ANSAR COMÚN Anser anser El Ansar Común Anser anser es, de la especie de ánsares, el más abundante y conocido en los campos de Iberia. También es el mayor y de plumaje más claro. Sus dimensiones no son lo suficientemente destacadas como para diferenciarlo en el campo de los demás, sobre todo cuando se le ve a distancia que es la mayoría de las veces. Pero sí la coloración. Esta es gris o marrón grisácea en las partes superiores, incluida la cabeza y el cuello. Y esta uniformidad en el color es la mejor diferenciación que se puede establecer cuando se contemplan los gansos a prudente distancia, pues las otras especies con las que Anser anser se puede confundir, tienen la cabeza y el cuello mucho más oscuros, ofreciendo un gran contraste con el resto del cuerpo. La carencia del anillo blanco alrededor de la base del pico lo distingue fácilmente de las otras dos especies de gansos, el Ansar Careto y el Ansar Chico, en los que este color blanco es una nota muy distintiva aun a buena distancia. El color del pico es también un detalle bueno para la identificación, pero en general más útil cuando pueden ser observados los ánsares en la mano o a muy corta distancia, pero no especímenes muertos que pierden pronto el color. Lo mismo sucede con su tamaño y con el color del extremo de la mandíbula superior o «uña». El pico del Ansar Común es amarillo anaranjado o simplemente amarillo con la «uña» blanca y los picos del campestre y del piquicorto tienen la «uña» negra, siendo el del primero amarillo y el del segundo rosado. Además la cabeza y el pico son proporcionalmente más grandes y fuertes que en los demás gansos. Cuando abre las alas se aprecia en seguida que su parte anterior es gris claro. Las plumas del nacimiento de la cola, lo mismo por encima que por debajo, son blancas y aquella y el obispillo o rabadilla grises con un ribeteado blanco. Las partes inferiores tienen color gris más claro que en el dorso, siendo algo más oscuro en los flancos y el vientre es blanco. Sobre las partes inferiores destacan a menudo plumas que tienen manchas gris oscuro o negras. Estas parecen ser más numerosas en los machos viejos que en las hembras, pero no deben tomarse como nota distintiva de sexos, porque los machos jóvenes tienen con frecuencia menos manchas negras que las hembras viejas. Los jóvenes de Ansar Común tienen las patas de color rosa grisáceo y en su primer invierno de vida carecen de las manchas negras que los adultos tienen en el vientre y de la estrechísima línea blanca de la base del pico. En general, el plumaje del dorso es en ellos más marrón, menos gris que en los adultos. En su segundo verano de vida ya son como los adultos. El Ansar Común es el tronco silvestre del Ganso doméstico, pero su aspecto general es mucho más ligero y resulta un pájaro muy ágil para su tamaño y no es en el suelo tan torpe como pudiera pensarse. A menudo da la impresión de ave inteligente y avisada que permanece siempre alerta y no permite la aproximación. Muchas veces se ha podido contemplar en el norte de la península las evoluciones de las bandadas de gansos que volaban en círculo sobre la campiña en los primeros días de octubre, cuando abierta la veda de la caza, centenares de escopetas los esperaban en todas las campas. Su desconfianza era muy grande y parecía que adivinaban la situación o descubrían a los cazadores en sus bien camuflados escondrijos, porque después de un vuelo incesante terminaban por alejarse y posarse en el mar, lo que sin duda los libraba de un exterminio total. Cuando un pequeño grupo come en las riberas de un río o en un campo, siempre uno de ellos permanecía alerta con el cuello bien estirado e inmóvil, vigilando atentamente la aproximación de algún intruso. Su vuelo es directo, con batidos de alas regulares y a veces lento, poniendo buen cuidado cada ganso en mantenerse a la misma distancia de su vecino y en opinión de Tucker (1940), un ganso viejo es el que dirige el grupo. Cuando están posados en tierra inician el vuelo más fácilmente que desde el agua. Si son atacados se elevan verticalmente en un gran alarde de facultades. Previamente a posarse se mantienen en el aire unos instantes, frenando su impulso con las alas y permanecen con el cuerpo casi vertical, el cuello doblado hacia adelante y las alas muy extendidas lo mismo que la cola, batiendo enérgicamente aquéllas de atrás adelante. Los ánsares comunes son pájaros de campo abierto que se posan en terrenos llanos y rara vez en irregularidades de los campos y nunca sobre árboles o arbustos, corriendo ligeramente cuando a causa de la muda son incapaces de volar. Son muy gregarios y fuera de la época de la cría se ven en pequeños grupos y juntándose éstos forman a veces copiosos bandos de centenares y aun millares. Sin embargo, está bien comprobado que grupos familiares permanecen unidos incluso en las grandes migraciones. Todas las especies de ánsares se alimentan de plantas que crecen en la tierra o en lugares con abundante humedad. Pero, sobre todo, ésta es una característica muy acusada del Ansar Común, que es un ave que busca para alimentarse las plantas que crecen en marismas y lugares con aguas someras, como en las praderas palustres de Juncia marina o Castañuela y el Junco de laguna o Bayunco. En ellas el Ansar Común come los rizomas o tubérculos de estas plantas, pero también pasta en los prados con hierba corta. Los ánsares se mueven bastante y recorren notables distancias para comer, buscando durante el día lugares favorables. No obstante, y como sucede muy a menudo, los bandos son hostigados por los cazadores y entonces las aves se ven obligadas a comer en los campos y charcas durante la noche. La voz del Ansar Común es un graznido emitido en tono alto y áspero y cuando se trata de un bando que se acerca resulta muy sonoro y puede escucharse a considerable distancia. En Europa dos poblaciones de ánsares comunes tienen comportamientos diferentes. Los que habitan Noruega y Suecia junto con los de Escocia son parcialmente sedentarios y sus movimientos hacia el sur y sudoeste del Continente están casi siempre condicionados por adversas situaciones meteorológicas. Fríos intensos en Europa producen irrupciones de estos ánsares en el norte de Francia y costas atlánticas de este país. Algunos de ellos de forma esporádica alcanzan incluso tierras ibéricas. Los ánsares comunes del norte de Rusia invernan en Europa Central y los nativos de Islandia lo hacen en las Islas Británicas, tomando como cuartel de invernada sobre todo Escocia y el norte de Irlanda. La mayoría de los que invernan en Iberia, concretamente en las Marismas del Guadalquivir, son de procedencia danesa como se ha podido comprobar por el anillamiento. Durante su recorrido hacia el Guadalquivir estos ánsares se detienen en lugares favorables de los Países Bajos, donde el paso es muy notorio, en Francia, en especial en las zonas costeras del Atlántico y ya en territorio peninsular por muchos de los biotopos húmedos distribuidos por nuestra geografía. La migración posnupcial que en Francia es tan manifiesta, alcanza el País Vasco y Navarra, sobrevolando estas tierras sin detenerse si el tiempo es favorable y alcanzando la cuenca del Duero en una primera etapa en Iberia. Los últimos días de septiembre y todo el mes de octubre son las fechas en que la mayor parte de los gansos que invernan en la Península atraviesan la zona más oriental del Cantábrico. Bernis estima, de acuerdo con observaciones de Lack y Noval, que los ánsares que sobrevuelan el País Vasco pueden haber cruzado antes un pequeño trecho del Golfo de Vizcaya. Algunos efectivamente parecen proceder del mar, pero la mayoría llegan costeando o sobrevolando el interior de la tierra a corta distancia de la costa. Si la niebla es intensa o hay una proliferación de cazadores, siguen la línea costera hacia el Oeste y probablemente muchos de ellos alcanzan Santander y Asturias. En estas provincias no son raros todos los otoños pequeños grupos de ánsares e incluso y mucho más a menudo, individuos solitarios que permanecen en las rías de Treto (Santoña), San Vicente de la Barquera y Tina Menor (Santander), Tina Mayor, Villaviciosa y Eo (Asturias) durante varios días. Incluso algunos invernan en ellas, aunque se sospecha que se trata en gran parte de pájaros enfermos o disminuidos en sus facultades físicas. Para Bernis la entrada de gansos por Asturias sólo puede explicarse por efecto de accidental y fuerte deriva migratoria. Se ha comprobado que en pleno Golfo de Vizcaya no se ven ánsares en migración en el mes de octubre, pero sí a 20-25 millas de la costa cantábrica oriental. El paso de gansos por las provincias de Navarra, Alava, Burgos, y La Rioja es un hecho sobradamente conocido, aunque va siendo más raro cada día. Probablemente los que ahora llegan a la Península Ibérica se dirigen directamente hacia el Sudoeste. La laguna de La Nava en Palencia era una etapa obligada para millares de gansos. Su desecación ha sido una verdadera catástrofe ornitológica. Sin embargo, es curioso que estos pájaros continúan llegando a la zona donde antes estaba la laguna, pero su permanencia en aquellos campos es ahora mucho más breve y la mayoría de los ánsares continúan hacia el Sudoeste, buscando las Marismas del Guadalquivir y los campos andaluces próximos. Pero una parte no despreciable alcanza las lagunas saladas situadas al Oeste de Villalpando en la provincia de Zamora, zona también incomparable donde no menos de 1500 a 2000 ánsares pueden ser observados todos los años en el mes de octubre. En Benavente, cerca ya de estas lagunas, se nota mucho la llegada de los gansos todos los otoños. En Palencia el Ansar Común lleva el nombre curioso de «ganso nevado» que se refiere al tono muy blanco que el pájaro muestra al desplegar las alas para volar. En Benavente y Villalpando esta especie es conocida con el nombre de «Pata real» y pueden verse abundantes en la zona por lo menos hasta ya bien entrado noviembre. En los meses invernales los ánsares son escasos, pero en ocasiones forman aún grupos numerosos y con tiempos extremadamente fríos se ven por los campos muy abundantes. En las Marismas del Guadalquivir los primeros ánsares llegan poco después del 15 de septiembre, pero el mayor contingente no lo hace hasta pasado el 12 de octubre y muchos años en que el tiempo es notablemente seco en el Norte, continúa la entrada de ánsares hasta los últimos días de noviembre. Bernis menciona como zonas de querencia en aquellas marismas unos pocos lucios, ante todo los de Las Nuevas. Más tarde, cuando toma agua Hinojos, las mejores querencias se desplazan a esa parte marismeña. El número de ánsares comunes que normalmente invernan allí es muy elevado, pero con notables variaciones de un año a otro. Bernis estimaba en 5000-10.000 aves las que en los últimos años pasaban el invierno en la Marisma Bética. No obstante, estas cifras están sujetas a oscilaciones dependientes de la situación meteorológica otoñal y sobre todo del resultado de la reproducción en Dinamarca, Suecia y norte de Alemania, países que son los que dan el mayor contingente de invernantes en Iberia. Sin embargo, sorprende mucho la cifra de ánsares comunes presentes en enero de 1972 en las Marismas. El censo realizado desde una avioneta arrojó un número de 22.000 ánsares comunes, aunque bien es verdad que se producen duplicaciones al efectuar estos recuentos, pero aun con todo la cifra es muy elevada para las calculadas antes, aunque ya en diciembre de 1967 se habían contado allí de forma incompleta cerca de 10.000 ánsares comunes. Fuera de la región andaluza el Ansar Común aparece en invierno, formando pequeños grupos o cuando menos solitario o en parejas por numerosas zonas húmedas de ambas Castillas, León, Galicia, Cataluña, Baleares, Delta del Ebro y La Mancha. La migración primaveral, no tan espectacular ni notoria como la posnupcial se observa desplazada ligeramente más hacia el Este de la Península. Parece como si la gran masa de ánsares invernantes en Andalucía tuviera prisa por llegar a sus lugares de reproducción. Parten después del 15 de febrero y hasta los últimos días de marzo son vistos sobrevolando Guipúzcoa y Navarra. También en la primavera se ven algunos individuos aislados por las rías norteñas e incluso en Galicia. En las Marismas del Guadalquivir la mayoría han marchado ya para la primera semana de marzo. Muchas recuperaciones se han producido en Iberia de ánsares anillados. Las cacerías celebradas en las Marismas del Guadalquivir proporcionaron abundante material sobre el que se ha basado mucho de lo expuesto. Una inmensa mayoría de los anillados procedían de Dinamarca, anillados en parte como mancones o en muda y como pollos. También los ánsares suecos dan buena cifra de recuperaciones. Los procedentes de otros países de más al Sur, casi siempre son anillados al paso. Dos procedentes de Checoslovaquia lo habían sido allí como pollos.