para la teoría de la declaración de voluntad, el consentimiento se configura como un negocio jurídico, donde la manifestación ha de ser verbal o por escrito. Esta teoría, elaborada por Zitelmann, y seguida en un principio por Frank, que la abandona en la 15 edición de su Comentario, ver Mezger, ob., cit., pág. 344, supone conceder un derecho al autor para realizar la conducta típica. Según la teoría de la dirección de la voluntad, el consentimiento produce efecto, con independencia de si es conocido o no por el sujeto activo, no necesita ser declarado y, extiende su ámbito a los delitos culposos en los que aún no se ha producido el resultado. En la actualidad surge una teoría intermedia, como veremos más adelante, intentando solucionar el problema del conocimiento del sujeto activo. 291. Mezger, ob., cit., págs. 362 y 364. 292. Oponiéndose también, Cobo del Rosal y Vives Antón, ob., cit., pág. 379, cit.20. 293. En cualquier caso, no parece que sean supuestos muy frecuentes. Tratamientos medicos.indd 98 08/03/2013 11:15:31 La forma del consentimiento. Consentimiento expreso y consentimiento presunto 99 revestir las mismas formalidades que en el ámbito del Derecho Privado y, por ello, es admisible que se otorgue de forma verbal o escrita, siempre que, de forma cierta, sea la manifestación de la voluntad del sujeto. La necesidad de que sea la manifestación de la voluntad, plantea el problema, a su vez, de la necesidad o no de su conocimiento por el sujeto que realiza la acción. Para Cobo del Rosal y Vives Antón, es irrelevante el conocimiento y, citando a Mezger 294 «el consentimiento como causa de justificación, produce sus efectos objetivamente, sin tener en cuenta el conocer o el deber de conocer del sujeto activo». En contra del argumento de Maurach 295, la incongruencia de admitir un elemento subjetivo en la legítima defensa y negarlo en el consentimiento, oponen que nada tiene que ver admitirlo en una y negarlo en otro, ya que ello se corresponde con el diverso fundamento de ambos. Cuando el consentimiento tiene eficacia justificante, es porque el ordenamiento ha concedido la disponibilidad del bien jurídico al titular y, si éste renuncia al mismo, «cede el interés en su protección jurídica». Por el contrario, «el interés en los bienes del agresor subsiste íntegramente, aunque el ordenamiento jurídico los subordina a los del agredido» 296. Esta opinión es consecuencia de la teoría de la dirección de la voluntad que exigía la presencia del consentimiento, con independencia del conocimiento del mismo. Por el contrario, los partidarios de la declaración de la voluntad, requerían ese conocimiento. En la actualidad una tercera tesis intenta superar la contradicción en este punto. Para Jescheck 297, el consentimiento, en Derecho Penal, no constituye ninguna declaración de voluntad negocial, ni acción jurídica que pueda tratarse análogamente, en el sentido del Derecho Civil; es una «figura peculiar del Derecho Penal, cuyos requisitos de eficacia deben determinarse según que la conformidad con la agresión al objeto de la acción protegido sea o no expresión de la libertad de decisión personal del titular del bien jurídico, pues sólo esto resulta decisivo para la justificación del hecho». Para la teoría intermedia, es necesario que el consentimiento sea reconocible externamente de algún modo, sin que ello suponga acudir a los criterios del Derecho Civil, sobre la declaración de voluntad. Por tanto, el autor debe poseer dicho conocimiento y, actuar con conocimiento y en base a él. 294. Mezger, ob., cit., págs. cits. 295. Maurach, «Tratado...», pág. 296. Cobo del Rosal y Vives Antón, ob., cit., pág. 379 y cit. 22. Para estos autores no es necesario un elemento subjetivo, con carácter general, en la justificación, pág. 356. 297. Jescheck, ob., cit., págs. 520 a 523. Tratamientos medicos.indd 99 08/03/2013 11:15:31 100 Tratamientos médicos: su responsabilidad penal y civil Mir Puig exige «sólo» que el consentimiento, para desplazar el tipo de delito de que se trate, sea «reconocible», sin que sea necesario que lo conozca realmente 298, aunque ello no significará la impunidad, sino que será punible por tentativa inidónea, ya que «aunque la efectiva existencia del consentimiento hace desaparecer el tipo consumado, el autor lo desconoce, intenta, siquiera sea de forma inidónea, realizarlo» 299. Así la tipicidad quedaría excluida por el consentimiento del titular del bien jurídico, siempre que éste sea reconocible externamente, aunque el sujeto lo ignore en el caso concreto, subsistiendo la posibilidad de apreciar una tentativa inidónea. Para los autores que consideran el consentimiento como una causa de justificación, la solución a la necesidad de conocimiento por parte del sujeto de la acción, es en la práctica la misma, aunque eliminando la antijuridicidad y manteniendo la tipicidad. Para ello, parten de la necesidad de un elemento subjetivo de la justificación que no concurrirá en estos casos. Ese elemento subjetivo, debe ser conocido por el sujeto y constituir uno de los motivos que le impulsaron a actuar 300. Caso de faltar, debería, para la mayoría de la doctrina, apreciarse una tentativa inidónea, tal como ocurre en cualquier otra causa de justificación. Las soluciones dogmáticas son de sobra conocidas. Desde una concepción predominantemente objetiva, el hecho deberá seguir considerándose justificado, excepto que la regulación legal exija expresamente un elemento subjetivo 301. Para otro sector de la doctrina, la ausencia del elemento subjetivo, dejaría subsistente el desvalor de acción, aunque eliminaría el de resultado. Las soluciones son, apreciar a pesar de ello, un delito consumado 302; considerarlo una frus- 298. Mir Puig, «Tratado...», pág. 564. 299. Para este autor, tal como expusimos, el consentimiento actúa, siempre, como causa de atipicidad, ya que no es posible en el ordenamiento español, apreciarlo como causa de justificación. En el mismo sentido Cerezo Mir, ob., cit., pág. 84, en los casos en que actúa como causa de exclusión de la tipicidad; recordemos que, para este autor, el consentimiento puede ser también causa de justificación, dependiendo de la disponibilidad del bien jurídico. También Romeo Casabona, «El médico y el Derecho Penal...», pág. 345; en el tratamiento médico eliminará la tipicidad del delito de coacciones. 300. Cerezo Mir, ob., cit., pág. 88. Sobre los elementos subjetivos en las causas de justificación, véase por todos Sanz Morán, «Elementos subjetivos de justificación», Barcelona, 1993. 301. Véase por todos, Carbonell Mateu, «Fundamento, naturaleza y fuentes de la justificación penal», Madrid, 1983. 302. Cerezo Mir, ob., cit., pág. 88 y vol. I, págs. 408 y ss.; Maqueda Abreu, «Los elementos subjetivos de justificación», en La Ley, año V, núm. 935, 11 de mayo de 1984, págs. 6 y ss. En la misma autora, una exposición de la discusión en España. Entre otros autores dentro de nuestra doctrina. Tratamientos medicos.indd 100 08/03/2013 11:15:31