II.2. SOBRE BOTÁNICA II.2.1. A TENER EN CUENTA POR EL PROFESOR Las plantas son esenciales para todo tipo de vida sobre la Tierra; solamente ellas y con ayuda de la luz solar son capaces de crear materia orgánica a partir del agua, de las substancias minerales y del aire. Igual que los animales, las plantas tienen todas las características particulares de los seres vivos, es decir: la alimentación, la respiración, la excreción, el crecimiento, el movimiento, la sensibilidad y la reproducción. Sin embargo se distinguen de ellos en las formas con que realizan estas funciones. Los primeros obtienen su alimento al devorar plantas u otros seres vivos. Los segundos, en cambio fabrican sus propios alimentos por FOTOSÍNTESIS. La mayoría de los animales se pueden desplazar de un lugar a otro y además son capaces de percibir los cambios producidos en el medio ambiente. Por el contrario, las plantas, al no poseer aparato locomotor permanecen fijas en sus emplazamientos. No obstante, se ha comprobado que experimentan ciertos movimientos tales como el fototropismo. El tipo de vegetación de una región en particular viene determinado por el MEDIO AMBIENTE. Tanto el clima como las condiciones geográficas de una zona determinada influyen de forma directa en las plantas que en ellas se dan. La naturaleza puede dividirse en diversos BIOMAS, (principales regiones ecológicas de vida animal y vegetal) cada uno de los cuales contiene distintas formaciones vegetales. El más rico de todos es la PLUVISELVA o SELVA HÚMEDA TROPICAL. En los climas donde no puede producirse un desarrollo continuo, debido a las variaciones térmicas estacionales, el tipo de vegetación cambia de manera muy notable. En las regiones templadas aparecen los principales BIOMAS: la PRADERA y el BOSQUE TEMPLADO. En el primero predomina la vegetación herbácea, junto con algunos arbustos y árboles. En el segundo las especies caducas y coníferas. La naturaleza exacta de la vida vegetal depende en gran medida de las variaciones climáticas estacionales. Así si se producen heladas durante el invierno son muchas las especies incapaces de sobrevivir. La ciencia que estudia las formaciones vegetales y las zonas de vegetación mundiales se llama GEOBOTÁNICA o GEOGRAFÍA DE LAS PLANTAS. Trata de la distribución de los distintos grupos y especies. Gracias a ellas sabemos, por ejemplo, que los cactus se originan en América del Sur, pero que las aves y el hombre han llevado sus semillas a lugares muy alejados. La ECOLOGÍA VEGETAL estudia con más detalle la vegetación de una zona o una localidad determinada. Trata de averiguar, por ejemplo, qué especies vegetales se encuentran presentes en un área determinada de BOSQUE CADUCO o en unas PRADERAS CALCÁREAS. Todas las plantas que viven en tales hábitats están adaptadas a las condiciones climáticas del suelo y así mismo a vivir juntas dentro de una misma comunidad vegetal. La influencia recíproca de las diferentes especies próximas es enorme, en especial en lo que respecta a la competencia por la luz solar, por el espacio y por los nutrientes del suelo. Con respecto a la estructura de las plantas y de los animales..... están formados en su totalidad por CÉLULAS. Una célula vegetal contiene todos los productos químicos y las estructuras que la planta necesita para vivir. El funcionamiento de la planta en su conjunto es posible gracias al trabajo coordinado de todas las células. Pero, al mismo tiempo, cada una de ellas actúa por si misma como si fuera una fábrica en miniatura. La cubierta exterior de la célula se llama pared celular y tiene unos diminutos orificios a través de los cuales intercambian productos químicos entre sí. Cada una de ellas está formada por el NÚCLEO y el CITOPLASMA. Además de soporte, la planta necesita protección. Las hojas y los tallos de las especies no leñosas están recubiertas de una capa celular llamada EPIDERMIS. Su forma exacta varía de una planta a otra. En la superficie exterior de la epidermis hay una capa de cutina, llamada CUTÍCULA. Algunas especies tienen pelos o espinas, compuestas por células epidérmicas modificadas. Cuando la planta envejece y se vuelve leñosa, el corcho sustituye a la epidermis de sus tallos y ramas. La pared de las células del corcho está cubierta por completo de una sustancia impermeable, llamada SUBERINA. El resultado es que el contenido celular muere y se forma un tejido totalmente inactivo. El agua y los alimentos pasan de una célula a otra con relativa lentitud, por lo cual las plantas han desarrollado unos “sistemas de bombeo” capaces de desplazar a los materiales con mayor rapidez. Las CÉLULAS DEL XILEMA transportan el agua desde las raíces hasta las hojas. Se trata de células unas células muertas y alargadas que, al juntar sus extremos, forman un sistema continuo de tuberías. Las células del FLOEMA conducen los alimentos y otros materiales hacia la parte superior de la planta. El AGUA es esencial para la supervivencia de las plantas. Es casi el 50% de la composición de un árbol y el 75% de la de un ejemplar no leñoso. Si ella no podrían tener lugar las reacciones químicas de la respiración y de la fotosíntesis. Es esencial también como elemento de sostén, en especial para las plantas no leñosas. Los delgados PELOS RADICALES la absorben por un proceso llamado OSMOSIS, que el que facilita a sí mismo que pase de una célula a otra. Cuando estos últimos se llenan de agua sus paredes se ponen tensas, y cuando ya no pueden admitir más, se dice que han alcanzado su PRESIÓN DE TURGENCIA máxima. En este estado se ponen rígidas y se mantienen erguidas; por el contrario, si no disponen de agua suficiente se marchitan. Los seres vivos obtienen toda su energía del sol en forma de luz y calor. El calor mantiene la atmósfera y la superficie del planeta los suficientemente caliente como para permitir que haya vida. La luz es utilizada por las plantas para comenzar la cadena energética que mantiene el funcionamiento de los seres vivos. El método mediante el cual las plantas son capaces de capturar y utilizar la energía luminosa se llama FOTOSÍNTESIS. Los vegetales usan la luz para producir alimentos que emplearán en satisfacer sus propias necesidades energéticas, y su vez ellos servirán de alimento a los animales. De esta manera, se va trasmitiendo la energía de unos a otros. Los animales lo utilizan para moverse y para otras actividades orgánicas. Tanto estos como las plantas mueren, y entonces las BACTERIAS los aprovecharan de nuevo, al desempeñar un importante papel y la descomposición de la materia viva. La energía, al final, se convierte siempre en calor, que se irradia hacia la atmósfera y desde allí se pierde en el espacio. El secreto de la vida radica, pues, en el producto químico que posibilita la fotosíntesis. Dicho producto es la CLOROFILA, que es un pigmento verde formado por moléculas complejas, uno de sus ingredientes esenciales es el magnesio, mineral que es absorbido por la corriente de transpiración. La clorofila se encuentra dentro de los CLOROPLASTOS, donde tiene lugar la fotosíntesis. Ésta, como muchos de los procesos químicos vitales, es una larga cadena de reacciones. Sin embargo, en esencia, no es más que la conversión del dióxido de carbono y el agua en azúcar. Se toma el dióxido de carbono del aire y se libera oxígeno. La acción de las ENZIMAS convierte una parte de este azúcar en almidón. La respiración puede considerarse como el proceso inverso a la fotosíntesis. Con el oxígeno del aire, las enzimas descomponen químicamente el azúcar y liberan dióxido de carbono, agua y energía. Si la cantidad de azúcar presente no es suficiente, una parte del almidón almacenado se transforma de nuevo en aquél. En el curso de la fotosíntesis y la respiración, los organismos vivos absorben y desprenden de manera continua OXÍGENO, CARBONO y NITRÓGENO. Se produce así una serie de procesos cíclicos en los que entran en juego los tres elementos. El carbono no se usa sólo, sino combinado en el aire con el oxígeno para formar dióxido de carbono. Las plantas lo utilizan durante la fotosíntesis para fabricar CARBOHIDRATOS, como los azúcares, el almidón y la celulosa, productos que pasan a los animales cuando éstos se comen las plantas. diferentes. El dióxido de carbono vuelve al aire por dos vías Por un lado, al descomponerse los azúcares durante la respiración para producir energía, y por otro, cuando las bacterias descomponen los carbohidratos de los animales y plantas muertos, liberando dióxido de carbono y agua. El oxígeno del aire es consumido durante la respiración y liberado en el curso de la fotosíntesis. Las plantas son, de hecho, esenciales para mantener el contenido de éste en el aire. El nitrógeno es un elemento de extrema importancia para los organismos vivos. Es parte esencial de los AMINOÁCIDOS, que son los elementos constituyentes de las proteínas. Existe una enorme cantidad en el aire (78%) pero por desgracia casi ninguna planta puede aprovecharlo. Sin embargo, algunos organismos son capaces de “fijarlo” y convertirlo directamente en aminoácidos. Dichos organismos mantienen en algunos casos relaciones simbióticas con las raíces de ciertas plantas, lo cual reparte beneficios mutuos. Las plantas obtienen del suelo todos los demás elementos necesarios en forma de minerales. Aunque esenciales, sólo se necesitan en cantidades muy pequeñas. Las GIMNOSPERMAS son plantas productoras de semillas, pero a diferencia de las plantas con flor ( ANGIOSPERMAS), las semillas quedan en parte expuestas a la vista. Las de la piña de un pino, por ejemplo, están protegidas sólo por unas escamas fácilmente separables. Las de las plantas con flor, por el contrario, quedan siempre rodeadas totalmente por el ovario. Las gimnospermas más conocidas son las CONÍFERAS, que producen sus semillas dentro de piñas. Pero los tejos, las cicadinas, y las gnetales son también gimnospermas. El GINKGO es el único viviente de un gran grupo que floreció durante el mesozoico. Los tejos son árboles perennes que viven en Europa, Asia y Norteamérica. Tienen largas hojas estrechas y por esta razón se les incluye a veces, popularmente, entre las coníferas. Sin embargo, no producen sus semillas dentro de piñas, sino que cada una nace por separado y queda encerrada casi por completo en una estructura carnosa y roja, en forma de copa que recuerda a una baya. Las coníferas verdaderas constituyen el grupo mayor de gimnospermas. Incluyen los PINOS, las PICEAS, los ABETOS, los CEDROS, los ALERCES y los CIPRESES. Todos son perennes, excepto los alerces y los cipreses de los pantanos. Tienen las hojas alargadas y aciculares. Las agujas son duras y correosas y su superficie interna en cóncava y por la externa, convexa. Cuando hace calor y sequedad, la hoja se contrae y adquiere una forma casi cilíndrica, con lo cual contribuye a reducir la velocidad de transpiración. El resultado es que las coníferas son capaces de crecer en lugares secos y fríos, en donde la cantidad de agua existente en el suelo resultaría muy escasa para especies frondosas o árboles de hoja ancha. Crecen con rapidez y su madera es más blanda y fácil de trabajar que de la de las especies de hoja ancha. Tienen fibras largas por lo que resultan especial utilidad en la fabricación de papel. Se emplean también para preparar contrachapados, hacer muebles,... Las PLANTAS con FLOR (angiospermas) dominan el mundo vegetal, y son muy pocos los lugares en que no las hay, debido en parte a que han sido capaces de adaptarse a muchos ambientes diferentes. El resultado es que no sólo constituyen un grupo enorme, sino que presentan también una variedad increíble. Especies tan diferentes como las hierbas, los árboles y los cactus son ANGIOSPERMAS, y lo mismo que las flores campestres más sencillas. Se dividen en dos clases principales. Las MONOCOTILEDÓNEAS son todas las que tienen las hojas largas y delgadas y con nervios que corren paralelos. Se llaman así porque sus semillas contienen sólo un COTILEDÓN. La mayoría de las que viven en climas templados son pequeñas y de tipo no leñoso, pero algunas tropicales, como las PALMERAS, son bastante grandes. Las DICOTOLEDÓNEAS presentan una mayor variedad pero, en esencia, sus hojas son siempre más anchas y presentan una red de nervios. Sus semillas tienen dos COTILEDONES. Una planta con flor consta de un sistema radical, el tallo, las hojas y una o más flores. El sistema radical más común está formado por una raíz primaria con ramificaciones o raíces secundarias, que, a su vez, se dividen repetidas veces. Las más pequeñas son muy delgadas y constituyen los pelos que absorben el agua del suelo. Las GRAMÍNEAS no tienen raíces primarias sino unas masas de filamentos ramificados. Las de algunas especies tales como el CARDO y el DIENTE DE LEÓN son alargadas y gruesas, y reciben el nombre de raíz central. Penetran a gran profundidad en el suelo y absorben el agua que otras plantas no pueden alcanzar. El tallo de estas plantas es la estructura de soporte para las hojas y las flores. En su vértice hay una yema terminal, que es el principal punto de crecimiento. El tallo produce hojas en unos puntos llamados nudos. Cada hoja está sujeta al mismo por medio de un peciolo, y en el punto de unión se forma una yema auxiliar que a veces se transforma en una rama lateral. Cuando esto sucede, la hoja original cae, dejando una cicatriz y la rama continúa su crecimiento. Cuando una planta alcanza un determinado estado de desarrollo, produce una o más flores. Se trata de brotes especiales destinados a la reproducción. Crecen en el lugar donde había una hoja o bien en yemas terminales o asilares. La parte principal de sujeción de la flor se le llama receptáculo. El resto está formado por cuatro grupos diferentes de órganos que van unidos a aquél. La serie exterior está formada por unas estructuras en forma de hoja llamadas sépalos, que suelen ser verdes. En su interior están los pétalos, generalmente de vistosos colores, que atraen a los insectos, facilitándose de este modo la polinización. Los otros dos grupos de órganos son los reproductores. Los masculinos (estambres) consisten en unos sacos de polen (anteras) situados en los extremos de unos largos filamentos. En el centro de la flor hay uno o varios órganos femeninos (carpelos). La pieza principal del carpelo es el ovario, que puede contener uno o más óvulos con ovocélulas. Desde la parte superior del ovario se proyecta un tallo alargado denominado estilo, en cuyo extremo hay una superficie receptora de polen, llamada estigma. Las flores se producen a veces aisladas, como en el caso del tulipán, pero por lo general suelen disponerse en grupos o inflorescencias. Muchas de éstas últimas permiten ver con toda claridad las distintas flores que la componen. Se producen de esta manera por ramificación por ramificación del brote reproductor original. El largo tallo florido de la DIGITAL es un ejemplo del tipo más sencillo de inflorescencia. En algunos casos, ésta adquiere tal densidad que parece más bien una única flor, como ocurre con el DIENTE DE LEÓN. El siguiente paso en la reproducción de las plantas es la POLINIZACIÓN, es decir, el transporte del polen desde las anteras de una flor hasta el estigma de otra distinta. Este tipo se llama polinización cruzada. Cuando el transporte se hace desde las anteras al estigma de la misma flor, se llama AUTOPOLINIZACIÓN, pero este caso es menos favorable que el anterior. La primera tiende a producir plantas más fuertes y sanas; aunque la segunda también tiene lugar en la naturaleza, suele ser de modo accidental, e incluso muchas flores han desarrollado ingeniosos métodos para evitarla. El agua, el viento y los animales son los tres agentes principales encargados de transportar el polen. La polinización por medio del agua sucede raras veces, pues daña al polen de la mayoría de las especies. La más común es la que se produce gracias a los insectos o por el viento, aunque en los países tropicales a veces actúan también como agentes polinizadores los colibrís, los murciélagos o incluso algunos mamíferos mayores. Las plantas polinizadas por el viento producen un polen ligero y de aspecto pulvurulento. Necesitan grandes cantidades para que algunos granos lleguen a otros ejemplares. Un ejemplo típico lo constituyen las gramíneas o hierbas. Tiene grandes anteras situadas en un extremo de unos filamentos largos y colgantes. Una parte del polen liberado es capturado por los estigmas plumosos de otras gramíneas. El maíz produce dos tipos de flores en cada planta, si bien las masculinas y las femeninas están separadas, lo que garantiza al polen una mayor probabilidad de alcanzar las flores femeninas de plantas situadas cerca. Los alisos y los avellanos tienen, asimismo, flores masculinas y femeninas separadas, que se agrupan en unas inflorescencias llamadas amentos. El SAUCE también los produce, pero en este caso los de los distintos sexos crecen en árboles separados. Las plantas polinizadas por insectos tiene que atraerlos hasta sus flores, para lo cual el color desempeña un papel muy importante. Ciertos experimentos han demostrado que los insectos responden en particular a los azules, los malvas y los púrpuras. El rojo lo ven sólo como una graduación de grises. Por eso, en los climas templados hay muy pocas flores naturales de color rojo puro. Algunos insectos responden también a diversos tonos de luz ultravioleta, que es invisible para el hombre. Así, hay ciertas flores que a nosotros nos parecen blancas pero a ellos no. Además del color, las flores tienen marcas especiales, tales como líneas y manchas de color, que sirven de orientación a los insectos que vuelan entre ellas. Hay incluso una orquídea de forma compleja, que recuerda a una abeja hembra tanto en aspecto como en olor y al tacto, lo que atrae a los machos, que así la polinizan. Algunas flores atraen a las abejas, otras a las polillas, a las mariposas, a los escarabajos o a otros insectos. Para que éstos realicen los movimientos correctos para la polinización deben ser estimulados. Una estimulante corriente es el néctar, producido en unas glándulas llamadas nectarios, situadas en la base de los pétalos. Cuando el insecto lo bebe, recoge el polen de las anteras y desprende al mismo tiempo en el estigma el que lleva procedente de otras flores. Igual que las especies polinizadas por el viento, las variedades que lo son por medio de los insectos disponen de diversos métodos de evitar la autopolinización o al menos de reducir las posibilidades deque se produzca. En algunas, por ejemplo, los estambres y los estigmas maduran en épocas distintas. Otras plantas producen dos o tres tipos diferentes de flores. Así, unas PRIMAVERAS tienen el botón en forma de borla y otras en forma de alfiler. Los estambres de estas últimas quedan por debajo del estigma mientras que los de las primeras se elevan por encima del mismo. Cuando un insecto visita una del tipo “alfiler”, recoge el polen con la parte central de su cuerpo, y al posarse sobre otro del tipo “borla”, lo deposita en el estigma y recoge nuevo polen con la parte posterior del cuerpo, que a su vez servirá para polinizar una flor de botón alfilerado. Los tres tipos de flor de la SALICARIA tienen una disposición todavía más complicada. El polen procedente de cada uno es capaz de polinizar a los otros dos. Muchas flores tienen una forma tal que el insecto sólo puede entrar de una determinada manera. Se trata por lo general de ejemplares que han elaborado mecanismos para evitar la autopolinización. En la violeta, los cuatro pétalos inferiores están dispuestos de forma parecida a una plataforma de aterrizaje. En el interior, la parte del estigma receptora del polen está cubierta por una aleta. El insecto visitante la abre de forma automática y deposita el polen en el estigma. Las anteras se han modificado, asimismo, para formar una especie de caja recolectora de polen que lo derrama sobre el insecto cuando éste entra para beber el néctar. Dicho polen no puede depositarse en el estigma, ya que la aleta se cierra al salir el insecto. Algunas flores utilizan aromas en lugar de colores como medio principal de atracción. El brote de floración del ARO BLANCO consta de una espiga de flores rodeada de una vaina verde. Las flores se disponen en la espiga en dos grupos: las femeninas cerca de la base y las masculinas encima. Sobre todas ellas hay una franja de pelos y el conjunto total queda recubierto por una vaina. En la parte superior hay un órgano en forma de porra, productor de un olor a podrido que atrae a los insectos. El interior de la vaina verde es escurridizo y los pequeños insectos resbalan y quedan atrapados durante la noche. Unos pelos dirigidos hacia abajo evitan que entren insectos más grandes. Si el ejemplar capturado lleva polen de otra flor polinizará a las pequeñas florecillas femeninas. Las masculinas maduran entonces y rocían al insecto con polen. A la mañana siguiente, la superficie resbaladiza se ha desintegrado y el cautivo puede escapar, llevándose consigo el polen. Cuando un grano de polen se ha depositado en el estigma, comienza a desarrollar un tubo que se prolonga hacia abajo a través del estilo. En su interior hay dos núcleos espermáticos y un núcleo del tubo. Cuando el tubo llega al óvulo tiene lugar la fertilización. Uno de los núcleos del primer tipo se funde con la ovocélula y se transforma en un embrión. El otro se funde con las dos células que hay próximas a la ovocélula, llamadas células polares, y el resultado es la formación de un tejido de reserva de alimentos para la semilla, el ENDOSPERMO. Hablando de las semillas, una semilla madura consta del embrión y del endospermo, rodeado de una cubierta llamada testa que se forma a partir de las capas de tejido que rodeaban al óvulo. La semilla está contenida dentro del fruto formado a partir de la pared del ovario. En la formación del citado fruto participan en ocasiones otras estructuras, tales como los pétalos, los sépalos o el receptáculo, en cuyo caso los botánicos los denominan falsos frutos. Hablando de frutos, existen muchos tipos distintos de éstos, y su estructura está relacionada con el modo en que se dispersan las semillas contenidas en su interior. Como en el caso de la polinización, el agua, el viento y los animales desempeñan un papel importante en dicha dispersión. La realizada por el viento es la más común, y en su forma más simple se encuentra entre varias especies parásitas y diversas ORQUÍDEAS. Las semillas son pequeñas y muy ligeras y flotan en el aire igual que el polvo. Las amapolas tienen un mecanismo algo más elaborado, que consiste en una cápsula que se balancea con el viento. Al moverse, las semillas que contiene son expulsadas a través de diminutos orificios. Algunos frutos están provistos de alas o de paracaídas. Las alas de los frutos del sicómoro y del FRESNO giran igual que las paletas del rotor de un helicóptero. De ese modo, las semillas caen suavemente al suelo, y mientras tanto el viento las transporta a una cierta distancia del árbol. Entre los que tienen paracaídas están los del diente de león y los de las clemátides. El paracaídas está formado por diminutos pelos y permite que el viento transporte al fruto a largas distancias. La dispersión por medio de animales se produce de diversas maneras. Las aves y los mamíferos se comen los frutos dulces y jugosos, como por ejemplo las moras y las ciruelas; las semillas de estos, duras y no digeribles, pasan sin resultar dañadas a través del tubo digestivo del animal. De esta manera, logran desplazarse lejos de la planta que las ha generado. Las ardillas almacenan AVELLANAS y BELLOTAS. En este caso, lo que garantiza la dispersión de las semillas son los olvidos del animal, pues con frecuencia no recuerda dónde ocultó su botín. Algunos frutos secos tienen ganchos o espinas en su superficie que se sujetan a la piel de los animales, transportándose de esta forma a una gran distancia. Muchas plantas con semillas en el interior de vainas o cápsulas disponen de mecanismos explosivos. Por ejemplo, cuando se secan las fibras de la vaina del guisante, se separa en dos mitades; a veces la tensión la rompe y las semillas son lanzadas al exterior. Un mecanismo explosivo similar es el que se encuentra en los géneros Laburnum y Geranium. Cierta especie de pepino tiene un mecanismo poco habitual consistente en la expulsión de las semillas gracias a la presión del líquido que se forma cuando se descompone la pared interna del fruto. Pocos frutos usan el agua como medio de transporte. Sin embargo, los del cocotero, con su gruesa cubierta exterior impermeable, son capaces de desplazarse miles de kilómetros arrastrados por las corrientes oceánicas. Una vez dispersada la semilla, ya está en condiciones de crecer y transformarse en una nueva planta. A esto se le llama germinación. La mayor parte de las semillas necesitan tres cosas para germinar: agua, luz y calor. Dadas estas condiciones algunas germinan de inmediato, mientras que otras permanecen inactivas durante algún tiempo. A este período durante el cual parece que no hacen nada se le llama de latencia. Hay muchas semillas que permanecen en estado de latencia durante los meses invernales y germinan en primavera. La germinación comienza cuando penetra agua en la semilla haciendo que se hinche. El embrión comienza entonces a desarrollarse. Produce primero una tenue raicilla llamada ridícula que penetra por el suelo y ayuda a sujetar a la joven plantita. Produce a continuación un pequeño brote denominado plúmula que crece hacia arriba en busca de la luz. Durante este tiempo la planta utiliza las reservas alimenticias contenidas en el endospermo, el cual en algunas semillas está dentro de los cotiledones y en otras fuera. En ambos casos la semilla puede germinar de dos maneras diferentes. Una de ellas, característica de las semillas de girasol, es la siguiente: los cotiledones, que contienen el endospermo, son empujados por encima del suelo a medida que crece la plúmula. A continuación se vuelven verdes enseguida y comienza la fotosíntesis. Lo mismo ocurre cuando germinan las semillas de ricino, aunque en este caso el endospermo no se encuentra dentro de los cotiledones. Cuando éstos emergen de la semilla el endospermo se queda detrás. En el otro tipo de germinación los cotiledones permanecen enterrados. Contienen en su interior el endospermo y suministran por consiguiente a la joven planta el alimento necesario, pero participan nunca en el proceso de la fotosíntesis. La plúmula es la que produce las primeras hojas verdes.