XI Congreso Español de Sociología. Crisis y Cambio: Propuestas desde la Sociología. 10-12 Julio, 2013. Resumen de Comunicación: La perspectiva de los sistemas sociales en el análisis de la protesta. El Caso del Frente Popular Francisco Villa. Introducción Desde al menos las últimas dos décadas, en la Ciudad de México han sido recurrentes las movilizaciones políticas y sociales, especialmente durante las álgidas coyunturas electorales, en el marco de un acompasado proceso de transición y consolidación democráticas. Tales ciclos de protesta han surgido en periodos concretos de la historia política reciente, a saber: 1988, 1994, 2004 o 2006. Estas intensas campañas de movilización política y social han sido alimentadas por una gran cantidad de organizaciones y movimientos sociales que han organizado y han movilizado a sus militantes en torno a diversos reclamos y demandas: desde mayores libertades políticas, hasta la ampliación y profundización de sus derechos sociales, civiles o culturales. La presencia de tales organizaciones y movimientos en la vida pública ha sido significativa y sin duda ha sido fundamental en el proceso de cambio político no solo del país sino de la urbe. Tales organizaciones y movimientos han sido estudiadas con el objetivo de observar los impactos que han producido en las instituciones políticas y sociales, así como también para explicar su transformación de actores sociales a actores políticos. En efecto, los cambios experimentados por tales organizaciones y movimientos en términos de su evolución desde actores sociales o actores de protesta, en un primer momento, y su reciente papel como actores políticos, y su correspondiente inclusión en la dinámica de la política institucional, aparecen como procesos íntimamente enlazados y que pueden ser explicados como parte de la constitución de la sociedad civil y del proceso más general de transición hacia la democracia en México (Álvarez Enríquez and Bolos 2003; Álvarez Enríquez 2004; Bolos 1999). En su mayor parte, los estudios en torno a este enorme conglomerado de organizaciones y movimientos, así como su tránsito a la esfera de lo político ha discurrido desde la perspectiva de los actores sociales, a través de la utilización de modelos de acción colectiva, sujetándose a un argumento que privilegia la dinámica entre restricciones estructurales y oportunidades, por un lado, y acciones individuales y colectivas, por el otro. Así, por ejemplo, al estudiar la participación de organizaciones sociales independientes en la coyuntura electoral de 1988, (Klesner 1998) argumenta que para estas organizaciones las elecciones aparecieron como medios y oportunidades legítimas para alcanzar el poder sin recurrir a la violencia y a la ruptura con el régimen. Más aún. En su discusión con Klesner, López Leyva (2007) añade que la decisión de sumarse a la actividad electoral y colocar entre paréntesis su independencia de la política es también un proceso que se explica a partir de la coincidencia de la identidad y programas políticos de los actores, con las expectativas de éxito que movimientos políticos como el Cardenismo (en 1988) lograron generar entre las organizaciones sociales. Sin embargo, a pesar de la riqueza de la evidencia empírica que tales investigaciones han provisto, aún falta responder a la pregunta de ¿qué procesos internos ocurren en las organizaciones que las conducen a tales coyunturas de decisión? Y ¿cómo se entrelazan tales procesos con los cambios estructurales no sólo del sistema político sino también de las organizaciones y movimientos que los acompañan? 1 Para ensayar una respuesta, la presente ponencia tiene como objetivo presentar el estudio de las formas de la organización social, de la lucha popular y la protesta desde la perspectiva de los sistemas sociales mediante el uso de la distinción conceptual sistema/entorno. En este sentido, para analizar las organizaciones populares y movimientos de protesta, en este escrito se propone, por un lado, observarlos como sistemas sociales, es decir, sobre la base de sus procesos de reducción de complejidad, diferenciación y acoplamientos con el entorno, entre otros. Por otro lado, desde el punto de vista del entorno, la investigación debe direccionarse hacia tres niveles de análisis: la observación de los eventos históricos concretos, que conmina a la toma de decisiones en un horizonte social específico; la observación de la evolución socio-cultural que constituye un horizonte estructural de formas de movilización y organización y un campo semántico para la toma de decisiones; y, finalmente, la observación de la diferenciación funcional del sistema político –y las oportunidades y restricciones que ofrece. La pregunta que guió la investigación fue ¿cómo se entrevera la dinámica de las organizaciones populares o los movimientos sociales con los cambios en el sistema político? La hipótesis de trabajo conllevó la realización de un análisis en tres niveles: un nivel micro que diera cuenta de los procesos y estructuras internos de los movimientos y organizaciones; un meso nivel que observara los discursos y campos semánticos en que operan los actores; y, finalmente, un análisis macro de carácter descriptivo que diera cuenta de las transformaciones estructurales del sistema político. Para mostrar de mejor manera los alcances de la propuesta, el modelo teórico lo he aplicado en el estudio del Frente Popular Francisco Villa, una organización militante con características de movimiento social que se ha erigido en una “actor” clave en la ciudad de México, concretamente en la región de Iztapalapa. El caso del FPFV es, además, interesante, porque es una organización que desafía, en un primer momento, el patrón seguido por las organizaciones populares y los movimientos sociales de integrarse a la vida política institucional como paso inmediato posterior a la protesta social. La investigación se diseñó como un estudio cualitativo en que se busca observar el horizonte de sentido de los actores y los procesos causales que (los) gatillan su acción. El objetivo fue reconstruir la historia social y política de organizaciones populares en la región -como el Frente Popular Francisco Villa- y se realizó con el fin de estudiar las prácticas políticas y las formas de organización popular y de movilización de protesta que se han constituido entre múltiples actores en un mismo campo de conflicto. Con base en lo anterior, en lo que sigue se procederá a I) exponer brevemente algunos lineamientos del marco teórico que sustenta la investigación; en seguida II) se describe, de forma sucinta, la estrategia metodológica que guió la recolección y análisis de los datos y, III) finalmente, se presentan algunos resultados del análisis en el que se exponen brevemente los orígenes e historia social y política de la organización FPFV, así como su diseño organizativo. I Una propuesta de análisis: las estructuras de los sistemas sociales La propuesta analítica elegida para explorar la organización popular seleccionada conlleva un cambio conceptual en la definición del fenómeno social que se investiga. Como punto de partida, el giro sistémico propone observar, analizar y describir las organizaciones militantes como el FPFV -y, de igual forma, los movimientos socialescomo organizaciones o movimientos de protesta lo que, a su vez, significa entenderlos como sistemas sociales auto-referenciales, operativamente clausurados que operan sobre la base de comunicaciones (Luhmann 1987, 1996a, 1996b). En efecto, a diferencia y en 2 clara oposición a la tradición clásica del estudio de los movimientos sociales, la cual sostiene sus propuestas analíticas sobre modelos complejos de la acción social –ya sea colectiva o individual-, la teoría de los sistemas sociales deja de lado el análisis de la acción social y apuesta por la observación de la comunicación. Tal salto teórico no es exclusivo de la teoría de los sistemas sociales pues ha sido emprendido, como bien se sabe, por otros teóricos sociales, entre los que destaca (Habermas 1995) quien, sin embargo, sostiene a la acción –la acción comunicativa- como el eje del análisis científico. Por lo demás, la perspectiva de los sistemas sociales ha generado un amplio debate teórico sobre sus alcances explicativos y sus compromisos normativos, que sin duda enriquecen la discusión teórica y principalmente su aplicabilidad en la investigación empírica. Desde la perspectiva de los sistemas sociales existe ya cierta literatura que aborda el tema de la protesta en general y de los movimientos sociales en particular (Hellmann 1996; Japp 1986a, 1986b, 1993); y que ha desarrollado estrategias analíticas y modelos conceptuales para el estudio de la protesta (Estrada Saavedra and Millán 2012; Estrada Saavedra 2012); este trabajo se inscribe en esa dirección. Estudiar las organizaciones y los movimientos sociales desde la perspectiva de los sistemas sociales que operan en un entorno tiene algunas ventajas analíticas: 1) permite observar los procesos y estructuras internos de los sistemas sobre la base del análisis de un tipo específico de comunicación: comunicación de decisiones en el caso de las organizaciones y comunicación de protesta en el caso de los movimientos sociales; 2) enfocarse a la observación de la “comunicación”, como alternativa analítica al estudio de la “acción”, ofrece una mayor instrumental conceptual para estudiar la diferenciación interna y la evolución de las organizaciones y los movimientos; 3) observar una organización o un movimiento social sobre la base de la distinción sistema/entorno hace posible observar las organizaciones y los movimientos (entendidos como sistemas operativamente clausurados y auto-referenciales) y sus acoplamientos estructurales con los sistemas funcionalmente diferenciados de la sociedad tales como el sistema político y los medios de masas; 4) finalmente, la perspectiva de los sistemas sociales provee las herramientas teóricas para ejecutar un análisis al nivel micro (los procesos internos de las organizaciones); al meso nivel (o el análisis de las interacciones entre organizaciones, movimientos y sistema político en un campo social particular) y al macro nivel (o las relaciones de la economía, la política o la religión). La observación de una organización como el Frente Popular Francisco Villa bajo la lógica de los sistemas sociales conlleva la observación de los procesos internos que tiene como principal función la reducción de complejidad de su entorno, lo cual le permite construir su organización interna y operar de forma indefinida en un ambiente complejo. Para el estudio me he valido de tres conceptos clave: Decisiones y Manejo de Complejidad La reducción de complejidad del entorno es un proceso primario que a las organizaciones les permite constituirse como organizaciones y como sistemas sociales (Luhmann 1987). Reducir complejidad del entorno significa seleccionar ciertos elementos y tomar decisiones entre la enorme cantidad de experiencias, problemas y conflictos que una organización enfrenta. Más aún: reducir complejidad del entorno significa también construir complejidad interna, lo que resulta en un proceso paradójico, pues entre más complejidad del entorno se reduce, mayor complejidad interna se produce, al construirse más estructuras internas; una dinámica que con el paso del tiempo convierte a la organización en un sistema más complejo y diferenciado que opera en un entorno más diferenciado y complejo (Luhmann 2000:222). En este sentido, 3 a lo largo de su historia una organización popular como el FPFF se va enfrentando a eventos en su entorno (como represión de las autoridades políticas) frente a los cuales genera estructuras internas que le permiten resolverlos y seguir funcionando. Organizaciones como cadenas de decisiones En las organizaciones, tales estructuras permiten que la comunicación fluya. Es importante anotar que, como sistemas sociales, las organizaciones consisten de un tipo especial de comunicación: decisiones. En efecto, las organizaciones toman y comunican decisiones, especialmente, decisiones que refieren a decisiones previamente tomadas y decisiones que se enlazan a decisiones ulteriores (Luhmann 2000:63). De esta forma, las organizaciones devienen en una cadena sin fin de decisiones: decisiones sobre los objetivos que se requieren alcanzar (como protestar contra una política pública); decisiones sobre las estrategias y las tácticas a usar para alcanzar tales objetivos (organización de mítines); decisiones sobre su repertorio de contención (se decide si utilizar barricadas o banderines); acerca de los recursos a movilizar (recursos materiales) o, incluso, decisiones sobre los mecanismos para la toma de decisiones ( por comité, voto público). Estructura jerárquica y cultura organizacional. La jerarquía o estructura de posiciones en una organización es el instrumento mediante el cual se toma la mayor parte de las decisiones (Luhmann 2000:207). Toda organización tiene una estructura de posiciones que ya ha sido creada desde la fundación de la organización y se ha ido adaptando y transformando con el paso del tiempo. La estructura jerárquica ejecuta decisiones siguiendo los lineamientos organizacionales para alcanzar objetivos y resolver los problemas internos y los que surgen en su entorno. A lo largo de su historia organizaciones como el Frente Popular hacen frente a una serie de problemáticas -como la movilización de sus recursos, la selección de un repertorio de contención o la observación de oportunidades políticasque resuelven generando estructuras internas. De ahí que la estructura jerárquica se diferencie mediante la creación de posiciones formales o informales de activistas y de diversos puestos o mecanismos como los comités que, precisamente, cumplen funciones especializadas al interior de la organización. Finalmente, junto a la estructura de posiciones, las organizaciones hacen uso de un acervo de conocimientos, normas y símbolos que dan sentido y significado a las actividades cotidianas y a la toma de decisiones. Tal cultura organizacional se encuentra tanto en los espacios de decisión formales (la jerarquía) como en los espacios informales. Además, si bien en cada organización la cultura organizacional adquiere características particulares, esta forma parte de conglomerados discursivos y campos semánticos más amplios que en las formas de valores, ideologías, identidades, programas operativos y demás condicionan las actividades –las operaciones- de las organizaciones. Con base en el instrumental conceptual de la perspectiva de los sistemas sociales el estudio podía dar cuenta al nivel micro del proceso constitutivo, de la operación cotidiana y de la evolución de la organización FPFV durante los últimos 29 años. Sin embargo, la observación debía tomar en cuenta dos niveles más de análisis: un meso nivel que observara no sólo las formas recurrentes de organización y movilización social (con una tradición cultural de activismo social y protesta) que acompañaban la propia dinámica del FPFV y un macro nivel que tomara en cuenta los cambios en el sistema político y las relaciones entre las instituciones políticas y organizaciones de protesta como el FPFV. De ahí que también la estrategia de investigación se encaminó a 4 observar cómo los procesos estructurales del entorno, tales como la evolución del sistema político y un campo de organizaciones y movimientos sociales se entrelazaban con los procesos internos de la organización y con su evolución. Comentarios Metodológicos El marco espacial de la investigación se circunscribió a una zona poblacional localizada al oriente de la Ciudad de México, en la cual se detectó un consistente y numeroso contingente de organizaciones que permanentemente han apoyado manifestaciones de protesta y entre las que destaca el FPFV. La estrategia analítica tuvo como base la teoría de la observación de los sistemas sociales cuya preocupación primordial es responder a la pregunta: ¿Cómo un observador de segundo grado construye observaciones científicas de las observaciones de un sistema de referencia? (Andersen 2003). O, en otras palabras, ¿cómo hacer operacional la teoría de los sistemas sociales? La unidad de análisis principal fue la comunicación. Si bien el concepto de comunicación en la teoría de los sistemas sociales es radicalmente distinto a las definiciones tradicionales (Luhmann 2007), para los propósitos de esta ponencia es suficiente señalar que la comunicación adquiere diferentes formas dentro de las organizaciones, tales como documentos, discursos o conversaciones, por lo que puede observarse a través de las entrevistas o la participación directa. Dado que los sistemas sociales operan en el medio del sentido, el diseño de investigación fue de tipo cualitativo. Para analizar el plexo comunicativo de la organización se realizaron 30 entrevistas tanto con miembros del FPFV como con miembros de organizaciones y movimientos sociales afines, así como con actores políticos que tienen relación con el FPFV. La selección de los informantes se rigió por diferentes criterios tales como género, edad, posiciones en la jerarquía de la organización y antigüedad. Más aún. En la selección de los entrevistados se buscó contactar a aquellos miembros de la organización que dada su antigüedad en la misma hayan transitado a través de los distintos periodos en la historia de la organización, así como ex-miembros del FPPF. También se recopilaron, hasta donde fue posible dada su escasez, los documentos constitutivos de la organización, sus programas, estatutos y demás. La recolección de datos se efectuó, principalmente, durante dos periodos de trabajo de campo. En primer término, en Julio de 2009 se realizó un estudio exploratorio que ofreció los primeros datos para elaborar cuestionarios que permitieron llevar a cabo entrevistas semi-estructuradas. Después de realizar las primeras entrevistas, procesarlas y analizarlas, se elaboró un segundo cuestionario que o bien profundizaba en la investigación de procesos organizativos o en torno a las relaciones de la organización con otros actores relevantes. La segunda fase de trabajo de campo se realizó entre agosto y septiembre de 2009 y febrero-marzo de 2011. La investigación hizo uso de cuatro estrategias analíticas: 1) análisis de forma (Åkerstrøm Andersen 2010a) para observar los principales objetivos programáticos de la organización; 2) análisis de cadenas de decisiones (Besio and Pronzini 2010) para observar los procesos de toma de decisiones y cómo se ejecutaban a lo largo de la estructura jerárquica del FPFV; 3) observación de semánticas (Besio and Pronzini 2010) (Åkerstrøm Andersen 2010b) que permite observar el horizonte de sentido y los significados de una gran parte de las estructuras y procesos internos del FPFV; 4) y, finalmente, el análisis sistema y entorno (Besio and Pronzini 2010) que permitió observar cómo la organización construía sus relaciones con el sistema político y con organizaciones y movimientos sociales afines. 5 Los datos recabados se analizaron, fundamentalmente, con la técnica del “método documental” (Bohnsack 2007), pues dentro de la “investigación social reconstructiva” aparece como una técnica viable para, precisamente, reconstruir la cadena de comunicaciones que constituye a los sistemas sociales. El Frente Popular Francisco Villa A través del análisis de las entrevistas y de los documentos, fue posible reconstruir la historia del FPPF. El Frente Popular Francisco Villa (FPFV) es una organización que se crea en 1989 para hacer frente al problema de la escasez de vivienda en la Ciudad de México organizando a personas de las “clases populares”, invadiendo terrenos y condicionando, ahí, campamentos en los que habitaban y habitan sus miembros, la mayoría de las veces, durante años. Formada por miembros de los sectores sindicales y algunos líderes universitarios, el FPFV se proponía, además, implementar un programa de enseñanza dirigido a sus miembros con la finalidad de “concientizar” a las “clases populares”, instruirlas en las tareas de acondicionamiento de los campamentos, adoctrinarlas en temas de activismo y lucha social y, finalmente, prepararlas en el objetivo final de transformar el país y conducirlo por el sendero del socialismo. Además, entre sus actividades iniciales, el FPPF se caracterizó por el uso recurrente de la protesta contra las autoridades encargadas de la política de vivienda para, eventualmente, financiar la adquisición de los terrenos y la construcción de unidades habitacionales. El programa del FPFV buscaba, en síntesis, organizar a la sociedad y mantener su autonomía como organización “popular” frente a la política, e incluso, rechazando y condenando la política partidista (FPFV, Nuestros Primeros Pasos; Declaración de Principios). Sin embargo, a lo largo de su evolución y a pesar de describirse como una organización de protesta, el FPFV transitó de la “lucha” basada en el activismo social y en la protesta a la participación en la política partidista y electoral, proceso que se explica tanto por los cambios en su entorno como por la dinámica interna. En efecto, como sistema social el FPFV operaba sobre la base de la toma de decisiones frente a la complejidad de su entorno y con base en sus lineamientos programáticos, un proceso que acontecía sobre estructuras organizacionales específicas y que, al mismo tiempo, incentivaba la creación de nuevas estructuras. El análisis de cadenas de decisiones permitió observar cómo se enlazaban las operaciones del FPFV y cómo, a través del tiempo, tal proceso resultó en la construcción de una organización más compleja y diferenciada, ya que transitó de la invasión de terrenos y su acondicionamiento como espacios habitacionales a la organización de protestas para terminar dedicada a la realización de un importante cantidad de actividades como promoción de votos, asesoría legal, comercio, enseñanza, salud y demás. En términos generales, las operaciones del FPFV se fincaban sobre la base de una estructura dinámica dual. Por un lado, una jerarquía que consistía de diferentes cargos de evaluación, dirección, coordinación y ejecución de programas y decisiones y en los que se trataba una enorme variedad de temas, como el planteamiento de programas y objetivos, las estrategias y tácticas para alcanzar las metas, soluciones a contingencias internas y externas. Por otro lado, una cultura organizacional que se fue construyendo a lo largo de los años, no sólo como resultado de las actividades cotidianas sino también a través de un programa sistemático de enseñanza que durante los primeros años de historia del FPFV se planteó como objetivo programático la formación de “ciudadanos” que se convirtieran, más adelante, en cuadros de “luchadores sociales” y activistas políticos. 6 Tanto la forma de la jerarquía de la organización como la cultura organizativa han cambiando durante los tres periodos de la historia del Frente Popular, tiempo en que los “villos” o “panchitos” -como entre las organizaciones sociales se les conoce- han redefinido sus estrategias y tácticas y transitado por diversas vías de “lucha”, a saber: la etapa de formación, la de consolidación/represión y la político-electoral. En la etapa de formación, que va de 1983 a 1989 (fechas que sólo tienen un propósito ilustrativo), la organización estableció sus principales criterios programáticos y de funcionamiento. Al mismo tiempo, se sentaron las bases para su crecimiento -en el sentido de acoger el mayor número de solicitantes de vivienda- y para su evolución. En términos generales, las decisiones y actividades organizativas, el manejo del entorno, las funciones de los distintos niveles jerárquicos y gran parte de los elementos de la cultura organizacional funcionaban sobre el criterio de ofrecer soluciones frente al problema de la escasez de vivienda en la ciudad. Principalmente, la organización se ocupaba de la búsqueda de terrenos baldíos, su invasión, construcción de campamentos y su acondicionamiento como vivienda. Tales actividades requerían de miembros plenamente socializados en las tareas de acondicionamiento, así como cuadros dirigentes que resolvieran los problemas y conflictos internos, organizaran las actividades colectivas y gestionaran recursos de vivienda. De ahí que en un sistema de comunicación de decisiones como el PFFV haya sido funcional una cultura organizacional que se fundaba en valores como la cooperación y el bien común, el respeto y la igualdad entre los miembros; que incentivaba y legitimaba el trabajo colectivo y la solidaridad a través de discursos y símbolos. Además, pronto en la estructura del Frente se hizo necesario resolver técnicamente problemas que conectaban directamente con entornos más complejos como la administración pública y la economía- por lo que paulatinamente no sólo normas prácticas sino también conocimientos técnicos se incorporaron a la cultura de la organización. Así, por ejemplo, los procedimientos relativos a la gestión de vivienda requerían de conocimientos sobre el funcionamiento de las políticas de vivienda, de los requisitos para obtener créditos financieros y de los procedimientos jurídicos que regulan el uso del suelo, el reglamento de construcción y la gestión de servicios urbanos. Más aún: tales actividades requerían de posiciones jerárquicas especializadas, así como roles (el de gestor social) que las ejecutaran. De este modo, poco después de su fundación y dados los propios requerimientos de funcionamiento interno, en el FPFV se gatillan los procesos que incrementa la complejidad y diferenciación de la organización. Es interesante observar que durante esta etapa, el FPFV se describía como una organización apolítica. En efecto, en sus primeros años de historia, el PFFV operaba en términos de la gestión de demandas sociales, principalmente el problema de la escasez de vivienda y servicios. Sus comunicaciones hacia el sistema político se limitaban hacia las autoridades políticas -que decidían políticamente la canalización de recursos- y hacia los funcionarios de la administración pública -que ejecutaban tal asignación de recursos. No había, en términos convencionales, el despliegue de actividades políticas en la arena institucional –como sería en la esfera de los partidos políticos o de la opinión públicaen parte por las características del sistema político y en parte por cuestiones programáticas. El programa incluía una imagen del sistema político en la que éste no sólo aparecía como parte de la “burguesía” sino que incluso su transformación era impensable, pues reformar la “superestructura” requería, siempre de acuerdo al programa, primero, revolucionar la “estructura de clases” de la sociedad; por lo que cualquier tipo de relación o participación con el -o en el- sistema político estaba, de 7 antemano, excluida. Había que transformarlo, en todo caso, desde la sociedad a través del adoctrinamiento de los miembros y del activismo social. Sí había, en todo caso, una estrategia clara de protesta como medio de presión hacia las autoridades para resolver las demandas del colectivo en un entorno clausurado. En efecto, a través de la investigación fue posible observar a nivel macro no sólo las condiciones del sistema político sino las formas de comunicación entre las organizaciones populares como el FP y las organizaciones políticas, así como la forma en que éstas últimas se entrelazan con la dinámica interna del Frente para configurar una organización de protesta (entre 1989-1997). Para entonces, el Estado mexicano había estructurado y fincado una base social y política a partir de las alianzas con los principales sectores sociales y productivos -desde mediados de la década de 1930. Una política corporativista y de clientelas fungía como enlace entre las masas y el gobierno a través del intercambio de canonjías por apoyo popular1. Por su parte, para los grupos periféricos o inconformes la respuesta gubernamental había sido históricamente la cooptación o la represión. Dentro de este espacio no pocas organizaciones populares se habían colado con el recurso de la protesta como un mecanismo de presión ante el gobierno para la obtención de respuesta a sus demandas de gremio o de grupo. Así, la protesta se convirtió en un recurso legítimo y necesario para acceder a un sistema político que monopolizaba los principales recursos de la sociedad: políticos, económicos, educativos, de salud y, por supuesto, de vivienda. De ahí la necesidad de manifestarse en las calles. Tal como lo dice una de las informantes: “pues para que nos escucharan, porque desafortunadamente, digo no se da la negociación o no nos reciben en cualquier instancia si no presiona uno; entonces pues tenemos que movilizarnos, cerrar calles, avenidas, para que nos escucharan o nos dieran por ejemplo el crédito de FONHAPO [Fondo Nacional de Habitaciones Populares].” (Entrevista con Rafaela Ramírez Pérez, junio-septiembre de 2009). Una vez desplegada la estrategia de contención, paulatinamente el FPFV entraría en un círculo de protesta-represión-protesta frente a las organizaciones políticas y de gobierno. Durante este periodo, ya fuese como consecuencia de su toma de terrenos, de sus apoyos a movimientos sociales o de sus constantes manifestaciones de protesta, la intensidad de los enfrentamientos con las autoridades políticas y las fuerzas policiacas se incrementó a medida que la organización intensificaba y extendía sus protestas. Tal dinámica de protesta, represión y persecución gubernamentales forjaron el carácter contencioso de la organización, por un lado, y, por el otro, configuró una serie de acoplamientos con el entorno que contribuyó a la transformación de la dinámica interna. A nivel interno, junto a las actividades de asentamiento y las de procedimiento y gestión social (que significan diferentes tipos de comunicación: legal, política, administrativa) en la organización interna del FPFV se desplegó la comunicación de protesta. Así, lentamente en la estructura jerárquica y en la cultura organizacional se filtró, consolidó y sedimentó un acervo de conocimientos y normas fundamentales para organizar grupos y contingentes de manifestantes, colocarlos en lugares estratégicos y asignarles tareas que iban de la entonación de consignas al bloqueo de avenidas. Con el tiempo, un activista o luchador social tenía a disposición las herramientas para organizar marchas, movilizar recursos, construir sus propios análisis de la “realidad” de acuerdo al programa de la organización y a sus marcos ideológicos, observar el día a día de la política e, incluso, observarse y observar a otros actores, lo que en general consolidaba la particular identidad de la organización como Frente Popular. Además, sobre la marcha de las manifestaciones de protesta se generaba y consolidaba el sentido de 1 Para una reinterpretación de este proceso desde una perspectiva sistémica, véase el interesante texto de (Millán Valenzuela 2008). 8 pertenencia a una comunidad con una historia colectiva propia, lo que reforzaba el compromiso moral entre los participantes y actualizaba los objetivos y valores del programa. No es casual, por tanto, que a partir de tal periodo los miembros del FP empiecen a distinguirse frente a otros actores y a fincar su identidad como actores de protesta, a diferencia de otras organizaciones que -desde 1988- habían tomado el camino de la política partidista. Tales cambios estructurales y semánticos en el FPFV no ocurrieron, exclusivamente, como consecuencia de sus operaciones internas. Por el contrario, es en el meso nivel de formas de organización y movilización sociales y, fundamentalmente, en los campos discursivos y semánticos que encarnan en tradiciones de lucha social y activismo, en donde el FPFFV encuentra los elementos que nutren sus operaciones. En aras de un recuento sistemático, aunque injusto, se puede decir que en términos de formas de organización y movilización social se trataba de un periodo caracterizado por la emergencia de organizaciones populares, sindicatos independientes, movimientos de masas con demandas tradicionales vinculadas a temas de incremento salarial, mejora en condiciones laborales e incluso movimientos guerrilleros. Además, el Movimiento Urbano Popular había ya hecho claras ciertas formas de organización popular, lucha social y activismo político (Ramírez Sáiz 1986, 1987) que pronto organizaciones como el FP incorporarían en su diseño organizacional y en sus operaciones cotidianas. En este contexto el Frente inicia su estrategia de alianzas con otras organizaciones populares con el objetivo de constituir un movimiento de masas. Tal estrategia de alianzas fue sumamente diferenciada y se desplegó en diferentes niveles de compromiso y organización, de estrategia y táctica. Así, por ejemplo, participó en marchas contra la política del gobierno federal hacia las comunidades zapatistas y de apoyo al EZLN. También es de destacar su apoyo a las movilizaciones de la extinta empresa de transporte público Ruta-100 argumentando la defensa del transporte público, de los derechos laborales y de las fuentes de empleo, así como lucha contra el encarcelamiento de sus líderes. O, finalmente, su participación en la constitución, en 1997, del Movimiento de Unidad y Lucha Popular (MULP), agrupación que vinculó a organizaciones sociales como la Sección 18 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la Unión Proletaria Revolucionaria Emiliano Zapata (UPREZ) y la Asamblea de Barrios, entre otras, y que buscaba construir un “frente común contra la política neoliberal”. Es, por tanto, gracias a los acoplamientos operativos y estructurales con diversas organizaciones de la región -que ya para principios de los años 90’s habían cimentado diversas redes de apoyo en la zona- que el conocimiento acerca de los métodos y técnicas de protesta y de todo un lenguaje, así como la concepción y fines de la organización popular, ingresaban al FP. Así, el acervo de saber del FP se forjó, también, como parte de la tradición cultural que diversas experiencias colectivas y de organización popular habían construido a través de los años en aquella región. Además de tal proceso de aprendizaje colectivo, la política de alianzas del FP y su estrategia contenciosa, si bien traería consigo un mayor crecimiento del FPFV, también conllevó la emergencia de conflictos internos y de más represión. En efecto, por un lado se dio un crecimiento considerable del tamaño de la organización –en cuanto a número de afiliados, campamentos y terrenos y viviendas. Conforme la organización crecía y se sujetaba a su programa que no reconocía legitimidad al sistema político, aumentaba su negativa a sujetarse a la lógica corporativista que el régimen político ejercía con un sinfín de organizaciones sociales, por lo que, también, se agudizaba la radicalidad de sus protestas y, por su parte, la intensidad de la persecución política desde y con los medios de fuerza del Estado. Además, el mismo peso y acción 9 de la organización en contra del sistema político la habían convertido en un factor de presión que hacía imperativa y cada vez más intensa la campaña de persecución y represión desde el gobierno local. Tal sistema de conflicto entre la organización y el entonces Departamento del Distrito Federal se hizo insostenible a mediados de la década de 1990 –con la aprehensión de algunos de los líderes del FPFV y la liberación de órdenes de aprehensión contra otros más, llevándola a una coyuntura de decisión que cambiaría el curso de sus actividades. En efecto, en el nuevo escenario de transición democrática dos alternativas se aparecieron frente a los miembros del FP: continuar la lucha social o sumarse a la trinchera de la política electoral. Ante la intensidad que había adquirido el conflicto con el gobierno se hacía aventurado continuar por la senda de la protesta. Más aún tanto a nivel externo como interno, se habían sentado las bases para el tránsito a una nueva forma de activismo. Por un lado, a la par de las organizaciones tradicionales existía ya un “nuevo tipo” de organización de la sociedad en México (Álvarez Enríquez 2004) y de las luchas urbanas por vivienda (Bolos 1999) que ya desde la época de la formación del FPPV manifestaban una relación cualitativamente distinta frente a las organizaciones políticas, y ya no sólo reivindicativa o de contención, como había sido la estrategia del FP. En el espacio de la organización y movilización ciudadana, los sismos de 1985 habían gatillado, de acuerdo con Lucía Álvarez, la activación de redes sociales; la manifestación de una conciencia ciudadana; la apertura hacia una nueva cultura política participativa frente a la inercia gubernamental; y el inicio del diálogo entre sociedad y gobierno para resolver demandas sociales; entre otros procesos que incidirían, todos, en la forma de entender la organización de la sociedad en la Ciudad de México (Álvarez Enríquez, 2004:205). Además, a las nuevas formas de organización de la sociedad le acompañaban un campo semántico y un orden discursivo distinto. Así, inicia una lenta etapa de redefinición de temas, que se refleja en un cierto distanciamiento frente a las demandas tradicionales –como la defensa del salario y la economía popular- para acercarse a temas como la apertura democrática y el rol de la sociedad civil, entre otros. Los cambios, además, no se agotarían en el nivel de la concepción de la relación con la esfera de la política institucional sino que apuntan a la necesidad de organizar a la sociedad como una vía legítima para impulsar reformas “desde abajo” y al involucramiento de las organizaciones y actores colectivos en el diseño e implementación de las políticas públicas. Por su parte, el sistema político se encontraba en un proceso de diferenciación interna que se englobaba en un proceso más general de diferenciación funcional de la sociedad. Por un lado, la diferenciación del sistema político significó un proceso gradual de desacoplamiento de la política y la administración pública del sistema y competencia electoral y que se encaminaba, si bien de forma gradual e incompleta, a una mayor delimitación, auto-referencialidad y autonomía internas. Tal proceso ocurría a la par de la diferenciación del sistema político frente al estado y la sociedad, en que el binomio tradicional estado/sociedad –en el cual la sociedad estaba enganchada al sistema político vía los partidos, paulatinamente desaparecía y en su lugar se levantaba el espacio fragmentado de la sociedad civil. En este sentido, tanto al nivel de las organizaciones políticas federales, como al nivel de las organizaciones políticas de la ciudad de México, el proceso político se reconfiguraba a la par que la sociedad transitaba de una forma centro/periferia hacia una forma acéntrica (sobre este tema, consúltese (Millán Valenzuela 2008). Como se sabe, el proceso de diferenciación funcional de la sociedad y de su sistema político no sólo se tradujo en la emergencia de mayores posibilidades de inclusión política –a través de reformas legales, por ejemplo10 y de equidad electoral –al introducir mayores controles sobre los recursos públicos ante la competencia electoral- sino también en la configuración de nuevas formas de organización y movilización de la sociedad, de campos semánticos que hacía posible otro tipo de discursos y culturas de protesta y activismo y de relacionarse con el sistema político. Por otro lado, internamente, conforme la sociedad se hacía más nítida en su nuevo orden de subsistemas funcionalmente diferenciados, tales entornos se reintroducían en el FPFF y producían, también, la diferenciación interna de la comunicación, reconfigurando muchos de los elementos del diseño jerárquico y de la cultura organizacional. Además, el proceso de socialización en el FP que exponía a las personas a programas de enseñanza, a diferentes discursos políticos, a experiencias con otras organizaciones y movimientos, a través de los años había producido decenas de personas con los conocimientos, habilidades, experiencia y compromiso suficiente con la organización, pero también con la suficiente herramientas cognitivas para reinterpretar los sucesos en su entorno y hacer más viable la aceptación de la participación político-electoral como una forma legítima de “lucha”. Finalmente, a medida que la organización se complejizaba y diferenciaba internamente, el programa organizativo se desacoplaba de la relativamente homogénea narrativa del socialismo -la cual ofrecía un estrecho y uniforme marco de referencia para la interpretación de la realidad- y entraba en contacto con el discurso de la transición política, lo que inevitablemente transformaría los discursos y ampliaría el horizonte de interpretación y de toma de decisiones. Finalmente, es en el contexto de la fuerte persecución política contra la organización, y como resultado de la evolución de la organización a partir de sus procesos internos y objetivos programáticos, y de los cambios en su entorno, que el FPFV se decide por la senda de la lucha político-electoral, la que inicia al formar una alianza con el Partido de la Revolución Democrática y apoyar a Cuauhtémoc Cárdenas en su candidatura para Jefe de Gobierno del Distrito Federal en 1997. El giro políticoelectoral del FPFV amplió el proceso de diferenciación y complejización de la organización, pues, por ejemplo, al conocimiento sobre activismo social, organización popular y protesta social, con el tiempo se fueron condensando los saberes necesarios para la competencia electoral y la actividad política. Esto trajo consigo la aparición de nuevas funciones y nuevos cargos en la estructura jerárquica en la que se hacía necesario mecanismos que enfrentaran la complejidad de la competencia electoral y la política partidista. A las posiciones de liderazgo dentro de la organización se adjudicó otro tipo de conocimiento, específicamente, sobre ingeniería electoral, léase cartografía, legislación electoral y de promoción del voto; además tales posiciones exigían habilidades para “hacer política”, pues entre las funciones que ejecutaba se encontraba diseñar y ejecutar las tareas de promoción electoral en coordinación con autoridades del Partido de la Revolución Democrática. El conocimiento práctico-político también se diferenciará, aunque en menor medida, a pesar de la diferenciación del sistema político mexicano; proceso por el que nuevos actores y organizaciones políticas aparecerían en la arena pública, obligando a revisar y reelaborar la vieja oposición del PRI-Gobierno contra el “pueblo”. Finalmente, en su nueva faceta de organización política, en el plano de los objetivos concretos la organización también se ha diferenciado en cuanto a las demandas que gestiona, pasando de la vivienda, al transporte, al comercio e incluso a las luchas sindicales. Conclusiones 11 En el análisis del FPFV, la perspectiva de los sistemas sociales nos ha permitido reconstruir los procesos internos y los del entorno que enmarcan la evolución de una organización popular y su tránsito a través de la protesta social y la esfera de la política. El análisis de los procesos de decisión, de la jerarquía y la cultura organizacional, además de la mirada al programa, al horizonte de sentido y a los acoplamientos con el entorno resultaron útiles para responder la interrogante que guió la investigación. Además, permitió observar cómo ambos procesos se encadenaban a un contexto macro estructural y una tradición semántica que condicionó las propias operaciones de la organización. Por tanto, si bien la evolución del FPFV ha tenido como base procesos internos que se han acoplado a una tradición cultural específica de activismo político y social, así como a una cultura de protesta, al mismo tiempo, tuvo que dirigir la mirada al sistema político, dado que sus cambios estructurales y sus cambios en sus relaciones con las organizaciones populares se entreveraron con su dinámica interna. La singularidad de tales dinámicas internas del FPFV es que su funcionamiento autónomo fue fomentando una mayor complejidad operativa que al mismo tiempo requería de mayores estructuras, mayores acoplamientos con el entorno y mayores recursos. Se generó así un proceso in crescendo que condicionó una trayectoria histórica de lo popular a lo político –no exenta de tensiones, conflictos y rupturas- y que ha derivado en una organización sumamente compleja y diferenciada. Bibliografía. Åkerstrøm Andersen, Niels. 2010a. “Luhmann as Analytical Strategist.” Pp. 97–120 in Die Methodologien des Systems: Wie kommt man zum Fall und wie dahinter?, edited by René John, Anna Henkel, and Jana Rückert-John. Heidelberg: VS Verlag für Sozialwissenschaften. Åkerstrøm Andersen, Niels. 2010b. “The Semantic Analytical Strategy and Diagnostics of Present.” Pp. 161–80 in Die Methodologien des Systems: Wie kommt man zum Fall und wie dahinter?, edited by René John, Anna Henkel, and Jana Rückert-John. 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