LA INFERTILIDAD DE LA VACA LECHERA DESDE LA PERSPECTIVA DE LA VACA1 Dr. Joel Hernández Cerón Departamento de Reproducción. Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Universidad Nacional Autónoma de México. [email protected] La baja fertilidad es actualmente el problema reproductivo más importante en los hatos lecheros. En los últimos 40 años se ha observado una disminución significativa de la fertilidad en todo el mundo, la cual ha coincidido con un incremento en la producción de leche. En Estados Unidos de Norteamérica es clara la reducción del porcentaje de concepción a primer servicio; así, en 1951 se lograba gestar 65% de las vacas servidas, mientras que en 1996 sólo alcanzaba 40%. Hace 30 años en México, más de 50% de las vacas servidas quedaban gestantes mientras que actualmente lo hace 35% de ellas. ¿Por qué la fertilidad en las vacas lecheras en sistemas intensivos de producción es tan baja? Las causas de la baja fertilidad es de naturaleza diversa y están involucrados factores genéticos, ambientales, manejo del hato y nutricionales, entre otros. Existe mucha información publicada acerca de este tema; sin embargo, en todos los enfoques que se le han dado al problema, no se ha considerado ¿Cómo es este problema desde la perspectiva de la vaca? Desde el punto de vista biológico, para un individuo siempre será más importante sobrevivir que reproducirse. Aunque todos lo seres vivos tienen como uno de los principales objetivos la reproducción, 1 México Holstein 2004;35:21-23. raras veces lo hacen a costa de su propia vida. Durante varios cientos de años, la hembra bovina paría y producía leche suficiente para la cría y un pequeño excedente que era aprovechado por los propietarios de este ganado. Este sistema de producción en ningún momento ponía en peligro la supervivencia de la hembra, tal vez por esta razón, ciclaban después de un periodo fisiológico de anestro y quedaban gestantes sin ningún problema. En la segunda mitad del siglo pasado, debido a la gran demanda de alimentos, la vaca lechera fue seleccionada en forma intensiva para la producción de leche y las prácticas de manejo fueron modificadas, lo que dio como resultado una vaca que produce grandes volúmenes de leche. Esta condición, aunada al complejo manejo de la alimentación, así como a factores relacionados con el manejo general de estos sistemas de producción, han ocasionado que las vacas lecheras sean menos fértiles. Esto contrasta con lo observado en las vaquillas de los mismos hatos, las cuales han mantenido alta fertilidad en el mismo periodo en que las vacas la han estado perdiendo. El periodo de servicios o el tiempo en que se tiene como meta dejar gestante a la vaca, coincide con el tiempo en que las vacas lecheras se encuentran en un estrés fisiológico impuesto por la alta producción de leche y por las condiciones de manejo a que están sometidas. Las vacas después del parto caen en un balance energético negativo, lo cual significa que la suma de la energía necesaria para su propio mantenimiento y la que requieren para producción es mayor que la energía ingerida, por lo que se ven obligadas a utilizar sus reservas corporales. Desde la perspectiva de la vaca, ¿Sería conveniente reproducirse en estas condiciones? Desde este punto de vista, 1 parecería que la vaca voluntariamente pone a funcionar diversos seguros que tienen como propósito evitar cualquier gestación. Obviamente, como veterinarios al frente del manejo reproductivo, lo que se busca es que las vacas queden gestantes sin importar lo que ellas “piensen”. ¿Cuales serían los seguros que activaría la vaca para no quedar gestante? Si se revisan los procesos reproductivos que conducen al establecimiento de la gestación, se pueden comentar las estrategias del sistema neuroendocrino que evitarían la gestación. Primero, la vaca debe ciclar lo más rápido posible después del parto para que se favorezca la involución uterina y se regularicen los ciclos estrales antes de que termine el periodo de espera voluntario. Aquí comenzaría la primera estrategia de la vaca, que consiste en retrasar el inicio de la actividad ovárica posparto; obviamente, al retrasar este proceso se estaría alargando el periodo del parto al primer servicio. Además, la ocurrencia de la primera ovulación posparto es uno de los parámetros que se han correlacionado con la fertilidad, ya que el número de ciclos previos a la primera inseminación están correlacionados positivamente con la concepción, es decir, a más ciclos antes de la primera inseminación, aumenta la probabilidad de concepción. Se conoce que el periodo del parto a la primera ovulación ha aumentado en los últimos 30 años. En México, el intervalo entre el parto a la primera ovulación en sistemas de producción en pequeña escala (hatos de 5 a 20 vacas) es de 32.3r2.3 días, mientras que en vacas de alta producción es de 45.8r2.7 días. Estos resultados muestran claras diferencias en este parámetro entre vacas de dos sistemas de producción, en los cuales el nivel de exigencia productiva es distinto. Además, si se compara el tiempo del inicio de la actividad ovárica posparto de vacas altas productoras con referencias de años anteriores, es evidente un aumento de este periodo en las vacas actuales. En la sangre existen mensajeros que proporcionan información acerca de las reservas grasas y de su movilización, de la dirección del balance energético o de los nutrimentos consumidos. Algunos de estos mensajeros son: el factor de crecimiento parecido a la insulina tipo I (IGF-I), insulina y leptina (hormona producida por las células del tejido graso), las cuales están positivamente correlacionadas con la condición corporal y con el consumo de nutrimentos. Si una vaca después del parto pierde constantemente condición corporal, los niveles de estas hormonas serán bajos y darán información al hipotálamo para no secretar la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH), lo que resulta en un retraso de la primera ovulación posparto. El anestro es la expresión extrema de esta estrategia, ya que la vaca deja de ciclar indefinidamente. Esta condición es más frecuente en vacas de primer parto, vacas obesas y en animales que pierden condición corporal en forma aguda después del parto. Posiblemente, estas vacas no ciclarán hasta que las condiciones metabólicas le indiquen que es tiempo de reproducirse sin riesgos. A veces, en la práctica, estas vacas son objeto de diferentes tratamientos hormonales que, en su mayoría, no resuelven el problema de origen y generan gastos extras inútiles. Por otra parte, en vacas altas productoras se ha observado un incremento de las anormalidades de las fases lúteas de la primera ovulación con respecto a lo que ocurría en años anteriores, lo cual también contribuiría al retraso del periodo del parto a la concepción. 2 El retraso del inicio de ciclos estrales regulares durante el posparto también es favorecido por la incidencia de quistes ováricos. Esta patología se ha asociado con alta producción de leche y con desbalances nutricionales. Así, es común ver que una alta proporción de las vacas con esta patología se recuperan espontáneamente, lo cual coincide cuando las condiciones metabólicas son más favorables. Una vez que la vaca ha comenzado a ciclar, cuenta con diferentes estrategias para evitar la gestación, una de ellas consiste en pasar desapercibida durante el estro. Aunque la causa principal de la baja eficiencia en la detección de estros obedece más a problemas de manejo y menos a aspectos endocrinos, actualmente se cuenta con evidencias que indican que las vacas con mayor producción de leche muestran conducta estral más débil que las vacas menos productoras. Esto parece obedecer a que estas vacas tienen niveles séricos de estradiol menores que vacas con menor producción de leche. Este fenómeno puede ser provocado porque las vacas de alta producción metabolizan más rápido las hormonas esteroides en el hígado. Tal parece que la vaca no desearía ser vista en estro. En respuesta a esta situación, se han desarrollado técnicas para aumentar el número de vacas observadas en estro, como son los parches, crayoneo o sistemas electrónicos. No obstante, la eficiencia en la detección de estros continua siendo baja, por lo cual se han desarrollado técnicas de control endocrino del ciclo estral para inseminar a tiempo fijo, es decir, sin necesidad de detectar a la vaca en estro. Si la vaca finalmente es inseminada voluntaria o involuntariamente, todavía puede evitar la gestación. Para esto estaría utilizando otras estrategias, una de ellas se relaciona con los complejos requisitos que impone el embrión para desarrollarse. Si no se cumple con todos ellos, el embrión detendrá su desarrollo y morirá en los siguientes días a la fertilización, o no será capaz de establecer el reconocimiento materno de la gestación. El embrión tiene receptores de insulina y de IGF-I, y además las secreciones del útero y del oviducto, que nutren al embrión, están reguladas por el IGF-I. Así, estas hormonas participan activamente en el desarrollo embrionario. Se ha observado en condiciones in vitro que la adición de estas hormonas a cultivos de embriones provoca que una mayor proporción de ellos lleguen a la etapa de blastocisto. Con base en estos conceptos, para que se desarrolle el embrión debe haber concentraciones suficientes de insulina e IGF-I en las secreciones oviductales y uterinas, propias de una buena condición corporal y consumo de nutrimentos adecuados. Las concentraciones de insulina e IGF-I están correlacionadas positivamente con la condición corporal, es decir, a mayor condición corporal, mayores concentraciones de estas hormonas. Entonces, las concentraciones bajas de insulina e IGF-I tienen un efecto desfavorable en el desarrollo temprano del embrión, lo que garantiza el establecimiento de la gestación sólo en aquellas hembras que se encuentren en equilibrio metabólico, es decir, con un consumo adecuado de nutrimentos y en balance energético positivo, o bien, en dirección a éste. La incidencia de muertes embrionarias después del reconocimiento de la gestación (vacas que regresan al estro después del día 24 posinseminación) ha aumentado. Esta condición también se explicaría desde la misma perspectiva, ya que si la gestación se establece cuando las condiciones son favorables, estas pueden 3 cambiar y el mantenimiento de la gestación puede representar un riesgo. El desarrollo del embrión exige un micro ambiente rico en nutrimentos, una temperatura dentro de los rangos fisiológicos y libre de sustancias tóxicas. Cualquier modificación de este ambiente ocasiona anormalidades en el desarrollo y muerte embrionaria. Algunas alteraciones de la salud del animal provocan pérdida de la gestación; lo cual tal vez represente una ventaja para las vacas, ya que les permitiría no establecer compromisos reproductivos cuando hay indicadores de que algo no está funcionando correctamente. Los sistemas modernos de producción de leche incluyen dietas cada vez más complejas. Es común que las dietas ofrecidas a las vacas les provoquen problemas digestivos y metabólicos, los cuales se reflejan en la reproducción. La acidosis crónica o aguda puede afectar la viabilidad embrionaria debido a que durante estos procesos hay absorción de endotoxinas, que provocan un incremento de las concentraciones circulantes de PGF2D; estos dos compuestos pueden afectar el desarrollo embrionario temprano. Por otra parte, enfermedades como la mastitis, también pueden asociarse con la pérdida de gestaciones debido a la producción de las mismas sustancias. ¿Es una coincidencia que se evite o se pierda la gestación cuando hay una alteración del estado de salud o metabólico de la vaca? ¿Es una forma de enfrentar una condición que involucre la supervivencia del animal? Evidentemente esto puede ser una simple especulación, sin embargo, en otros sistemas de producción, como son los sistemas de pastoreo o sistemas en los que se manejan un número reducido de vacas, ha habido una reducción de la fertilidad pero esta ha sido de menor magnitud a la observada en los sistemas intensivos. Indudablemente, el sistema de producción está relacionado con el problema de fertilidad del ganado lechero. Aquí sí cabe el refrán: “en el pecado se lleva la penitencia”, se produce mucha leche, pero se generan muchos problemas reproductivos y de salud, los cuales provocan que la vida productiva de las vacas sea menor y se tenga que reemplazar un alto porcentaje de ellas cada año. Sin embargo, esto no significa que se debe regresar a la producción de leche en pequeña escala, sino lo que se quiere señalar es que, dado que se está trabajando con vacas de alta producción, se debe ser más cuidadoso y exigente con su manejo para tratar de “convencerlas” de que se pueden reproducir sin riesgos. 4