Ordo Virginum - Diócesis de Mar del Plata

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Ordo Virginum
Desde los tiempos apostólicos, vírgenes cristianas fueron llamadas por el Señor
para consagrarse a Él enteramente con una libertad mayor de corazón, de cuerpo
y de espíritu, tomando la decisión, aprobada por la Iglesia, de vivir en estado de
virginidad por el Reino de los Cielos.
El Orden de las Vírgenes es la más antigua de las formas de consagración
femenina, libremente asumida y ofrecida a Dios. Al surgir la vida monástica, el rito
de consagración de Vírgenes quedó reservado a ese ámbito. Por varios siglos la
forma primigenia de consagración personal y pública de carácter secular quedó
interrumpido.
Reinstauración
Gracias al impulso de renovación eclesial que inspiró al Concilio Vaticano II, fue
revisado el originario rito dando lugar al nuevo ritual de Consagración de
Vírgenes que recibió la aprobación de Pablo VI en 1971. El nuevo Código de
Derecho Canónico (1983) reconoce esta forma de vida consagrada en la Iglesia y
especifica su naturaleza jurídica en el canon 604. En cada diócesis el Obispo suele
aprobar su propio el Directorio para el Orden de las Vírgenes, o bien cada
Conferencia Episcopal para su propio pais.
¿Que es el Orden de Vírgenes?
El Orden de Vírgenes constituye un orden, no una orden, es decir, un grupo
eclesial con características propias y bien definidas. El Orden de las Vírgenes
responde en obediencia filial al Obispo Diocesano y a la Congregación para los
Institutos de Vida Consagrada y Sociedades Vida Apostólica.
¿Quién es la máxima autoridad?
El Obispo Diocesano, que es padre y pastor de la Iglesia particular, es la
autoridad que modera a quienes son admitidas a este Orden. A él compete
reconocer, respetar y promover el Orden de Vírgenes. Corresponde al Obispo
realizar el discernimiento de carismas y decidir la admisión, misión que puede
llevarla a cabo personalmente o mediante un delegado o delegada suyo.
Características de la consagración
La Iglesia es esposa virginal de Cristo, misterio asumido por cada cristiano en el
bautismo y expresado radicalmente por todas las formas de vida consagrada.
La virginidad por el Reino de los Cielos es un don que Dios concede a algunos,
capacitándoles para el desprendimiento y rupturas más radicales, para adherirse
totalmente al Señor mediante una absoluta pertenencia a Él.
La virgen consagrada celebra su unión esponsal perpetua con Cristo con un
amor y un corazón indiviso.
Es una consagración laical, pública, solemne y perpetua.
Su estilo y forma de servicio procura ser coherente con sus talentos, con la
situación personal y laboral de cada una.
Condiciones de la candidata
Que no haya celebrado nupcias, ni vivido pública o manifiestamente en estado
opuesto a la castidad. Tener entre 30 y 50 años. Madurez humana: personalidad y
afectividad equilibradas. Salud espiritual y fortaleza psíquica. Aptitud para la
castidad. Capacitación laboral o profesional que posibiliten su autonomía
económica. Carisma de virginidad: existencia del don gratuito de Dios. Sentido de
Iglesia: capacidad de comunión eclesial y obediencia filial al Obispo diocesano.
Misión
La misión de la virgen consagrada está dada en el orden del ser. De la propia
vida configurada con los consejos evangélicos de la obediencia, pobreza y
castidad, junto a las bienaventuranzas del Reino, la vida consagrada se hace misión.
Su ministerio o servicio es el de la oración litúrgica eclesial mediante el rezo de
la Liturgia de las Horas. La meditación de la Sagradas Escrituras, la lectio divina.
El compromiso apostólico y la práctica de la caridad. Hacer realidad su designio
de recapitular en Cristo todas las cosas.
Compromiso laboral y el ejercicio responsable de su profesión.
Atención de los más débiles y las obras de misericordia: curar enfermos,
enseñar a ignorantes, proteger a los niños, socorrer a los ancianos, confortar a las
viudas y a los afligidos.
Espiritualidad
Su espiritualidad es eclesial, signo trascendente del amor de la Iglesia a Cristo.
La virgen consagrada está llamada a testimoniar el misterio de la Iglesia: Virgen
por la integridad de su fe, Esposa por su indisoluble unión con Cristo, Madre por la
multitud de hijos.
Su espiritualidad es virginal, asumiendo una condición estable de vida, con una
incesante vigilancia del corazón, docilidad para asimilar la novedad del evangelio,
total adhesión y participación del amor a Cristo y en esperanza activa que anticipa
la realidad del Reino.
El carisma esponsal se especifica por la entrega radical del corazón a Jesucristo.
La virgen consagrada está unida al misterio de la Iglesia y la imita abriéndose a
la experiencia de la fecundidad espiritual.
Difusión nacional y mundial
Desde el 31 de mayo de 1970, en que fue promulgado el nuevo ritual de
Consagración de Vírgenes, numerosas mujeres en diversos países del mundo
adoptaron este estado de virginidad consagrada. Las hay en Europa (Alemania,
España, Bélgica, República Checa, Dinamarca, Francia, Gran Bretaña, Irlanda,
Italia, Polonia y Luxemburgo), América (Argentina, Brasil, Canadá, Chile Costa
Rica, Méjico, Venezuela y Estados Unidos), África (Gabón y Níger), Asia (Israel,
Jordania y El Líbano), y Australia.
Algo más…

La virgen consagrada no es laica o seglar en sentido estricto de estos términos,
puesto que es consagrada con un sacramental, un título nuevo que expresa la
dedicación singular de la virgen a su esposo Cristo. La virgen consagrada es
laica sólo en cuanto que no es sacerdote, pero no es laica en cuanto que ha
recibido una consagración. La virgen consagrada es seglar en el sentido de que
no pertenece a ninguno de los institutos religiosos, apostólicos o seculares
aprobados por la Iglesia, pero no es seglar en el sentido de perteneciente al
mundo, puesto que por su consagración ha sido “separada” del mundo para
Dios. Aun cuando haya de vivir de su trabajo en el mundo, y pueda vivir con su
familia o con otras personas, ella ha de vivir las realidades temporales desde su
estado singular de consagrada a Dios, de Sponsa Christi.

La virgen consagrada emite únicamente el santo propósito de la virginidad, una
pública declaración de castidad perpetua que, aunque jurídicamente no tiene
los efectos del voto, se le aplican todos sus elementos, y que según toda la
tradición patrística y los estudios más recientes abarca en sí todos los consejos
evangélicos – entre ellos también los de obediencia y pobreza- que constituyen
la esencia de la sequela Christi.
En la diócesis de Mar del Plata el Orden de Vírgenes Consagradas fue instituido
por Monseñor Juan Alberto Puiggari el 31 de mayo de 2006.
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