R14 b MUNDO LATERCERA Sábado 11 de mayo de 2013 La mano de Andreotti en la transición chilena El siete veces primer ministro, considerado uno de los hombres clave de la Italia de posguerra, jugó un rol protagónico durante el régimen militar y la transición, a raíz de sus vínculos con la DC y la oposición chilena. TEXTO: Luis Concha y Waldo Díaz FOTOGRAFIA: EFE E N SEPTIEMBRE de 1989, a tres meses de las elecciones presidenciales en Chile, el entonces primer ministro italiano, Giulio Andreotti, recibió con el protocolo de una visita de Estado al candidato opositor Patricio Aylwin, en Roma. A Aylwin lo acompañaban Alejandro Foxley y Carlos Ominami, en una muestra de que la oposición chilena había entendido las recomendaciones que el propio Andreotti les había dado años antes: la necesidad de que la DC y los socialistas suscribieran un pacto político como estrategia para derrocar al régimen de Augusto Pinochet. Por su propia experiencia en Italia, donde hubo una coalición amplia entre la DC y sectores de izquierda tras la derrota del fascismo, la visión de Andreotti sobre la recuperación de la democracia en Chile era clara: Pinochet sólo podría ser derrotado con un abanico amplio de fuerzas políticas y ninguna Democracia Cristiana en el mundo era capaz de sostener un gobierno por sí misma. Así se lo había transmitido en los 80 a diversos dirigentes chilenos de la DC e incluso, al líder comunista Volodia Teitelboim, quien lo visitó en 1989. De ahí el simbolismo de la reunión que realizó en su oficina con Aylwin y sus futuros ministros de Hacienda y Economía. En la céntrica plaza Lucina de Roma, en medio de un escritorio repleto de papeles, estantes antiguos, libros y un ambiente sombrío y casi monacal, Andreotti no sólo trató al ex presidente como un viejo amigo. También ofreció acuerdos de cooperación para la instalación de su gobierno una vez que ganara las elecciones y dio una muestra de cómo los países europeos valoraban la llegada de la Concertación a La Moneda, mientras Pinochet aún estaba en el poder. El líder italiano, sin embargo, también era partidario de la negociación y la pru- dencia con los militares en Chile. Lo dejó en claro durante otro encuentro que sostuvo en Roma, tras el plebiscito, con uno de sus amigos DC, el ex canciller Gabriel Valdés, quien llegó hasta su oficina con su hijo Juan Gabriel. A ese nivel llegaba la influencia del siete veces primer ministro y otras 34 veces ministro en su país, considerado uno de los personajes más influyentes de la península en la posguerra y quien fue apodado “Mr. Italia” por el diario New York Times. Este lunes, en medio de las muestras de pesar de la DC chilena, Andreotti murió debido a una crisis cardiaca, a los 94 años. Su nexo con el país y los democratacristianos lo había cultivado desde la llegada de Eduardo Frei Montalva al poder, en 1964, y lo siguió reforzando en los 70 y 80, generando lazos con Aylwin, Valdés y el senador y ex timonel DC Andrés Zaldívar. Con los jerarcas del partido y otros directivos chilenos que conoció durante sus años de exilio en Italia, Andreotti compartió visiones, aconsejó y facilitó financiamiento para las actividades de la oposición al régimen militar. Ya durante la Unidad Popular, el ex primer ministro había seguido el proceso chileno con atención. Diversos dirigentes DC recuerdan que tuvo un rol fundamental en la defensa del partido chileno, frente a las críticas de la Internacional por su papel en el golpe de Estado, las que incluso motivaron la carta que Eduardo Frei Montalva envió al presidente de la Internacional, Mariano Rumor, en noviembre de 1973. “Tuvo una actitud de apoyo muy clara a la DC chilena, sobre todo frente a las críticas, ayudó a clarificar posiciones y fue muy leal con nosotros”, señala hoy el senador Zaldívar. Andreotti organizó, en 1983 en Roma, una reunión entre los máximos líderes de la Internacional Socialista, Willy Brandt, de su símil DC, Andrés Zaldívar, y Gio-