TEMA MÉDICO N° 151 ENFERMEDAD CELIACA La enfermedad celíaca o celiaquía, es un proceso de naturaleza autoinmune con manifestación sistémica. Dentro de todas las enfermedades autoinmunes, es la única que presenta un origen bien definido: “la intolerancia permanente al gluten”. La ingestión de gluten, presente en las harinas de diversos cereales, como el trigo, avena, cebada y centeno, induce a la enfermedad. El gluten es un conjunto de proteínas contenidas exclusivamente en la harina de los cereales mencionados. Está compuesto de gliadina y glutenina. Es responsable de la elasticidad de la masa de harina, l[]o que permite que junto con la fermentación el pan obtenga volumen, así como la consistencia elástica y esponjosa de los panes y masas horneadas. El gluten no es una proteína indispensable para el ser humano y puede ser sustituido sin ningún problema por otras proteínas animales o vegetales cuando es preciso realizar una dieta libre de gluten. La fuente principal de proteínas se obtiene de los alimentos de origen animal como carne, leche, productos lácteos, huevos y pescado. Los alimentos vegetales que son fuentes útiles de proteínas son las legumbres, los frutos secos, las semillas y los cereales libres de gluten. En los últimos años, el contenido de proteína de los cereales menores y de los pseudocereales se ha investigado y se ha demostrado que es más alto y de mayor calidad nutricional en comparación con el trigo, tanto por la composición en aminoácidos como por la biodisponibilidad o digestibilidad. El sustrato morfológico de la enfermedad, se sustenta en la presencia de una inflamación crónica y difusa de la mucosa del intestino delgado, afectando su capacidad para absorber los nutrientes en forma adecuada. A diferencia de la opinión usada hace tiempo por los expertos, de que se trataba de una enfermedad únicamente digestiva, actualmente se conoce que presenta una afectación sistémica, en la que se asocian síntomas muy variados, ya que se combina con otros procesos patológicos que incluyen diversos órganos y sistemas. La presentación de la enfermedad es múltiple y variada, pudiendo cursar con diarrea o constipación, con o sin otros síntomas digestivos, pérdida de peso u obesidad, retraso del crecimiento o crecimiento normal, con o sin abdomen distendido, con o sin otros procesos autoinmunes asociados. Clásicamente se creía que esta enfermedad era poco frecuente y que afectaba fundamentalmente a niños. Hoy se conoce como un proceso con una elevada prevalencia mundial, que afecta al 1-2% de la población. Si bien tiene una base genética definida, pueda aparecer en cualquier edad de la vida, tanto en niños como en adultos, siendo un 20% de los casos diagnosticados en personas mayores de 60 años. Algunas circunstancias pueden ser el detonante de la aparición de la enfermedad, como una infección intestinal, una intervención quirúrgica abdominal, el embarazo y cambios de alimentación. No existe un patrón común para poder encajar a todos los pacientes celíacos, dada la variedad sintomatológica. Manifestaciones de la enfermedad celíaca Presentación clásica (minoritaria, predomina en niños menores de 2 años) Síntomas más frecuentes: diarrea crónica, falta de apetito, nauseas/vómitos, pérdida de peso, constipación, cansancio, irritabilidad, apatía, intolerancias alimentarias (a la lactosa, fructuosa, sorbitol, caseína). Signos más frecuentes: desnutrición leve, moderada o intensa, distensión abdominal, pérdida de masa muscular, retraso del crecimiento, palidez de piel y mucosas, edema en los tobillos, lesiones cutáneas recurrentes. Presentación no clásica (mayoritaria, predomina en niños mayores de 2 años, jóvenes y adultos. Síntomas más frecuentes: procesos de vías respiratorias altas de naturaleza inmuno alérgicas, síntomas digestivos intermitentes y/o alternantes con períodos de remisión, dolor abdominal repetitivo, malas digestiones, hábito intestinal irregular, síntomas compatibles con síndrome de intestino irritable, irregularidades menstruales, trastornos reproductivos, dolores musculares generalizados, hormigueos, caída del cabello, déficit de atención. Signos más frecuentes: pérdida de peso, baja talla, distensión abdominal, erupciones cutáneas frecuentes (dermatitis herpetiforme, dermatitis atópica, queratosis), aftas bucales recurrentes, neuropatía periférica, debilidad muscular, edemas en tobillos, dolores óseos. Es preciso entonces, realizar una historia clínica completa desde la infancia del paciente, con búsqueda activa de la presencia de cualquier síntoma, signos y/o enfermedades asociadas, teniendo en cuenta las distintas manifestaciones de la enfermedad en el mismo sujeto, dependiendo de la edad. Diagnóstico Lo más importante para llegar al diagnóstico de la enfermedad celíaca, radica en que, el médico piense en su posible existencia y la incluya en el diagnóstico diferencial, considerando la amplia variedad de rasgos clínicos que puede presentar la enfermedad, que es realmente muy polimorfa. No existe ninguna prueba que por sí sola sea capaz de diagnosticar la enfermedad de manera concluyente o, por el contrario, excluirla totalmente. Como se llega más fácilmente al diagnóstico es con la combinación de datos clínicos, analíticos, de la biopsia duodenal y de la respuesta a la dieta sin gluten. Para poder arribar al diagnóstico se recurre a: Marcadores serológicos. Estudios bioquímicos completos con perfiles hepáticos, hormonales, inmunológicos. Marcadores genéticos. Biopsia duodenal. Dieta sin gluten de prueba. Diagnósticos diferenciales con enfermedades asociadas. Tratamiento El único tratamiento es dietético. Consiste en la denominada dieta sin gluten, que se basa en suprimir de la dieta, estrictamente y durante toda la vida, los alimentos que en su composición, preparación o condimentación, contengan harina procedente de cereales que poseen gluten, fundamentalmente trigo, avena, cebada y centeno (TACC). No existen por el momento tratamientos farmacológicos para poder combatirla. La mayoría de los alimentos que consumimos a diario no contienen gluten, por lo que, aunque se sustituyan los alimentos con gluten por alternativas sin él, la dieta resulta amplia y variada. Se debe evitar el gluten no solo en forma directa, (no consumiendo lo que claramente lo contiene), sino en la llamada contaminación cruzada: existe la posibilidad de que alimentos en principio libres de gluten, puedan entrar en contacto en algún momento con el gluten, lo que los convertiría en no aptos para su consumo (presencia de trazas de gluten en el producto final). La correcta elección de los alimentos y la adopción de una serie de medidas básicas para evitar las contaminaciones cruzadas son imprescindibles para eliminar o minimizar este riesgo. Tener presente que algunos productos farmacéuticos pueden contener entre sus excipientes gluten, harinas, almidones u otros. Pronóstico El seguimiento continuado y correcto de la dieta sin gluten produce una remisión clínica sostenida y tanto la esperanza de vida como el riesgo de mortalidad o de aparición de complicaciones relacionadas con la enfermedad son similares a los de la población general. Formas refractarias Aproximadamente un 5% de los pacientes con enfermedad celíaca, pueden ser refractarios al tratamiento, persistiendo los síntomas a pesar de un estricto cumplimiento de la dieta Pirámide alimentaria La pirámide alimentaria es una guía de lo que debe consumir diariamente una persona para obtener los nutrientes que el cuerpo necesita. Para su interpretación se entiende que los alimentos dispuestos en la cima o vértice superior son los que deben consumirse en menor cantidad y los que están cerca de la base son los que se deben comer con mayor frecuencia y en cantidades mayores, incluyendo las calorías que aportan. Azúcares: consumir alimentos dulces sólo en forma ocasional. La moderación en el consumo de éstos le ayudará a mantenerse bien. Grasas, aceites y semillas: se recomienda 1 porción (4 cucharaditas de té) repartida en las comidas del día. Aliñar ensaladas de preferencia con aceites de oliva extra virgen. Pescados, carnes, huevos y leguminosas secas: 1 porción al almuerzo y cena. De preferencia carnes magras, y al menos 1 vez a la semana comer legumbres. Lácteos: 3 porciones al día. De preferencia, variedades semidescremadas o descremadas. Cereales, papas y leguminosas frescas: 1 porción en las cuatro comidas. De preferencia, variedades integrales. Frutas y verduras: consumir 5 porciones al día, pueden ser 3 frutas y 2 ensaladas. Agua e infusiones: beber al menos 6 vasos grandes diarios. Recuerde entonces: La enfermedad celíaca, también llamada celiaquía, es una enfermedad del sistema inmunitario en la cual una persona no puede consumir gluten ni productos que contienen gluten. La enfermedad celíaca daña el intestino delgado. Las personas que tienen enfermedad celíaca y no reciben tratamiento no pueden obtener los nutrientes que necesitan. Sin tratamiento, las personas con enfermedad celíaca pueden desarrollar otros problemas de salud. La enfermedad celíaca se diagnostica con pruebas de sangre y una biopsia del intestino delgado. El único tratamiento para la enfermedad celíaca es evitar el gluten. Un dietista puede ayudar a elegir los alimentos adecuados. No debe iniciarse una dieta sin gluten, si usted no se ha realizado previamente los estudios serológicos, bioquímicos y una biopsia intestinal, ya que lo único que se consigue con ello es retrasar y/o enmascarar el diagnóstico de una posible enfermedad celíaca. Nunca cocinar, freír o manipular alimentos con y sin gluten con los mismos utensilios de cocina, ya que por mínima que sea la dosis puede provocar trastornos importantes; en caso de que lo anterior no pueda llevarse a cabo, se deben lavar escrupulosamente los que han sido “contaminados”. Se debe instruir a maestros y educadores de niños celíacos sobre todos los alimentos que debe comer y evitar. Los niños celíacos deben ser educados con respecto a su dieta y los alimentos que pueden causarle daños. Enseñe a los pequeños afectados a leer las etiquetas de productos como frituras de maíz, galletas, pasteles, etcétera, de manera que aprendan a no consumir los que contienen gluten. Algunos productos farmacéuticos pueden utilizar gluten, harinas, almidones u otros derivados para la preparación de sus excipientes. Consulte al respecto con el médico que los prescriba y no olvide leer las etiquetas de los mismos. Ante la duda de si un producto puede contener gluten, no lo consuma.