Los emisores de noticias en la investigación sobre comunicación Mauro Wolf (Traducción de Rosa M. Martín Sabarís) Mauro Wolf fue, hasta su muerte, en verano del pasado año, uno de los más importantes teóricos de la comunicación. Profesor del DAMS de la Universidad de Bolonia, demostró su rigor como científico en numerosos textos teóricos, algunos publicados en castellano -Sociologías de la vida cotidiana (Cátedra, 1982), La investigación de la comunicación de masas (Paidós, 1987), Los efectos sociales de los media (Paidós, 1994)-, así como a través de una extensa investigación empírica. Su enorme calidad como docente e investigador estaba ligada a su actitud ética ante la vida universitaria: contemplaba con irónico desdén la frivolidad de la feria de vanidades académica, mientras hacía su trabajo con el máximo celo y seriedad. Era muy exigente con quienes tuvimos la ocasión de aprender con él, casi tanto como consigo mismo. Y se fue, y nos dejó con la palabra en la boca, cuando íbamos a agradecerle su gigantesca generosidad. Mauro Wolf visitó nuestra facultad en varias ocasiones, la última en los Cursos de Verano de 1993, donde dictó varias conferencias. Con la publicación de este artículo inédito, su última aportación en nuestra universidad, la revista ZER quiere rendirle un pequeño homenaje, y sumarse así a todos aquellos que sienten la pérdida de tan notable investigador. Los estudios sobre el newsmaking han puesto en evidencia la naturaleza compleja del trabajo periodístico y los numerosos condicionamientos a los que está sometido. Entre las evoluciones que esta línea de investigación debe afrontar, un aspecto particularmente importante es el relativo a los cambios habidos en los sistemas informativos en muchos países: los factores más importantes de tales cambios se refieren a las transformaciones de los sistemas televisivos, en particular al declive de las televisiones públicas, la expansión del mercado publicitario, las dinámicas del cambio cultural, la segmentación de los públicos y a otros factores. Aquí querría afrontar uno en particular, el relativo a las innovaciones tecnológicas en las redacciones periodísticas y las consecuencias que éstas traen consigo sobre el oficio de periodista. Para el análisis del newsmaking , se trata de entender cómo puede ocurrir que instrumentos muy potentes desde el punto de vista de la cantidad de los flujos informativos, a menudo, determinan un empobrecimiento de la calidad de la información, una depreciación de la función periodística. El hecho es que, en muchos casos, se encuentra de frente a un proceso de des-profesionalización provocado por la introducción de las tecnologías informáticas y de los sistemas editoriales, del proceso de burocratización de las redacciones y de los impactos del marketing en la toma de decisiones de los periodistas. Se puede constatar fácilmente que el proceso de renovación tecnológica ha seguido el camino de una estrategia dirigida más al proceso productivo que al producto informativo. El mayor impulso recibido por las innovaciones tecnológicas ha sido el referido a la confección y al ensamblaje de la información, no a su ideación. El modelo periodístico continúa siendo el viejo, pero el uso de las tecnologías muestra claramente la necesidad de discutir también el modelo periodístico, un modelo que ahora se ha venido anquilosando y que se manifiesta inadecuado a las necesidades de conocimiento y de información de la sociedades complejas. El aumento de los flujos de información que entran en las redacciones ha llevado a una cierta burocratización del trabajo periodístico: hoy, sectores enteros de la redacción son verdaderos y auténticos seleccionadores de flujos ingentes de noticias que llegan a las redacciones bajo formas que permiten la casi inmediata publicación. Pero este incremento de los flujos de noticias y de trabajo no se traduce en un proyecto más esmerado de los periódicos, en selecciones más razonadas y profundizadas. Las redacciones son cada vez más dependientes de las agencias, de las fuentes, cada vez están más constreñidas a adecuarse a criterios de relevancia establecidos por las red de las agencias. Los flujos de noticias que permiten tanto las nuevas tecnologías como las conexiones con las agencias y con las otras fuentes estables hacen que la recogida de noticias no sea ya un problema: las funciones de control del flujo se convierten en primarias. Ahora se ha hecho normal decir y pensar que no son los periodistas quienes deben buscar las noticias, sino que son las noticias quienes buscan a los periodistas. La relación entre la recogida de las noticias y la confección del periódico ha recibido un impulso que ha modificado el equilibrio entre estas dos funciones. Un ejemplo de las consecuencias de tales tendencias se encuentra tanto en el nivel textual como en el de organización del trabajo: tomemos el caso de las "continuing news" de las "developing news". Muy frecuentemente, se toma la decisión de colocar las actualizaciones del acontecimiento recibidas hasta el momento dentro de la reconstrucción del suceso. Pero, a menudo, tales informes no son otra cosa que la repropuesta literal de fragmentos de artículos o de noticias ya publicados en los días anteriores y que los sistemas editoriales permiten recuperar y reutilizar con extrema facilidad. En otros términos, el contexto en el que la actualización es colocada no es otro que un collage de los artículos y de las noticias ya publicadas o emitidas. Las posibles profundizaciones son abandonadas en favor de una utilización pobre respecto a aquello que las tecnologías permitirían. Si algo no circula por la red de conexiones agenciasredacciones-bancos de datos, su noticiabilidad disminuye visiblemente o incluso es nula. Por ejemplo, se ha observado que durante la cobertura del conflicto en la ex-Yugoeslavia, otros conflictos incluso más cruentos han sido completa o sustancialmente ignorados por los media, como por ejemplo Afganistán (1.000 muertos en Kabul en una semana), Angola, Liberia con 150.000 muertos en una guerra civil que dura desde 1990, Ruanda y Colombia. Todo esto nos muestra cómo se han reducido -aunque ampliado por otros factores- los límites de la noticiabilidad. Ampliados, porque los archivos informatizados y los bancos de datos permiten el acceso a muchísimas informaciones para contextualizar los acontecimientos; reducidos y, en sustancia, empobrecidos, porque en la práctica las redacciones raramente solicitan a esas áreas que les suministren un plus complementario de información. Se trata de un ejemplo fácilmente observable, que alguien podrá encontrar exiguo o banal, pero que remite a un tema de mucha mayor importancia, esto es, al tema de la tendencia a la autorreferencialidad empotrada en la información televisiva y en los medios de comunicación en general. Me refiero al hecho de que las nuevas tecnologías, al hacer más fácil el almacenamiento y el acceso al conocimiento y a las informaciones -a través de las bases de datos- deberían facilitar, en principio, precisamente la información en profundidad, pero esto, en la realidad, raramente sucede, debido a la organización del trabajo periodístico, que, en cambio, incita al sentido de la autorreferencialidad. En efecto, se termina por privilegiar, como memoria colectiva de los hechos, como memoria histórica de la crónica, precisamente los productos periodísticos en sí, aquello que el órgano de información ha publicado y que ha sido archivado. En otras palabras, los actuales modos de utilización de las tecnologías comunicativas aplicadas a la información -a causa del modo en que las tecnologías han sido introducidas en el trabajo, preferentemente por razones de reducción de los costes productivos- hacen que, efectivamente, el circuito de la información sea seguramente más rápido, más fluido, más flexible, pero también más impermeable respecto a todo aquel material cognoscitivo que no sea habitualmente insertado en el propio circuito informativo. Las innovaciones tecnológicas, por tanto, han sido introducidas principalmente, cuando no de forma exclusiva, como soporte de la realización técnica de la información cotidiana, dejando inalterado su modelo. Así pues, los actuales estudios de newsmaking tienen que hacer frente al deber de analizar las razones organizativas y estructurales por las cuales el aumento de los flujos de información no produce una sociedad más transparente, sino, al contrario, más opaca, un conocimiento cada vez menos adecuado a la complejidad social y cada vez más orientado a los criterios de la crónica, de la emergencia de issues sin comprender el desarrollo, la dinámica, la trama. Otro ejemplo del proceso de autorreferencialidad del sistema informativo lo proporciona una práctica muy visible y reciente de la información televisiva italiana, esto es, el uso arraigado en casi todos los informativo de dedicar su parte final, en la ediciones de la noche, a anticipar las primeras páginas de los periódicos del día siguiente: es un ejemplo de valores-noticia que fijan la mirada en sí mismos, llevando a la exasperación la autorreferencialidad del periodismo. Es una práctica que ha sido posible gracias al uso del fax, y un síntoma de un periodismo siempre dispuesto a hablar sobre sí mismo y cada vez con más dificultades para salir de los propios criterios organizativos. Más allá de las afirmaciones de los periodistas, se genera de esta manera un periodismo de servicio público que acentúa la relación entre los medios, la circularidad entre valores-noticia de la televisión y de la prensa y que exaspera el mediacentrismo, menoscabando la posibilidad de emplear esos minutos hablando de la realidad, en lugar de hacerlo sobre los otros medios informativos. Además del tema del impacto que las nuevas tecnologías tienen sobre el modo de practicar y definir la profesión periodística, hay otro aspecto relevante que constituye un objetivo importante para los estudios de newsmaking en este período: me refiero al proceso de actualización de la información, esto es, a la tendencia por la cual un número cada vez más elevado de sujetos sociales, en todos los campos de la esfera pública, se convierte en noticiable según los criterios tradicionales de la actualidad, y no según criterios específicos de ese ámbito. Esto sucede fuera de los sectores clásicos de la crónica y afecta a ámbitos como la cultura, la sociedad, la moda, las esferas de los derechos de la ciudadanía, la ética, etcétera. El resultado no es sólo una mayor visibilidad de la sociedad civil y del cambio social, sino, desde el punto de vista periodístico, el resultado es también una asfixiante preponderancia de la crónica, o mejor, de la visibilidad en la información según los criterios de la crónica. Esto sucede también cuando el contenido informativo de este tipo de noticias es débil o, incluso, cuando es creado por los propios medios (piénsese en el papel de las oficinas de prensa, o en el de los sondeos y en el de las relativas tematizaciones que, aunque débiles, se introducen en estos tipos concretos de noticias). Como se ha dicho antes, esta tendencia no sólo aumenta y ensancha el campo de la visibilidad de lo social, sino que también, y es éste el interés desde el punto de vista del newsmaking, hace que la agenda de los centros institucionales más fuertes (grupos, asociaciones, centros religiosos, culturales, científicos, etc.) determine la agenda de los medios. Estos últimos funcionan como lugar de paso para un material informativo sobre el que la selección periodística pierde progresivamente capacidad de decisión autónoma, de relevancia periodística que no sea solo de mercado u orientada a la concurrencia. Como dice Furio Colombo, el periodismo se convierte cada vez más en un oficio de rebote, en el sentido de que su agenda es abastecida desde el exterior. Está claro que en este tema, de enorme trascendencia social y no sólo para el análisis del newsmaking, se entrelazan consideraciones relativas a la naturaleza de las sociedades complejas, la relación entre mercado y organización del trabajo periodístico, el cambio cultural, en particular el cambio que están sufriendo lentamente los criterios de relevancia, los valores-noticia, el papel de la información cotidiana en sociedades complejas. Es un tema sobre el que se debatirá y profundizará en breve, aunque sobre él no parezca recaer una gran atención. Para encaminar tal discusión, querría aclarar este punto: las tecnologías comunicativas hacen más flexible en ciertos puntos del trabajo redaccional el oficio periodístico, pero en el conjunto y al mismo tiempo, hacen más rígido y vinculante el proceso productivo, más acentuado el sometimiento a las fuentes, y más grave la incapacidad de elaborar las noticias de modo autónomo e independiente. Se aprecia un proceso de cambio de los lugares institucionales que definen la noticiabilidad en el exterior de las redacciones, mientras éstas se limitan frecuentemente a aceptar y a dar forma a aquello que viene ya elaborado de fuera. Parece, al menos en la situación italiana, como si, a cambio de una mayor visibilidad del papel del periodista, se haya malvendido una menor centralidad de las redacciones como lugar de capacidad autónoma de elaboración, verificación y elección de los temas del discurso periodístico. Creo que hoy uno de los objetivos que se establecen los estudios de newsmaking, en un significativo ensanchamiento de su perspectiva, es el de concretar y definir la cultura periodística, sus parámetros, su relevancia, su papel, a la luz de las grandes posibilidades ofrecidas por los sistemas editoriales y de la configuración de las sociedades complejas. Dos son las referencias esenciales para este tipo de análisis: por un lado, las transformaciones de los sistemas sociales complejos, por otro, los cambios habidos en la organización material del trabajo periodístico. Renunciar a este objetivo sería negativo para la posibilidad de que la información continúe teniendo una gran relevancia social -y no sólo de mercado- porque, como sostenía Hanna Arendt, "nosotros nos mantenemos contemporáneos a algo, sólo mientras nuestra comprensión está bien despierta".