UN ADIÓS PARA DOS POETAS M.D.M. H ay nombres —de poetas, de novelistas, de pensadores...— que, desde que empezamos a frecuentar los libros, se nos incorporan y nos acompañan año tras año y se nos convierten en emblemas de una época, de una manera de sentir la belleza, de concebir el m u n d o . Nombres que identificamos con etapas de nuestra vida y que, desencarnados de sus dueños —a los que quizás les perdemos la pista y llegamos a considerar inaccesibles—, idealizamos y terminan siendo paradigmas. Entre los nombres que en m í experimentaron esa metamorfosis están los de dos poetas cubanos que se han ido recientemente: Eugenio Florit y Justo Rodríguez Santos. Qué beso intacto sube hasta mi boca gustadora de helada transparencia; qué nuevo ayer cantando desemboca donde niega al silencio su apariencia la no nacida flauta que convoca a la boda de mi alma con tu ausencia? A Eugenio Florit, nacido en Madrid de madre cubana, lo conocí personalmente en el otoño del 94, el día que cumplió 90 años. Fue en Nueva York, en el homenaje que le brindó la gaditana Revistatlántica. Don Eugenio ha muerto en Estados Unidos. Su obra es uno de los puntos más altos alcanzados por la lírica del siglo en nuestro Rodríguez Santos murió en Nueva York el pasado 7 idioma. Obra importante por sus valores intrínsecos y por de abril. Había nacido en 1915, en Santiago de Cuba. Era la influencia que ejerció, en la década de los 30, en el un virtuoso del soneto, y para demostrarlo está su libro movimiento renovador de la llamada Poesía Nueva, La belleza que el cielo no amortaja, publicado en La Habana, influencia que partió de cuatro de sus libros más definitoen 1950, en las ediciones de la revista Orígenes. Rodríguez rios: 52 poemas breves (1927), Trópico (1930), Doble acento Santos es autor de una antología del soneto en Cuba, (1937), con prólogo de Juan Ramón Jiménez, y Reino incluida, en 1942, en las Entregas de la revista Clavileño (1938), todos publicados en La Habana. La lucidez de — q u e fiíndó y dirigió Gastón Baquero—, y flie miembro del grupo Orígenes. Su Elegía por la muerte de Federico García Florit, dominadora en sus acercamientos críticos a Juan Clemente Zenea, Bécquer, Garcilaso y Antonio Machado, horca figura entre los primeros poemas que aparecieron en en su verso se corporiza en la transparencia del mensaje y el mundo a raíz del asesinato del vate granadino. Su nomen la pulcritud de la hechura. Florit, que revolucionó la bre está vinculado a la radio, como guionista de progradécima (ver Trópico), mostró su magisterio tanto en las mas de aventuras, en un período (décadas de los 40 y los formas cerradas como en el verso libre. Al igual que 50) en que este medio alcanzó en Cuba un espectacular Rodríguez Santos, nos ha dejado sonetos espléndidos, desarrollo técnico y artístico. como éste: Poeta de lujos verbales, poseedor de una fantasía asociativa que es venero incesante de metáforas afortunadas. Esta luz que se cruza apresurada Rodríguez Santos, un preciosista de linaje gongorino que con el vuelo de un tibio pensamiento, se mueve entre el neorromanticismo y la poesía pura, viene de vene bajo el ancho viento consigue en sus mejores textos un equilibrio íntimo y y pone un beso ardiente en la mirada. conmovedor entre la emoción y la hermosura, un equiliYa no hay camino, ni hay alcor, ni nada brio como el que muestra en este soneto de su juventud: que haga su dardo, que en el alma siento, de más hondo latir, más puro acento, For dónde andabas tú, dama de olvido, cuanto de menos fuerza disparada. quebradora de espejos, voz ardida; Luz que de estar conmigo se consuela qué aire súbito invade la dormida para el viaje sin rumbo ni medida luna de mi silencio dolorido? que ha de oponer al mal que la desvela, Qué alto color de nardo interrumpido sabe ya, por su fuerza dividida, ciega mi alma y llagas de mi herida toda la gracia eterna con que vuela baña de luz, envuelve en la aterida para llegar al centro de mi vida. fl% pauta de limpio, cálido sonido? Espejo de paciencia • 2000 • n° 38