236.934-"MILONE LILIANA IRENE C/ GUILLEN PEDRO RICARDO S/ DA¥OS Y PERJUICIOS" /// la ciudad de La Plata, a los 1 días del mes de noviembre de dos mil uno, reunidos en Acuerdo los señores Jueces de la Excma. Cámara Primera de Apelación, Sala Segunda, Dres. Juan Carlos Rezzónico y Néstor W. Vásquez, para dictar sentencia en la causa caratulada: "MILONE LILIANA IRENE C/GUILLEN PEDRO RICARDO S/DA¥OS Y PERJUICIOS", y habiéndose procedido con anterioridad a efectuar el pertinente sorteo de ley el que arrojó el siguiente orden de votación: Dres. VASQUEZ-REZZONICO, resolviendo el Tribunal plantear las siguientes: C U E S T I O N E S Primera: ¨Es justa la sentencia apelada de fs. 533/546? Segunda: ¨Que pronunciamiento corresponde dictar?. V O T A C I O N A LA PRIMERA CUESTION; el Señor Juez, Dr. Néstor W. Vásquez, dijo: I. Viene la causa referenciada al Acuerdo del Tribunal en virtud de recursos ordinarios de apelación que contra la sentencia definitiva dictada en su Pri ///// ///// mera Instancia se dedujeran. Los apelantes en el caso estiman haber fundado las correspondientes quejas que el aludido pronunciamiento les ha producido mediante los siguientes escritos: a) parte actora, de fs. 590/598, contestadas por la citada en garantía a fs. 636/638; b) co-demandados Pedro Ricardo Guillén y Gabriela Guillén de fs. 605/612 respondidos por la demandante a fs. 626/631 y por la razón social aseguradora a fs. 640/642; c) del restante demandado Pablo Jorge Antonio Tarling de fs. 615/620 cuyo traslado fue evacuado por la reclamante a fs. 632/634. Existen ataques de los tres apelantes que tienen identidad en punto a la queja: la desestimación de extender los alcances de la sentencia a la razón social citada en garantía otrora Federación Patronal S.C.L. hoy Federación Patronal S.A.. Los co-demandados Guillén consideran a su vez equívoca la decisión de atribuir la total responsabilidad en la ocurrencia del hecho generador a su parte, pues estiman que existió culpa concurrente entre el conductor del Ford Falcon embestidor y la demandante, sosteniendo además que no existe razón o fundamento jurídico que valide la condena a Gabriela Guillén. De su lado, Tarling estima que ///// /////2 es errónea la decisión de hacerle extensiva la condena en virtud del puro aspecto formal de revestir la calidad de titular de dominio registral del automotor, pues al venderlo con antelación al hecho a Gabriela Guillén se había desprendido de la guarda del mismo. Por último, todos los mencionados recurrentes, vierten quejas en punto a los montos indemnizatorios fijados, una por exiguo (actora) otros por elevados (restantes apelantes), poniendo de relieve cada uno desde sus perspectivas las razones o fundamentos que les llevan a solicitar la modificación del fallo en el sentido que respectivamente postulan. Razones de adecuada sistemática llevan a tratar los citados agravios en el siguiente orden: 1) aspecto de las responsabilidades de los demandados Guillén; 2) condena respecto del titular de dominio registral Sr. Tarling; 3) alcance o no de la condena a la aseguradora citada en garantía; 4) queja sobre la medida económica de los montos indemnizatorios. II. Debe señalarse en primer lugar que el marco cognoscitivo de este proceso revisorio por parte de Tribunal tiene los siguientes alcances: a) la competencia de la Cámara se encuentra circunscripta al tra ///// ///// tamiento de aquellos ataques concretos y razonados vertidos, demostrativos -en sustento de las constancias del proceso- de la sinrazón del Juzgador, es decir, en función de los agravios técnica, idónea y suficientemente expuestos (art. 260, 261, 266, del CPCC), por cuanto todas aquellas consideraciones del magistrado sentenciante que hayan servido de fundamento a su decisión no atacadas debidamente, devienen firmes e irrevisables para el Tribunal de Alzada, más allá del mayor o menor grado de acierto o error conque se hubiere conducido el decisor (SCBA Acs. 43.416, 43.697; esta Cám. Sala I causa 211.527; esta Sala, causas 236.816, 236.897, 237.897 y citas allí expuestas); b) no resulta en principio viable someter a la consideración de la Alzada cuestiones que oportuna y formalmente no se dedujeron como para ser decididas por el Juez de grado, a no ser que se trate del supuesto excepcional previsto por la norma (art. 272 del CPCC; SCBA en "Acuerdos y Sentencias" 1985-I-497, 1985-I-854, 1990-I-84; id. en Acs. 33.462, 40.857, 43.403, 44.499, 45.048, 45.656, 45.799, 45.985, esta Sala, causas 233.824, 234.607, 235.396, 236.437, 236.548 etc.). Sentado ello, no corresponde avocarse a este ///// /////3 Tribunal a dilucidar la posible existencia de culpa concurrente entre el conductor del Ford Falcon y la demandante, en la medida en que tal planteo no fue oportunamente plasmado por los quejosos Guillén, a estar a sus escritos de responde obrantes a fs. 79/86 y 121/128, pues esa situación no fue deducida como para ser decidida por el Sr. Juez apelado; directamente se enrostró la responsabilidad en forma absoluta en cabeza de la demandante y de otro lado, en lo que respecta a la amputación de la pierna, se sostuvo por los co-demandados mencionados una responsabilidad de índole médico-hospitalaria, que no fue motivo de decisión en este pronunciamiento como tampoco de queja en tal sentido. En consecuencia, en orden a lo dispuesto por el art. 272 del CPCC no dándose el supuesto de excepción, no puede esta Alzada considerar planteos que no fueron sometidos a la decisión del Sr. Juez de Primera Instancia, en la medida en que tanto el Juez unipersonal como este Tribunal Colegiado deben decidir sobre la base de un respeto a ultranza del principio de congruencia. En el proceso dispositivo son las partes las ///// ///// que tienen que describir los hechos y demarcar los ítems. motivo de la acción aplicándose el brocardio latino "iudex incidet secundum allegata et probata partium", por lo que el magistrado por regla no puede suplir las deficiencias de los que ponen en marcha la pretensión (art. 163 inc. 4ø del CPCC) porque la publicización del derecho procesal no ha alcanzado un grado tal como para llegar a tales límites, ello sin perjuicio de lo dispuesto en los arts. 163 inc. 6ø último apartado y 363 del Código Procesal Civil y Comercial. El petitum debe ser claro y concreto, no pudiendo dejar duda alguna con respecto al factum descripto y al contenido de la pretensión, porque está en juego lo que en el campo doctrinario ha dado en llamarse la teoría de la individualización, donde es suficiente con definir la relación procesal (SCBA Ac.58.713; esta Sala, causas 234.607, 236.112). En base a ello el principio de congruencia lleva a un enmarcamiento decisorio dado en la etapa introductiva del proceso precisamente por los mismos justiciables y de esa forma se trasunta el marco de posibilidades decisorias del Juez en la sentencia, conforme ha quedado trabada la litis, vedando por ende al órgano jurisdiccional reconocer a ninguna de las ///// /////4 partes lo que no ha sido solicitado, así como algo más o distinto (art. 18 de la Const. Nacional; art. 34 inc. 4ø y 163 inc. 6ø del CPCC; Prieto Castro Ferrandiz, L. "Trabajos y orientaciones de derecho procesal" en Rev. Der. Proc. Madrid, 1964, p.279 y ss.; Rosemberg, L. "Tratado de derecho procesal civil", Ejea, Bs.Aires, 1955, t.II p. 325; Calamandrei, P. "Il processo como giuocco" en Revista di diritto procesuale", 1950 p. 23; SCBA en L-42.712, L-43.031; L47.489, L-47.959; íd. en Acs. 45.821, 46.223, 45.939; íd. en "Acuerdos y Sentencias" 1986-IV-101, 1986-IV-505, 1990I-918, 1991-I-353; esta Sala, causas 232.832, 232.834, 233.848, 236.636). El principio de congruencia significa que, como regla general, debe existir correspondencia perfecta sobre la acción promovida y la sentencia que se dicta, lo que se desarrolla en una doble dirección: el Juez debe pronunciarse sobre todo lo que temporánea y formalmente se le pide, o sea sobre todas las demandas sometidas a su examen y sólo sobre éstas, y debe dictar el fallo basándose en los elementos de hecho aportados en apoyo de las pretensiones hechas valer por las partes en sus presentaciones y sólo basándose en tales elementos (SCBA en Ac. en Ac. 50.077; ésta Sala, causas ///// ///// 231.728, 233.848, 234.607, 236.112 cits.). Sentado ello y no habiéndose planteado la existencia en el hecho ilícito de una concurrencia de responsabilidades, teniendo en consideración el análisis de la cuestión a tenor de la sentencia penal condenatoria surgente de la causa tramitada ante el mismo fuero y que agregada a estas actuaciones por cuerda floja como elemento probatorio se tiene a la vista en este acto (arts. 374, 384 del CPCC; expte. Guillén Pedro Ricardo - Lesiones Culposas causa nø 10.996 Jdo. Correc. nø6 La Plata; art. 1102 de la ley 340) la sentencia dictada en este aspecto y perspectiva se ajusta a derecho. En nada empece a tal conclusión la situación que plantea Gabriela Guillén dada su calidad de poseedora a nombre propio del vehículo Ford Falcon en virtud de celebración oportuna de contrato de compraventa de esa unidad automotriz a su titular registral. En función del relacionado contrato la guarda jurídica del automotor pasó a manos de la co-demandada por lo que debe responder (art. 1113 del C. Civil). En lo que a ello respecta, adujo en su responde hechos modificativos que a su entender la eximían de responsabilidad, como que había comprado para otro, mas tal circunstan ///// /////5 cia no cuenta con el respectivo aval probatorio, y sabido es que en principio, cada parte debe probar los presupuestos de hecho basamento de la norma o normas que se invocan como favorables a su pretensión y así, cabe prima facie al actor la demostración de los hechos constitutivos, y al demandado u oponentes, los impeditivos, modificativos y extintivos que opongan (art. 375 del CPCC; Devis Echandía, "Teoría general de la Prueba Judicial", T.I p. 448 "ll" y 407 "d", Alsina, H. "Tratado..." t.II p.191 nø14 Guasp, J. "Derecho Procesal Civil", Madrid, 1958, t.I. p.326; Renditi, E. "Derecho Procesal Civil" t. I.269 nø75; S.C.B.A. en Acs. 23.993, 25.443, 26.944, 47.682, 47.899; íd. en L- 42.959, L-44.272, L-47.420, etc. íd. en "Acuerdos y Sentencia" 1988-IV-51; esta Sala, causas 236.852, 237.322, 237.897) y su insatisfacción o incumplimiento, tan sólo acarrea al incumpliente la consecuencia adversa a la que perseguía con la inicial intención de probar (SCBA en "Acuerdos y Sentencia" 1987-IV-593, 1987-V-77, 1987-V-379, 1988-I-613, 1989-IV-872, 1991-II-511; íd. en L-44.272, L49.232, íd. en Ac. 49.630; esta Sala, causas 234.637, 235.849, 236.548). Respecto a la resultante de las absoluciones ///// ///// de posiciones dadas en el proceso (ver fs. 302 y 306 a tenor de pliegos de fs. 330, 301, 303, 304, 305; arts. 384, 421 del CPCC) debe partirse de la premisa de que corresponde otorgar eficacia probatoria a la absolución de posiciones, sólo cuando en ese acto de confesión - realizado con cumplimiento de todas las exigencias formales (arts. 402, 407, 408, 409, 415 del CPCC; SCBA. Ac. 50.514) la parte absolvente da respuestas que le resultan desfavorables y por contrapartida, le son favorables a la parte contraria (arts. 384, 421 CPCC; SCBA L-46.447, íd. en "Acuerdos y Sentencias" 227.339, 1991-II-782; 228.074, esta 228.075, Sala, 228.218, causas 226.989, 231.474, 231.677, 233.741, 233.858, 234.822, 236.112, 236.639, 236.852), de manera que ellas no resultan eficaces para acreditar ese extremo sostenido por la co-demandada, es más, son absolutamente inversas a su pretensión. En efecto, la co- demandada al absolver posiciones a fs. 308 destaca en un primer momento que "...el automóvil lo había adquirido a Pablo Tarling en el año 1988, que a partir de esa fecha la absolvente lo estuvo usando pero aún no había hecho la transferencia a su nombre..." negando por ende la calidad de propietaria, y que "...le prestaba a su ///// /////6 hermano Pedro Ricardo Guillén el automóvil Ford Falcon..." (resps. 1ø y 2ø posics. a tenor pliego fs. 303) con lo que su voluntad de ser poseedora a nombre propio del móvil y prestataria del mismo a su hermano resultan indudables (cit. art. 421 ley 7425). En esa condición, siendo la que detentaba la guarda del coche, la sentencia contra ella se ajusta a derecho. III. Por su lado, Tarling sostiene que no debe responder al haber vendido la unidad. Tampoco su postura merece acogida. Las disposiciones de la ley 22.977 -vigente a la fecha en que los contratantes señalan haber celebrado la compreventa- que vierten normas atributivas de responsabilidad, constituyen normativas de fondo al igual que la ley 340, de manera que la primera tiene un rango constitucional idéntico a la segunda (art. 31 Constitución Nacional) con la diferencia que contiene normas específicas de responsabilidad para determinados supuestos mientras que el Código Civil sienta pautas genéricas de ellas, pero no existe colisión normativa al respecto. No se desconoce por el opinante que otro es el criterio que en minoría han expuesto los Sres. Mi ///// ///// nistros de la Suprema Corte de Justicia de esta Jurisdicción (ver SCBA Ac. 55.338 voto del Dr. Hitters y voto del Dr. Negri en Ac. 55.947), pero lo cierto es que por decisión mayoritaria la doctrina legal señala que si el titular del automotor no comunicó al Registro de Propiedad respectivo la transferencia del automotor (aviso de venta) responde por el daño provocado por ese vehículo a un tercero (SCBA Ac. 59.017). En concreta respuesta a la queja, digamos que esta Sala mantiene adecuación de sus decisiones con la doctrina legal que en la Provincia, es la judicialmente expuesta por su natural Tribunal, a tales fines, la sentada exclusivamente por la S.C.B.A. (por decisión unánime o mayoritaria de votos) en su actividad interpretativa del orden jurídico vigente (art. 161 inc. 3ø acápite ®a¯ Constitución Pcia. de Bs. Aires; SCBA Acs. 20.066, 20.157, 20.464, 21.112, 34.768, 39.440, 40.143, 52.258; esta Sala, causas 234.155, 234.418 entre otras) sin perjuicio de dejar sentada la interpretación disidente de este Tribunal si correspondiere, y en consecuencia, en base a ello, ha menester relacionar: a) que ante el texto claro y expreso de la ley, cabe aplicar la norma en el sentido estricto de ///// /////7 sus términos (SCBA "Ac. y Sent". 1985-II-376, 1986-IV-134, 1986-IV-605, 1989-I-101, 1989-I-598, 1990-I-147, 1991-I- 534; íd. en Acs. 27.241, 30.395, 39.014, 40.495, 45.868, 47.482, 47.812, 55.947; esta sala, causas 231.122, 233.346). b) que se trata entonces de una situación bien específica -venta de automotores- que tiene su regulación pertinente en base a lo normado por el DL 6582/58, ratif. por ley 14.467 con texto cfme. leyes 22.977 y 24.673, Dto. 1114/97. Se ha establecido en el ordenamiento legislativo mencionado y vigente a la fecha motivo del accidente, que ®...Hasta tanto se inscriba la transferencia el transmitente será civilmente responsable por los daños y perjuicios que se produzcan con el automotor, en su carácter de dueño de la cosa. No obstante, si con anterioridad al hecho que motive su responsabilidad el transmitente hubiese comunicado al Registro que hizo tradición del automotor, se reputará que el adquirente o quiénes de este último hubiesen recibido el uso, la tenencia o la posesión de aquél, revisten con relación al transmitente el carácter de terceros por quiénes él no debe responder y que el automotor fue usado en contra de su voluntad...¯ (art. 27). ///// ///// La modificación introducida por la ley 22.977 al contenido normativo primigenio, tiene por finalidad indudable -se ha dicho otrora por esta Sala-, la de sentar pautas que impliquen un efectivo cumplimiento de las inscripciones en el Registro de las sucesivas transmisiones de dominio, tratando de evitar el hecho notorio de continuadas tradiciones en base a instrumentos privados que se van encadenando sin satisfacer las exigencias legales de registración de las mismas, burlándose expresas disposiciones legales, atentando contra la seguridad de los negocios jurídicos, contra la publicidad de los actos que implican ese especial acto, contra aspectos impositivos que se originen en las ventas realizadas, etc. La preeminencia de la ley específica de la materia que impone determinadas actitudes a seguir para su incidencia en lo referente a la responsabilidad por daños tanto a comprador como a vendedor es indudable (esta Sala, causas 220.489, 220.489 bis). Sólo habiéndose comunicado por el propietario-vendedor al Registro la tradición del automotor con antelación al hecho dañoso, la responsabilidad del titular registral por los daños y perjuicios que se pro ///// /////8 duzcan con el vehículo se revierte y genera la exención en su calidad de dueño de ella, por cuanto debe entenderse producido por un tercero por quién él no debe responder, en una interpretación acorde con el contenido del art. 1113 del C. Civil, de donde el adquirente que no es el titular de dominio, pasa a ser tercero responsable desde la perspectiva de la "suplencia" de la responsabilidad presumida del dueño de la cosa toda vez que reemplaza en el alcance normativo (cit. art. 1113 de la ley 340) al dueño de ella con la asunción frente a la víctima de la aludida responsabilidad en relación al daño generado y vinculando el dominio del automotor, cuya situación legal en este último aspecto no se encuentra regularizada precisamente por la omi- sión del adquirente de satisfacer adecuada y temporánea- mente las exigencias legales. Al no cumplir los vendedores con las obligaciones prescriptas a los transmitentes por la ley específica deben asumir plenamente una responsabilidad que les corresponde aunque alegase haber procedido exteriorizando la voluntad de venta por cuanto es claro y concreto el texto legal de indudable orden público, y en consecuencia el mismo no puede dejarse de lado por la ///// ///// voluntad caprichosa de los particulares. En definitiva, imponiendo la ley una determinada y mínima acción a los titulares de dominio transmitentes como es la de anoticiar al Registro la venta de la unidad automotor en tiempo y forma, la responsabilidad atribuída tiene su origen en la omisión no justificable de los vendedores de no obrar conforme las exigencias del ordenamiento jurídico (esta Sala, causa 233.573). Demás está decir entonces, que no puede este quejoso invocar su propia torpeza como causa liberatoria de una consecuente responsabilidad impuesta por la ley al margen de toda íntima consideración que quepa a los sujetos interpretantes acerca del grado de justicia que el "criterio formalista" que sostienen les merece, pues la misión esencial del órgano judicial del Poder en el Estado es la de interpretar y aplicar las normas ju- rídicas que acorde con los principios y garantías emanados de la Ley Fundamental se hayan dictado en consecuencia (arts. 5, 18, 31, 122, 123 y concdts. Const. Nación Argen- tina; 1, 11, 15, 160, 161 inc. 3ø, 168, 171 Const. de la Pcia. Bs. Aires, esta Sala, causas 221.089, 224.352). IV. Viene a la consideración del opinante el ///// /////9 tema de la desestimación del alcance de la condena a la razón social aseguradora del vehículo Ford Falcon, hoy Federación Patronal S.A.. El mismo -motivo de agravio de todos los apelantes- no deja de ser preocupante en función de lo que podría aparecer prima facie potencialmente como una solución lejana al vulgar sentido de justicia por la circunstancia -desde la perspectiva de quién resulta acreedora- de que es precisamente otra actitud de manifiesta negligencia precisamente del principal responsable como generador del indudable daño, la que serviría potencialmente para eximir la obligación de indemnidad obstaculizando que la condena le sea extensiva a la citada en garantía, de donde bien podría suceder que en definitiva el pretendido resarcimiento integral -máxime la imposibilidad de restituir importantes estados actuales a la situación inmediata anterior al ilícito (art. 1083 del C. Civil)- pudiera quedar eventualmente en simple expectativa, de donde a la justiciable acreedora podrá resultarle una situación incomprensible si dentro de una febril lucubración llega a razonar que por un primigenio actuar absolutamente negligente -no puede comprenderse dentro de parámetros normales y pensándose en un atento y prudente ///// ///// circular con un medio automotor de locomoción como no puede verse un vehículo estacionado de gran porte a la altura de existencia de luz artificial de mercurio- quién transita en condiciones no habilitantes para ello -en definitiva, por no satisfacer la exigencia legal de renovar temporalmente el carnet de conductor lo que trasunta potencialmente un renovado control de las aptitudes psicofísicas para circular- incurriendo en otra actitud manifiestamente negligente, terminaría en definitiva obstaculizando encima la posibilidad de satisfacer el resarcimiento integral y oportunamente considerado. Ello claro está, desde la perspectiva de la reclamante; pero otra bien puede ser la de la razón social aseguradora, en la medida en que el acto de celebración del contrato de seguro no constituye una estipulación a favor de terceros (art. 504 del C.Civil) por cuanto es celebrado en interés del asegurado, quién para ello se compromete al pago de la prima correspondiente (doct. emergente de SCBA en Acs. 34.388, 38.748, 51.937 etc.) y por ende, el fin perseguido por este último es el de que la primera mantenga la intangibilidad de su patrimonio (SCBA ACs. 38.151, 38.173; Cám. 2ø La ///// /////10 Plata, Sala III causa B-88.793), y esa obligación de mantenerlo indemne no es indemnizar como consecuencia de su incumplimiento, sino una obligación contractual cuyo cumplimiento importa la ejecución de un supuesto previsto en la aplicación del contrato (SCBA Ac. 33.329), no siendo viable al Juzgador exceder los límites contractuales que se fijaron entre los contratantes en la respectiva póliza (Cám. 1ø SM. Causa 42.050) aún cuando uno de ellos lo haya hecho en ese sentido mediante el sistema de adhesión, toda vez que no es posible una interpretación extensiva del contrato (SCBA Doct. emanada de fallos en L-34.016, L-43.530, L47.738, L-50.997; íd. Cám. 2ø La Plata, Sala I causa B84.262). Veamos el desarrollo que ofrece la temática sujeta a las circunstancias específicas del caso dado. Inicialmente cabe señalar que los supuestos de "doctrina legal" o de plenarios de Cámaras de este Departamento Judicial (arts. 161 inc. 3ø acápite "a" Const. de la Prov. de Bs. Aires y 37 inc.f) de la ley 5.827 texto vigente; SCBA Acs. 20.066, 20.157, 20.464, 21.112, 34.768, 39.440, 40.143, 52.258 etc.; esta Sala, causas 236.639, 236.675, 236.938, 237.120 entre otras) ///// ///// la doctrina expuesta resulta de necesario seguimiento para esta Alzada sin perjuicio de dejar reservado en forma expresa un pensamiento interpretativo disidente como se dijo supra. El acatamiento a la doctrina así emanada en esta jurisdicción provincial, no puede constituir una afectación del art. 15 de la Constitución de la Provincia, pues de no guardarse el mismo, se podría generar la posibilidad de encuadre en eventual recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley o doctrina legal, demorándose así la posibilidad de acceso a efectiva decisión judicial (esta Sala, causa 232.079). Y al respecto, debe señalarse que no se trata de un supuesto de eximente de responsabilidad por parte de la aseguradora sino de una situación de exclusión de cobertura. Se ha dicho por esta Cámara (Sala III causa 227.054 r.s. 201/97) que la exclusión de cobertura (o riesgo excluido o evento no cubierto o un no seguro) existirá todas las veces que el siniestro tenga lugar en ocasiones en que el contrato de seguro prevé como no idóneo para hacer funcionar la garantía del asegurado. En esa ocasión el Tribunal dijo: "...si el automotor en el siniestro era conducido por alguien inhabilitado para conducir automotores y la póliza en virtud del ///// /////11 cual se aseguró el rodado incluye en su redacción una cláusula por la cual no corresponde indemnizar siniestros producidos o sufridos por el vehículo mientras fuere conducido por personas que no estuvieran habilitadas para su manejo, la entidad aseguradora puede válidamente oponerse al pago de las indemnizaciones reclamadas por la víctima del accidente. No se trata de un supuesto de culpa grave sino de una falta de cobertura lo que significa que se trata de un riesgo diverso al previsto por la norma, es decir, de aquél sobre cuya base se efectuó el contrato...", de donde en definitiva el pactar una cláusula de exclusión de cobertura, el riesgo que se contempla en la misma como no cubierto, trasunta -como se expuso supra- que no existe seguro en ese sentido (Cfme. Cám. 2ø La Plata, Sala III causa B-88.793). Ahora bien, conforme resulta de la póliza obrante a fs. 87/91, en la cláusula de "Exclusiones a la cobertura" (art. 22 de las "Condiciones Generales para el seguro de vehículos automotores y/o remolcados" Anexo A hoja 2) en su inciso II acápite g) se pactó que ®...el asegurador no indemnizará los siniestros producidos y/o sufridos por el vehículo y/o su ///// ///// carga...mientras sea conducido por personas que no están habilitadas para el manejo de esa categoría de vehículo por autoridad competente...¯. Teniendo en consideración la fecha del hecho - 6/10/990- se encontraba vigente la ley 5.800 como reguladora de las exigencias relacionadas con el tránsito en la vía pública (Código de Tránsito de la Pcia. de Buenos Aires) que entre sus disposiciones como las inherentes a la Reglamentación pertinente, se establece: a) Que para conducir vehículos en tránsito por la vía pública, todo conductor debe estar habilitado al efecto (art. 49 ley 5.800) lo que se logra mediante la obtención de la licencia de conductor (arts. 50 y 51 mismo Código), pues el cumplimiento de este requisito extendido por autoridad competente del país habilita para conducir el vehículo del tipo para el cual es otorgada en la jurisdicción de esta Pcia., sea o no dicho vehículo de quién lo conduce (arts. 55 y 56 ley 5.800). b) Que la licencia de conductor podrá ser válida (ver art. 60 ley 5.800) por el término de 10 años a contar desde la fecha en que ha sido expedida (debe observarse que conforme resulta del informe de fs. 326 ///// /////12 de la Dcción. Pcial. del Registro de las Personas la licencia correspondiente otorgada a Pedro Ricardo Guillén lo fue con fecha 8/6/979 con vencimiento al 8/6/89 [arts. 384, 394 y concdts. de la ley 7.425] es decir casi 16 meses con antelación al hecho), mas ese término está condicionado entre otras exigencias- a la aprobación del examen médico periódico (art. 52 ley 5.800 y 49 de su Reglamentación). c) Que para la renovación por vencimiento del término de validez se deben satisfacer ciertos requisitos (art. 54 inc. 1ø Reglamentación) entre los que se encuentran los exámenes de idoneidad en el manejo y el médico destinado a comprobar que el solicitante no se encuentra afectado por alguna de las incapacidades señaladas por la ley (arts. 60 y 61 Reglamentación), pudiendo en caso de iniciarse el trámite de renovación efectuar esa petición dentro de los 30 días de vencido el plazo (art. 70 Reglamento a ley 5.800), término éste de gracia que encuentra su justificante -a entender del opinante- exclusivamente en motivos de organización administrativa para su tramitación, mas en momento alguno encierra una prórroga de validez del término decenal señalado supra. ///// ///// d) Que se encuentra absolutamente prohibido conducir vehículos automotores con la licencia caduca o ceder el manejo a terceros sin licencia (art. 61 ley 5.800). Consecuentemente, si se pretendiera destacar -a los efectos de la puesta en juego de la cláusula de exclusión de cobertura pactada- que la situación de conductor sin licencia es la misma que la de conductor con licencia caduca, sólo a tales fines, a entender del opinante la respuesta es afirmativa. Desde luego que primigeniamente la situación no es asimilable desde la perspectiva del análisis del contenido de la legislación vigente a ese momento en la materia, pues una cosa es conducir en la vía pública sin haber obtenido la licencia para ello -de donde resulta que ninguna autoridad competente pudo verificar si reunía las condiciones para habilitarlo a tal fin- y otra es la del que conduzca con licencia caduca o con retiro y baja de la licencia interín en término de validez, pues prima facie en estos dos últimos supuestos existió un momento de acreditación y cumplimiento de las exigencias legales para su habilitación como conductor idóneo, y ello es dable advertir en el simple cotejo de las situaciones ///// /////13 señaladas pues precisamente el Código de Tránsito en el citado art. 61 la prohibición allí sentada se encarga de establecer como situaciones disímiles que de hecho se conduzca "sin licencia" (inc.a) o "con licencia caduca" (inc. b). Mas otra es la situación en que se plasma la clausula de exclusión de cobertura, pues allí la misma funciona en supuesto en que la persona no se encuentre habilitada para el manejo de esa categoría de vehículo (no debe dejar de pensarse que una licencia puede contener distintas fechas de habilitación para conducir en relación a diferentes categorías) por parte de la autoridad competente, relacionándola con el momento en que se produce el hecho dañoso, y al respecto, la situación sí es asimilable: no esta habilitado para conducir quién carece de licencia de conducir (por su no obtención y no por no portar ella en ese momento; ver art. 62 ley 5.800) como tampoco lo está el sujeto a quién le caducó la licencia, pues en ese sentido, si por "caducar" debe entenderse la extinción automática del derecho, (el mismo "ha dejado de existir"; Enciclopedia Jurídica Omeba, t.II p.481 y siguientes) lo cierto en definitiva es que la validez de esa licencia -supuesto ///// ///// del caso dado en autos- no existe, más allá de computar si el vencimiento del plazo decenal se consideró iniciando el mismo a partir de la fecha de otorgamiento (cit. art.52 ley 5.800) o en el mejor de los casos a partir de los 30 días de gracia que otorga el art.70 de la Reglamentación para su renovación, de donde en esencia, esa persona que como en el caso de autos- no efectuó temporalmente los trámites inherentes a la renovación, vuelve a fojas cero, y se encuentra en la misma situación del que carece de licencia: les está absolutamente prohibido conducir por no tener licencia habilitante, siendo que el derecho del que no renovó se extinguió por operatividad de la caducidad de su licen- cia. Ello al menos desde la perspectiva de la operatividad de la cláusula de exclusión de la cobertura. Consecuentemente, en esas muchas veces azarosa misión de administrar justicia, la honesta interpretación que le cabe al opinante en el supuesto de autos acerca del derecho aplicable en el análisis del contenido de una cláusula contractual de exclusión de seguro sobre cierta situación contemplada en el instrumento, lleva a coincidir con el Magistrado sentenciante, y por ende considerar justa la sentencia dic ///// /////14 tada, cuando la misma excluye a la razón social aseguradora citada en garantía en virtud del contrato pertinente, pues entiende que el compromiso de mantener indemne al asegurado no estaba comprometido cuando el manejo del vehículo motivo del seguro se realizó en la emergencia por persona que se hallaba inhabilitada para conducir frente a la circunstancia de haber caducado los derechos que en tal sentido otorgaba la licencia respectiva, virtud de que la validez de la misma era inexistente ante el vencimiento del término pertinente, agotado con exceso a la fecha del ilícito, lo que hace poner en juego la situación contemplada como cláusula de exclusión de cobertura, cláusula que, en orden al análisis de las posiciones de los contratantes aparece como no abusiva de derecho alguno de los celebrantes (doct. art. 1071 del C. Civil, Regla I del Título Preliminar y art.207 del C. de Comercio) ni alteradora de la buena fe contractual (art.1198 del C. Civil primera parte) más allá de que el seguro -como figura jurídica vigente- tenga una finalidad de solidaridad social de repara íntegramente a las víctimas por un lado y de mantener indemne al asegurado por el otro según el criterio expuesto por el Dr. hitters en Ac.55.654 dado el ///// ///// 17/10/95, porque en el caso, reitera el opinante, no se está en el supuesto de una eximente de responsabilidad por determinado pacto contractual, sino ante una expresa exclusión de cobertura factible de ser pactada y perfectamente válida, y en esencia no se trata de que no existe contrato de seguro para circular con ese vehículo -en condiciones idóneas para ello-, pues existía el mismo, salvo que determinadas y específicas situaciones no se cubrían. Lo expuesto descarta toda posible nulidad de la cláusula. De otro lado, no se participa del criterio de la actora apelante en el sentido de que la cláusula en análisis resulte desajustada a lo prescripto por el art.25 de la ley 20.091, destacando la inaplicabilidad en forma retroactiva de los alcances del Reglamento, pues el mismo data de 1992. Es decir, con posterioridad a la ocurrencia del hecho dañoso. En efecto, el citado art.25 señala que el texto de las pólizas deberá ajustarse a los arts.11 segunda parte y 158 de la ley 17.418, lo que nos lleva a remitirnos ambas normas. precisamente el citado art.11 en su parte pertinente permite incluir en la póliza condiciones particulares, entre las que pueden considerarse aquellas que implican ///// /////15 por sus situaciones excluyentes de cobertura, o dicho de otra forma, situaciones que no son aseguradas en ese contrato y en cuanto a los aspectos formales, ellos surgen de la póliza respectiva, así como el respecto al contenido del art.158 de la ley 17.418, pues la exclusión de cobertura dada no se encuentra dentro de las normas que establecen pautas inmodificables o modificables sólo a favor del asegurado. Por ende, y sin desconocer la implicancia de lo destacado, se considera que la sentencia apelada en este aspecto, también merece ser confirmada. V. En cuanto a los montos indemnizatorios fijados, también motivo de queja de todos los apelantes, ha menester destacar que los argumentos de queja deben autoabastecerse, en la medida en que si los pretensos fundamentos de los agravios no se corroboran en su existencia a través del análisis de las actuaciones, debe confirmarse la sentencia (Carnelutti, "La probe civile" parág. X-115, Roma, 1947; Scardaccione, A. "La probe" Torino, 1971, p.286; Longo, M. y colab. "La probe civile" Torino, 1976, t.II p.1004 apat.5.1.3; esta Sala, causas 183.177, 188.989, 192.927, 210.815). Vienen a colación por su aplicabilidad al ///// ///// presente caso, ciertos antecedentes de esta Sala reiteradamente expuestos a lo largo de sus sentencias: 1. La base de la admisibilidad de un rubro indemnizatorio -deslindada previamente la obligación de indemnizares la existencia de daño concreto, causalmente vinculado con el obrar (por acción u omisión) del responsable, por cuanto debe satisfacerse la reparación de daño cierto y no eventual (arts.1068, 1069, CC. aplicables al subdiscussio; S.C.B.A. Acs.45.463, 46.042, 46.097, 47.829, 47.885, 52.191, 57.980; íd. L-48.473, L-49.232; esta Sala, causas 235.420, 235.697, 236.359 etc.). 2. Sobre ese presupuesto, se encuentra facultado el órgano jurisdiccional a establecer el quantum debeatur mediante estimación judicial si es que no resulta demostrada a través de las constancias del proceso la cantidad determinada o determinable de la medida económica del detrimento (art.165 del C.P.C.C.; S.C.B.A. "Acuerdos y Sentencias" 1989-I-332, 1989-IV-804; esta Sala, entre varias más, causas 230.480, 230.481, 234.406, 235.697 cit.). 3. En punto a valores sujetos al prudente arbitrio judicial, sea por tratarse de daños no sucepti ///// /////16 bles de trasuntarse en cantidades determinadas o determinables en moneda, o bien porque de haber sido, demostrada la existencia del daño no se acreditó fehacientemente la precisa importancia económica del mismo, lo cierto es que en definitiva en esas situaciones los justiciables no han hecho más que someterse a una distinta "estimación": la del Juez, que a fin de trasuntar que el prudente arbitrio no se trastoque en decisión arbitraria, debe señalar las pautas del proceso que tuvo en consideración, y las mínimas circunstancias que lo llevan a arribar a ciertas cantidades de dinero que estimó adecuadas al caso, que en suma, no son más que la formación de un criterio cauteloso que trasunte un equilibrado decisorio de acuerdo a los precedentes que conforman en definitiva reglas de experiencia, aplicadas con pautas lógicas, pues si bien no es dable vislumbrar un cuadro aritmético que arroje resultantes exactas, ni existe un sistema legal tasado, ni una postura pretoriana mayoritariamente aceptada, lo cierto es que ese "prudente arbitrio" se va conformando en el Juzgador a través de su propia experiencia (vg. valores establecidos en otros procesos en situaciones de gran similitud que han sido consentidos por los justiciables ///// ///// y por ende los presume justos, eventuales confirmaciones de ellos por Tribunal de Alzada interviniente) y la comparativa a través de la lectura y conocimiento de doctrina judicial -eventualmente científica-, que en actividad privativa (S.C.B.A. "Acuerdos y Sentencias" 1991-II-9) le llevan a tener un criterio valorativo por supuesto no desprovisto de ascendencia subjetiva (S.C.B.A. "Acuerdos y Sentencias" 1989-I-332, 1989-IV-804; esta Sala, entre varias más, causas 235.246, 235.384, 236.639), que es lo específico del caso dado. En ese cometido, la prudencia de los jueces viene sostenida por la preocupación constante de dar a cada uno lo suyo evitando que de otra forma, la pretensión indemnizato- ria se transforme en una fuente de enriquecimiento indebido. Sobre esa base, la "estimación judicial" debe valorarse para cada caso conforme las circunstancias fácticas antecedentes que particularizan el mismo, de forma tal que la conclusión económica dada en un proceso dificilmente resulte plenamente aplicable a otro (esta Sala causas 235.396, 235.873, 235.874). 4. Las estimaciones de las partes efectuadas en los escritos introductivos del proceso sobre los montos que consideran justos no atan al Magistrado ///// /////17 salvo que constituyan un tope cuantitativo establecido por el propio justiciable (S.C.B.A. Ac.28.309; esta Sala, causas 235.453, 235.776, 236.699). No siendo así debe el Magistrado analizar en primer término lo que resulta de la prueba producida, recurriendo a su estimación mediante prudente arbitrio en el caso de que, acreditado el daño, no surjan de los elementos probatorios pautas suficiente para considerar cantidad determinada o fácilmente determinable. Por otra parte, no se viola el principio de congruencia cuando el Juzgador se aparta del método propiciado por el actor (o demandado en su caso) para la determinación de daños y perjuicios (S.C.B.A. en "Acuerdos y Sentencias" 1988IV-118; esta Sala, causas 233.154, 233.707, 234.406, 235.112). 5. Todo daño real ocasionado que haya generado una minusvalía en una persona, como lesión a la integridad psicofísica del individuo (S.C.B.A. en "Acuerdos y Sentencias" 1989-I-384; esta Sala, causas 217.591, 220.210, 220.329, 223.285, 223.308, 223.481, 224.121, 224.585, 228.028, 231.989), debe ser resarcido pues trátase de una lesión al debido uso de su propio cuerpo, a su salud (esta Sala, causas 221.381, 222.003, 223.481, 224.212, 226.097, 226.541, 228.595, 229.114, ///// ///// 231.989, 232.113, 233.154, 235.448, 235.776), con prescindencia de que la víctima ejecute o no actividad lucrativa, de allí que la incapacidad no puede merituarse solamente en el aspecto laboral, sino como disminución de la genérica aptitud del individuo, correspondiendo en pro de una determinación prudente mediante arbitrio judicial, analizarse las reales lesiones sufridas, la implicancia de ellas en el desenvolvimiento del sujeto y su proyección de vida, acorde con las propias circunstancias del ahora discapacitado (arts.1.068, 1.069, 1.083 C. Civil; art.165 del C.P.C.C.; esta Sala, causas 233.858, 235.967, 236.639, 237.508 entre otras). 6. Ergo, si la incapacidad es una disminución que afecta a la víctima en su relación con la genérica aptitud que como individuo en uso de su propio cuerpo detentaba con antelación al hecho dañoso mientras que el lucro cesante es la disminución de la ganancia líquida que con motivo del ilícito puede haber dejado de percibir la víctima (esta Sala causa 216.685 bis, 218.604), son rubros bien distinguibles, aunque este último se haya generado por la existencia de la primera (S.C.B.A. Acs.42.258, 52.258; esta Sala, causas 1888.741, 206.204, 210.265, 212.569, 212.570, 213.711, ///// /////18 213.782, 215.330, 215.933, 217.776, 217.919, 224.212, 225.292, 232.252, 235.084, etc.), por lo que la procedencia de ambos, de ser viable, no significa una superposición de indemnizaciones por un mismo concepto, pues ellos son bien diferentes. 7. El daño moral, como lesión a derechos que afectan el honor, la tranquilidad, la seguridad personal, el equilibrio psíquico, afecciones legítimas en los sentimientos o goce de bienes, así como de padecimientos físicos que los originen o espirituales relacionados causalmente con el hecho ilícito, en virtud de su naturaleza de carácter resarcitorio pues no se trata de punir al autor responsable, de infringirle un castigo sino de procurar una compensación del daño sufrido (art.1078 CC.; Orgaz, "El daño resarcible", 2a. ed. Bs.As., 1960, p.230 nø57; esta Sala causas 235.448, 237.322) se encuentra sujeto en su estimación al prudente arbitrio judicial (S.C.B.A. en L-50.480, 51.354; íd. en Acs.51.179; esta Sala, causas 233.154, 235.396), y no tiene porqué guardar proporcionalidad con el daño material, pues (S.C.B.A. depende de Acs.21.317, la índole 21.512, del 21.515, hecho generador 31.583, 42.303, 43.813; esta Sala, causas 237.120, 237.322, ///// ///// 237.508). 41.539, 8. Por último, tiene dicho esta Sala, con aplicabilidad a estos autos, que cuando existe queja acerca de un quántum indemnizatorio y la parte recurrente sostiene la improcedencia de la medida económica del mismo sustentándose en las mismas circunstancias fácticas y/o jurídicas merituadas oportunamente en la sentencia, en definitiva, el pretenso agravio tiene sólo una lectura lógica: la mera disconformidad con la valoración en dinero efectuada por el Juzgador, sin otro aditamento demostrativo, y en consecuencia ello por si solo no constituye agravio en los términos del art.260 del C.P.C.C., puesto que en ese sentido exhibe sólo discrepancia y dista mucho del ataque concreto y razonado del fallo acreditante de la sinrazón del decisor (esta Sala, causas 235.453, 235.697, 235.737 etc.). En función de todo lo expuesto, se han dado respuestas obvias a ciertos argumentos de queja de los recurrentes, tal como aquellos que sostienen que dentro del monto de incapacidad va ínsito el otorgado en concepto de lucro cesante, circunstancia que no es compartida por el Tribunal, de donde la conclusión lógica es la desestimación de tales criterios. ///// /////19 Ahora bien, en pro de evitar un posible otorgamiento de dos montos indemnizatorios por el mismo concepto, se involucró en cantidad única lo otorgado frente a la incapacidad, a la ayuda doméstica, a los gastos de visita médica y tratamiento kinesiológico, a obtención de un automotor con características especiales. Este Tribunal no comparte ese aunamiento, que motivó queja de la demandante, y si bien participa desde esa perspectiva de lo sostenido por ella en lo referente a inexistencia de razón en la superposición, de la detenida lectura dada a contenido pertinente volcado a fs.596/597 no se advierte en definitiva el concreto agravio que tal aunamiento le ha generado, pues se denota que el fundamento real de la queja se relaciona con lo que se considera monto exiguo que no se compadecería con la resultante no exagerada de su estimación en sustento de una realidad concreta según manifiesta. Por ende, sin perjuicio de no compartir el criterio de aunar esos rubros, no se advierte la razón ahora de su separación en los diferentes campos en la medida en que lo esencial a decidir -por concreta queja- es si el monto resultante de esa sumatoria es o no el ejercicio del prudente arbitrio judicial, en tanto y en cuanto ///// ///// cada uno de los ítems componentes por la índole del reclamo y la prueba producida, se encontraban todos sujetos a la estimación judicial. Señala la actora que la única objeción posible es la falta de exacta acreditación de los ingresos previos, destacando la prueba testimonial producida como pauta demostrativa de los mismos al menos -se agrega por el opinantecomo elementales indicios de una actividad lucrativa ejercida por la demandante. Desde esta perspectiva, también ha de considerarse algunos de cuyos elementos son ponderados por el titular del Ford Falcon en su queja- lo que resulta de la prueba informativa dada a fs.221/226, 279, 320, 347, 364/366 (aunque sin dejar de valorar que lo informado está relacionado con actividad de la actora posterior al hecho), 379, 429/430 lo que son merituados -al igual que el resto de la prueba valorada- a la luz de las reglas de la sana crítica (arts.384, 456 del C.P.C.C.) y lo dispuesto por los arts.394 y ss., 457, 462, 474 y concdts. del C.P.C.C. En cuanto a la prueba testimonial, no existen pautas para restar eficacia a los dichos con excepción de aquellos datos de los deponentes cuyo origen de co ///// /////20 nocimiento este dado exclusivamente en las manifestaciones que al efecto le hubiere hecho la parte oferente al declarante en sus respectivos casos, por cuanto es criterio de este Tribunal que no resulta conocimiento eficaz que pueda llevar al Juez a la convicción de la certeza con que se expide el testigo, cuando el dato aportado por el sujeto deponente, tiene su origen en las manifestaciones que al efecto le ha hecho en su momento el propio oferente. De no concluírse en ello, se corre el riesgo de otorgar credibilidad a quién aporta datos sobre hechos que se suponen acontecidos en la forma que los relata, en base a lo que el propio interesado le ha referido, con lo que es fácil inducir al declarante e introducir en el proceso un elemento de prueba espúreo que puede no condecirse con la realidad histórica (arts. 384, 456 C.P.C.C. cit.; S.C.B.A. "Acuerdos y Sentencias" 1987-II-174, 1988-I-42; esta Sala causas 233.851, 233.858, 234.637), a no ser que el oferente relate al testigo circunstancias que le son totalmente adversas, con lo que se deslinda toda intención de inducir al testigo a que declare en su favor (esta Sala, causas 215.254, 216.035, 216.610, 217.986, 220.014 cit., 223.148, 224.297, 228.218, 230.359, ///// ///// 236.548 algunas cits.) lo que no es dable observar en estás actuaciones. Resulta obvio ingualmente que afecta la eficacia de la declaración del testigo cuando la misma carece de suficiente razón del dicho o ella brilla por su ausencia, así como cuando ésta, vertida, aparece como inverosímil conforme a las circunstancias que rodean el caso y el conocimiento del declarante (art.384, 456 C.P.C.C.; esta Sala, causas 233.707, 233.851, 234.637, 235.084, 236.639). Sobre esa base se aprecia que del dicho de los testigos no surge precisamente una pauta uniforme. En efecto, se valoran las declaraciones de M.B. Alvarez (fs.316) ex compañera de trabajo de la actora en la Clínica Sta. Rosa en el año 1987 y en la Clínica neurosiquiátrica de City Bell en el año 1989; de I.E. Ruiz (fs.318) administradora de la Clínica Sta. Rosa mas señala haber trabajado junto a la demandante en la Clínica Sta. Fe y en el año 1986 en la mencionada Sta. Rosa; de E. F. Sapag (fs.330) odontólogo que conoció a la reclamante en virtud de una relación laboral en la Clínica Sta. Fe. Mientras Alvarez dice que la actora atendía en la Clínica Sta. Rosa 30 pacientes y en la restante ///// /////21 28 lo que se supone conoce por haber sido la testigo empleada administrativa, señala que en ambos establecimientos el cobro se hacía por parte de obras sociales a través del colegio de kinesiólogos, aunque algunas que no entraban en el convenio se facturaban por la clínica, y acota en base a una comparación con las remuneraciones de la declarante, que en la Clínica de City Bell el ingreso de la actora era de alrededor de $1.000 (a valor contemporáneo a su declaración), la declarante Ruiz dice que en la Clínica Sta. Rosa la actora atendía aproximadamente unos 25 pacientes día por medio, explicando los sistemas de facturación. Por su lado Sapag alude a que en la Clínica Sta. Fe la actora atendía a unos 15 paciente por día y por semana entre 40 y 50 pacientes, y las remuneraciones por ello las calcula entre 2.000 a 3.000 pesos. En resumen, no existen datos precisos y concretos ni sobre la cantidad de pacientes, ni en un mismo lugar de trabajo, ni por ende en las cantidades, que difieren en mucho a lo que se informa a fs.221/226 y fs.429/430 en cuanto a lo sostenido por Sapag, sin dejar de considerar que lo dicho por Alvarez se relaciona con una sola Clínica. Lo cierto es que mag•er los informes negativos de fs.279 y 347, lo resul ///// ///// tante de fs.379 y lo que emerge de fs. 427, puede aseverarse que la actora realizaba actividad rentable como kinesióloga, siendo lo demás simple indicios para evaluar en punto a ganancias, no precisos ni concordantes (art.163 inc.5ø segunda parte del C.P.C.C.). Es indudable, y puede considerarse circunstancia fáctica consecuente, que por la índole de las lesiones padecidas, durante un lapso prudencial la actora no pudo volver a sus tareas. El grado de intensidad de laboreo posterior como su genérica aptitud consecuente emerge de la pericia traumatológica de fs.442/444, integrada con las presentaciones de fs.464/466 y 447/478 elemento probatorio que se tiene en consideración en virtud de no existir pautas que pongan de manifiesto la necesidad de apartamiento (arts.384, 474 del C.P.C.C.). Teniendo lo expuesto en consideración, como asimismo el resto de la prueba producida y valorada por el Sr. Magistrado sentenciante a la que se efectúa remisión brevitatis causae por compartir la misma y que hace en definitiva a las secuelas que en la vida laboral y de relación se han generado a la actora, debo destacar que sin perjuicio del evidente esfuerzo por ///// /////22 parte de la demandante en arribar de su lado a estimaciones impregnadas de cierto rigor lógico, y sin dejar de valorar que muchas de ellas tienen en si mismas el vicio propio de ser situaciones futuras y por ende aleatorias, debe el opinante concluir que el Juzgador apelado no exhibe en su valoración otra pauta que una preocupación por sentar una medida económica de esos perjuicios en sustento de un prudente arbitrio, no evidencia elementos ni criterios que permi- tan sostener el trastocamiento de ese prudente arbitrio en decisión arbitraria y obra dentro de las facultades que la ley ritual le otorga (art.165 del C.P.C.C.), razón por la cual no se advierte -ni resulta de las argumentaciones de los apelantes pautas demostrativas- que exista un absurdo, un palmario desencuentro con la realidad social e individual que corresponde vivir a la demandante en el aspecto socio-económico ni un despropósito ajeno al sentido del art.1083 del C. Civil, por lo que ha de propiciarse se confirme en ese sentido el moto indemnizatorio establecido, pues aparece el mismo como prudente ejercicio del arbitrio judicial. En lo referente al daño moral, debe destacarse que a más de lo valorado por el Juzgador, se ///// ///// tiene conciencia de que el tipo de daño generado y sus secuelas, han cambiado absolutamente la vida de la demandante, sometiéndola permanentemente -de por vida- a una continua prueba de esfuerzo físico y psíquico que constituye en definitiva vivir día a día con conciencia de una importantísima minusvalía absolutamente discapacitante, puesta a prueba de continuo con un concreto sentir periódico de innumerables situaciones que le están vedadas como vida normal comparativamente a la que desarrollan otros y la que desarrollaba con antelación al hecho, no sólo en la primigenia actividad deambulatoria sinó en la imposibilidad de desempeño en la variada gama de actividades sociales, deportivas, culturales etc. Lo relacionado pretende destacar que es un sufrimiento espiritual de por vida, sólo mitigable en mínima medida por el transcurso del tiempo y el sometimiento psicológico de aceptación a ese derrotero y a ese futuro hasta el fin de nuestros días, es decir por la aceptación resignada de nuestra suerte que ya está echada por el actuar responsable de un tercero y la que resulta irreversible, más allá de los vaivenes de momentos espirituales unos mejores que otros. Pero lo cierto es que todos y cada uno de los días que le toca ///// /////23 enfrentar a la demandante en esa su condición actual, no puede dejar de ser una mortificación espiritual constante. Es entonces en virtud de esta evaluación sumada a la efectuada por el Sr. Juez decisor, y a la circunstancia que se ha pautado supra que la graduación económica del daño moral no depende de la dada en relaciona al daño material sino de la índole del hecho generador, es que se propicia establecer el mismo con valores al momento del fallo apelado, en la cantidad de $150.000 lo que trasunta un incremento en relación a fijado en la sentencia- de $30.000, lo que de compartirse, genera la modificación parcial de la sentencia sujeta a revisión. Por lo expuesto, emito mi VOTO PARCIALMENTE POR LA AFIRMATIVA. El Sr. Juez Dr. Juan Carlos Rezzónico, adhirió al precedente voto por aducir iguales fundamentos. A LA SEGUNDA CUESTION, el Sr. Juez Néstor Walter Vásquez, dijo: Teniendo en consideración el resultado de la votación a la cuestión anterior, en lo substancial debe confirmarse el fallo apelado con la sola excepción del monto de condena que a la fecha del mismo se establece ///// ///// en $456.000,00 por incremento del rubro daño moral que de su estimación inicial en $120.000,00 se eleva a $150.000,00. Con costas en esta Segunda Instancia a la parte demandada por resultar vencida (art.68 del C.P.C.C.) debiendo postergarse la pertinente regulación de honorarios por los trabajos profesionales para su oportunidad (art.31 Dto. Ley 8904/977). ASI LO VOTO El Sr. Juez Dr. Juan Carlos Rezzónico, adhirió al precedente voto por aducir iguales fundamentos, con lo que se dio por finalizado el Acuerdo, dictándose por el Tribunal la siguiente: S E N T E N C I A La Plata, de noviembre de 2001. AUTOS Y VISTOS: CONSIDERANDO: Que es parcialmente justa la sentencia apelada (arts. 68 del CPCC.; 31 del Dto. ley 8904/977). Por ello: y demás fundamentos del precedente Acuerdo; se confirma el fallo apelado en la sola excepción del monto de condena que a la fecha del mismo se ///// /////24 establece en $456.000,00 por incremento del rubro daño moral que de su estimación inicial en $120.000,00 se eleva a $150.000,00. Con costas en esta Segunda Instancia a la parte demandada por resultar vencida (art.68 del C.P.C.C.) debiendo postergarse la pertinente regulación de honorarios por los trabajos profesionales para su oportunidad (art.31 Dto. Ley 8904/977). REG. NOT. DEV.