DISCURSO DE DESPEDIDA CEREMONIA DE GRADUACION Estimadas Autoridades de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Profesores y miembros todos de la Escuela de Kinesiología Compañeros graduados y familias Señoras y señores: Me siento muy honrado y es -de verdad- una gran distinción para mí el poder hablar hoy frente a todos ustedes en esta Ceremonia que representa un momento tan especial en nuestras vidas y en la que felicito a todos y cada uno de mis compañeros y amigos graduados, pero también a nuestros Profesores, a las autoridades de la Universidad Católica, a todos los miembros de la Escuela de Kinesiología y al mismo tiempo a nuestras familias y amigos aquí presentes, porque graduarse es -sin duda- un trabajo de equipo. Hoy es un día oportuno para que agradezcamos, cada palabra de aliento recibida en nuestro camino, el apoyo y la comprensión brindada por todos los que nos rodean. Me pregunto hoy: ¿Qué significa la graduación y por qué resulta tan importante? Quizás, y en primer lugar, debido a que este momento –inolvidable- encarna la culminación de muchos años de educación, de un propósito que partimos un día lejano, tal vez no tan seguros de lo que significaba en verdad. Es un día que transforma la relación que cada uno de nosotros, los graduados, tiene con la Sociedad. A partir de hoy ya no es la Universidad Católica la que va a evaluarnos, sino será la sociedad, en su conjunto, la encargada de seguir nuestra trayectoria como profesionales y como individuos, a través de nuestra actitud o “performance”. Hoy, tal vez, es un día importante, porque incorporamos a nuestras vidas (lo que Freud llamó) el “Principio de Realidad”, que es el principio que implica postergar los intereses del momento, en función de objetivos de largo plazo. Hoy llega a nuestras vidas -con más potencia- y claro significado la palabra “Proyecto”. Hoy tal vez, nos sentimos, más que nunca, entre la espada y la pared, entre la alegría de concluir bien un trabajo y las expectativas por comenzar una nueva etapa. Hoy, tal vez, recordamos con cierta nostalgia un pasado hermoso: algunos han encontrado entre los pasillos el amor, otros se han ganado el respeto de sus compañeros, pero definitivamente todos y cada uno de nosotros hemos dejado huella, no sólo entre nuestros maestros, sino también entre nosotros mismos, no será fácil, así, olvidar nuestros nombres, nuestros rostros, nuestras formas de ser; quizá pueda decirse que estamos desde hoy unidos bajo un sólo porqué. Me pregunto, además, ¿qué es lo que nos estamos llevando de esta Universidad? ¿Acaso sólo una certificación, una licencia para ejercer una profesión? Quisiera estar cierto de que lo que nos estamos llevando realmente es algo trascendente e insustituible. Algo que nunca nos pueda ser sustraído. El asomo de una certeza, que nos permita alcanzar nuestra realización como personas libres y autónomas, capaces de conquistar nuestro lugar, de ganarnos la vida, tal vez, y reafirmar nuestra identidad. Hoy, de algún modo, este nuevo "estatus" nos transforma y nos convierte en ciudadanos más activos y con mayores responsabilidades con el entorno, con los que sufren, con la familia, el estado, el país, en definitiva. Hoy aceptamos con mayor lucidez, que lo bueno y lo malo que pasa en Chile tiene que ver con nosotros; en mayor o menor medida, por supuesto. Quisiera también estar cierto de que lo que nos llevamos de esta Casa de Estudios es un reto más, un desafío que toca a las nuevas generaciones, y ese es no perder jamás la capacidad de asombro. No podemos acostumbrarnos a vivir en medio de la pobreza extrema, de la corrupción, del crimen, del abuso. No podemos resultar indiferentes ante la discapacidad o ante el sufrimiento de quienes llegarán hasta nosotros. No podemos dejar de ver, de oír, de oler, para no sentir. No podemos caer en esa desafortunada filosofía de “vivir el día a día”, sin mayores traumatismos… a la deriva, como dicen algunos, o simplemente pasar por la vida, inadvertidos, “haciéndole el quite” a la realidad, que no es más que una medida engañosa de supervivencia. No podemos dejar atrás, tan fácilmente, nuestro ser estudiantes-conscientes. No podemos olvidar los momentos difíciles que hemos vivido como comunidad universitaria, no podemos quedar al margen de compromisos que HOY persisten y están pendientes. Hoy estamos aquí para tomarnos en serio el día de mañana, para que al salir de este salón, seamos agentes de cambio, capaces de generar pensamientos propios y oportunidades para otros. Los que aquí estamos, somos, de algún modo, privilegiados. Somos quienes romperemos con el pasado y nos atreveremos al futuro. Somos quienes crearemos, quienes construiremos El Todo a partir de nuestras pequeñas contribuciones, y para ello debemos estar seguros de que no nos sorprenderá la muerte estando en deuda con nuestro compromiso personal, cualquiera que este sea. Cómo no recordar hoy toda esta larga etapa universitaria, todas las personas que se cruzaron en nuestras vidas y quienes hicieron amistad con nosotros: nuestros amigos de Escuela, los compañeros de cursos superiores, los mechones, Tyrone, Álvaro, Carolina, Arlette, Ruby... todos quienes nos conocieron sin formación, llenos de anhelos e ímpetu de jóvenes y esfuerzo adolescente que quiere sólo correr y acelerar. Recuerdo de un modo muy especial al profesor Dr. Hernán Lillo y su notable manera de formar a cada alumno según su capacidad, cómo olvidar la “anatomía del violín” y las carreras entre Sausalito y Casa Central, anécdotas y momentos tan vivos, que nadie nos podrá quitar jamás. Recuerdo de manera especial también a nuestra secretaria, la Sra. Ester Gutiérrez, quien, con su diligencia supo siempre resolver tantas dudas con prisa, su capacidad humana y su compromiso son inolvidables; cómo no estar orgulloso hoy de su labor, que ahora, como buena secretaria, tiene otros “secretos” a su cargo, tal vez de mayor proporción. A ellos les debemos un trozo de este logro y un sólo “gracias” sería insuficiente. Quizá, el que procuremos enamorarnos del trabajo que hagamos o, mejor aún, el que escojamos un trabajo del cual nos podamos realmente enamorar sea el verdadero pago y respuesta a esa amistad entregada en la más simple gratuidad. Finalmente están los deseos. A la despedida, deseo para cada uno de nosotros la Fuerza, eventualmente ante la adversidad repentina. Deseo la Sinceridad del Corazón para ser siempre nosotros mismos, lo que intenté tantas veces, sin conseguirlo tal vez. Deseo también una mejor capacidad de Autoconocimiento. Deseo que aprendamos del Silencio; a no fingir afectos; ante la vida y el trabajo, plantear nuestra verdad y preguntas con transparencia; a no cerrarnos a nadie, ni a los presuntamente ignorantes, pues también ellos tienen su historia. Deseo que seamos capaces de quitar de este mundo la Confusión y, en la vida cotidiana, no dejarnos angustiar con fantasmas y temores que nacen, a veces, del cansancio y la soledad. Deseo que nos motive siempre el ejercicio de nuestra profesión con integridad moral y ética. Nuestro país ha sufrido mucho por profesionales que perdieron la brújula y tenemos la oportunidad de ser quienes ayuden a recuperarla, trabajando duro para dar a quien nos pide un poco de bienestar. Finalmente deseo que jamás dejemos de formarnos y seguir creciendo, como personas conscientes y críticas, en conocimiento y perfección, porque las preguntas son siempre las mismas, pero lo que cambia son las respuestas. ¡Muchas gracias y felicidades a todos!