John Stuart Mill

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John Stuart Mill
(1806-1873)
Sobre la libertad
El utilitarismo
Contexto general
En lo que respecta al marco político general, el liberalismo es el contexto en el
que se desarrolla el Utilitarismo, filosofía moral y social de John Stuart Mill.
Este autor no fue un liberal estrictamente hablando sino que se le suele
considerar un radical demócrata. Simpatizaba con posturas socialistas de la
época y era partidario de superar la antítesis entre capitalismo y socialismo a
través de sistemas de cooperativas.
Aun así, se le ha querido considerar un liberal por ser un antiestado, y por su
reivindicación de la iniciativa individual. Limitar la intervención del estado es
una exigencia de la libertad.
En filosofía política el liberalismo es lo que se conoce como teoría del estado
mínimo, es decir, mínima participación del estado en economía y mínima
intervención del estado en la vida privada. Son los individuos los que han de
mantener la iniciativa y el control sobre sus propias vidas. Como teoría opuesta
está el socialismo o “estado máximo” que considera que el estado debe
controlar la economía. También se le llama estado garantista porque garantiza
unos derechos.
De esto no ha de deducirse que Mill sea un individualista. Lo que este autor
quiere es que las leyes y arreglos sociales sitúen la felicidad o el interés de
cada individuo en armonía con el interés de la sociedad. De esto se sigue o se
deduce que un Derecho es tener algo cuya posesión quede garantizada por la
sociedad, en vista a la utilidad general. La colectividad sólo será rechazada
cuando genere trabas a la libre iniciativa y a la creación de la diversidad.
En lo que respecta al contexto científico, Mill como toda la generación de
filósofos del siglo XIX, está rodeado de la ciencia imperante en su época, el
Positivismo (alejamiento de la metafísica y estudio de los hechos). La vida de
los seres humanos se rige por dos tipos de leyes, las materiales, que son de
tipo causal y determinista [criterio de necesidad] y las leyes de tipo psicológico.
La causa que impera en este tipo de leyes no es rígida y permite fundamentar
la libertad (concepto importantísimo en la filosofía de Stuart Mill). La libertad
existe como concepto porque podemos concebir la necesidad lógica y
psicológica de la libertad y de la diversidad humana. Esto lleva al autor a
argumentar contra toda pretendida fundamentación absoluta de la moral
(Platónica, Kantiana), sin por ello ser un escéptico.
Es fundamental en el estudio de la filosofía de Mill tener clara la relación que
este autor establece entre la manera de conocer que tiene el ser humano por
un lado, y la posibilidad de la libertad en las acciones que lleva a cabo el
hombre. De esta forma queda relacionado su estudio del concepto de libertad
en primer lugar y en consecuencia poder poner en práctica esta libertad en un
contexto de ética utilitarista, es decir, en la práctica de acciones cuya última
finalidad es la utilidad.
Teoría
del
conocimiento:
Proceso
de
captación
y
creación
de
conocimiento.
Es muy importante iniciarse en John Stuart Mill teniendo claro el proceso
mediante el cual el ser humano se apropia del conocimiento de la realidad.
Para Stuart Mill todos los enunciados que el ser humano expresa como
conocimiento de la realidad son fruto de la observación, es decir, la lógica
humana es una lógica de la experiencia. Todo enunciado es empírico en su
origen o no tiene validez alguna. Los mismos axiomas matemáticos tomados
como elementos a priori, anteriores e independientes de la experiencia, son en
realidad verdades a las que el entendimiento llega a partir de la observación. Si
la geometría tiene por axioma que dos líneas rectas no delimitan un espacio
cerrado es porque el hombre ha observado desde sus orígenes segmentos
rectilíneos en la naturaleza. En cuanto a los primeros principios de la lógica,
como el principio de no contradicción son solamente una de nuestras primeras
y más familiares generalizaciones de la experiencia, es decir, la observación de
la exclusión mutua entre reposo y movimiento, luz y tiniebla, silencio y sonido,
lleva a la generalización de que una cosa no puede ser a la vez algo y su
contrario.
Es, por lo tanto que a partir de observaciones de lo particular como llegamos a
enunciados generales o universales válidos, y todo ello gracias al proceso
mental de la inducción. No captamos la esencia como diría Aristóteles, sino
que el mismo proceso mental de la inducción se basa en la experiencia: de las
secuencias regulares que se nos ofrecen a los sentidos en la naturaleza se
llega a la noción de leyes naturales, y de éstas al principio general de la
uniformidad de la naturaleza.
Por ejemplo la proposición “todos los hombres son mortales” no es la prueba
de que Sócrates sea mortal, sino que nuestra constante experiencia de que los
hombres mueren nos lleva a inferir lógicamente y con la misma seguridad, la
verdad universal y la particular.
La inducción por lo tanto es aquella operación de la mente con la que inferimos
que lo que sabemos que es verdad en uno o varios casos individuales será
verdad en todos los casos que se asemejen al primero en ciertos aspectos
determinables.
El estudio del concepto de “Libertad” según Mill en Sobre la libertad
Los filósofos posteriores a Mill (en concreto Isaiah Berlin) conciben dos tipos de
libertad: la positiva y la negativa. La positiva es la capacidad de llevar a cabo
una acción. Hace referencia a las potencialidades internas del hombre y apunta
al ideal de dominio de las propias acciones y al auto desarrollo. Es una “libertad
para…”
La libertad negativa sería la ausencia de interferencias en una zona o espacio
privado donde cada individuo es amo absoluto y que todo el mundo (resto de
sociedad y el estado) ha de respetar. Es una libertad “en relación a…”,
“respecto a…”.
John Stuart Mill en su libro Sobre la Libertad incide en este segundo aspecto de
la libertad, es el espacio de la propia individualidad y privacidad. Podríamos
considerar esta libertad como la esfera de nuestra existencia que alcanza las
acciones que hago y no repercuten nocivamente en otros.
Para que se de esta libertad son necesarias unas condiciones sociales y
sobretodo un régimen de libertades públicas (pensamiento, asociación,
prensa…). La libertad social o civil es la certeza de que la sociedad y el estado
respetaran la frontera entre lo público y lo privado.
Mill cree que la independencia del ser humano es absoluta, integral e
incondicional, ni el estado ni la opinión pública pueden limitarla. Esto no quiere
decir que la libertad no tenga límites, sino que la sociedad no tiene nada que
decir sobre decisiones particulares de individuos mientras no afecten a la vida
de los otros ciudadanos.
Mill considera al ser humano como ser externo (interesado en asuntos
públicos) e interno (amo de sí mismo), es decir, con voluntad de crecer y
desarrollarse. La libertad es lo que ayuda a desarrollar ese carácter del ser
humano.
Ética
La ética utilitarista: El utilitarismo de Mill
Jeremy Bentham es el iniciador de la ética utilitarista. Para este autor la ética
se puede definir como el arte de dirigir las acciones hacia la producción de la
mayor cantidad posible de felicidad para aquellos que tengan intereses, sin
guiarse por consideraciones ajenas como deberes que no se sabe de dónde
vienen.
Estructuralmente es una filosofía burguesa, ya que considera que el mundo es
una realidad objetiva y las decisiones racionales son medibles y evaluables por
sus consecuencias, es una moral por acuerdo.
En el caso de Mill el utilitarismo debe ser entendido como un humanismo
porque lo útil es lo que hace crecer y desarrollar al hombre como creador de
diversidad. El ser humano busca finalidades (felicidad) y tiene su voluntad
como auto transformadora. El utilitarismo va a ser una herramienta y no un fin
en sí mismo.
El utilitarismo que va a preponer Mill es social porque pone la felicidad o el
interés de cada uno en armonía con el interés de la sociedad, porque cuanta
más felicidad colectiva hay, más felicidad individual.
El cambio a mejor en la sociedad sólo llega a través de la acción de individuos
libres. Si podemos cambiar el carácter, puede cambiar la sociedad. Su objetivo
principal es el cambio progresivo de la sociedad a través de la acción de
individuos libres. La capacidad de cambiar el propio carácter es una
prefiguración o un modelo del cambio global. Si yo puedo cambiar como
humano, entonces toda la sociedad, la suma de los humanos, también lo puede
hacer. De este modo Mill defiende una "semiautonomía" del individuo que
bascula entre la determinación de las circunstancias externas y su propia
capacidad de autodefinición de finalidades.
Se deduce de aquí un ideal de virtud humana que es el de la excelencia, el
deseo de ser admirado. Esta pasión por la excelencia supone enfrentarse a la
opinión pública y especialmente a la clase media. También tenemos otra
noción de virtud del ser humano que es la de instinto social, es decir el deseo
de estar con los otros, como un sentimiento natural, como se puede ver en la
utilidad de la religión.
Este ideal de virtud rebaja un poco el individualismo radical de su
argumentación y es lo que nos hace decir que no es un individualista.
En su utilitarismo, la libertad es creadora de diversidad. El ser humano es un
ser libre, es un ser autónomo a la vez que imperfecto y perfectible capaz de
evolucionar aprendiendo de errores.
Mill era contemporáneo de Darwin y de ahí su ideal de evolucionismo moral y
psicológico. La libertad del ser humano, es posible construirla precisamente en
la medida en que la razón es evolutiva y las ideas están sometidas a la
selección natural. Cuando Mill propone que la “mayor libertad posible para el
mayor número de personas posible” lo ve compatible con la noción de progreso
y de cambio y cree que resulta eficiente como criterio para aumentar la felicidad
humana porque aumenta la diversidad.
En este utilitarismo aparecen por lo tanto dos principios de libertad:
1º Principio de la libertad individual: es el ámbito donde las acciones del
individuo no tienen repercusiones nocivas sobre los otros. La libertad individual
permite aumentar la felicidad de los individuos y el Estado u opinión pública no
interviene. Esto sólo es válido en sociedades civilizadas, que se tomen el
criterio de la libre discusión como mejora.
2º Principio de la libertad en las circunstancias específicas del caso: hace
referencia a la jurisdicción de la sociedad que tiene derecho a intervenir y
sancionar cuando las cosas no funcionan. [Control sanitario de alimentos,
comercio]. El estado ha de hacer todo lo posiible para aumentar la felicidad
general.
Ante esta situación, la Ética que propone Mill es el Utilitarismo. En su versión
tradicional, el utilitarismo nos dice que una acción se considera buena cuando
maximiza la felicidad y minimiza el sufrimiento del mayor número de personas.
Por felicidad se entiende una vida llena de la cantidad más extensa posible de
placeres o de estados mentales agradables. Esto no se puede confundir con la
pura satisfacción de deseos.
El fundamento del utilitarismo es la idea de que hemos de ser felices haciendo
lo que es útil, o lo que es lo mismo: la finalidad de toda acción humana –y
específicamente la felicidad que se consigue a través de las acciones
humanas- está vinculada a la realización de acciones útiles. Hemos de medir
nuestros actos por las consecuencias en vista a la felicidad que provocan en
nosotros y sobretodo en la sociedad.
Por lo tanto el utilitarismo es una ética con las siguientes características:
1. Es teleológica, es decir, cree que las acciones humanas adquieren
sentido por su finalidad. La finalidad a la que se dirigen las acciones
humanas es estrictamente ser feliz.
2. Es consecuencionalista, es decir, considera que el bien ha de ser
evaluado por sus consecuencias. Sabemos que lo útil es bueno porque
podemos evaluar sus consecuencias. No tiene por qué concretarse en
experiencias de placer.
3. Es prudencial, es decir, la primera condición para llegar a la felicidad y el
primer criterio de utilidad es la prudencia. Lo útil siempre tendrá alguna
relación con la sociedad en que se pretende ser feliz.
4. Es agregativa, es decir, los utilitaristas creen que se puede hacer algún
tipo de cálculo o suma de placeres o felicidad.
Es una ética que defiende que se puede llegar a un orden moral a través de
deseos diversos y contradictorios de los individuos si asumimos la práctica
como criterio de evaluación de la realidad. Se ordena, se educa y se evalúa la
realidad a partir de la praxis y se hace evitando cualquier elemento de
subjetividad extrema en la práctica humana. El ser humano vale por lo que
hace, no por lo que representa. Es una ética que no construye sobre el
sentimiento como Hume sino sobre principios racionales, empíricamente
evaluados y contrastados, en definitiva útiles.
Surgen dos tipos de utilitarismo, el de los actos y el de las reglas. El primero
nos indica que cada acción tiene unas consecuencias. El segundo pretende
universalizar criterios y básicamente la norma del máximo placer para el
máximo número de personas. No se juzga desde una acción concreta sino
desde las consecuencias más globales de una regla que ha de valer
universalmente. [voto mujeres]
La búsqueda de la mayor felicidad nos lleva a plantear que hay placeres más
deseables que otros y por lo tanto de mayor valor que otros. No hay que mirar
el aspecto cuantitativo (Bentham) sino el cualitativo.
Utilitarismo y dignidad humana
Uno de los aspectos importantes que fundamentan el utilitarismo es la dignidad
humana. Sólo es útil lo que resulta auténtico al ser humano y no falso. Para ser
felices debe darse en el ser humano el “auto desarrollo”, es decir, capacidad de
crecer, conocer y cambiar nuestras opiniones. Se debe dar “individualidad”, es
decir, que no haya coacción de la sociedad, sino no hay libertad. Estos dos
elementos forman la dignidad humana, sin la cual no hay felicidad.
Conclusión
El utilitarismo no es un egoísmo porque la felicidad que constituye el criterio
utilitarista de lo que está bien no es la felicidad del individuo exclusivamente
sino la de todos los que están concernidos. Se ha de buscar la felicidad de
todos, porque son todos los seres dotados de sensibilidad los concernidos por
la acción, y por tanto los que han de ser incluidos en el cálculo utilitarista.
Las reglas han de tener valor universal, no puramente subjetivo. Las acciones
que favorecen a un individuo, como mínimo no han de dañar al resto de
humanos. Se es feliz plenamente si tu entorno es feliz. En le utilitarismo
encontramos el principio de justicia utilitarista y liberal que reivindica la
imparcialidad y la igualdad de oportunidades para todos. Los intereses de todos
son iguales en la toma de decisión. Tratar a la gente con igualdad no es que
todos seamos iguales, sino ofrecer las mismas oportunidades. El Estado
será más justo cuantas más oportunidades de desarrollar la diversidad y la
creatividad ofrezca.
Es conocido el párrafo de On Liberty que afirma:
Con respecto a él [el hombre] su independencia es, de derecho,
absoluta. Sobre él mismo, sobre su cuerpo y su espíritu, el individuo es
soberano. Por lo tanto, la libertad humana (de conciencia, de expresión, de
asociación...) es integral e incondicional; ningún estado puede ni limitarla ni
ponerle ninguna pega legítima. Tampoco la opinión pública -ni la mayoríapueden impedir la libre iniciativa individual. Esto no significa que la libertad no
tenga límites, sino que la sociedad no tiene nada a decir sobre las decisiones
particulares de los individuos mientras no afecten a la vida de los otros
ciudadanos. Es útil aquello que ayuda a crecer y a desarrollar al hombre como
creador de diversidad: no lo que lo convierte en un sacapuntas de sumar y
restar placeres.
Comparaciones
Una de las teorías éticas con las que el utilitarismo es más fácilmente
vinculable es la teoría hedonista de Epicuro (341-270 aC). Como el filósofo
griego, Stuart Mill también considera que en la búsqueda y la satisfacción del
placer está la fuente de la felicidad. Desde un punto de vista bastante general,
podríamos decir que el utilitarismo de Mill es también una teoría hedonista, ya
que se fundamenta, como la ética de Epicuro, en la noción de placer.
Pero hay una clara diferencia entre el hedonismo de Epicuro y el de Mill. Según
el filósofo griego, la obtención de la felicidad y el ejercicio del placer es una
labor estrictamente individual. Epicuro desaconseja las prácticas orientadas al
beneficio social como la política, y sólo considera beneficioso, para la obtención
de la felicidad, el cultivo de la amistad.
La perspectiva utilitarista es diferente. Según Mill, la máxima felicidad individual
no sería de verdad felicidad si se diera en un contexto de infelicidad colectiva.
La felicidad utilitarista es claramente una felicidad social, que busca el encajar
la felicidad individual en un marco de máxima felicidad plural y que no permite
que en ningún caso la primera pase por encima de la segunda.
En el aspecto de la libertad también podemos comparar con la concepción
griega. En Grecia sólo eran libres los ciudadanos y no como individuos, sino
como miembros de un grupo social. Por eso Platón en la República no habla de
libertades personales sino de grupos (hombres de oro, plata y bronce) que
tiene derechos diferentes en la medida que tiene también un alma diferente. En
cambio nuestra concepción de libertad está vinculada a la autonomía personal
y a la reivindicación de la individualidad creativa. Mientras en las sociedades
antiguas dominaba un sentimiento comunitarista, en las sociedades modernas
se desarrolla el individualismo.
Por detrás del dilema individuo-sociedad existe el dilema libertad-igualdad. Los
ideales de libertad e igualdad proclamados en paridad por la revolución
francesa no han resultado históricamente conciliados. Por eso Marx criticará el
eclecticismo con que Stuart Mill trata de conciliar los principios de libertad
económica del individuo con la emancipación del proletariado.
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