VI Encuentro Nacional de Docentes Universitarios católicos - ENDUC 6 "Universidad y Nación: construir en la Verdad y la Justicia". Fundamentos Éticos del Medio Ambiente en la Perspectiva Cristiana ANÁLISIS DEL PRINCIPIO 4 DE LA DECLARACIÓN DE RÍO. Autor: Arq. Marta Micaela GOMEZ INTRODUCCIÓN Una de las Conferencias de Naciones Unidas que tuvo lugar en Río de Janeiro (Brasil) del 3 de junio al 14 de junio de 1992, es la llamada Cumbre de la Tierra, donde participaron 172 gobiernos, entre ellos 108 jefes de Estado o de Gobierno. Unos 2.400 representantes de organizaciones no gubernamentales (ONG), junto a 17.000 personas en el Foro de ONG que se convocó paralelamente, En ésta se tuvo como objetivo establecer una alianza mundial nueva y equitativa mediante la creación de nuevos niveles de cooperación entre los Estados, los sectores claves de las sociedades y las personas, procurando alcanzar acuerdos internacionales en los que se respeten los intereses de todos y se proteja la integridad del sistema ambiental y de desarrollo mundial. De esta conferencia surgen 27 principios que en el Libro “Juan Pablo II La cuestión Ecológica y la Declaración de Río, se analizan desde el punto de vista de la iglesia. Para el estudio de mi trabajo tomo como análisis el principio 4 que a continuación describo: PRINCIPIO 4: “A FIN DE ALCANZAR EL DESARROLLO SOSTENIBLE, LA PROTECCIÓN AMBIENTAL DEBERÁ CONSTITUIR PARTE INTEGRANTE DEL PROCESO DE DESARROLLO, Y NO PODRÁ CONSIDERARSE EN FORMA AISLADA.” JUAN PABLO II hace referencia a este Principio con la siguiente reflexión: “ el desarrollo del hombre, tanto en el nivel individual como social, no puede considerarse aislado de su entorno natural, como se ve claramente por la actual crisis ecológica” . Para desarrollar este principio primero debemos conocer el concepto de Desarrollo Sostenible: El sistema económico basado en la máxima producción, el consumo, la explotación ilimitada de recursos y el beneficio como único criterio de la buena marcha económica es insostenible. Un planeta limitado no puede suministrar indefinidamente los recursos que esta explotación exigiría. Por esto se ha impuesto la idea de que hay que ir a un desarrollo real, que permita la mejora de las condiciones de vida, pero compatible con una explotación racional del planeta que cuide el ambiente. Es el llamado desarrollo sostenible La más conocida definición de Desarrollo sostenible es la de la Comisión Mundial sobre Ambiente y Desarrollo (Comisión Brundtland) que en 1987 definió Desarrollo Sostenible como: "el desarrollo que asegura las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para enfrentarse a sus propias necesidades". Según este planteamiento el desarrollo sostenible tiene que conseguir a la vez: Satisfacer a las necesidades del presente, fomentando una actividad económica que suministre los bienes necesarios a toda la población mundial. La Comisión resaltó "las necesidades básicas de los pobres del mundo, a los que se debe dar una atención prioritaria". Satisfacer a las necesidades del futuro, reduciendo al mínimo los efectos negativos de la actividad económica, tanto en el consumo de recursos como en la generación de residuos, de tal forma que sean soportables por las próximas generaciones. Cuando nuestra actuación supone costos futuros inevitables (por ejemplo la explotación de minerales no renovables), se deben buscar formas de compensar totalmente el efecto negativo que se está produciendo (por ejemplo desarrollando nuevas tecnologías que sustituyan el recurso gastado) Las características que debe reunir un desarrollo para que lo podamos considerar sostenible son: Obtención de que la actividad económica mantenga y/o mejore el sistema ambiental. Asegurar que la actividad económica mejore la calidad de vida de todos. Usar los recursos eficientemente. Promover al máximo el reciclaje y la reutilización. Fomentar el desarrollo e implantación de tecnologías limpias. Restaurar los ecosistemas dañados. Promover la autosuficiencia regional Reconocer la importancia de la naturaleza para el bienestar humano Para conseguir un desarrollo sostenible se necesita: Un cambio de mentalidad La generación actual deberá tener en cuenta la preservación de la ecología dentro de una perspectiva global, que considere tanto la persona humana respetando a los otros seres vivos que forman la naturaleza, teniendo en cuenta el hombre como eje central dentro de la misma Muchos son los documentos de la Iglesia que marcan la necesidad de “modificar” los modelos y sistemas económicos actuales, en función de la incorporación de planteos éticos en su formulación tal que permitan el desarrollo integral de la persona humana, incluido en éste el correspondiente cuidado del medio ambiente. Los proyectos para un desarrollo humano integral no pueden ignorar a las generaciones sucesivas, sino que han de caracterizarse por la solidaridad y la justicia intergeneracional, teniendo en cuenta múltiples aspectos, como el ecológico, el jurídico, el económico, el político y el cultural. Benedicto XVI Caridad en la Verdad 1 También Juan Pablo II destaca en este principio de ubicar los procesos del desarrollo en un marco integral, incorporando la protección ambiental en dicho proceso. La solución a los problemas globales del ambiente y del desarrollo puede alcanzarse sólo mediante un profundo cambio de nuestra conciencia en la relación con la naturaleza. Una “conversión ecológica” como ha solicitado Juan Pablo II, es la premisa necesaria para el éxito del desarrollo sostenible. El respeto hacia la creación y la gratitud por los dones de la vida constituyen la base de una relación responsable con la naturaleza. Por este motivo las Iglesias cristianas, juntamente con otras religiones e instituciones culturales, pueden dar una aportación sustancial a la formación para el desarrollo sostenible. La corresponsabilidad hacia la creación entendida como “casa” común (oikos) constituye simultáneamente una tarea y una oportunidad para una nueva calidad del ekumene. Es aquí entonces donde cabe también hacer un análisis del comportamiento particular de cada persona, y tratar de resolver otros cuestionamientos: ¿Qué nos motiva a ciertos comportamientos individualistas dentro del sistema de mercado? Si siempre se dice y con razón, que uno de los motores del desarrollo es el crecimiento económico, podríamos preguntarnos cuál es el “combustible” de ese 1 Tercera encíclica(28/junio/2009) Su Santidad Benedicto XVI, título ” Caritas in Veritate” motor. La respuesta parece estar en el “egoísmo”, pariente de la “avaricia”. Este parece ser el disparador de la economía de mercado cuando intentamos buscar en el interior del sentir personal, el querer tener más, el querer ganar más, el rédito inmediato y más sencillo. En resumen: nada bueno podemos esperar o puede surgir de un modelo económico (libre mercado) que tiene en las razones de su genética más profunda al egoísmo motorizando los comportamientos individuales y sociales. Al respecto, resulta de especial interés lo que expresa el Dr. Rodolfo Llinás2, Director del Departamento de Fisiología y Neurociencia de la Universidad de Nueva York, cuando refiere que la economía “no es una ciencia, es casi un estado de fe que uno le puede tener a un proceso social” y que el problema “de asignar valores ficticios a determinados bienes es bastante complejo y grave, porque el sistema nervioso tiene que asumir valor, y lo asume con la misma cuchara con que asume el odio o el amor. Ese es el problema que tiene y ha tenido la economía”. También expresa Llinás coincidentemente con este razonamiento, que las crisis económicas son crisis hechas por el hombre y no crisis reales, como puede ser un terremoto que deja víctimas. Las crisis económicas resultan entonces organizadas y generadas por los humanos, por “sus comportamientos”. Concluye analizando los sentimientos que motorizan la economía de mercado diciendo que: “en este momento la situación egoísta tiene que calmarse mucho, porque está basada en el hecho de que la mayoría de la gente no tiene ese nivel tan sumamente desarrollado de egoísmo que tienen algunas de las gentes que viven de la transacción de dinero. Entonces, quizás esa voracidad va a tener que ser momentáneamente inhibida para poder establecer de nuevo un estado social, un estado de equilibrio”, y luego expresa con claridad que el modelo liberal que supone que cada persona persigue sus intereses individuales para llegar a un supuesto equilibrio social (teoría neoliberal del derrame), plantea una hipótesis equivocada, y es que no hay que controlar al mercado, para concluir que “el capitalismo no controlado es la muerte del capitalismo”. La Iglesia expresa reiteradamente en sus documentos la necesidad del “fin social del capital” como uno de los valores necesarios para que el crecimiento económico aporte verdaderamente al desarrollo integral de las personas. La actividad económica no puede resolver todos los problemas sociales ampliando sin más la lógica mercantil. Debe estar ordenada a la consecución del bien común, que es responsabilidad sobre todo de la 2 Fuente: Revista Dinero.com 20/03/09. Nota. El negocio de la Vida, es la Vida, no el negocio. Rodolfo Llinás, uno de los científicos más importantes de Colombia, radicado en EEUU, considerado uno de los padres de la neurociencia y varias veces postulado al premio Nobel. comunidad política. Por tanto, se debe tener presente que separar la gestión económica, a la que correspondería únicamente producir riqueza, de la acción política, que tendría el papel de conseguir la justicia mediante la redistribución, es causa de graves desequilibrios. Benedicto XVI Caridad en la Verdad3 Se debe llegar a un modelo de economía de mercado capaz de incluir, al menos tendencialmente, a todos los pueblos, y no solamente a los particularmente dotados. Pablo VI Populorum progressio4 En la consideración ambiental, y sobre la responsabilidad del fin social del capital, se ha acuñado un nuevo término en cuanto al rol de las empresas: La Responsabilidad Social Empresaria, concepto que rompe la hegemonía del rédito como único fin empresario. No es mucho el avance que ha permitido el mismo, más ligado en la práctica a un marketing vacío de contenido y pueril de las empresas hacia la sociedad, promoviendo acciones sencillas y de impacto publicitario como pintar escuelas, donar computadoras, entregar vestimenta deportiva, auspiciar eventos, cuando el verdadero rol que les cabe para ser “empresarios responsables” es no solo participar a sus empleados de las ganancias, sino preocuparse por el verdadero desarrollo integral de todos ellos, aportar al desarrollo integral de la comunidad que los contiene, e incorporar la mirada transgeneracional de responsabilidad con el ambiente. Las actuales dinámicas económicas internacionales, caracterizadas por graves distorsiones y disfunciones, requieren también cambios profundos en el modo de entender la empresa. Antiguas modalidades de la vida empresarial van desapareciendo, mientras otras más prometedoras se perfilan en el horizonte. Uno de los mayores riesgos es sin duda que la empresa responda casi exclusivamente a las expectativas de los inversores en detrimento de su dimensión social La gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de producción, la comunidad de referencia. Benedicto XVI Caridad en la Verdad 3 4 Ídem 1 Carta encíclica POPULORUM PROGRESSIO del papa PABLO VI a los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles de todo el mundo y a todos los hombres de buena voluntad sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos 26 de Marzo 1967 Podemos afirmar entonces que el medio ambiente obliga a mirar y considerar nuestras acciones económicas desde la solidaridad y subsidiariedad hacia el otro, y a incorporar nuevos valores éticos y morales que deberán redefinir los sistemas económicos actuales y las transacciones internacionales, entendiendo al mundo como una sola casa. El futuro de la civilización depende de un cambio ético y cultural en la percepción de la naturaleza, que debe, por eso, estar en el centro de un trabajo intensivo de formación. También las instituciones científicas reconocidas, como por ejemplo el World Watch Institute, asignan a las Iglesias una tarea y una competencia importante. La conexión necesaria entre ciencia y sentido de las cosas tiene una dimensión religiosa. Esta pretende crear respecto, estima y capacidad de juicio basados en el conocimiento, para proteger la vida en todas sus dimensiones. Desde el punto de vista de la formación hacia una humanidad ecológica, la fe adquiere una acuciante actualidad, como presupuesto de una postura positiva y gozosa con la creación, marcada por la empatía y por la preocupación con la naturaleza. Objetivo de tal formación es la autoeducación de la persona para relacionarse con la creación de forma estético-sensitiva, ética y religioso que, incluso gozando y utilizando los recursos, respeta la idea de que la naturaleza no pueda convertirse en un simple bien de consumo. La pedagogía es una gran ayuda en esto porque en sus ámbitos entra también el desarrollo de la conciencia, del conocimiento, de la capacidad y de la participación activa. Los fundamentos se ponen en la familia. También la enseñanza de la religión y el catecismo son momentos de captar elementos fundamentales en la educación para una humanidad ecológica. Otro aspecto difícil de resolver es la compatibilización de los tiempos de la pobreza y el medio ambiente, que se vehiculizan en la post-globalización de manera mucho más lenta que los tiempos de la tecnología y la economía de mercado. La pobreza debe considerarse ya no solo como un aspecto ético a resolver desde los valores, por razones humanitarias o de concepción ideológico doctrinario, sino que tiene gran influencia en los procesos de migración, narcotráfico y seguridad, presentándose como un problemas de “todos” en “todos los lugares”. Un aspecto fundamental en esta disyuntiva parece ser como “acortar” los tiempos de la Pobreza y el Medio Ambiente y como “alargar” los tiempos de la economía y de las finanzas. Quizás la modificación de los parámetros de desarrollo económico, hoy considerados como “índices de prosperidad social”, por otros ligados al concepto de “sustentabilidad ambiental” puedan ayudar en este aspecto. “Competitividad económica vs performance ambiental”, todo parece indicar que la modificación de los modelos económicos actuales en función de estas definiciones, son un camino válido para compatibilizar estos desfasajes “temporales”. Podemos entonces afirmar que un camino para lograrlo es la inclusión de la “sustentabilidad” en la formulación misma de los sistemas económicos. Quizás el “espanto” nos lleve a este resultado, el miedo ponga los límites a la economía, es decir el miedo a poner en peligro la especie humana por causa de los problemas ambientales, y entonces sí como dice Lester Brown 5 “los indicadores de sustentabilidad cambiaran a los indicadores actuales de éxito económico”. Se han de valorar cuidadosamente las consecuencias que tienen sobre las personas las tendencias actuales hacia una economía de corto, a veces brevísimo plazo. Esto exige «una nueva y más profunda reflexión sobre el sentido de la economía y de sus fines«. En efecto, si el mercado se rige únicamente por el principio de la equivalencia del valor de los bienes que se intercambian, no llega a producir la cohesión social que necesita para su buen funcionamiento. Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. Hoy, precisamente esta confianza ha fallado, y esta pérdida de confianza es algo realmente grave. Benedicto XVI Caridad en la Verdad Uno de los pilares de la preservación ambiental es la Educación Ambiental En diversos países la relación entre educación ambiental y pastoral ha tenido bastante éxito, especialmente en el contexto del día o del tiempo dedicado a la creación. Están naciendo diversas iniciativas partiendo de las tradiciones ya existentes, como por ejemplo El día de acción de gracias por la cosecha, la jornada de los pájaros, de los árboles, del pan, etc.... El Grupo de Trabajo Ecuménico de las Iglesias suizas sobre el ambiente (OEKU) ha puesto ya a disposición materiales sobre once temáticas distintas, como por ejemplo sobre el tema “agua” , ha elaborado un manual para sacristanes y ha organizado cursos sobre ahorro energético. En algunos países los monasterios desarrollan un papel de precursores en la formación para un estilo de vida sostenible, basado en la espiritualidad cristiana: por ejemplo los franciscanos en Francia, Holanda y Australia y los salesianos y los benedictinos en Alemania. Aquí existen también dos iniciativas ecuménicas prácticas que dan impulsos eficaces para la sensibilización de las conciencias: cien instituciones participan en el proyecto “managament eclesial para el ambiente”, mientras que setecientas cincuenta comunidades parroquiales utilizan corriente producida por paneles solares colocados en sus tejados. En Austria, que ya cubre el 25% de su presupuesto energético con fuentes renovables, el 5 Lester Russel Brown (nacido el 28 de marzo 1934) es un americano ecologista , fundador del Worldwatch Institute , y fundador y presidente del Instituto de Políticas de la Tierra , una institución sin fines de lucro esta organización de investigación tiene sede en Washington, DC, lo llaman "un pionero de los ecologistas ". compromiso de la Iglesia se concentra, entre otras cosas, en el uso de energías alternativas. En Inglaterra han salido redes para la protección del ambiente que trabajan en estrecho contacto con grupos no eclesiales. En Australia se ha establecido una agencia eclesial para la protección del ambiente (Catholic Earth Care) y el gobierno ha sido invitado muchas veces a suscribir el protocolo de Kyoto. También existen nuevas iniciativas en el ámbito del trabajo con los media (como Videoclips sobre la protección del ambiente en Bélgica y en Australia; diálogos con especialistas de la prensa y de la televisión, en Italia). Estas iniciativas son necesarias, ya que la educación al desarrollo sostenible se encuentra ahora muy baja en la escala de las prioridades de la Iglesia y de la sociedad. La experiencia de la Iglesia en diversos países demuestra que los procesos de formación para el ambiente se desarrollan con éxito sólo si están unidos a iniciativas concretas, porque el problema fundamental no consiste tanto en la falta de información como en la trasmisión de los formas de actuación. Sin demostrar la posibilidad concreta de compromiso individual, la percepción de los problemas globales puede tener un efecto opresivo o paralizante. “Pensar globalmente, actuar localmente” manifiesta pues un principio-guía para la educación ambiental. La Iglesia desarrolla aquí un papel modelo: mediante proyectos concretos de protección ambiental puede adquirir credibilidad y, al mismo tiempo, dar testimonio de su credo en la creación. Además los medios dan preferiblemente noticia de proyectos concretos más que de tomas abstractas de posición y de llamamientos morales. Por eso mediante los canales de información que representan los medios, proyectos concretos –como por ejemplo el ahorro energético, la producción y el uso de productos biológicos o del comercio justo y solidario en las comunidades religiosas, o las inversiones éticas- pueden llegar a ser importantes oportunidades para la formación de la conciencia de la opinión pública. La Iglesia tiene necesidad de hombres que estén dispuestos a vivir de manera ejemplar modelos de vida alternativos a los que se basan en el consumo y a favorecer una formación de la conciencia que sea creativa, eficaz y atrayente. Sólo mediante una fe vivida en la creación, la Iglesia logrará mantener en el corazón de los hombres la esperanza de un desarrollo sostenible capaz de futuro. La fuerza de persuasión crece si muchos individuos cristianos, grupos e instituciones eclesiales son los primeros que están dispuestos a sostener los sacrificios que pides a los demás. En la didáctica, la práctica tiene un significado especial: los procesos de aprendizaje ecológico deben estar orientados hacia situaciones, acciones y problemas, porque una competencia práctica sobre hechos, valores y significados puede nacer sólo mediante una elaboración responsable y autónoma de las soluciones concretas a los problemas Pero la enseñanza social de la Iglesia no sólo apunta los elementos negativos del desarrollo, sino que ofrece su propia visión de lo que hoy conocemos como un desarrollo sustentable. Aunque sólo con referencias al problema de la agricultura la Mater et Magistra de Juan XXIII ya apuntaba, desde 1961, la necesaria gradualidad y armonía del desarrollo: «Se requiere además que el desarrollo económico de las comunidades políticas sea realizado de manera gradual y con armónica proporción entre todos los sectores productivos» 6. El Concilio Ecuménico Vaticano II, en GS, aporta un texto al respeto que se ha vuelto clásico, y que resalta la necesaria intervención de la persona humana en el desarrollo. Dice el documento: «El desarrollo debe permanecer bajo el control del hombre. No debe quedar en manos de unos pocos o de grupos económicamente poderosos en exceso, ni tampoco en manos de una sola comunidad política o de ciertas naciones más poderosas. Es preciso, por el contrario, que en todo nivel, el mayor número posible de los hombres, y en el plano internacional el conjunto de las naciones, puedan tomar parte activa en la dirección del desarrollo» (GS 65). El documento ofrece una cita que se ha vuelto imprescindible para cualquier reflexión sobre el desarrollo: «Si para llevar a cabo el desarrollo se necesitan técnicos, cada vez en mayor número, para este mismo desarrollo se exige más todavía pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, en cual permita al hombre moderno hallarse a sí mismo, asumiendo los valores superiores del amor, de la amistad, de la oración, de la contemplación. Así podrá realizar en toda su plenitud el verdadero desarrollo, que es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas» «Pasar de condiciones menos humanas a condiciones más humanas, privilegiando el ‘ser’ sobre el ‘tener’, es requisito indispensable para el desarrollo. Plantear el desarrollo prioritariamente en torno al mercado, y subordinar a él la dimensión social, cultural y espiritual de la persona humana somete al pueblo a una grave opresión. Para el cristiano, el desarrollo ha de favorecer la respuesta del hombre a su vocación, que le exige realizarse plenamente en la dimensión material y espiritual. Todos debemos trabajar con responsabilidad en la generación del desarrollo que necesita nuestro pueblo. Conclusión La Iglesia a través de sus distintos medios de difusión y en asambleas realizadas por sus seguidores ha tratado de difundir mediante proyectos concretos de protección ambiental la concientización del cuidado del ambiente, 6 Mater et magistra carta encíclica del Papa Juan XXIII - 15 de mayo de 1961 La sociedad actual no hallará una solución al problema ecológico si no revisa seriamente su estilo de vida “Hay pues una urgente necesidad de educar en la responsabilidad ecológica: Responsabilidad con nosotros mismos y con los demás, responsabilidad con el ambiente”. La verdadera educación de la responsabilidad conlleva una conversión auténtica en la manera de pensar y en el comportamiento. A este respecto, la Iglesia, las demás Instituciones religiosas, los Organismos gubernamentales, más aún, todos los miembros de la sociedad tenemos un cometido preciso a desarrollar