www.monografias.com El veneno de las serpientes Indice 1. Introducción 2. Donde se produce el veneno 3. Estadística 4. Formas de actuación de los tóxicos 5. Sintomatologia de las mordeduras ponzoñosas 6. Intervención Rápida 7. Consejos prácticos ante una mordedura de serpiente 8. Frecuencia y probabilidad de las mordeduras de serpientes venenosas 1. Introducción Entre las mordeduras causadas por animales las de serpientes son tradicionalmente temidas, y no por los desgarros, laceraciones o traumatismos inherentes a la agresión, sino por las consecuencias de las especies consideradas venenosas. El veneno de las serpientes puede responder a diferentes tipos y biológicamente parece una especialización específica destinada a cumplir funciones muy concretas. Es conocido que las grandes constrictoras, boas, pitones y otras, carecen de colmillos conectados a glándulas venenosas. Son perfectamente capaces de capturar las presas que necesitan y con sus mandíbulas sujetan el animalillo depredado hasta que, en pocos instantes, lo envuelven materialmente entre sus anillos y, gracias a la poderosa musculatura, reducen a una masa informe, lista para ser ingerida, el cuerpo de la víctima. Otras especies menos corpulentas y poderosas, que también se alimentan de animales vivos utilizan el veneno como arma de caza. Incapaces de cazar y retener la presa, con la mordedura inoculan un veneno que mata a la víctima en un lapso generalmente breve y posteriormente, gracias a los "sensores" localizados en la lengua, rastrean hasta encontrar el animalito muerto, que pasará a formar parte de la dieta. Por esta especialización biológica, especies muy pequeñas, como las víboras de unos sesenta o setenta centímetros de longitud, son capaces de matar organismos de peso mucho más elevado, como puede ser el hombre. Las sustancias tóxicas contenidas en el líquido inoculado por las serpientes ponzoñosas responden a fórmulas y mezclas diferentes, de manera que algunos venenos pueden comportarse como destructores de los hematíes sanguíneos; otros, como desintegradores de las células nerviosas; algunos operan favoreciendo la "ruptura" del citoplasma de las células, y también los hay que actúan favoreciendo las hemorragias al desorganizar los sistemas normales del organismo. Muchos grupos contienen tipos de veneno con una acción principal, de entre las señaladas anteriormente, pero cada especie "fabrica un veneno propio" y distinto, en general, de los anteriores, por lo cual los "antídotos universales" no tienen la eficacia máxima que sería deseable. 2. Donde se produce el veneno Los ofidios con "colmillos" o dientes huecos que pueden "inyectar" el veneno en el momento de la mordedura tienen, por regla general, unas glándulas especiales situadas en la cabeza, cerca de los ojos, que vierten su contenido en conductos comunicados directamente con los canales internos de los dientes ponzoñosos. Esta glándula, que, según numerosos especialistas, es una "digestiva modificada", suele tener gran tamaño, en relación con los dientes, y está accionada por los músculos que actúan en el acto de la mordedura. En las especies opistoglifas, con colmillos emplazados muy atrás en la boca y consideradas no peligrosas para el hombre, suele atribuirse el tóxico producido a la glándula parótida con funciones seguramente digestivas o favorecedoras de la ingestión de la presa. 3. Estadística Aunque en la mayoría de los países que tienen abundancia de especies de ofidios venenosos no existen estadísticas demasiado fiables respecto a los accidentes que causan estos animales, nos encontramos con que solamente quedan registrados de forma fehaciente los casos de defunción inequívocamente atribuible al veneno de las serpientes. En países mediterráneos con escasa variedad de ofidios venenosos los registros medios no superan la treintena de mordeduras declaras por año, y de éstas menos del 10 por 100 son causas de defunción. En año más húmedos, con mayor pluviometría, parece evidenciarse una tendencia al aumento de las mordeduras, respecto a las especies agresoras en la península Ibérica pueden casi reducirse a la víbora hocicuda Vipera latasi y a la víbora áspid Vipera aspis. Esta escasez de casos resulta, sin embargo, trágica para las víctimas que pasan a ser sumandos del exiguo porcentaje. En el caso de España, con muy pocas especies susceptibles de originar mordeduras con inoculación de veneno, resulta imprescindible el traslado del herido a un centro hospitalario, explicando lo más detalladamente posible las características del ofidio causante del accidente para poder actuar con el antídoto preciso. Las estancias en áreas silvestres o rurales, de zonas con abundancia o, mejor dicho, con variedad de especies, han de precisar la identificación del agresor, que puede ser capturado mediante un certero golpe de bastón en la mitad del cuerpo para inmovilizarle e impedir otros ataques por ruptura de la columna vertebral, que habrá de permitir matar al ofidio sin excesivo riesgo. Por que la identificación Ya se ha reseñado la variedad de tipos de veneno en función de su forma de actuación que poseen las distintas especies de serpientes venenosas. La rapidez en la actuación del tóxico, variable a veces con la dosis inoculada, es tal que muchas veces hay que efectuar una asistencia urgente capaz de evitar o paliar las consecuencias más graves de la mordedura. De la correcta identificación de la serpiente podrá incluso asegurarse la administración del antídoto específico, que puede formar parte del botiquín de la expedición, o en caso de duda o desconocimiento habrá que procurar actuar con antídoto universal hasta llegar a un centro asistencial preparado para hacer frente a la curación del herido. Estas sustancias han de solicitarse en los centros especiales de cada uno de los países que hayan de explorarse exhaustivamente. 4. Formas de actuación de los tóxicos El grado de peligrosidad de las mordeduras de serpiente está en función de la cantidad de veneno inoculado, de la actividad del veneno, del punto de inoculación (zona del cuerpo donde se sufre la mordedura) y del peso corporal de la persona afectada. Los niños resultan especialmente sensibles a los tóxicos producidos por los ofidios en parte debido a su menor peso relativo, además de otras razones fisiológicas más complejas. La mortalidad porcentual de los casos registrados es muy variable según la especie "mordedora", ya que la secreción inyectada difiere no sólo cualitativa, sino también cuantitativamente (tipo de tóxico y cantidad del mismo). En la mayoría de casos el veneno penetra en la zona mordida y se distribuye con mayor o menor rapidez absorbido por vía linfática (pequeñísimas venas que cubren todo nuestro organismo). Solamente en raras ocasiones es inoculado directamente en sangre (cuando, desgraciadamente, el diente venenoso interese una vena o arteria), provocando tal vez la muerte en un lapso de tiempo muy breve, que a veces resulta inferior a un cuarto de hora. Tanto el tóxico elaborado en las glándulas venenosas como el destilado por las parótidas, que se mezcla con la saliva y salvo excepciones resulta menos activo, tiene una composición química variada y compleja, en la que intervienen proteínas y enzimas muy distintas, que actúan con propiedades concretas: a) Proteolíticas. Capaces de producir grandes hemorragias al desintegrar y destruir venas y arterias. b) Coagulantes y anticoagulantes. Alteran la coagulación normal de la sangre y pueden causar la excesiva "liquidez" con subsiguientes hemorragias o, por el contrario, la producción de trombos por "solidificación" de la sangre. c) Hemolíticas. Destructivas de los glóbulos rojos, con lo que alteran la normal función circulatoria y respiratoria e incluso pueden producir una asfixia fisiológica. d) Neurotóxicas. Interfieren y degradan, a veces de forma irreversible, las funciones propias del sistema nervioso. Provocan desensibilización de la zona mordida, que más tarde se transmite a otras regiones del cuerpo, caída de párpados, desorientación, dificultades respiratorias, pérdida de la coordinación muscular, alucinaciones... 5. Sintomatologia de las mordeduras ponzoñosas Las manifestaciones de la mordedura, y sobre todo de la acción del tóxico sobre ella, son variables, como respuesta lógica a la diversidad de los componentes del veneno en cada una de las especies. Tanto la evolución del paciente como el pronóstico del proceso clínico son, en general, arriesgados cuando se desconocen los venenos y cantidades inoculadas. Al margen de la actividad unidireccional o múltiple del tóxico, la acción local que provocan la mayoría de los tipos segregados por las serpientes es esencialmente de necrosis (muerte de los tejidos en contacto directo con el veneno). Tras una primera reacción de dolor intenso, como una quemadura, suele aliviarse la molestia de la región mordida, que aparece señalada con un cardenal o hematoma acompañado de cierta inflamación. Inmediatamente aparecen síntomas de parestesia y hormigueo con movimientos semirreflejos de la zona afectada, cansancio pesadez, abundante salivación, paralización de músculos faciales, lengua y laringe con los correspondientes trastornos de lenguaje y respiración para el paciente. Un agravamiento del cuadro manifiesta pérdida de la visión, intenso dolor de cabeza, vómitos y bajada de tensión conducente al colapso respiratorio, más bien parálisis respiratoria y colapso circulatorio. El veneno de los elápidos (grupo de las cobras) es esencialmente neurotóxico y provoca con rapidez la mayoría de los síntomas graves antes apuntados. En el caso de los vipéridos, el veneno de las especies del género bitis, como la víbora del Gabón, es muy activo y además la profundidad de la mordedura y el tamaño de los dientes hace que resulte más probable su inoculación en un vaso sanguíneo, en cuyo caso la muerte de un hombre puede sobrevenir en un período de dos a cinco minutos. Otros cuadros de mordedura de vipéridos presentan asociada a la sintomatología general hemorragias bucales y nasales y sequedad de la boca, en lugar de la salivación excesiva anteriormente citada. 6. Intervención Rápida Dada la gravedad que representa la acción de las neurotoxinas (venenos que afectan el sistema nervioso de la víctima), presentes en la mayoría de los venenos inoculados por las distintas especies peligrosas, la rapidez en la intervención resulta capital en dos sentidos; en primer lugar, "descargar la zona mordida y emponzoñada" de la mayor cantidad de tóxico posible, evitando su progresión en el torrente circulatorio mediante una sangría localizada y eficiente. La acción más eficaz es la inyección inmediata del suero antiofidios (mejor si es el específico), que neutraliza, en cualquier caso, el efecto más letal de las neurotoxinas, siempre que se administre a tiempo, antes de media hora, para impedir el establecimiento de la sintomatología nerviosa con la gravedad del cuadro ya conocido. Cuando el tratamiento es inmediato (de ahí la importancia de llevar suero en ciertas expediciones) las alteraciones o inhibiciones funcionales provocadas no llegan a convertirse en lesiones orgánicas irreversibles del tejido nervioso y la mortalidad puede reducirse hasta una cuarta parte de la previsible, cuando no se dispone del suero antiofidios. La administración de suero "antiveneno" en dosis suficientes antes de las tres horas de ocurrida la mordedura, en especies menos "fulminantemente letales", puede asegurar un pronóstico favorable y en muchas ocasiones evitar la muerte del herido. 7. Consejos prácticos ante una mordedura de serpiente En primer lugar, las personas que por su trabajo, aficiones o prácticas de vida en entornos silvestres puedan estar expuestas a la mordedura de serpiente venenosas han de conocer lo más detalladamente posible las especies nocivas, su índice de peligrosidad y los hábitos de vida de las mismas. Cuando se planifiquen expediciones en zonas que pueden albergar estos ofidios hay que llevar siempre "a mano" un botiquín especial y actualizado con sueros "universales" y específicos perfectamente identificados, mejor con la foto de cada serpiente contra la que actúa. Como práctica preventiva cada persona ha de leer y aprenderse detalladamente antes de la aventura la forma y dosis de preparación y administración de los sueros para actuar con rapidez si llegara el caso y no perder un tiempo precioso en leer las instrucciones de uso. Con urgencia pero sin pánico hay que proceder a la inmovilización de la zona afectada, y cuando el herido está acompañado, ha de quedar inmóvil mientras le auxilian sus compañeros. El reposo retarda la difusión del veneno y su paso rápido a los vasos linfáticos y capilares que lo transportan a todo el organismo. 1. Aplicación de un torniquete más arriba de la zona afectada por la mordedura cuando ésta se produce en las extremidades, de forma que no impidamos la circulación arterial del miembro, sino exclusivamente la linfática (el torniquete no debe ser muy apretado). 2. Práctica de incisiones o cortes alrededor de la mordedura y aspiración o evacuación de la sangre infectada. La succión bucal, tan divulgada en numerosas películas cinematográficas y posterior expulsión del veneno por el salvador oportuno con la acción de escupir tiene varios problemas de tipo práctico: aumento de las lesiones en la víctima, cuando el veneno sea de acción proteolítica, y posible inoculación al socorrista, si éste tiene heridas en la boca. En cualquier caso esta práctica, desesperada, a falta de suero o en función de la lejanía de socorro especializado, puede eventualmente salvar la vida del herido. 3. Aplicación de compresas de hielo frío sobre la zona de la lesión, lo que contribuye a reducir las molestias y retardar la circulación, así como prevenir infecciones posteriores. 4. Aplicación lo más inmediata posible del suero antiofidios y traslado de la persona atacada hasta el centro hospitalario más cercano. 8. Frecuencia y probabilidad de las mordeduras de serpientes venenosas El alto índice de riesgo que supone una mordedura ponzoñosa bien justifica los esfuerzos científicos, biológicos y médicos empeñados en desentrañar los mecanismos de actividad de los tóxicos y fabricar los sueros más efectivos. Sin embargo, afortunadamente, es altamente improbable "sufrir un desagradable encuentro", siempre que queramos evitarlo; claro que lo peligroso del mismo, si éste se produce, requiere un entrenamiento bien adecuado para la utilización de los sueros, manejo del botiquín, etc. Las personas más expuestas a sufrir heridas de este tipo son los herpetólogos, especialistas en serpientes, conservadores de zoológicos y terrarios, "encantadores" que manejen animales dotados de sus colmillos y sobre todo de sus glándulas venenosas, cazadores de animales vivos, etc. La tristemente famosa culebra arborícola del Cabo Dispholidus typus, opistoglifa y por tanto considerada no "peligrosa", causó la muerte del eminente científico americano doctor Schmid, que fue mordido repetidamente mientras manejaba uno de estos ejemplares. La culebra bastarda Malpolon monspessulanus, común en España, es inofensiva, a pesar de su temperamento agresivo, siempre que no se pretenda manejarla o sujetarla de forma inadecuada o distraída, pues "en la mano" puede producir lesiones que degeneran en molestias muy dolorosas, aunque no se hayan registrado casos de muerte en personas sanas y normalmente constituidas. Trabajo enviado por: Herbert Gómez Nunura [email protected] Bachiller en Ciencias Biológicas Universidad Nacional De Piura