EL TRIBUNAL SUPREMO SE DESMARCA DE LA LEY EN LA VALORACIÓN DE LAS ACCIONES NO COTIZADAS EN EL IMPUESTO SOBRE EL PATRIMONIO José Manuel Ortiz de Juan Cuatrecasasblog.com, 29/05/2013 Se han publicado dos sentencias del Tribunal Supremo que fijan los criterios interpretativos que, a juicio del Tribunal, han de aplicarse en la valoración, a efectos de l Impuesto sobre el Patrimonio, de la titularidad de acciones de empresas no cotizadas. Se trata de dos sentencias de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo de fechas 12 de febrero de 2012 (ROJ STS 553/2013) y 14 de febrero de 2013 (ROJ STS 873/2013). La controversia suscitada ante el Tribunal se centró en la regla de valoración aplicable a las acciones no cotizadas que los demandantes detentaban en una sociedad anónima, representativas de una participación del 82,98%. Esta regla de valoración es el artículo 16 de la Ley 19/1991, de 6 de junio, del Impuesto sobre el Patrimonio, según la cual los valores representativos de la participación en los fondos propios de entidades no negociadas en mercados organizados han de valorarse, a efectos de su inclusión en la base imponible del Impuesto, “(…) por el valor teórico resultante del último balance aprobado, siempre que éste, bien de manera obligatoria o voluntaria, haya sido sometido a revisión y verificación y el informe de auditoría resultara favorable”. O bien, si el balance no hubiera sido auditado o el informe de auditoría hubiese sido desfavorable, “(…) por el mayor valor de los tres siguientes: el valor nominal, el valor teórico resultante del último balance aprobado o el que resulte de capitalizar al tipo del 20 por 100 el promedio de los beneficios de los tres ejercicios sociales cerrados con anterioridad a la fecha de devengo del impuesto”. Bajo una interpretación literal de esta regla, el “último balance aprobado” con anterioridad a la fecha de devengo del Impuesto no será el balance del ejercicio que sea objeto de liquidación, sino el balance del ejercicio anterior a aquél, dado el del ejercicio que se liquida se aprueba después del 31 de diciembre. Este criterio fue el aplicado en la regularización tributaria practicada por la Inspección y del que traen causa las sentencias dictadas por el Tribunal Supremo. Además, es el que mantiene la Dirección General de Tributos (vid. contestaciones de 4-06-2012, V1231-12 y 10-12-2003, 2113-03. Frente a esta interpretación literal, los demandantes sostienen la tesis de que la valoración de las acciones de la sociedad por “el valor teórico que resulte del último balance aprobado antes de la fecha de devengo” no puede ser el del ejercicio anterior a aquél que se liquida ya que, de ser así, se estaría consignando en la base imponible del Impuesto, como valor teórico de las acciones de la sociedad a 31 de diciembre del año que se liquida, el valor a 31 de diciembre del año anterior, el cual, en el caso analizado, era un importe muy elevado debido a que con posterioridad la sociedad había efectuado una distribución de dividendos de cuantía muy significativa. El Tribunal Supremo da la razón a los demandantes al considerar que el criterio de valoración que proponen, aunque no coincida con el literal del artículo 16 de la Ley del Impuesto, es el que mejor encaja con el objeto imponible del Impuesto que no es otro que el patrimonio neto del sujeto pasivo en la fecha de devengo. El Tribunal, bajo un planteamiento finalista, interpreta conjuntamente el mandato valorativo del artículo 16 de la Ley del Impuesto con el objeto imponible a que se refiere el artículo 29 -el patrimonio neto a 31 de diciembre de cada año-, y aplica un criterio más cercano a la realidad económica de la base imponible del tributo. En definitiva, el Tribunal considera que “la expresión último balance aprobado ha de tomar como punto de referencia el aprobado dentro del plazo legal para presentar la oportuna autoliquid ación, de modo que si en esta fecha está aprobado el ejercicio que se liquida, aún cuando esto haya acontecido con posterioridad a la fecha de devengo, habrá de ser sin embargo el tenido en cuenta por reflejarse en él, con evidente mejor precisión el patrimonio del que es titular el sujeto pasivo en la fecha de devengo, que es el que constituye el objeto específico sobre el que la Ley ha establecido el gravamen”. Con esta interpretación se evitarían, además, los supuestos de sobreimposición a que lleva el literal del artículo 16 cuando se distribuyen dividendos o se realizan reducciones de capital tras el último balance aprobado antes de la fecha de devengo, pues su importe se encontrará invertido en cuentas bancarias u otros elementos patrimoniales también sujetos al Impuesto (depósitos, valores, fondos de inversión, etc.). El contenido de las sentencias tiene plena actualidad pues el próximo 1 de julio vence el plazo para declarar el Impuesto sobre el Patrimonio del 2012 y quienes vengan obligados a ello y hayan sido titulares, a 31 de diciembre de 2012, de acciones no cotizadas de empresas podrían aplicar el nuevo criterio del Tribunal Supremo y así calcular el valor teórico de las acciones según el balance del 2012 en lugar de según el balance del 2011. No debe olvidarse que la aplicación del criterio del Alto Tribunal aliviar la carga tributaria por el Impuesto sobre el Patrimonio que si se aplicara el literal del artículo 16 de la Ley del Impuesto, especialmente si se trata de sujetos pasivos que hayan percibido dividendos o hayan sido beneficiarios de distribuciones de beneficios o devoluciones de capital a lo largo del año 2012. Ante este planteamiento, es posible que la información de utilidad fiscal que ya obre en poder de los sujetos pasivos del Impuesto relativa a las acciones no cotizadas que vayan a ser objeto de declaración por el Impuesto del año 2012 se refiera a un valor teórico calculado según el balance a 31 de diciembre de 2011. Quizás resulte de utilidad contactar con el emisor de la información recibida y valorar un posible “recálculo” del valor teórico de las acciones a efectos de abordar el cumplimiento de la obligación de autoliquidar el Impuesto del año 2012 de suerte que el pago, como afirma el Tribunal Supremo, se ajuste al máximo a la realidad económica de la base imponible del trib uto.