ROUSSEAU Jean Jaques Rousseau (1712-1778) nació en Ginebra (Suiza) y murió en París, ciudad donde transcurre la mayor parte de su vida, formando parte de los intelectuales de la Ilustración (S.XVIII y XIX) cuyas ideas propiciaron el nacimiento de las sociedades occidentales contemporáneas. Conocemos como Ilustración al movimiento intelectual que influyó de manera decisiva en la Revolución Norteamericana de 1776 (o Guerra de Independencia), la Revolución Francesa (1789), la Guerra de Independencia de Latinoamérica y las revoluciones posteriores que sacudieron a Europa durante el siglo XIX. Rousseau, como pedagogo, consideró la educación como el camino idóneo para formar ciudadanos libres conscientes de sus derechos y deberes en el nuevo mundo que se estaba gestando, y vio que el sistema educativo que imperaba era incapaz de llevar a cabo esta labor. Para ello define una nueva pedagogía renovada, con nuevos principios o fundamentos de acuerdo con los nuevos tiempos y los plasmó en su libro Emilio en 1762, en el cual nos transmite, desde el pensamiento de la Ilustración, las características de esta nueva Educación, cuyo fin es formar una sociedad integrada por ciudadanos libres que participan y deliberan sobre la organización de la comunidad y los asuntos públicos Sus ideas responden a la necesidad de formar un nuevo hombre para una nueva Sociedad. Hasta este momento se creía que el niño era un adulto en miniatura. Fue Rousseau el primero en señalar que el niño es “un ser sustancialmente distinto al adulto y sujeto a sus propias leyes y evolución; el niño no es un animal ni un hombre, es un niño”. Partiendo de esta idea, Rousseau ve la necesidad de replantear los métodos de enseñanza, de modo que estén de acuerdo con las necesidades, intereses, capacidades y habilidades del niño. Al desconocer esto los educadores cometían dos errores: Atribuir al niño conocimientos que no posee, lo que llevaba a discutir con él “cosas que no está capacitado para comprender e incluso con razonamientos incomprensibles para el niño”. Inducir al niño aprendizajes a partir de motivaciones que le son indiferentes o ininteligibles. Rousseau opina que el proceso educativo debe partir del entendimiento de la naturaleza del niño, del conocimiento de sus intereses y características particulares. Debe reconocerse que el niño conoce el mundo exterior de manera natural, haciendo uso de sus sentidos, por lo que es erróneo hacerle conocer el mundo, en esta etapa, a partir de explicaciones o libros. Partiendo de que, por medio de las sensaciones, el niño conoce el mundo que lo rodea, se defiende la observación y la experimentación como camino por el cual el niño inicia la aprehensión del mundo que le rodea. La interacción con el mundo físico por medio del juego es una de las maneras por las que el niño comienza a conocer. A través de estas prácticas el niño será capaz de desarrollar el sentido del discernimiento, cualidad que le permite diferenciar entre el yo y el mundo que le rodea, y encontrar las diferencias y las regularidades existentes. Para Rousseau en esta etapa lo más importante es desarrollar el sentido del discernimiento, mucho más que la acumulación de conocimientos. Según Rousseau la educación debe adecuarse a cada una de las etapas de desarrollo del niño. Es a partir de los intereses y motivaciones del niño desde donde se deben trazar los contenidos y objetivos de la educación, dependiendo de su etapa de desarrollo. Esto conducirá a que el alumno sienta realmente aprecio e intereses por el proceso educativo porque no lo siente ajeno a su situación. En Emilio, Rousseau establece tres postulados que deben guiar la acción educativa: Considerar los intereses y capacidades del niño Estimular en el niño el deseo de aprender Analizar qué y cuándo debe enseñarse al niño en función de su etapa de desarrollo.