Me puedo lavar las manos, pero el olor destructivo queda

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Me puedo lavar las manos, pero el olor destructivo queda.../Mercedes Pulido*
Cuando las formas se transgreden hay algo que se desmorona (Halpern) eliminándose la
confianza y la credibilidad de su significado. Es imposible negar la capacidad de destrucción de
las débiles instituciones que nos regían, pero al fin y al cabo con todos sus defectos eran
estructuras que se relacionaban con derechos y responsabilidades, transformaciones y ajustes
que retaban por responder a necesidades y aspiraciones. Y ahora que&
Con estupor e irritación se evidencia la eliminación de las instituciones ambientales, sin ningún
rastro de preocupación por las consecuencias en la calidad de la vida diaria en plena discusión
planetaria de enfrentar el cambio climático . Pareciera que se vive la famosa afirmación del Luis
XIV, después de mi el diluvio al no importarle las catástrofes que vendrían después de su
reinado. Venezuela fue pionera en desarrollar una preocupación genuina sobre la conservación
y desarrollo de los recursos naturales, llegando a legislar sobre las sanciones respectivas. Y no
es que hayamos sido un ejemplo, pues la explotación petrolera, no se caracterizó por el
cuidado ejemplar, pero si hubo acción en nuestros parques nacionales, en el cuidado y
desarrollo de las nacientes acuíferas, hacia los problemas de contaminación del lago de
Valencia y Maracaibo, del pulmón del Amazonas, de nuestras playas y el desarrollo progresivo,
los servicios básicos de agua potable y canalización de desechos. Hoy, los profesionales y
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Me puedo lavar las manos, pero el olor destructivo queda.../Mercedes Pulido*
personal que se formó con vocación genuina están a la deriva, las áreas de conservación
invadidas, la contaminación y desorden urbanístico a la orden del día. Basta como nota, la
reciente inundación de las zonas del metro en el Valle de Caracas en donde el río retomó su
cauce sin pedir permiso. Y los desbordamientos en Apure por no haberse mantenido y
expandido los muros de contención. El punto es que ahora no hay dolientes, sino sufrientes.
Se oía en los centros del poder, que podíamos eliminar la producción privada y organizar la
sumisión del país, porque con los recursos petroleros se podía importar todo lo necesario para
evitar una hambruna y progresivamente ir hacia la estatización que permitiera al Estado ser el
único decisor. A ello obedeció la expropiación de fincas productivas, de los servicios de
investigación y seguimiento de sembradíos e insumos como fue el caso de Agroisleña. Y ante
el problema de la distribución, pues se intervendrían las cadenas nacionales y regionales como
ha sido el caso en Guayana, o en los sectores populares la cadena Día a Día cuyos gerentes
todavía siguen presos por no haber controlado las colas. De todo ello que en la teoría lucía
como un problema de compromiso social, en la práctica donde existe el trabajo, la libertad y la
innovación humana, llegamos al desabastecimiento generalizado.
En cuanto al problema creado en las fronteras bajo el lema de enfrentar el contrabando, basta
revisar como Europa luchó la eliminación de las trabas fronterizas. Sencillamente la realidad
era que los capitales italianos y franceses se iban para Suiza, los productos agrícolas
buscaban mejor postor, el contrabando era lucrativo y por lo tanto tenía sus propias reglas. No
se entiende como se aduce algo tan infantil al solicitarle al vecino que cambie su modelo
porque me está afectando& Y para ello se genera una magna crisis humanitaria visible al
mundo entero con una justificación pueril de una invasión planificada o de un magnicidio.
Al desmoronarse las formas desaparece la autoridad, pero como en Guatemala, puede haber
un hasta aq
uí.
*Mercedes Pulido Premio "Mujer Analítiica 2013"
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