JORNADAS “ÉTICA EN TRABAJO SOCIAL Y COMPROMISO SOCIAL” Universidad de Cádiz Jerez de la Frontera, 2, 3 y 4 de mayo de 2012 La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. Aurora Chía Trigos Centro de Desarrollo de Salud Comunitaria “Marie Langer” Resumen La multiplicidad de factores que contribuyen a armar la sociedad actual con sus emergencias y que construyen la sociabilidad hoy, hace que la tarea centrada en el Trabajo Social sea cada vez más compleja y requiera de una formación personal-profesional cada vez más diversa, y con mirada crítica puesta en lo global. Desde la Metodología de Intervención Comunitaria de los Procesos Correctores Comunitarios (ProCC) se pretende contribuir a la búsqueda de un sujeto autónomo capaz de ser protagonista de su hacer personal-social. Así mismo, mejorar la calidad y eficacia profesional en el quehacer de los profesionales del ámbito público. Para ello se promueve la construcción conjunta de herramientas que habiliten para el desarrollo de la autonomía, en el marco de las contradicciones económico-político-sociales actuales, desde una reflexión e investigación permanente sobre la relación entre formación social y construcción subjetiva, así como sobre los procesos de transformación. Palabras clave: Intervención comunitaria, Trabajo Social, construcción social e individual, transformación personal-social. Introducción Como profesionales inmersos en las realidades que actualmente se presentan en los espacios de atención a la población, conocedores de las dificultades con que se enfrentan los profesionales de los Servicios Públicos, constatamos la necesidad de herramientas adecuadas para una intervención eficaz que atienda las necesidades de asesoramiento, orientación, gestión de servicios, rehabilitación, inserción social, promoción y creación de recursos comunitarios, así como de la promoción y el fomento de la participación, elementos todos que hacen al desarrollo y bienestar social. Mi trabajo en Intervención Comunitaria es a partir de la Metodología de los Procesos Correctores Comunitarios (ProCC). Mi propósito es compartir alguna dimensión de esta tarea, de este modo de hacer, una manera más de encarar la intervención social. Un método para trabajar con la comunidad, identificar necesidades, fomentar la autonomía y la búsqueda de alternativas saludables. La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. Esta Metodología pone la mirada en la vida cotidiana, en el modo de vida, en cómo nos relacionamos y en cómo vivimos hoy. Su ámbito de intervención son los malestares de la vida cotidiana, que entendemos “como aquellos que la gente sufre y habitualmente no analiza ni cuestiona porque los considera normales; no generan demanda explícita, no tienen interlocutor válido y para ellos no existe un campo de intervención. Las respuestas habituales se brindan desde enfoques terapéutico-asistenciales que, o bien tienden a medicalizarlos, psiquiatrizarlos o categorizarlos como pertenecientes a grupos de riesgo social, o bien a incluirlos en acciones preventivas inespecíficas, quedando la mayor parte de las veces en tierra de nadie, invisibilizados, engrosando la cultura de la queja, aunque conllevan un alto coste en salud-bienestar de la población. Para referirnos a estos malestares cotidianos se acuñó el concepto de Normalidad Supuesta Salud” (Cucco, 2006, p. 32). Por ejemplo, cuando se trabaja con grupos de de padres y madres, solemos preguntar a las mujeres: ¿Qué es ser una buena madre? La respuesta casi siempre es: “la que se desvive por sus hijos”. Nosotros preguntamos ¿quedarse sin vida, cuando ser padres es generar vida?, “darlo todo por los hijos” ¿darlo todo, cuando eso es abastecimiento absoluto y genera pasividad?, “es el amor sin medida” ¿amar sin medida, cuando entendemos que los límites son necesarios? Este ‘desvivirse’, esta naturalización de un modo de cuidar, trae desgastes y malestares. Entendemos que son situaciones que sufre toda la población en su modo de vida cotidiano y esto implica un trabajo con la población en general y no sólo con grupos específicos. Vayamos a un ejemplo en el campo de la intervención social: cuando un inmigrante entra en un despacho, podemos decir que entra la inmigración. Cuando entra un problema de dependencia, entran todos los mayores. Y sin embargo, desde lo asignado, se plantea resolver a golpe de despacho un problema que tiene otro territorio para ser resuelto. Entendemos que los profesionales de los servicios sociales, o de cualquier otro ámbito de trabajo con la población, necesitan incluir en sus marcos de referencia las dimensiones grupal y comunitaria para dar sentido y comprensión a su tarea, incluso frente a una entrevista individual. Observamos que muchas veces se orienta desde un cierto “deber ser”. Y por supuesto que es importante saber qué es lo saludable, esto que llamamos la Teoría 1. Pero tan importante como saber qué dice la teoría sobre qué es lo saludable, es conocer qué hace la gente hoy, cómo vive la gente hoy, cómo crecen los chicos hoy, cómo vive la mamá saturada hoy, cómo se las apaña el jubilado, el viejo hoy, cómo vive la familia hoy…. Y esto es lo que llamamos Teoría 2. Esta nos acerca a una mayor comprensión de las necesidades. Desde lo institucional se pretende que, por ejemplo, los mayores den un paso más de crecimiento, que asuman más responsabilidades, que no usen el Centro de Día sólo para entretenerse o distraerse, sino dar un paso más de compromiso, hacer algo para ellos mismos: se propone cambiar la imagen del 2 La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. mayor, dar importancia al aprendizaje en esta etapa de la vida, promover la participación en proyectos intergeneracionales para aprovechar su saber y experiencia como beneficio para sociedades futuras…. Aunque también hay que tener en cuenta que a los mayores hoy les pasan otras cosas: la sociedad no les da un lugar de responsabilidad, les deja de lado, les propone que su espacio sea sólo el entretenimiento…, y en muchos casos, sin embargo, les atrapa en un cuidado de nietos desbordado. Frente a esto, los mensajes de los técnicos suelen ser contradictorios, ¿por qué? Porque al profesional no se le brindan ni las herramientas, ni los tiempos necesarios para que realmente puedan trabajar estas contradicciones frente a la participación; no se les fomenta el trabajo en grupo y muchas de las cosas que se les propone hacer generan mayores grados de dependencia. Por un lado, se pide a los mayores que participen y por otro se genera dependencia; en muchos casos se entiende que las Juntas de Gobierno deben ser controladas pues plantean dificultades y en lugar de potenciar que sepan resolver, se les quiere controlar. ¿Hasta dónde las propuestas de los Centros de Mayores quedan reducidas al baile, la gimnasia, apuntarse al viaje de turno o el cursillo de macramé? Por todo esto, para nosotros, tan importante es tener en cuenta la Teoría 1 –lo que se propone como saludable- como la Teoría 2 –lo que les pasa hoy a los mayores- sus dificultades con la participación, sus propios manejos autoritarios o dependientes, sus rivalidades, etc.; y articulando estas cosas ¿qué vemos?, ¿qué pasa en el día a día hoy?, ¿cuál debería ser la intervención? ¿Ser directivos con los mayores “que rivalizan y no saben” o bien, trabajar en grupo formas de desarrollo de sus autonomías, considerando sus necesidades y deseos? Y frente a esa propuesta de participación, vemos que hay dificultades porque hoy estamos inmersos en el individualismo, o en el todo vale, o en acciones muy disociadas de las necesidades reales, modos de funcionamiento hoy muy incorporados y esto atrapa al profesional no entrenado en el trabajo con estas contradicciones. Sabemos que promover redes de apoyo es imprescindible para cubrir necesidades individuales, familiares, comunitarias pero esto ¿cómo se hace en la vida diaria?, ¿cómo se entiende la relación con el otro, el organizarse con otros? Nos encontramos con que la gente no viene, no quiere, no puede, no acude a las convocatorias. Y nos quedamos en la queja del: “es que la gente va a su aire, es que a la gente no le interesa, es que hay mucha indiferencia, cada uno va a lo suyo, es que es difícil convocar...” Ante esto podemos decir: “esto es lo que hay”, nos resignamos o nos dedicamos a otra cosa o, desde el voluntarismo y la omnipotencia, nos empeñamos en resolver lo irresoluble y nos ‘quemamos’, o decimos: “que cada cual haga lo que pueda, yo hago ‘lo mío’ y no quiero saber nada más”. O bien, trabajamos juntos con metodologías idóneas la posibilidad de transformar. Estamos cuestionando el sello de que eso es ‘natural’ y no se puede cambiar. Cuestionamos ese “es lo que hay” y desde ahí podremos articular pequeños cambios. 3 La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. Ubicándonos en la historia y en el presente Desde una rápida mirada a la historia del Trabajo Social en nuestro país, vemos que del sistema de beneficencia franquista, con su carácter caritativo, paternalista o meramente asistencial, se fueron introduciendo las políticas sociales de lo que se llamó Estado de Bienestar: llegó la profesionalización en los Servicios Sociales Comunitarios a la vez que se empezó a hablar de requisitos para construir ciudadanía. Fueron políticas necesarias que obedecían a un Pacto Social armado en Europa tras la 2ª Guerra Mundial. Han pasado muchas cosas en la trayectoria del Trabajo Social, desde la interpelación sobre su lugar en los diseños institucionales de atención a la población, a la reflexión sobre las propuestas de intervención en una función cada vez más centrada en el trámite de ayudas o en medio de una multiplicidad de funciones que genera dispersión. Con el desembarco de las políticas neoliberales, todos los servicios públicos se fueron reduciendo, anulando con ello muchas de las tareas de los trabajadores sociales para dejarlos adscritos sólo a la gestión de recursos. Y en algún sentido, este Trabajador, esta Trabajadora Social se puede sentir bien pues está gestionando ayudas, el problema es que con dichas políticas, es una gestión que cada vez está más mermada y no atiende el fondo de la cuestión. Como se pregunta Cucco, creadora de la Metodología ProCC, (2009, p. 3) y situándonos “dentro de los parámetros de la sociabilidad capitalista en que vivimos: cuando hablamos de Estados de Bienestar, ¿de qué bienestar estamos hablando?, ¿qué necesidades se atienden?, ¿qué queda invisibilizado?, ¿cuáles son algunos vacíos teóricos, metodológicos y prácticos que quedan en el camino de “las buenas intenciones” declaradas?” Muchas veces al profesional del Trabajo Social, desde lo instituido, se le asigna ocupar un lugar de omnipotencia intentando que gestione lo que no existe y además, como si la realidad no existiera más allá del despacho. Nos preguntamos ¿por qué no se le plantea que hay otros recursos en la comunidad? Promover que la gente se junte, se asocie… Y aunque a veces, este trabajador o trabajadora social, echa mano de los recursos comunitarios, se hace desde una cierta desconfianza en su función. Pongamos por un momento mirada en la situación actual: Desde una panorámica global, en el mundo, el 50 por ciento de los trabajadores gana menos de 2 dólares y no tiene ningún tipo de contrato ni de protección social, 1.100 millones de hambrientos y casi 2.000 millones en situación de extrema pobreza (Navarro et alt., 2011 p. 13). Como apunta Chomsky, el sistema mundial se está dividiendo en dos bloques: la plutocracia, un grupo muy importante, con enormes riquezas, y el resto; en una sociedad global en la cual el crecimiento –que en una gran parte es destructivo- beneficia a una minoría de personas extraordinariamente ricas, que dirigen el consumo de tales recursos. Y por otra parte existen los "no ricos", la enorme mayoría, referida en ocasiones como el "precariado" global, la fuerza laboral que vive de manera precaria, entre la que se incluyen mil millones de 4 La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. personas que casi no alcanzan a sobrevivir. Estos desarrollos no se deben a leyes de la naturaleza o a leyes económicas o a otras fuerzas impersonales, sino al resultado de decisiones específicas dentro de estructuras institucionales que los favorecen (Navarro et alt., 2011). Como ejemplo, y según insisten estos mismos autores (op. cit., p. 32) la puesta en marcha de una estrategia política y cultural orientada a introducir nuevos valores sociales que fomentan el individualismo y la fragmentación social que, junto al paro y al endeudamiento como resultado de los menores ingresos, siempre actúan como fuentes de sumisión y de desmovilización política. Estas políticas, que después se han conocido como neoliberales, fueron logrando un cambio paulatino no sólo en la base productiva y financiera, sino en todo el orden social e incluso en la forma de ser y actuar de los individuos como consecuencia de la desigualdad y del desempleo que provocaron. Nos vuelve a golpear otra crisis, no por conocida menos desestructurante, con su carga de ajustes, recortes, y sus consecuencias de precariedad en este nuevo ataque al Estado de Bienestar. Si miramos qué está pasando ahora en nuestro país: tenemos uno de los mercados de trabajo más flexibles del mundo. Entre octubre de 2008 y marzo de 2009, se destruyeron 9.000 puestos de trabajo diarios. En cuatro años hemos pasado de 2,1 a 5,6 millones de parados. Desde 2008, la especulación de bancos e inmobiliarias ha expulsado de sus casas a más de 200.000 familias. Las empresas públicas han sido despedazadas y privatizadas. El mercado avanza contra la protección pública a la salud, la educación y la vejez. La población reclusa se ha multiplicado por 5 en 30 años. El alcoholismo y la drogadicción de masas constituyen, junto al individualismo y el sedentarismo tecnológico, la diversión preferente de adolescentes y jóvenes. (…) Los ministerios son ocupados por representantes de las multinacionales, responsables de las crisis financieras... (Morán, 2012). Intentando leer bien algunos de los enunciados de la situación actual, nos encontramos con una multiplicidad de circunstancias que desafían la tarea profesional: procesos de vulnerabilización, precariedades, exclusión, jóvenes sin futuro, suplantación de redes afectivo-sociales por las redes cibernéticas, profundización del individualismo, privatización de los servicios, altos niveles de violencia en todos los ámbitos sociales y un ataque sistemático a la interioridad, desde los medios masivos de producción de subjetividad: deterioro de aspectos específicamente humanos, del espacio simbólico que nos constituye…, sólo por citar algunos ejemplos. No podemos resolver un problema sin atender a las causas que lo han provocado. Nos encontramos que esas causas son múltiples, diversas, escurridizas, aunque bien enraizadas en la historia. ¿Cómo hacer para tener un buen diagnóstico de eso que se quiere transformar desde la intervención social? De dónde partimos y a qué punto queremos llegar. Dónde focalizamos. Nos dice Fernández García (2012) que los principios éticos que guían el Trabajo Social deben ser guía de acción pues nos remiten a la mejora eficiente de 5 La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. los Servicios Públicos, a la radical igualdad entre hombres y mujeres a la cooperación altruista y al mantenimiento del Estado de Bienestar como un sistema desarrollado para hacer posible el acceso a una vida digna. Este quizá sea el proyecto histórico, el de una sociedad donde las personas puedan seguir ejerciendo su condición de ciudadanos, en todas las dimensiones de sus vidas, que es donde se inserta el Trabajo Social como disciplina. Pero esta dimensión y construcción de ciudadanía está siendo mermada cada vez más desde muchas instancias. Crisis, vulnerabilización… ¿Esto es natural? ¿Es destino? ¿O más bien es consecuencia de un modo de organización social? Vemos que las instituciones del Estado de Bienestar buscan soluciones a efectos sin cuestionar las causas, pues forman parte de ese orden social generador de injusticias y malestares y sentimos que no vale sólo con enunciarlos. Nos parece necesario pues, hacer una lectura más amplia para intervenir en la realidad. Nos preguntamos con García Linera (2009, p.15) ¿Cómo superar esa frustrante impotencia que devora a diario la actividad vital y creativa transformadora de cientos de miles de hombres y mujeres que conquistan pequeños espacios de autonomía, pero que con el tiempo ven cómo esa tarea es devorada por el apabullante poderío del poder del capital, suplantando lo más exquisito y noble de la pasión humana? Este es hoy el entrelazado de relaciones que constituye la vida cotidiana como tejido que sostiene nuestro accionar como seres humanos, seres sociales. Ser social que, sistemáticamente, ha sido y es atacado en la propia construcción de su ser-sujeto, en la construcción de su ser-con-otros. Consideramos que las prácticas comunitaria, social y educativa pueden ser transformadas en sentido positivo si se modifican las maneras de comprenderlas. Pero, ¿Qué tenemos que saber para entender qué hay detrás de la demanda hoy, cómo saber leer la necesidad que se deposita, tantas veces invisible, en los espacios de consulta y atención a la población? Desde la práctica diaria creemos necesario revisar una excesiva parcelación y fragmentación de las ciencias y especialidades en el ámbito académico: constatamos una fuerte disociación y sabemos mucho de cosas ‘sueltas’. ¿Cómo mirar desde ahí lo que acontece en la vida cotidiana? Entendemos que es indispensable la interdisciplinariedad para poder ver al ser humano en sus condiciones concretas de existencia, en la diversidad y globalidad de los niveles sociales y relacionales que lo constituyen. Como nos recuerda García Linera (2009, p. 16), hay mucho fracaso histórico, mucho trabajo vivo abatido, mucho sufrimiento echado por la borda, mucha deshonrosa estafa y traición puestas en juego que necesitan una explicación, que exigen un balance crítico de los paradigmas que han sido guías para la reflexión y la acción. Se trata de enriquecer y perfeccionar nuestras capacidades sobre el conocimiento de la realidad que sostienen nuestras 6 La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. potencias y deseos transformadores de esa misma realidad e investigar sobre el modo de articular las posibilidades de autonomía con la amplitud de las capacidades sociales para tal efecto. Por ello, se hace necesario colocar encima de la mesa algunas cuestiones que hacen a la relación entre la transformación social y la transformación individual pues existe una relación indisociable entre la construcción individual y la social. Formación social y construcción individual Si entendemos cómo la formación social capitalista construye la exclusión y construye subjetividad y que somos, por tanto, parte de esa realidad que queremos transformar, se hace necesario conocer los mecanismos que desde esa formación social nos constituyen. En toda intervención debe estar presente el ocuparnos de la transformación de nuestra propia subjetividad en juego. Nos planteamos desde ahí cómo superar la contradicción que supone desarrollar capacidad instituyente, reflexionar y cuestionar aquello que nos constituye, para no quedarnos en meros reproductores de los mandatos del sistema hegemónico. Imprescindible preguntarse cómo desde el estar construidos con aquello que queremos transformar, pasar de la queja, el conformismo, el voluntarismo o el asistencialismo a promover pasos de autonomía y protagonismo. Intentar acercarnos a la relación que existe entre lo individual y lo social, entre una determinada construcción social y la construcción de la subjetividad, entre las propuestas de un sistema social y cómo estas se inscriben en nuestra interioridad, nos sitúa en una complejidad que aquí no podemos abordar en toda su dimensión, pero sí me gustaría promover el deseo de profundizar en su estudio. Cucco se pregunta: “¿Cómo visualizar los mecanismos con los que, cual orfebres laboriosos, nos fabricamos a nosotros mismos de este modo?” (2006, p. 158). Desde este interrogante, podemos también investigar cómo dar pasos de transformación. Para ello, esta autora propone que se hace necesario entender cómo se fabrica al hombre y la mujer capitalistas e identificar en la vida cotidiana qué papel tienen en nuestros comportamientos las formaciones imaginarias sociales capitalistas pues no se trata sólo de un modo de producción económica, sino de un modo de producción social, interpelando a la vez cómo ese tipo de sociedad arma un entramado de significaciones que clausuran la pregunta misma por su origen y sentido en los individuos, por el tipo de relación que se establece entre éstos y cómo conforman un modo de sociabilidad que nos atraviesa de parte a parte (2009a, p. 7). Seguimos a Cucco en este planteamiento (2009a) quien nos dice que la formación social capitalista implica una alteración de lo humano, de los individuos, de las relaciones sociales, por tanto es necesario dar cuenta de esta relación entre la formación económico-social y el devenir subjetivo de cara a cualquier 7 La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. intervención. Es necesario pues, conocer el proceso que genera realidad e individuos afines aptos para la reproducción de esa realidad (toda formación social sujeta su orden). Orden dado que mantiene unida a una sociedad con sus procesos generadores de grados de consenso social no siempre al servicio de lo saludable. Orden que procurará siempre clausurar todo intento de interpelación que ponga en riesgo las certidumbres sobre las que una formación social se asienta desde altos niveles de consenso que facilitan la naturalización de los malestares y que los invisibilizan y encubren estableciéndolos como ‘normales’ (quejas de la mujer, de los padres, del trabajo, etc.). Por tanto, necesitamos identificar comportamientos, conformismos que responden a ese orden generador de dependencias e impiden que luchemos por la autonomía. Por ello, si hablamos de la relación entre la transformación social y la transformación individual tenemos que desentrañar esa articulación irreductible e indisociable entre la constitución social e individual. Todo lo que una sociedad establece como real, siempre conlleva una carga imaginaria, es decir, una interpretación colectiva solidificada socialmente y arraigada en las subjetividades (por ejemplo, cuando decimos, “siempre existieron los pobres”, “esto es natural de las mujeres”, etc.). Lo que instituye, materializa y hace posible una sociedad, está dado por la estructura de unas relaciones materiales, junto a la producción de universos de sentido que dice que “las cosas son como son”. Y esa institución social no tiene con nosotros una relación de exterioridad, nosotros mismos hemos sido formados desde sus categorías, somos parte de lo instituido (Op. cit. pp. 5-7). Desde muchas instancias se soslaya o se desprecia el otro gran tema que nos ocupa: “la propia subjetividad en juego, construida con las mismas categorías de aquello que se pretende transformar”, como nos informa Cucco (2008, p. 2), quien también nos plantea que los aspectos relacionales de orden subjetivo, aún teniendo especificidad y significación propia, se encuentran siempre condicionados por el hecho de que operan dentro del campo histórico social, ámbito por excelencia de producción y reproducción de los sujetos y de sus propias subjetividades. Sólo se es sujeto en la historia y en la sociedad y las capacidades y potencialidades sólo se ubican en la práctica socio-histórica (2006). Castoriadis, analizando los procesos de construcción de autonomía, se pregunta por los elementos que aglutinan a una sociedad y cuáles llevan al cuestionamiento y transformación de lo instituido por esa sociedad. (Cfr. 2002, p. 118). En tanto sujetos producidos, pero también productores, con capacidad instituyente, Cucco nos interpela: ¿Cómo transformarnos y transformar la sociedad a partir de ser hombres y mujeres enteramente capitalistas, construidos con las lógicas del capital? Siempre rescatamos estas palabras de Brown quien proponía “la necesidad de sentar las bases de una praxis que ligue los contextos micro y macro sociales y transforme la realidad interna no menos que la externa”. Porque entendemos que si los cambios político-sociales no caminan junto a la 8 La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. liberación de la psiquis del individuo, si se apuesta por lo social negando la subjetividad, toda construcción va a ser autoritaria (2008, p. 2). Se hace necesario señalar asimismo que un momento diferenciado de este individuo social es el individuo reflexivo y autónomo, fruto de la imaginación radical, entendida como la capacidad de formular lo que no está, hecho que permite ser capaz de cuestionar las significaciones imaginarias sociales en las que está inmerso y que constituyen su identidad. Por ello, Castoriadis, citado por Cucco (2006, p. 73) dirá que puede hablarse de sujeto (autónomo) cuando los individuos pueden reflexionar sobre si y su sociedad, cuando tienen un nosotros e instituyen –con conocimiento- un campo de significaciones imaginarias sociales, reconociéndose como creadores. La expropiación de la dimensión comunitaria. Disociación y desgaste profesional. Desde esta propuesta de indagación en la relación psique-sociedad y desde el análisis del malestar cotidiano, situándonos en ese ver cómo la gente vive, nos guiaron algunos interrogantes (Cucco, 2009a, p. 5): ¿Qué hacer frente a este estado de “Normalidad Supuesta Salud”? ¿Qué hacer cuando esta situación es cada vez más masiva e invisibilizada? ¿Qué hacer cuando esto nos enfrenta al obstáculo epistemofílico de estar construidos nosotros mismos con aquellas categorías que queremos transformar? ¿Cómo interpelar a su vez la fragmentación de los saberes psicológicos y sociales que no facilitan instrumentos para develar la realidad, sino más bien para generar su ocultamiento? Analizando situaciones que tienen que ver con necesidades y dificultades en el quehacer profesional hoy, nos encontramos con profesionales del Trabajo Social que quieren trabajar mas allá del despacho y de la visita domiciliaria, más allá de lo asignado; sin embargo esto está disociado en ocasiones de su labor profesional, porque hoy en su trabajo parece que la intervención comunitaria ya no toca, se obstaculiza, y cuando tienen que encarar una problemática es a base de formalismo burocrático, o en una pelea diaria con el sistema y con los puestos de poder técnico-políticos. La dimensión del trabajo comunitario no es avalada por la institución, ésta no le da el lugar, no la legitima, y este trabajador/a social vive en sus carnes el divorcio progresivo entre el despacho o la atención individualizada y lo comunitario; desde lo instituido se le atan las manos. Es una disociación que desgasta. Trabajadores sociales recién salidos de la facultad solicitan cursos no de una formación específica o complementaria sino de mecanismos de prevención del desgaste profesional, desde la idea de que este deterioro va unido a la profesión, que es inherente al propio Trabajo Social: se ha conformado el síndrome del “quemado”. ¿Por qué estos niveles de desgaste? El mismo sistema social que genera exclusión y vulnerabilización es el mismo sistema que sostiene al trabajador social y le hace sufrir sus consecuencias. Vemos que hay una ruptura entre lo que propone la gestión y las necesidades de la gente –que hoy son masivas, no se trata sólo de ‘marginales’ o 9 La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. personas ‘en riesgo’-. De ahí la insistencia en mirar cómo vive la gente hoy, trabajando con la dimensión comunitaria y no sólo con la tarea de despacho más individualizada, que también es necesaria. Pero desde lo institucional, se les ubica en el despacho y se cercena lo comunitario en un modo de gestión que encorseta a los y las profesionales del Trabajo Social. Y no es que se haga mala práctica –qué pena que, a veces, se tenga que reivindicar una buena práctica- porque esto ¿qué quiere decir?: ¿que la mala práctica se hace hegemónica?; ni es culpa del Trabajador Social, sino de un sistema social que lo imposibilita y lo aprisiona cada vez más. Atender las necesidades de la población en el marco de las contradicciones sociales actuales, plantea fuertes desafíos. Atenderlas de forma integral implica partir de un buen diagnóstico de la necesidad, de la labor de equipo, de la coordinación intersectorial, del desarrollo del protagonismo y de la acción participativa de la población como elemento central para la articulación de alternativas. (Cucco, 2009, p. 2). Planteamos una fuerte encrucijada, pero poder ver esta contradicción nos permite tener más lucidez para la intervención. Ésta requiere de una capacitación profesional específica que brinde una comprensión de los obstáculos inherentes al quehacer institucional hoy, así como de instrumentos metodológicos necesarios. Muchas veces esa capacitación se da por supuesta, se invisibilizan contradicciones, y se cubre con esfuerzos personales que llevan al desgaste y al desánimo. Ello impide decodificar y canalizar los mandatos institucionales y se perpetúa la insatisfacción (Op. cit., p. 2) Intervención comunitaria desde la propuesta metodológica ProCC Poniendo mirada crítica hacia la cotidianidad, se pueden descifrar algunos de los micro-mecanismos que tejen las lógicas de las relaciones sociales, de la estructura social, de la sociabilidad que ella genera, y de cómo ésta se expresa en los comportamientos. Es pues la Vida Cotidiana, espacio privilegiado de estudio y trabajo, lugar idóneo donde poder visualizar la forma en que se materializa una formación económica y social particular, el modo como se construyen los sujetos en esa sociabilidad y esto que hemos dado en llamar Normalidad Supuesta Salud. Es el lugar por excelencia para la intervención social. La Metodología ProCC, fruto de una práctica profesional en el ámbito de la intervención comunitaria de más de treinta años, en el Estado Español y Latinoamérica, desde una mirada transdisciplinar a la vida cotidiana y trabajando esos sutiles micro-mecanismos que construyen subjetividad, aporta elementos de análisis frente a diversas problemáticas: las relaciones actuales hombres-mujeres, los roles asignados masculino y femenino, las dependencias que se generan en unas pautas de crianza distorsionadas por la dificultad con los límites, el rol profesional, etc., brindando aportes en el ámbito de la Atención Primaria, Educación, Servicios Sociales, Participación Social, etc. 10 La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. A partir de los procesos de investigación sobre la Vida cotidiana se construyen, los Indicadores Diagnósticos de Población, potente herramienta que permite sistematizar los malestares cotidianos, lo que contribuye por un lado, a la mejor comprensión de la relación entre necesidad y demanda (fundamental para cualquier intervención en la comunidad) y, por otro, a tomar distancia de lo personal, para no culpabilizar al otro y poder operar cambios. Se trabaja desde un dispositivo grupal: el Método de Grupo Formativo, entendiendo que los espacios grupales, como lugares de relación con los otros, son espacios diagnósticos y operativos por excelencia. El Grupo Formativo permite generar independencia de lo hegemónico no saludable y desde ahí, desarrollar capacidad instituyente, no desde un voluntarismo, sino desde un trabajo propositivo sobre el protagonismo personal-social, condición para la acción participativa, en paralelo con la construcción de autonomía. Este dispositivo de trabajo grupal no entra en la dimensión terapéutica, aunque permite, desde todo lo dicho, desarrollar capacidad de reflexividad, es decir de poner y ponerse en cuestión a si mismo más allá de lo permitido por el sistema, y esto es condición para avanzar pasos de autonomía. Desde la recogida y sistematización de los malestares, los Indicadores Diagnósticos de Población permiten el diseño de los Programas de Intervención Comunitaria ProCC cuyos objetivos centrales son: posibilitar que la población tenga espacios grupales propios donde reflexionar acerca de las problemáticas cotidianas y formarse con criterios básicos que faciliten su lectura y decodificación, así como plantear, desde ahí, la búsqueda de alternativas y el desarrollo del protagonismo personal y social en la resolución de conflictos. La participación, en una población cuya cultura participativa está mermada, se desarrollará en tanto se permita que la población posea el protagonismo que le corresponde en la gestión y resolución de sus problemáticas; poniendo el conocimiento y la acción profesional al servicio del esclarecimiento de las contradicciones de la realidad y no de su manipulación u ocultamiento. Esto implica una reflexión sobre el poder, sobre el saber y sobre el lugar en la construcción del saber social. Porque todo trabajo científico es aquel que opera una verdadera acción transformadora de la realidad (Cucco y Losada, 2002, p. 36) Pensando en el compromiso con la tarea, proponemos algunas recomendaciones que consideramos importantes: Contemplar la relación macro-micro, identificando la dimensión social estructural. Identificar la necesidad de la población, partiendo de la consideración de la Normalidad Supuesta Salud para la comprensión de la relación entre necesidad-demanda. Identificar los mandatos de la institución, qué se pide a los profesionales, entendiendo que la institución como formación social constituye el marco regulador de nuestras acciones. Pero entendiendo además que en ella se 11 La práctica profesional desde la Metodología ProCC. La relación indisociable entre transformación social y transformación individual. juega también la lucha, la tensión entre lo instituido y lo instituyente, entre la necesidad de mantener lo establecido y la necesidad de cuestionarlo. Comprender el rol asignado-asumido del profesional de la institución pública en salud, educación y servicios sociales. Valorar la vida del equipo, comprendiendo los múltiples obstáculos que la dificultan para poder trabajarlos. Pelear la formación permanente. Insistir en los servicios de supervisión, evaluación y seguimiento de la tarea. Habilitar espacios a lo grupal y lo comunitario. Fomentar la autonomía, es la llave de las nuevas construcciones sociales. Sabemos que es todo un desafío, pero hay que tener presente tanto las necesidades de ese sujeto roto que desemboca en las consultas y los despachos y su alto grado de dolor, como nuestro desgaste y malestar. Proponemos mantener la alerta para no dejarse aplastar por el conformismo o el mandato del “es lo que hay”, la resignación del “es que las cosas son así” o “espera a ver…, que ya te quemarás”. Queda mucha tarea por hacer entre todas y todos. Necesitamos salir de la cultura de la queja, reflexionar desde una mirada crítica a la lógica social que nos constituye y aprovechar el potencial creativo que se genera cuando la gente se junta a pensar. Bibliografía CASTORIADIS C. (2002) Institución primera de la sociedad e instituciones segundas. En Figuras de lo pensable (Las encrucijadas del laberinto VI) México: Fondo de Cultura Económica, 2ª ed. CUCCO, M. (2006) ProCC: Una propuesta de intervención sobre los malestares de la vida cotidiana. 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