INSTALACIÓN Congreso Pre-ALAST Los estudios del trabajo en Colombia y América Latina: resultados y desafíos Evento previo al VIII Congreso Latinoamericano de Estudios del Trabajo Buenos Aires, 3 al 5 de agosto de 2016 1 Doctor Ricardo Sánchez Ángel, doctora Ana Miranda, ponentes, panelistas, miembros de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo (ALAST), socios de la Red de Estudios del Trabajo (RET) de Colombia, asistentes. Como partícipe tanto de la organización como de la convocatoria a este Congreso me corresponde agradecer, en primer lugar, a la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, así como a la Convocatoria del “Programa de difusión del conocimiento mediante eventos de investigación, creación e innovación 2013-2015” de esta misma institución, por brindarnos el apoyo financiero, administrativo y académico para su realización. Igualmente quiero agradecer al Departamento de Sociología de esta universidad, que se desempeñó como la unidad académica base para la organización del Pre-ALAST; a la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo por acompañarnos tanto en la convocatoria como en la implementación académica, y al Grupo de Trabajo número 44 del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales: “Heterogeneidades sociopolíticas, modelos productivos y actores sociales”, quienes se han asociado con nosotros para la convocatoria internacional y la realización del panel de cierre. Quiero también hacer mención al trabajo de los miembros de la Red de Estudios del Trabajo de Colombia, sus universidades, ONG, grupos de investigación y semillero que convocaron a este evento, y a quienes me abstengo de nombrar particularmente por motivos de tiempo y por el temor a dejar porfuera a algunos. Sin embargo, sí puedo mencionar en general a las universidades Pontificia Universidad Javeriana, ICESI, el Rosario, los Andes y del Valle, ya las ONG Escuela Nacional Sindical, Friedrich Ebert Stiftung (Fescol), que nos acompañan en la coordinación de varias mesas y en la moderación de los paneles. También quiero agradecer el apoyo brindado por el Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior (ICETEX) y al 2 comité organizador conformado por Luz Gabriela Arango y Javier Pineda, quienes aceptaron este reto, aunque entre el miércoles y el viernes de la semana pasada estuvieron coordinando el Seminario Internacional Género y Cuidado; a Samuel Vanegas del Departamento de Sociología de la Pontificia Universidad Javeriana, quien nos ha brindado ese espacio para desarrollar el Pre-ALAST; a Edgar Valero Julio, profesor del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional; y muy especialmente a Carolina Mosquera Vera, estudiante de sociología y miembro del Semillero de Estudios Laborales, por sus cinco meses de intenso trabajo para materializareste evento. Ella y nueve estudiantes más de dicho semillero nos acompañarán en estos tres días en el apoyo distintos aspectos. Quiero por último agradecer a las personas que desde las instancias administrativas y de las entidades proveedoras de servicios han puesto todo el empeño para que todo salga bien. Este Congreso, como todos saben, es una instancia de deliberación y formación para la comunidad académica. El título por el que optamos ha sido: Los estudios del trabajo en Colombia y América Latina: resultados y desafíos, pues con él,de inmediato, nos remontamos al nacimiento de la historia de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo que en 1993 se fundó nombre de Asociación Latinoamericana de Sociología del Trabajo. Sin embargo, en 2010 se le cambió el nombre con la intención de que en él se albergaran las otras disciplinas que han estado presentes. Por lo tanto, se trata de hacer un balance a los 22 años de una asociación que representa los Nuevos Estudios Laborales y que empezó a realizarse en el pasado VII Congreso Latinoamericano de Estudios del Trabajo, en julio de 2013 en Sao Pablo, donde se llevaron a cabo los homenajes a Helena Hirata y a Francisco Zapata, pionera y pionero de estos; además, a la presidenta deALAST de entonces, Marcia Leite, quien realizó un recuento de los mismos, y que ha motivado la elaboración de un libro de balance por países, liderado por Enrique de la Garza. Esperamos que este texto sea 3 editado a comienzos del 2016. Sin embargo, no sobra advertir que en este Pre-ALASTse adelantara su promoción, con el primer panel, el que sigue a continuación, el cual, dentro de la lógica de este Pre-ALAST, se complementa con el panel de Pasado y presente de los estudios de género y trabajo, pues desde 1993 han sido centrales para los siete congresos hasta ahora realizados. De modo que, en términos generales, el propósito que nos hemos puesto para la realización de este Pre-ALAST es generar líneas de debate sobre el balance de estos poco más de cuatro lustros de investigaciones y debates y trazar algunas líneas sobre los retos para el futuro. No sobra aclarar que no es nuestra pretensión cerrar el debate o pontificar sobre una u otra posición. Sin embargo, no dejaré de aprovechar mi condición de coordinador del encuentro para promover mis propias líneas de resultados y desafíos. Comienzo por hacer un sincero reconocimiento al trabajo de los fundadores, quienes desde 1993 y a través de los eventos, revistas, libros y programas de posgrado han contribuido a que los estudios laborales latinoamericanos se pongan al día en términos de temáticas y problemáticas investigativas, teorías y metodologías que se desarrollan a nivel mundial, a la vez han dado cuenta de las especificidades del mundo del trabajo y sus relaciones con las sociedades de Nuestra América, a través de la consolidación de líneas de investigación. En otras palabras, con ese esfuerzo de los fundadores no hemos puesto al mismo nivel de producción académica que tienen Europa y Norteamérica o, por lo menos así lo han reconocido destacados investigadores de esas latitudes. Aunque no hay que dejar de señalar que sí estamos muy lejos de contar con los recursos institucionales y financieros del Norte para el desarrollo de investigaciones, publicaciones, posgrados y encuentros académicos, lo que 4 acentúa la necesidad de reconocer el esfuerzo de los fundadores y las fundadoras y a las tres generaciones que los hanvenido acompañado. Este, que es el principal logro de estos 22 años, se debe, en buena parte, a la existencia de ALAST y a que en su interior se motiva una apropiación crítica de teorías, metodologías y corrientes epistemológicas con el procedimiento propio de la academia, avanzando hacia un debate apoyado en la investigación. Y en esta perspectiva hemos escuchado y leído cómo varios de los líderes de la Asociación, proponen sus debates a las tesis que surgen en Europa o Estados Unidos. Todos esos debates son los que inspiran una amplia variedad de problemas de investigación, por lo que este Congreso propondrá algunos como aporte al Congreso de ALAST que se realizará entre el 3 y el 5 de agosto de 2016, en Buenos Aires. Con el ánimo de ser lo más breve posible, me circunscribiré a las tesis sobre “el fin del trabajo” que nos han llegado en diferentes oleadas desde Estados Unidos y Europa desde la década de los años setenta, a través de importantes autores como Daniel Bell, André Gorz, Alain Touraine, Claus Offe, Zigmunt Bauman, Richard Sennett y Ulrich Beck, solo por mencionar los más destacados. Estos pensadores han tenido una gran repercusión en la teoría y en la investigación social, así como en la filosofía; sin embargo, nosotros hemos utilizado como blanco de nuestra crítica sus reflexiones de forma general, para mostrar que se puede pensar e investigar de otra manera los cambios en el mundo del trabajo y sus alternativas. Esto me ha llevado a poner en consideración cinco reflexiones prioritarias. En primer lugar está el tema de la automatización, el cual no ha llevado al fin del trabajo sino que, al contrario de lo que han argumentado varios de esos autores, se ha demostrado en los Nuevos Estudios del Trabajo que este no es una mera actividad o un resultado de determinantes tecnológicos, sino que se ha inscrito dentro de relaciones sociales complejas, cambiantes históricamente, en virtud de la transformación de 5 sus articulaciones con diferentes estructuras sociales y mundos de vida, antiguos y emergentes, macrosociales y microsociales. Por lo tanto, no es posible sacar conclusiones apresuradas, como las del fin del trabajo, pues como lo evidencian las estadísticas de uso del tiempo, con el neoliberalismo en los últimos cuarenta años se ha aumentado el tiempo que se le dedica al trabajo, y se ha hecho en una nueva versión del Mito de Sísifo: la flexibilización laboral llevada a los extremos por todos conocidos y, especialmente, por la aumentada capacidad de empresas y Estados para imponerla a los trabajadores y las trabajadoras, quienes han visto disminuir sus posibilidadesde resistencia. Esto lleva a considerar que el trabajo sigue siendo el mediador fundamental de la vida social, pues domina la mayor parte de nuestro tiempo y restringe la realización de otras actividades más autónomas y creadoras. En dichas tesis parece olvidarse el hecho de que vivimos en una sociedad capitalista cuyo desarrollo tecnológico no ha estado en función de una apropiación para aliviar nuestra lucha por la existencia, sino que las aspiraciones se han centrado en el aumento de las ganancias. En contraposición, nuestros estudios laborales han venido investigando el desenvolvimiento tecnológico en sus diversas formas de vínculo con las relaciones laborales, los perfiles de la fuerza laboral, la organización del trabajo, la cultura laboral y de las empresas, entre otras dimensiones sociotécnicas, y a partir de allí se han realizado los diagnósticos sobre las formas que asume la competitividad en el capitalismo, definidas especialmente por la productividad y la calidad. De esa misma forma se han estudiado los conflictos entre capital y trabajo y la forma en que las configuraciones sociotécnicas de producción y sus conflictos han contribuido a definir los contornos de la sociedad en su conjunto. En segundo lugar, tenemos que con el advenimiento de la sociedad posindustrial —advertida por el sociólogo conservador estadounidense Daniel Bell, desdeprincipios de la década de los años setenta—, se le dio 6 un viraje de la sociedad centrada en la industria hacia una basada en los servicios y, provocó una inversión en la ocupación laboral que le dio cabida a un crecimiento exponencial en los servicios, y minimizó el papel de la industria manufacturera. De ese cambio estructural se han derivado una serie de conclusiones sobre el declive de la clase obrera, la cual se asoció exclusivamente a la industria, sin darle cabida al estudio de la especificidad del trabajo en los servicios, sus conflictos y los movimientos que allí se generan. Así pues, en América Latina —aunque también en Europa y Estados Unidos— en los tres últimos lustros, en particular, ha habido un interés especial por el estudio del trabajo en los servicios, tanto el que prestan las grandes empresas, como aquel que se desarrolla en una amplia gama de aquellos servicios denominados “precarios”, y que se relacionan ampliamente con los problemas de la subcontratación y la precariedad laboral. Este tema, en particular, será abordado en varias de las mesas y en dos de los paneles finales. Con ello pretendemos mostrar que no se pueden sacar conclusiones tan desmovilizantes, como las de Bell en la década de los años setenta, o la de Claus Offe en la de los ochenta, quienes tomaron su alimento del pesimismo sobre la formación de movimientos alrededor del trabajo. En tercer lugar, también Daniel Bell, a mediados de los años setenta, señaló que el paso de la ética del trabajo al hedonismo del consumo era una contradicción cultural del capitalismo. Esta tesis, 20 años después, será la plataforma giratoria de la inmensa empresa editorial emprendida por Zigmung Bauman, bajo la denominación de la conformación de una modernidad líquida, al pasar de la ética del trabajo a la estética del consumo. Tesis en la que lo han acompañadono no pocos sociólogos, antropólogos y filósofos y en la que se postula la emergencia de una ontología contemporánea, cuyos sujetos se constituyen en el consumo y la deuda antes que en la producción. Ante esta tesis bien valdría la pena que los estudiosos del trabajo realizaran esfuerzos por dialogar con la 7 sociología y la antropología del consumo, para preguntarse por las formas contemporáneas de ocultamiento del trabajo como mediador social y la forma en que este se articula con otros mundos de vida, para lo cual se podría retomar la línea de investigación de cultura obrera, con las debidas actualizaciones. En cuarto lugar, la fragmentación de las categorías laborales producto de las diferentes reestructuraciones productivas desde la década de los años sesenta, ha sido tomada por varios de los autores que hemos mencionado como el acta de defunción de cualquier posibilidad de constitución de un sujeto colectivo alrededor del trabajo y, por lo tanto, de formación de alternativas dentro o fuera del capitalismo. Pero acá también se olvida la historia, pues nunca la clase obrera ha sido homogénea y se han distinguido a su interior desde el siglo XIX etnias, idiomas, géneros, opciones sexuales, credos religiosos, culturas regionales e ideologías políticas, generándose, sin embargo, grandes movimientos sociales con banderas laborales que han sido el motor para diferentes reivindicaciones de derechos humanos de diversos sujetos sociales. Lo que interesa ahora es ver cómo las luchas laborales se están articulando con otras luchas sociales (ambientales, de mujeres, de jóvenes, etc.), no necesariamente en el piso de la empresa, y están produciendo una revitalización del movimiento sindical y la emergencia de otros movimientos laborales, incluso inéditas, como la de desempleados, la alianza de consumidores de la metrópoli con trabajadoras y trabajadores de la periferia, así como de trabajadores altamente calificados pero sometidos a niveles insoportables de precariedad laboral que tras la indignación han formado en Europa lo que podríamos llamar un estrato de la clase trabajadora, el denominado por Guy Standing como “precariado”. En quinto lugar, y para cerrar estas reflexiones, señalemos que si bien todas las anteriores tesis controvertidas acá no se plantean abiertamente 8 como posmodernas, sí hacen parte del estado de ánimo que dio origen a ese movimiento intelectual definido por la necesidad de dar un diagnóstico de cambio de época ante el agotamiento evidente de la modernidad, pero sin tener como referencia un macrosujeto social que agenciara un cambio. Y aunque los Nuevos Estudios Laborales no están esperando un renacer mesiánico de la clase obrera, sí pueden afirmar, al menos en algunas de sus tendencias, que nuestro presente y nuestro futuro están definidos por una modernidad suscrita en buena parte al conflicto entre trabajo y mercado, y que aún tienen sentido las luchas por las protecciones frente a las vulnerabilidades generadas en esa relación asimétrica, las cuales tampoco se espera que procedan de una alianza de los trabajadores con las empresas, pues estas albergan una pequeña proporción de los trabajadores y, sí se requieren políticas donde jueguen un papel central los Estados y se regule la actividad empresarial y el flujo de los capitales, en favor del bienestar colectivo. Es claro que con estos temas de reflexión no se agotan las posibilidades de formular debates, y ya veremos cuáles son los caminos que empiezan a tomar estos en cada uno de los cuatro paneles y las cinco mesas, que serán la expresión de 62 ponencias: 30 colombianas, 10 mexicanas, 10 brasileñas, 5 argentinas, 2 chilenas, 2 ecuatorianas, 2 venezolanas, 1 boliviana y 1 francesa. Queden entonces bienvenidos al diálogo, al debate, al encuentro. Muchas gracias por aceptar la invitación. Juan Carlos Celis Ospina Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Bogotá, agosto 31 de 2015. 9