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II.2. SOBRE BOTÁNICA
II.2.1. A TENER EN CUENTA POR EL PROFESOR
Las plantas son esenciales para todo tipo de vida sobre la Tierra;
solamente ellas y con ayuda de la luz solar son capaces de crear materia
orgánica a partir del agua, de las substancias minerales y del aire.
Igual que los animales, las plantas tienen todas las características
particulares de los seres vivos, es decir: la alimentación, la respiración, la
excreción, el crecimiento, el movimiento, la sensibilidad y la reproducción.
Sin embargo se distinguen de ellos en las formas con que realizan estas
funciones. Los primeros obtienen su alimento al devorar plantas u otros
seres vivos. Los segundos, en cambio fabrican sus propios alimentos por
FOTOSÍNTESIS. La mayoría de los animales se pueden desplazar de un
lugar a otro y además son capaces de percibir los cambios producidos en el
medio ambiente. Por el contrario, las plantas, al no poseer aparato
locomotor permanecen fijas en sus emplazamientos. No obstante, se ha
comprobado
que
experimentan
ciertos
movimientos
tales
como
el
fototropismo.
El tipo de vegetación de una región en particular viene determinado
por el MEDIO AMBIENTE. Tanto el clima como las condiciones geográficas
de una zona determinada influyen de forma directa en las plantas que en
ellas se dan. La naturaleza puede dividirse en diversos BIOMAS,
(principales regiones ecológicas de vida animal y vegetal) cada uno de los
cuales contiene distintas formaciones vegetales. El más rico de todos es la
PLUVISELVA o SELVA HÚMEDA TROPICAL. En los climas donde no puede
producirse un desarrollo continuo, debido a las variaciones térmicas
estacionales, el tipo de vegetación cambia de manera muy notable. En las
regiones templadas aparecen los principales BIOMAS: la PRADERA y el
BOSQUE TEMPLADO. En el primero predomina la vegetación herbácea,
junto con algunos arbustos y árboles. En el segundo las especies caducas y
coníferas. La naturaleza exacta de la vida vegetal depende en gran medida
de las variaciones climáticas estacionales. Así si se producen heladas
durante el invierno son muchas las especies incapaces de sobrevivir.
La ciencia que estudia las formaciones vegetales y las zonas de
vegetación mundiales se llama GEOBOTÁNICA o GEOGRAFÍA DE LAS
PLANTAS. Trata
de la distribución de los distintos grupos y especies.
Gracias a ellas sabemos, por ejemplo, que los cactus se originan en América
del Sur, pero que las aves y el hombre han llevado sus semillas a lugares muy
alejados. La ECOLOGÍA VEGETAL estudia con más detalle la vegetación
de una zona o una localidad determinada. Trata de averiguar, por ejemplo,
qué especies vegetales se encuentran presentes en un área determinada de
BOSQUE CADUCO o en unas PRADERAS CALCÁREAS. Todas las plantas
que viven en tales hábitats están adaptadas a las condiciones climáticas del
suelo y así mismo a vivir juntas dentro de una misma comunidad vegetal. La
influencia recíproca de las diferentes especies próximas es enorme, en
especial en lo que respecta a la competencia por la luz solar, por el espacio y
por los nutrientes del suelo.
Con respecto a la estructura de las plantas y de los animales..... están
formados en su totalidad por CÉLULAS. Una célula vegetal contiene todos
los productos químicos y las estructuras que la planta necesita para vivir. El
funcionamiento de la planta en su conjunto es posible gracias al trabajo
coordinado de todas las células. Pero, al mismo tiempo, cada una de ellas
actúa por si misma como si fuera una fábrica en miniatura.
La cubierta exterior de la célula se llama pared celular y tiene unos
diminutos orificios a través de los cuales intercambian productos químicos
entre sí.
Cada una de ellas está formada por el NÚCLEO y el
CITOPLASMA.
Además de soporte, la planta necesita protección. Las hojas y los
tallos de las especies no leñosas están recubiertas de una capa celular
llamada EPIDERMIS. Su forma exacta varía de una planta a otra. En la
superficie exterior de la epidermis hay una capa de cutina, llamada
CUTÍCULA. Algunas especies tienen pelos o espinas, compuestas por células
epidérmicas modificadas.
Cuando la planta envejece y se vuelve leñosa, el corcho sustituye a la
epidermis de sus tallos y ramas. La pared de las células del corcho está
cubierta por completo de una sustancia impermeable, llamada SUBERINA.
El resultado es que el contenido celular muere y se forma un tejido
totalmente inactivo.
El agua y los alimentos pasan de una célula a otra con relativa
lentitud, por lo cual las plantas han desarrollado unos “sistemas de bombeo”
capaces de desplazar a los materiales con mayor rapidez. Las CÉLULAS
DEL XILEMA transportan el agua desde las raíces hasta las hojas. Se trata
de células unas células muertas y alargadas que, al juntar sus extremos,
forman un sistema continuo de tuberías. Las células del FLOEMA conducen
los alimentos y otros materiales hacia la parte superior de la planta.
El AGUA es esencial para la supervivencia de las plantas. Es casi el
50% de la composición de un árbol y el 75% de la de un ejemplar no leñoso.
Si ella no podrían tener lugar las reacciones químicas de la respiración y de
la fotosíntesis. Es esencial también como elemento de sostén, en especial
para las plantas no leñosas. Los delgados
PELOS
RADICALES
la
absorben por un proceso llamado OSMOSIS, que el que facilita a sí mismo
que pase de una célula a otra. Cuando estos últimos se llenan de agua sus
paredes se ponen tensas, y cuando ya no pueden admitir más, se dice que
han alcanzado su PRESIÓN DE TURGENCIA máxima. En este estado se
ponen rígidas y se mantienen erguidas; por el contrario, si no disponen de
agua suficiente se marchitan.
Los seres vivos obtienen toda su energía del sol en forma de luz y
calor.
El calor mantiene la atmósfera y la superficie del planeta los
suficientemente caliente como para permitir que haya vida.
La luz es
utilizada por las plantas para comenzar la cadena energética que mantiene el
funcionamiento de los seres vivos.
El método mediante el cual las plantas son capaces de capturar y
utilizar la energía luminosa se llama FOTOSÍNTESIS. Los vegetales usan la
luz para producir alimentos que emplearán en satisfacer sus propias
necesidades energéticas, y su vez ellos servirán de alimento a los animales.
De esta manera, se va trasmitiendo la energía de unos a otros. Los animales
lo utilizan para moverse y para otras actividades orgánicas. Tanto estos
como las plantas mueren, y entonces las BACTERIAS los aprovecharan de
nuevo, al desempeñar un importante papel y la descomposición de la materia
viva. La energía, al final, se convierte siempre en calor, que se irradia hacia
la atmósfera y desde allí se pierde en el espacio.
El secreto de la vida radica, pues, en el producto químico que
posibilita la fotosíntesis.
Dicho producto es la CLOROFILA, que es un
pigmento verde formado por moléculas complejas, uno de sus ingredientes
esenciales es el magnesio, mineral que es absorbido por la corriente de
transpiración.
La clorofila se encuentra dentro de los CLOROPLASTOS,
donde tiene lugar la fotosíntesis.
Ésta, como muchos de los procesos
químicos vitales, es una larga cadena de reacciones.
Sin embargo, en
esencia, no es más que la conversión del dióxido de carbono y el agua en
azúcar. Se toma el dióxido de carbono del aire y se libera oxígeno. La
acción de las ENZIMAS convierte una parte de este azúcar en almidón.
La respiración puede considerarse como el proceso inverso a la
fotosíntesis.
Con
el
oxígeno
del aire,
las
enzimas descomponen
químicamente el azúcar y liberan dióxido de carbono, agua y energía. Si la
cantidad de azúcar presente no es suficiente, una parte del almidón
almacenado se transforma de nuevo en aquél.
En el curso de la fotosíntesis y la respiración, los organismos vivos
absorben y desprenden de manera continua OXÍGENO, CARBONO y
NITRÓGENO.
Se produce así una serie de procesos cíclicos en los que
entran en juego los tres elementos.
El carbono no se usa sólo, sino combinado en el aire con el oxígeno
para formar dióxido de carbono.
Las plantas lo utilizan durante la
fotosíntesis para fabricar CARBOHIDRATOS, como los azúcares, el
almidón y la celulosa, productos que pasan a los animales cuando éstos se
comen las plantas.
diferentes.
El dióxido de carbono vuelve al aire por dos vías
Por un lado, al descomponerse los azúcares durante la
respiración para producir energía, y por otro, cuando las bacterias
descomponen los carbohidratos de los animales y plantas muertos, liberando
dióxido de carbono y agua.
El oxígeno del aire es consumido durante la respiración y liberado en
el curso de la fotosíntesis.
Las plantas son, de hecho, esenciales para
mantener el contenido de éste en el aire.
El nitrógeno es un elemento de extrema importancia para los
organismos vivos.
Es parte esencial de los AMINOÁCIDOS, que son los
elementos constituyentes de las proteínas. Existe una enorme cantidad en
el aire (78%) pero por desgracia casi ninguna planta puede aprovecharlo.
Sin embargo, algunos organismos son capaces de “fijarlo” y convertirlo
directamente en aminoácidos.
Dichos organismos mantienen en algunos
casos relaciones simbióticas con las raíces de ciertas plantas, lo cual
reparte beneficios mutuos.
Las plantas obtienen del suelo todos los demás elementos necesarios
en forma de minerales. Aunque esenciales, sólo se necesitan en cantidades
muy pequeñas.
Las GIMNOSPERMAS son plantas productoras de semillas, pero a
diferencia de las plantas con flor ( ANGIOSPERMAS), las semillas quedan
en parte expuestas a la vista. Las de la piña de un pino, por ejemplo, están
protegidas sólo por unas escamas fácilmente separables. Las de las plantas
con flor, por el contrario, quedan siempre rodeadas totalmente por el
ovario.
Las gimnospermas más conocidas son las CONÍFERAS, que producen
sus semillas dentro de piñas. Pero los tejos, las cicadinas, y las gnetales son
también gimnospermas. El GINKGO es el único viviente de un gran grupo
que floreció durante el mesozoico.
Los tejos son árboles perennes que viven en Europa, Asia y
Norteamérica.
Tienen largas hojas estrechas y por esta razón se les
incluye a veces, popularmente, entre las coníferas.
Sin embargo, no
producen sus semillas dentro de piñas, sino que cada una nace por separado
y queda encerrada casi por completo en una estructura carnosa y roja, en
forma de copa que recuerda a una baya.
Las
coníferas
verdaderas
constituyen
el
grupo
mayor
de
gimnospermas. Incluyen los PINOS, las PICEAS, los ABETOS, los CEDROS,
los ALERCES y los CIPRESES. Todos son perennes, excepto los alerces y
los cipreses de los pantanos. Tienen las hojas alargadas y aciculares. Las
agujas son duras y correosas y su superficie interna en cóncava y por la
externa, convexa.
Cuando hace calor y sequedad, la hoja se contrae y
adquiere una forma casi cilíndrica, con lo cual contribuye a reducir la
velocidad de transpiración. El resultado es que las coníferas son capaces de
crecer en lugares secos y fríos, en donde la cantidad de agua existente en
el suelo resultaría muy escasa para especies frondosas o árboles de hoja
ancha.
Crecen con rapidez y su madera es más blanda y fácil de trabajar que
de la de las especies de hoja ancha. Tienen fibras largas por lo que resultan
especial utilidad en la fabricación de papel.
Se emplean también para
preparar contrachapados, hacer muebles,...
Las PLANTAS con FLOR (angiospermas) dominan el mundo vegetal, y
son muy pocos los lugares en que no las hay, debido en parte a que han sido
capaces de adaptarse a muchos ambientes diferentes. El resultado es que
no sólo constituyen un grupo enorme, sino que presentan también una
variedad increíble. Especies tan diferentes como las hierbas, los árboles y
los cactus son ANGIOSPERMAS, y lo mismo que las flores campestres más
sencillas.
Se dividen en dos clases principales. Las MONOCOTILEDÓNEAS son
todas las que tienen las hojas largas y delgadas y con nervios que corren
paralelos. Se llaman así porque sus semillas contienen sólo un COTILEDÓN.
La mayoría de las que viven en climas templados son pequeñas y de tipo no
leñoso, pero algunas tropicales, como las PALMERAS, son bastante grandes.
Las DICOTOLEDÓNEAS presentan una mayor variedad pero, en esencia,
sus hojas son siempre más anchas y presentan una red de nervios. Sus
semillas tienen dos COTILEDONES.
Una planta con flor consta de un sistema radical, el tallo, las hojas y
una o más flores. El sistema radical más común está formado por una raíz
primaria con ramificaciones o raíces secundarias, que, a su vez, se dividen
repetidas veces. Las más pequeñas son muy delgadas y constituyen los pelos
que absorben el agua del suelo. Las GRAMÍNEAS no tienen raíces primarias
sino unas masas de filamentos ramificados. Las de algunas especies tales
como el CARDO y el DIENTE DE LEÓN son alargadas y gruesas, y reciben el
nombre de raíz central. Penetran a gran profundidad en el suelo y absorben
el agua que otras plantas no pueden alcanzar.
El tallo de estas plantas es la estructura de soporte para las hojas y
las flores. En su vértice hay una yema terminal, que es el principal punto de
crecimiento. El tallo produce hojas en unos puntos llamados nudos. Cada hoja
está sujeta al mismo por medio de un peciolo, y en el punto de unión se
forma una yema auxiliar que a veces se transforma en una rama lateral.
Cuando esto sucede, la hoja original cae, dejando una cicatriz y la rama
continúa su crecimiento.
Cuando una planta alcanza un determinado estado de desarrollo,
produce una o más flores. Se trata de brotes especiales destinados a la
reproducción. Crecen en el lugar donde había una hoja o bien en yemas
terminales o asilares. La parte principal de sujeción de la flor se le llama
receptáculo. El resto está formado por cuatro grupos diferentes de órganos
que van unidos a aquél. La serie exterior está formada por unas estructuras
en forma de hoja llamadas sépalos, que suelen ser verdes. En su interior
están los pétalos, generalmente de vistosos colores, que atraen a los
insectos, facilitándose de este modo la polinización.
Los otros dos grupos de órganos son los reproductores. Los
masculinos (estambres) consisten en unos sacos de polen (anteras) situados
en los extremos de unos largos filamentos. En el centro de la flor hay uno o
varios órganos femeninos (carpelos). La pieza principal del carpelo es el
ovario, que puede contener uno o más óvulos con ovocélulas. Desde la parte
superior del ovario se proyecta un tallo alargado denominado estilo, en cuyo
extremo hay una superficie receptora de polen, llamada estigma.
Las flores se producen a veces aisladas, como en el caso del tulipán,
pero por lo general suelen disponerse en grupos o inflorescencias. Muchas
de éstas últimas permiten ver con toda claridad las distintas flores que la
componen. Se producen de esta manera por ramificación por ramificación
del brote reproductor original. El largo tallo florido de la DIGITAL es un
ejemplo del tipo más sencillo de inflorescencia. En algunos casos, ésta
adquiere tal densidad que parece más bien una única flor, como ocurre con
el DIENTE DE LEÓN.
El siguiente paso
en la reproducción de las plantas es la
POLINIZACIÓN, es decir, el transporte del polen desde las anteras de una
flor hasta el estigma de otra distinta. Este tipo se llama polinización
cruzada. Cuando el transporte se hace desde las anteras al estigma de la
misma flor, se llama AUTOPOLINIZACIÓN, pero este caso es menos
favorable que el anterior. La primera tiende a producir plantas más fuertes
y sanas; aunque la segunda también tiene lugar en la naturaleza, suele ser de
modo accidental, e incluso muchas flores han desarrollado ingeniosos
métodos para evitarla.
El agua, el viento y los animales son los tres agentes principales
encargados de transportar el polen. La polinización por medio del agua
sucede raras veces, pues daña al polen de la mayoría de las especies. La más
común es la que se produce gracias a los insectos o por el viento, aunque en
los países tropicales a veces actúan también como agentes polinizadores los
colibrís, los murciélagos o incluso algunos mamíferos mayores.
Las plantas polinizadas por el viento producen un polen ligero y de
aspecto pulvurulento. Necesitan grandes cantidades para que algunos granos
lleguen a otros ejemplares. Un ejemplo típico lo constituyen las gramíneas o
hierbas. Tiene grandes anteras situadas en un extremo de unos filamentos
largos y colgantes. Una parte del polen liberado es capturado por los
estigmas plumosos de otras gramíneas. El maíz produce dos tipos de flores
en cada planta, si bien las masculinas y las femeninas están separadas, lo que
garantiza al polen una mayor probabilidad de alcanzar las flores femeninas
de plantas situadas cerca. Los alisos y los avellanos tienen, asimismo, flores
masculinas y femeninas separadas, que se agrupan en unas inflorescencias
llamadas amentos. El SAUCE también los produce, pero en este caso los de
los distintos sexos crecen en árboles separados.
Las plantas polinizadas por insectos tiene que atraerlos hasta sus
flores, para lo cual el color desempeña un papel muy importante. Ciertos
experimentos han demostrado que los insectos responden en particular a los
azules, los malvas y los púrpuras. El rojo lo ven sólo como una graduación de
grises. Por eso, en los climas templados hay muy pocas flores naturales de
color rojo puro. Algunos insectos responden también a diversos tonos de luz
ultravioleta, que es invisible para el hombre. Así, hay ciertas flores que a
nosotros nos parecen blancas pero a ellos no.
Además del color, las flores tienen marcas especiales, tales como
líneas y manchas de color, que sirven de orientación a los insectos que
vuelan entre ellas. Hay incluso una orquídea de forma compleja, que
recuerda a una abeja hembra tanto en aspecto como en olor y al tacto, lo
que atrae a los machos, que así la polinizan.
Algunas flores atraen a las abejas, otras a las polillas, a las
mariposas, a los escarabajos o a otros insectos. Para que éstos realicen los
movimientos correctos para la polinización deben ser estimulados. Una
estimulante corriente es el néctar, producido en unas glándulas llamadas
nectarios, situadas en la base de los pétalos. Cuando el insecto lo bebe,
recoge el polen de las anteras y desprende al mismo tiempo en el estigma el
que lleva procedente de otras flores.
Igual que las especies polinizadas por el viento, las variedades que lo
son por medio de los insectos disponen de diversos métodos de evitar la
autopolinización o al menos de reducir las posibilidades deque se produzca.
En algunas, por ejemplo, los estambres y los estigmas maduran en épocas
distintas.
Otras plantas producen dos o tres tipos diferentes de flores. Así,
unas PRIMAVERAS tienen el botón en forma de borla y otras en forma de
alfiler. Los estambres de estas últimas quedan por debajo del estigma
mientras que los de las primeras se elevan por encima del mismo. Cuando un
insecto visita una del tipo “alfiler”, recoge el polen con la parte central de
su cuerpo, y al posarse sobre otro del tipo “borla”, lo deposita en el estigma
y recoge nuevo polen con la parte posterior del cuerpo, que a su vez servirá
para polinizar una flor de botón alfilerado. Los tres tipos de flor de la
SALICARIA tienen una disposición todavía más complicada. El polen
procedente de cada uno es capaz de polinizar a los otros dos.
Muchas flores tienen una forma tal que el insecto sólo puede entrar
de una determinada manera. Se trata por lo general de ejemplares que han
elaborado mecanismos para evitar la autopolinización. En la violeta, los
cuatro pétalos inferiores están dispuestos de forma parecida a una
plataforma de aterrizaje. En el interior, la parte del estigma receptora del
polen está cubierta por una aleta. El insecto visitante la abre de forma
automática y deposita el polen en el estigma. Las anteras se han modificado,
asimismo, para formar una especie de caja recolectora de polen que lo
derrama sobre el insecto cuando éste entra para beber el néctar. Dicho
polen no puede depositarse en el estigma, ya que la aleta se cierra al salir el
insecto.
Algunas flores utilizan aromas en lugar de colores como medio
principal de atracción. El brote de floración del ARO BLANCO consta de una
espiga de flores rodeada de una vaina verde. Las flores se disponen en la
espiga en dos grupos: las femeninas cerca de la base y las masculinas
encima. Sobre todas ellas hay una franja de pelos y el conjunto total queda
recubierto por una vaina. En la parte superior hay un órgano en forma de
porra, productor de un olor a podrido que atrae a los insectos. El interior de
la vaina verde es escurridizo y los pequeños insectos resbalan y quedan
atrapados durante la noche. Unos pelos dirigidos hacia abajo evitan que
entren insectos más grandes. Si el ejemplar capturado lleva polen de otra
flor polinizará a las pequeñas florecillas femeninas. Las masculinas maduran
entonces y rocían al insecto con polen. A la mañana siguiente, la superficie
resbaladiza se ha desintegrado y el cautivo puede escapar, llevándose
consigo el polen.
Cuando un grano de polen se ha depositado en el estigma, comienza a
desarrollar un tubo que se prolonga hacia abajo a través del estilo. En su
interior hay dos núcleos espermáticos y un núcleo del tubo. Cuando el tubo
llega al óvulo tiene lugar la fertilización. Uno de los núcleos del primer tipo
se funde con la ovocélula y se transforma en un embrión. El otro se funde
con las dos células que hay próximas a la ovocélula, llamadas células polares,
y el resultado es la formación de un tejido de reserva de alimentos para la
semilla, el ENDOSPERMO.
Hablando de las semillas, una semilla madura consta del embrión y del
endospermo, rodeado de una cubierta llamada testa que se forma a partir
de las capas de tejido que rodeaban al óvulo. La semilla está contenida
dentro del fruto formado a partir de la pared del ovario. En la formación
del citado fruto participan en ocasiones otras estructuras, tales como los
pétalos, los sépalos o el receptáculo, en cuyo caso los botánicos los
denominan falsos frutos.
Hablando de frutos, existen muchos tipos distintos de éstos, y su
estructura está relacionada con el modo en que se dispersan las semillas
contenidas en su interior. Como en el caso de la polinización, el agua, el
viento y los animales desempeñan un papel importante en dicha dispersión.
La realizada por el viento es la más común, y en su forma más simple
se encuentra entre varias especies parásitas y diversas ORQUÍDEAS. Las
semillas son pequeñas y muy ligeras y flotan en el aire igual que el polvo. Las
amapolas tienen un mecanismo algo más elaborado, que consiste en una
cápsula que se balancea con el viento. Al moverse, las semillas que contiene
son expulsadas a través de diminutos orificios.
Algunos frutos están provistos de alas o de paracaídas. Las alas de
los frutos del sicómoro y del FRESNO giran igual que las paletas del rotor
de un helicóptero. De ese modo, las semillas caen suavemente al suelo, y
mientras tanto el viento las transporta a una cierta distancia del árbol.
Entre los que tienen paracaídas están los del diente de león y los de las
clemátides. El paracaídas está formado por diminutos pelos y permite que el
viento transporte al fruto a largas distancias.
La dispersión por medio de animales se produce de diversas maneras.
Las aves y los mamíferos se comen los frutos dulces y jugosos, como por
ejemplo las moras y las ciruelas; las semillas de estos, duras y no digeribles,
pasan sin resultar dañadas a través del tubo digestivo del animal. De esta
manera, logran desplazarse lejos de la planta que las ha generado. Las
ardillas almacenan AVELLANAS y BELLOTAS. En este caso, lo que
garantiza la dispersión de las semillas son los olvidos del animal, pues con
frecuencia no recuerda dónde ocultó su botín. Algunos frutos secos tienen
ganchos o espinas en su superficie que se sujetan a la piel de los animales,
transportándose de esta forma a una gran distancia.
Muchas plantas con semillas en el interior de vainas o cápsulas
disponen de mecanismos explosivos. Por ejemplo, cuando se secan las fibras
de la vaina del guisante, se separa en dos mitades; a veces la tensión la
rompe y las semillas son lanzadas al exterior. Un mecanismo explosivo
similar es el que se encuentra en los géneros Laburnum y Geranium. Cierta
especie de pepino tiene un mecanismo poco habitual consistente en la
expulsión de las semillas gracias a la presión del líquido que se forma cuando
se descompone la pared interna del fruto.
Pocos frutos usan el agua como medio de transporte. Sin embargo, los
del cocotero, con su gruesa cubierta exterior impermeable, son capaces de
desplazarse miles de kilómetros arrastrados por las corrientes oceánicas.
Una vez dispersada la semilla, ya está en condiciones de crecer y
transformarse en una nueva planta. A esto se le llama germinación. La mayor
parte de las semillas necesitan tres cosas para germinar: agua, luz y calor.
Dadas estas condiciones algunas germinan de inmediato, mientras que otras
permanecen inactivas durante algún tiempo. A este período durante el cual
parece que no hacen nada se le llama de latencia. Hay muchas semillas que
permanecen en estado de latencia durante los meses invernales y germinan
en primavera.
La germinación comienza cuando penetra agua en la semilla haciendo
que se hinche. El embrión comienza entonces a desarrollarse. Produce
primero una tenue raicilla llamada ridícula que penetra por el suelo y ayuda a
sujetar a la joven plantita. Produce a continuación un pequeño brote
denominado plúmula que crece hacia arriba en busca de la luz.
Durante este tiempo la planta utiliza las reservas alimenticias
contenidas en el endospermo, el cual en algunas semillas está dentro de los
cotiledones y en otras fuera. En ambos casos la semilla puede germinar de
dos maneras diferentes.
Una de ellas, característica de las semillas de girasol, es la siguiente:
los cotiledones, que contienen el endospermo, son empujados por encima del
suelo a medida que crece la plúmula. A continuación se vuelven verdes
enseguida y comienza la fotosíntesis. Lo mismo ocurre cuando germinan las
semillas de ricino, aunque en este caso el endospermo no se encuentra
dentro de los cotiledones. Cuando éstos emergen de la semilla el
endospermo se queda detrás.
En el otro
tipo de
germinación los cotiledones
permanecen
enterrados. Contienen en su interior el endospermo y suministran por
consiguiente a la joven planta el alimento necesario, pero participan nunca
en el proceso de la fotosíntesis. La plúmula es la que produce las primeras
hojas verdes.
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