DE 1876 á 1877 EN LA - : : J ¡o - g23 DISCURSO INAUGURAL PRONUNCIADO 1M LA $@lLEMWE A'El1rl~HRA mIL {CllJl$tl} DE 1876 á 1877 EN LA UNIVERSIDAD LITERARIA DE VALLADOLID, POR EL DOCTOR DON FELIX LOPEZ S~ IARTIN, eaJúh~t~o o e ea, S'a,cueta,o o e, <D e,uc&o ~', • •,.1, . ". ", . ::::ae!t""""e:9!== VALLADOLID : In:lllrenta de Garrido. 18'6. HTCA Illlilll~i~i1~21Ii~~illllll 1>0 O O O 2 9 5 4 7 O ~ llmo. Sr.: ~ Ilmo. Sr., que al levantar hoy mi voz en este sitio. cediendo los naturales y propios afectos siempre difíciles de dominar, antes de entrar en materia, y prévia la sincera protesta del profundo respeto'y hasta casi veneracion que vuestro sólido saber, clarísimo ingénio y notorias virtudes me inspiran, empiece por desembarazar mi alma de la amargura que dos recuerdos la producen. Las penas y los dolores morales, sabido es que se amenguan y atenuan comunicándolas, y que hasta se endulzan cuando se confían á pechos generosos. Oid pues las mias; Ilmo. Sr., y acogedlas para qué, descargado de ellas, me sea mas fácil despues con vuestra indulgencia desempeñar la para mí siempre dificil tarea que me habeis encomendado. En medio de la solemnidad de este acto, la presencia de tan sublime y admirable espectáculo como el que á mi alma se ofrece y representa, al contemplar congregados en uno y formando una compacta y armoniosa unidad los Profesores y Maestros todos del saber humano en sus distintos grados, órdenes y facultades.en medio sí, de este sublime conjunto, en el que al lado de la ciencia, veo ~ERMITIDME, á á -4- sentados á los representantes y depositarios de la autoridad pública y á la generosa y pródiga de su sangre heróica milicia, en medio sí, de esta concurrencia y aun contemplando este ordenado compuesto que tantas y tan profundas reflexiones se presta, al volver sobre mí y al verme hoy en esta siempre ilustre Tribuna, y que por ocuparla yo puede en este dia tenerse pul' desventurada, la implacable memoria mia, que, si es infiel las mas de las veces para retener conocimientos laboriosamente adquiridos, es sumamente tenaz para conservar y reproducir las amarguras y dolores de la vida, con insistencia suma y en ordenada y detallada série, presenta ante mi alma el número no escaso de años que ván trascurridos desde que empecé oir de vuestros lábios los altísimos la par que armoniosos y delei, tables conceptos de la ciencia. Ante este recuerdo, la conciencia me advierte con pesar, con hondísimo pesar amargado por el remordimiento, que va pasado ya y en su mayor parte consumido sin remedio ni reparacion posibles, el tiempo que la bondad divina me concediera para el libre y ordenado desenvolvimiento de mi actividad; que jóven ayer y mozo inesperto entonces, insensiblemente he venido colocar me en las fronteras de la vejez, sin ganar mucho, ni en saber, ni en esperiencia; y que ya en el breve espacio que de vida puede restarme, aun cuando con vigor y constancia pretenda adelantar, serán mas tardos mis pasos y cada vez menos briosos mis esfuerzos. Amargas verdades, pero verdades que, como de conciencia, son, permitaseme el pleonasmo, verdades tan verdaderas y que tan identificadas conmigo se hallan, que por doquiera que vaya habrán de acompañarme toda la vida. Si este recuerdo tortura mi alma, y lo digo no por afectada modestia ni con fingida compuncion, me amarga la existencia el que una ligera mirada á esos bancos me suscita, deja en mi corazon como un vacío inmenso, mudo y desolador de que solo puede consolarme por una parte vuestr a presencia, Ilmo. Sr., y la de esa generosa j uventud que rica. de vida, llena de aspiraciones levantadas, sin pasado propio que llorar inútilmente perdido, y que confiada siempre y siempre leal y sincera se presenta ante vosotros prepararse para io su di á á pr PI eo ña de la á á á en y la: lal eo el! zo aq ta el( he m Sil fie mi as ah de I I r r ! -5- ~a d, to re ude 10· n:la ú,á el- ne dilio Ira ue á lr, de ir. )8. iD, mde 10- ue no ne [udo y Il'a tomar posesion del porvenir que la pertenece; de ese porvenir que su virgen y creadora imaginacion, tan potente y fecunda como cándida y sencilla se complace sin temor desengaños que aun no ha -experimentado en poblarle de lisongeras concepciones y fantásticas esperanzas. Ya habreis adivinado, Ilmo. Sr., que lo que asi me impresiona y aflije, es la ausencia, la falta en esos bancos de los ilustres Profesores que con general y merecido aplauso en años anteriores con nosotros y antes que nosotros se sentaron. [Cantalapiedra! [Ocaña! jOroGea! ¡Terán! iDonde están? ... ¡Ah, la muerte los arrebató de entre nosotros! Cumplieron su destino sobre la tierra y entraron en la vida de la eternidad. Perdonad. perdonad Ilmo. SI' .• que los muertos recuerde y que en medio de tan solemne cuanto halagüeña ceremonia, de la muerte y sus estragos me lamente, perdonadme si teniendo en cuenta que las pérdidas que deploro, vosotros son comunes, y como yo las lamentáis; y no estrañando que de los muertos se acuerde el que como yo por la muerte recientemente herido en sus mas caras afecciones. vestido de luto. con el llanto en los ojos y duelo en el carazon, viene hoy á dirigiros en tan solemnes momentos la palabra. ¡Paz, eterno descanso los que á mejor vida se fueron! Un saludo afectuoso, Íntimo y cordial para los que en lugar de aquellos vienen hoy por primera vez á inaugurar con nosotros las tareas de la enseñanza en esta Universidad. He cumplido. Ilmo. Sr. con lo dicho. una especie de obligacion moral que dentro de mi sentia surgir al subir á esta Tribuna: he sido al hacerla sincero y por serlo no he vacilado en el momento de venir á dirigiros hoy la palabra, no espontáneamente, sino en cumplimiento y como en pago de una deuda que la ley me impone, no he vacilado digo, en poner ante vosotros de rnani-fiesta con lisura y verdad completas, lo mal parado y pobre que mi espíritu se halla para satisfacerla; no he vacilado, no, en hacerla así, porque sabiendo que nobleza obliga, tengo la seguridad de que ahora que paso á exponer ante V. 1. mis ideas conceptos acerca de la libertad humana, me otorgareis con pródiga largueza la beneá á á ó -6- volencia que necesito y que generosamente sIempre me habeis dispensado. Es indudable, Ilmo. Sr., que apenas empieza lucir en el hombre la divina luz de su razon, así que comienza á apercibirse de su existencia y fijarse en la realidad dentro de la cual se desenvuelve, apenas por medio de los sentidos esa realidad del mundo exterior se le impone, cuando sin esfuerzo de ningun género y como por un acto connatural á su sér, sin poderlo asegurar de una manera científica, inmediatamente con una espontaneidad verdaderamente instintiva, potentisima é imperiosa establece sin vacilar la afirmacion de si propio, como ser individual que siente, piensa y quiere; y como entidades distintas de él, aunque con él relacionadas, afirma igualmente la existencia de todos los séres que le rodean. NO' es del caso, ni aun cuando lo fuera podria yo en estos momentos hacerlo, entrar en el exámen de las cuestiones que se suscitan sobre la naturaleza de esas primeras y como fundamentales afirmaciones, en las que desde luego se percibe la existencia en nuestra mente de nociones ideas prévias, universales, sobre las que aq uellas descansan. Cualesquiera que sean las opiniones que sobre este punto se sustenten, piénsese como se quiera acerca de los fundamentos en que la certeza estriba y respecto al modo 00n que la adquirimos, no por eso es menos verdadero, real y positivo, que lo que decimos es un hecho, pero un hecho tan íntima y profundamente grabado en la conciencia humana, tan adherido nuestra naturaleza, que la mayoría de los hombres no escuchan sino con asombro el que haya habido filósofos, hombres amantes del saber y al estudio y á la ciencia dedicados que, en el afan de llegar á un conocimiento claro y profundo de las cosas. hayan extremado sus esfuerzos hasta el punto de dudar de la certeza y seguridad de tan espontáneas cuanto primordiales nociones. Si este extremo infecundo y vacío nos hubiera de conducir la filosofía, madre de todas las ciencias y ciencia de los primeros principios, si por consecuencia de todas las investigaciones científicas y como recompensa de los esfuerzos de la inteligencia, no hubieramos de obtener otro resultado que la eternaá á ó á á _____________________________ LI ~ -duda.! la d uda pasos 1 cia, ha que lo cerrasr instint( miento tiene, límite ciones .por mi Pero ¡ génerc del es¡ rcduzc .por pc de sal dentrc nocrm nos re ,agitan nos á mente por lo perce .percil la ra2 de la .sin C( de es muei gar a .obra _ -7habeisen el' irse de desennundo como a maaderalar la nsa y radas, n. No lentos sobre rones, ite de 3 des· oto se os en s , no lOS es do en ue la haya á la claro ;ta el ianto s huencía restiinteerna- -duda, la duda de todo, la duda de la existencia Ile lo que nos rodea. la dnda de nuestra propia existencia y actividad, desde los primeros pasos la inacción en que habria de quedar sumida nuestra inteligen.cia, haria imposible todo conocimiento, y esto supuesto, es claro que lo mejor sería que este, como los demas Templos del saber, se cerrasen, y q 118 la humanidad, entregada sus propios y naturales instintos. ántes que pensar en adquirir y perfeccionar sus conocimientos ó las ideas y conceptos espontáneos que de sí y de las cosas tiene. se concretase vivir y desenvolverse dentro del reducido límite de los mismos sin curarse para nada de su naturaleza, relaciones , causas y efectos. ni intentar comprobarlos y extenderlos ,por medio de la observación y de la poderosa palanca del raciocinio. Pero por fortuna y para bien de la humanidad, puede sin ningun género de duda asegurarse, que es imposible, dada la naturaleza del espíritu humano, que tan humilde papel y estrechísima esfera reduzca su poderosa actividad; diremos mas; si tal fuera posible, -por posible habría que tener tambien la muerte del espíritu. El afan de saber, la necesidad de conocer. la apremiante necesidad que .dentro de nosotros sentimos de llegar á poseer una noticia. un conocimiento cierto y seguro de las cosas, hechos y fenómenos que nos rodean, de los afanes que nos devoran. de las pasiones que nos agitan, de las funciones propias de nuestro sé!'; el deseo de conocernos á nosotros mismos y de conocer todo cuanto física é intelectual.mente percibimos, la curiosidad, en fin. constantemente suscitada por los sentimientos internos y por las sensaciones consiguientes la percepcion de los hechos y séres esternos, q ue aunque singularmente .percibidos por los sentidos. son á su vez, mediante la elevación de la razon , remitidos una causa que los produce, promueve el deseo de la investigacion de la naturaleza de los mismos, de esa causa que .sin conocer cuál sea, genéricamente se afirma. y de los efectos que de esos mismos hechos se esperan. La energía de nuestra voluntad. mueve la inteligencia en el laborioso campo del raciocinio hasta 11e.gar al conocimiento del hecho aislado que toma por objeto de su .obra ; la consecucion de este no satisface, ni satisfacer puede, la asá á á á á á .. -8-- piracion de nuestra inteligencia, ni es bastante llenar la receptividad indefinida de "la misma, antes por el contrario la posesion de él suscita en nosotros el sentimiento de la necesidad de adq uirir otros; una conquista realizada los mueve y estimula para llevar cabo otra mas importante, y así sintiendo, queriendo, conociendo y obrando, para sentir, quer8r, conocer y obrar despues en mas alta y elevada esfera, incesantemente estimuladas cuanto mas enriquecidas nuestras facultades intelectuales físicas y morales, no las damos paz ni descanso y con una constancia no interrumpida las vemos en la humanidad sostenidas por una actividad continua que vá aumentando de dia en dia, y de dia en dia esparciéndose mas y mas; y la vez que es mayor el número de los séres humanos quienes el resultado de las mejoras obtenidas alcanza, es mas creciente y poderoso su benéfico influjo. Siempre el espíritu humano ha experimentado este afan de saber. de conocer las cosas, de conocerse, si propio, de conocer el mundo que le rodea, de conocer en fin la primera de las causas de todo lo existente, la existencia suma, la verdad absoluta, el sumo bien; siempre ha experimentado dentro de sí la necesidad de elevar su sensibilidad hasta la belleza suma, y ha querido siempre realizar lo que como objeto de su voluntad ha conceptuado ser el sumo bien; y por eso sintiéndose el hombre interiormente llamado á tan elevados fines, sobreponiéndose á las infecundas cuanto ridículas y absurdas negaciones de los escépticos, con mas Ó menos inseguros pasos, errando unas veces y acertando otras, pero siempre con decision y empeño, ha caminado animoso la conquista y realizacion de todos ellos. consiguiendo, ya que no posesionarse de lORmismos en su plenitud, lo cual no llegará alcanzar en esta vida, enriquecerse y mejorarse, extendiendo y mejorando tambien la esfera dentro de la que funciona y los medios deque su actividad dispone. El espíritu humano, yo así lo creo, ha permanecido siempre uno, idéntico, igual en sus facultades, condiciones esenciales en todos y en cada uno de los hombres y en todas las épocas de la historia, para hablar en otros términos mas categóricos. el alma á á á á á á á ó hums del P firme tica , pasar nider era In mam activ. gaclO mosk volvi teles: que ( gran( obser A ble. desar tal', ( en VI tan p ¿ES{ antig mate nos e nuesí nnsei nos a de re En u ciénd tende eDer€ : : , J -9.tividad humana, racionalmente suscita del pecado original considerada, dejando y de la redencion salvo á los dogmas , en los que como católico creo ), para flrmemente , el alma humana, digo, potencialmente, es hoy idéntica, y la misma que lo fué en los hombres do todos los siglos que pasaron y será 10 mismo en los futuros innumerables siglos ve- esfera, nideros; s facul- cia individual lscanso manifiesta, ianidad activay . dia en gaciones na con- ra mas é pero aunque en el siglo en que vivimos mas desembarazada general, y á históricas moslo así, el campo ) de las volvimiento de enéfico telescopios que crea, onoeer .dad de iempre hasta y lo infinitamente observacion de lo externo. ante ostentación esa desarrollo del espíritu y mas del tiempo y las investi- político-sociales, tocar con humano desenpotentes microscopios de ]0 inf'nitamente el espacio evidentemente viva los poderosos en los limites pequeño, Ante este hecho manifiesto, ble, se muestra para el ordenado y los no menos grande causas el su- ciencias amplifica, patente los datos para las enseñanzas , y , digá- de la experimentacion que construye mas lo estuviera; la vez que con el transcurso las que esa poten- se nos ofrece que nunca aumenta que es de sa· esto sea asi, no es dable negar que á notorio de las conquistas ¿no se le ocurre alcanza incuestiona- é J del obtenidas cualquiera á su pregun- amado y sobre todo y ante todo por qué causas, en virtud de qué acti vi dad y merced qué energía se ha llegado á tan prodigiosos cuanto magníficos y casi sobrenaturales resultados! ;0 ridí- ¿Es por virtud menos antigua siem- material ser el tar, cómo, de qué manera á de una fuerza pero constante fuerza nos conduce? Irse de nuestros, ó in esta miserables é inconscientes unbien nos arrastra I Slem· física, ¿Somos es un nosotros agente ó ciega y material, é instrumentos pero tan asombrosos á los qUé vamos extraño sino nueva. á aunque resultados ellos y los hacemos independiente el que de su energía, hácia como ellos y precipita, obligándonos ser autómatas mecánicos de representaciones y efectos cada dia mejores y mas maravillosos? á En una palabra, iciales ciéndose, de la tendencia 1 alma ¿Es una nueva, la que así obra y que poderosa lista y ividad cósmica? energía ¿es el espíritu aspira á á dominar un fin por que dentro humano lo que sí préviamente de sí percibe el que conoce, conociendo y ordenar conocido y siente inmediata y cono- y regir con la actividad toda y y conjuntamente t ~ -tOque afirma su existencia? ¿Lo hace de una manera ciega é inconsciente, como los astros giran mecánica y ordenadamente regulados por la ley de la atraccion universal, sin proponerse fin alguno al veriflcarlot ¿Aspira., mejor dicho, mué vese el espíritu humano en direccion la ciencia, á la virtud y las mejoras individuales y sociales de una manera necesaria y con movimientos tales que camine sujeta á un compás fatal y predeterminado su pasmosa, incorpórea é incommensurable virtualidad? iNo sabe adónde vá , ni se dá cuenta de para qué ejercita, digo mal, se mueve y funciona su actividad? Y ora funcione el hombre individual, ora colectivamente, ¿recibe de fuera el impulso, ó le suscita y determina él espontánea y libremente? iArduas cuestiones! ¡Problemas profundísimos! Arduas y complejas son en efecto las investigaciones que dentro de si encierran las preguntas que acabo de formular. Si intentara contestarlas de una manera categórica y completa, sobre pecar de pretencioso, traspasaría intentándolo los límites naturales de este discurso. Nó: no puedo yo abarcar tan alta empresa: nó: no debo hacerla porque ya os he dicho que mi propósito hoy, aunque digno, importante y fundamental por su objeto, es mas limitado y reducido. Lo que me propongo investigar no es el complejo conjunto de las causas que hayan podido contribuir al progreso y desarrollo del género humano y de su actividad en las diversas esferas á que alcanzan sus facultades físicas, intelectuales y morales. Lo que me propongo es tan solo examinar, inquirir, qué parte, qué intervencion tiene, qué especie de potencia desarrolla permanentemente el hombre cuando la ciencia, cuando cualquier otro objeto y fin dirige su actividad; mi propósito es saber si él hace algo cuando hace. si él por sí y de sí saca nó una energía propia que á su antojo obra, si él es ó nó causa y principio de sn movimiento y accion, si en él existe esa virtualidad, si él la conoce, si él la dirige y ordena. Concretado de este modo y estos términos reducido el objeto de la actual disertacion, sin mas que dirijir nuestra mirada hácia la propia conciencia, encontramos dentro de nuestro mismo ser. como cosa nuestra, exclusivamente nuestra, que nos pertenece y ó á á á ó á ó á que no, una fa: siste e: mas rú: en reco cia dice Contra cada un hecho d experim es verd ha seguí es suyo, todos. el los dems por desg hay hoy, so, se en de conci: nos aluci que depe libremen: vez de Si absoluta que lo re nuestra, nos que te, de la esa série ( uno de lo esas, no s micos, in. dos realid que actua -11- mconsguIados guno al rano en uales y le camincorpó· ni se dá su actiarnente, itánea y Arduas le sí enmtestar· ! preten- iiscurso. o porque rtante y ) que me isas que humano s faculta; tan solo .é especie ndo á la ietividad; sí y de 1 es Ó nó )r rxiste esa el objeto ida hácia iismo ser, srtenece y que nosotros solo, solo nosotros determinamos y ponemos en accion, una facultad, una potencia cuya actuacion y funcion propia consiste en querer. El comun sentido de los hombres, el asenso del mas rústico de ellos y del mas sábio de los sábios, están conformes en reconocer que cuando el hombre en lo mas intimo de su conciencia dice, «quiero ,» él es, su propia personalidad es la que quiere. Contra esta intima conviccion, contra la evidencia con que todos y cada uno de nosotros sentimos, percibimos y vemos este clarísimo hecho de conciencia, no hay ni puede haber razonamiento lógico ni experimento alguno que sea bastante á oscurecerle. Pero si esto es verdad, y pOI' serlo, la humanidad entera, ó la mayoría de ella ha seguido y sigue creyendo y asegurando firmemente que su querer es suyo, que su voluntad le pertenece, y por creerlo asi. los hombres todos. en sus relaciones con los otros hom bres, se imputan é imputan á los demás la responsabilidad de sus actos, no lo es menos también, que por desgracia y para desconcierto de la humana familia ha habido y hay hoy, quienes con aparato, más que científico, mecánico y artificioso, se empeñan en sostener que no es cierto, sino ilusorio, el hecho de conciencia arriba sentado; que nuestra ingénita vanidad humana nos alucina cuando aseguramos que nuestra voluntad es nuestra, ó que depende de nosotros y de nosotros solos procede espontánea y libremente el querer de la misma; que la voluntad del hombre, en vez de ser causa, es efecto; que no es una energía individual y absoluta del espíritu humano, nacida de él y por él suscitada; que lo real y positivo es, que la voluntad que nosotros decimos nuestra, no nos pertenece, porque ::;eglln ellos no es ni mas ni menos que una manifestacion fatal y necesaria, y lo sumo consciente, de la fuerza universal y única que agita el cosmos y produce esa série de evoluciones que se manifiestan como particulares en cada uno de los séres y fenómenos de la vida del Universo-mundo. Para esas, no sé si decir escuelas doctrinas, segun cuyos sistemas cósmicos, inducti va deductivamente construidos, no existen mas que dos realidades saber , la fuerza inmanente y la materia: la fuerza que actuando sobre la materia produce el movimiento de aquella y á ó ó á I r ~ l. - -12- va causando evoluciones sucesivas en la totalidad del ser, el ser humano no es mas que una metamórfosis, una de esas evoluciones parciales, y su querer, que nosotros vemos y sentimos como personal, é individuo, como espontáneo de él, espiritual y por ser espiritual como inmaterial consciente, simplícisimo y absoluto, la voluntad del hombre en fin, para los que esos sistemas doctrinas positi vistas profesan, no es, segun hemos dicho, mas que una parte, una actuacion de esa fuerza inmanente. Y para patentizar mas y mas esta conclusion, yal efecto de determinar y precisar, digámoslo así, tal concepto, y al intento sin duda de demostrar la materialidad de esa parte de fuerza, no obstante servirse de la palabra espíritu, fisiólogos, biólogos y anatómicos de esta secta, continuando y cooperando las tendencias del materialismo, intentan hallar en el cuerpo humano el órgano, conducto vaso de la corriente nerviosa constitutiva, ó mejor dicho, productora del pensamiento y de la voluntad. j Empresa ridícula! j Absurda, absurdísima investigacion! j Pesquisa ineficaz y desde luego dirigida é intentada con medios impotentes y recursos escasos! No hay lente alguna ni construirse ó á ó puede un microscópio, (el sentido comun 10 dice) que, por potente, fuerte y multiplicador que se le conciba, baste á percibir con los sentidos lo inmaterial: no se puede ver con los ojos de la carne el espíritu; este y sus funciones no pueden ser percibidos y contemplados mas que por si mismo; solo el espíritu vé el espíritu: el espíritu solo puede conocer y examinar, analizar y comprobar la actuacion , la virtualidad, esencia y modaiidad de sus potencias; él solo puede apreciarlas, penetrarlas y comprenderlas. La conciencia pues, directa y refleja , que es como el rayo luminoso que lleva y pone á la vez en la inteligencia la luz para ver y la necesaria para destacar la voluntad, ese rayo que ilumina el objeto que se vé y conjuntamente alumbra al sugeto que percibe, ese rayo luminoso, solo ese y nada mas que él, es el único medio é instrumento apro· pósito para ver qué es, y cómo es la voluntad humana. Dejemos pues un lado y prescindamos de tales sistemas, dejémoslos sí, Ilmo. Sr.; puesto que vemos que marchando por camino á ,errad y nat -á nin Los E mren la un solo) ponf deesl clusi cómc Univ físicc sujet, anul: mas ciem equl' ven toda: les s tes ~ sana DejE eeoi e al CI pret lide huu devt y n: mer nad .Ia s -13- , el ser uciones 00 perpor ser uto, la ictrinas a parte, mas y rámoslo rialidad spíritu. cooper en el r nervioy de la igacíon! medios istruirse potente, con los la carne contemritu: el robar la icias ; él nciencia lleva y na para se vé y immoso, to apro. 1S, dejé- r camino . errado en sus investigaciones respecto á lainquisicion de la esencia y naturaleza de la voluntad, cuya existencia no les es dable negar, -á ningun conocimiento de ella cierto y fundado pueden conducirnos. Los experimentos y observaciones parciales, solo parciales conocimientos pueden producir: la induccion, la generalizacion y menos aun -Ia universalidad propia del conocimiento verdaderamente científico solo puede surgir de la fuerza, ciencia y potencia generalizad ora, espontánea, simple y universal que en la razón existe. Prescindamos sí, de esos sistemas que preciándose de positivos y partiendo dela base exclusi va de la experimentacion, si la induccion desechan, no sabemos .cómo se atreven ó tienen la pretension de reducir á la unidad el Universo-mundo, y lo que es mas contradictorio, los sistemas metafísicos. Prescindamos de ellos que á fuer de positioistas anulan por sujetarse un método é hipótesis, que arbitrariamente establecen, anulan, digo, mutilan, y aniquilan la voluntad, que es lo que como mas positivo, real y potente nos presenta en nuestro sér la conciencia, el sentido interno. Dejémoslos sí, y no los sigamos en su equivocada marcha, en la que los primeros pasos que se den se ven caer borradas de las lenguas de todos los paises las palabras todas que á expresar sirven alguna idea moral. Dejémosles y no á á les sigamos, á menos que empecemos por suprimir de nuestras mentes y de nuestros diccionarios en todos los tiempos la primera persona de todos los verbos afectivos de movimiento y de acciono Dejémoslos sí, á menos que ansiosos y necesitados, por un torpe egoísmo, de ahogar los gritos de nuestras perturbadas conciencias, al contemplar todo lo que en nuestra vida hemos querido y hecho. pretendamos, hipócritas rebeldes, cohonestar lo malo con la fatalidad necesidad de esa fuerza que nos arrastra, sobradamente ó ó ó humildes hasta rayar en la bajeza, abrasados por el fuego de la devoradora envidia, intentemos despojar de la aureola de la gloria y no menos gloriosa palma del martirio los ilustres varones que merced al ejercicio libérrirno y constante de Sil enérgica y bien ordenada voluntad, animosos y puestas sus miras en los mas altos fines de .la santidad, la ciencia y la virtud, se distinguieron para honra y. á -14- gloria de Dios, bien de los bienes, y por Él en provecho de la humanidad con valor indómito y no quebrantada entereza, voluntariamente vivieron y murieron. Dejemos sí, todos esos sistemas y doctrinas materialistas, panteistas Ó no panteistas, que rebajando nuestra dignidad hasta el nivel de los brutos, nos conducen por una parte á la negacion de las mas altas ideas y elevados conceptos, y por otra, como consecuencia lógica, pero indeclinable ineludible. forzosamente nos condenan al fatalismo cuyos inmediatos efectos en el orden moral y social tienen que ser la fria indiferencia, el imperio despótico y depresivo del mas fuerte. A no menores peligros. aun cuando no tan groseros, nos exponen las enseñanzas y doctrinas respecto á la voluntad humana de las escuelas espiritualistas-panteista-, dentro de las cuales, aun cuando en un rigor científico no pueda hacerse, comprendo, para no dar mas extension á este trabajo, las doctrinas y enseñanzas que se designan genéricamente con el nombre de deierminisrno racional. Si los autores que estas doctrinas profesan, entre los cuales hay que comprender á Kant, Ahrens y Tiberghien reconocen y afirman que ía causa próxima é inmediata de la volicion , la productora del querer de la voluntad humana, es interna, es la misma voluntad. sientan sin embargo y añaden que esta se determina y resuelve por ideas conceptos superiores por impulsos é inclinaciones que espontáneamente actúan sobre ella. Por esfuerzos que se hagan para separar, mejor dicho librar estas doctrinas de la calificacion de panteistas, y, como es consiguiente, de ser sustentadoras de un fatalismo mas menos manifiesto, no es en mi pobre concepto posible conseguirlo, no ser que los que las profesan reconozcan y confiesen que la influencia de esas ideas ó conceptos por los que la voluntad se dete.rmina, no es tal que sea bastante sojuzgar y someter de una manera necesaria la volicion de la misma voluntad. Sí esto no se reconoce, si de este modo no se explican las doctrinas de los refeé ó ó ó ó á ó á á ridos autores, si la determinacion de la voluntad es, segun ellos, parto en último análisis y producto siquiera remoto de ideas ó conceptos superiores, es claro, no dudar, que si esta determinación á no es bre de cia en' suyo 1 se le i que e1 y qUH E: Iiberf me cc paten ma 3 volici confo . « la «mal ilumi creo resm cuan recti entó ClU· aum que quir y ~ tem ado ód ner res arr #r 1 -15- de la. , voluntemas y bajando lO por una ptos, y ludible, sotos en .a, el ó nponen . de las ando en lar mas esignan os autonnpren, que ía Iquerer sientan or ideas mtánea;eparar, iteistas, o mas ó eguirlo, que la 1 se dede una I no se os refen ellos, s ó con- nnacion no es libre, sino necesaria, la voluntad, el libre alvedrío del hombre deja de ser causa primera y se convierte en efecto: la apeten·cia entónces, el querer de la voluntad humana no es un querer suyo propio, sino un querer extraño, producto de una actividad que se le impone; no es ella la que hace, pone y crea la volicion , sino que es la idea concepto razon superior quien la crea y engendra ·y quien por medio de ella la manifiesta. Estoy conforme con Ahrens cuando dice. que la voluntad y la libertad no son una misma cosa, no son idénticas; y estoy conforme con él en esto, en cuanto que entiendo que la voluntad es una potencia, una acti vidad de nuestro espíritu, y la libertad es la forma adecuada del ejercicio del libre alvedrío humano de las voliciones de la voluntad del hombre. Mas no me es posible conformarme con dicho autor cuanclo asegura que «la fuerza de · « la razon es bastante grande para cambiar completamente los « motivos de las acciones humanas.» Yo entiendo que la razon ilumina, aconseja, propone motivos y fines la voluntad, mas creo firmemente que la voluntad sola es la que apetece, quiere y resuelve por sí libremente con indiferencia absoluta. Entiendo que cuando la voluntad se determina y decide por los dictámenes de la recta razon , y haciéndolo así, quiere lo que la razon le aconseja, entónces ejercita ordenada y honestamente su actividad de apetencia y obra el bien; mas aunque así lo crea. sienta y perciba, aunque me halle muy conforme en reconocer como real y positivo, que solo cuando asi obra la voluntad, solo cuando de este modo quiere, entonces solo y solo entonces usa bien de su libre al ved do y ejercita su natural y verdadera libertad, no puedo menos de sostener á la vez que esto digo, que la determinación y resolucion así adoptada procede exclusivamente de la voluntad. Al querer de este ó de otro cualquier modo la voluntad, al determinarse de esta manera de otra cualquiera, ella sola es quien se determina, decide y resuelve, sin que la razon la precise, ni fatal ni necesariamente la arrastre seguirla á ella, obrar conforme Sil dictamen. Decir ·otra cosa y sostenerla es decir y sostener una doctrina que haría ó ó á ó á á á •• -16- del alma experienc nos enseñ consistir la maldad de un deseo ó de una accion en un error en una falta de instruccion, cuando la verdad es que el mal moral no tiene su fundamento y raiz en una falta de inre'igencia, sino en una: resolucion inadecuada desordenada de la voluntad. Hay mas: la doctrina de Ahrens de que venimos hablando, el afirmar que la razon llega tener la fuerza. de cambiar la direccion de la voluntad, está en contradiccion manifiesta y patente con lo que realmente sucede. La experiencia nos dice. y todos los dias vemos, que hombres eminentísimos en el saber, personas de mucha ciencia se apartan en su conducta de los dictámenes de su recta razono No basta. no. que la razon nos muestre el bien con todas sus bellezas; no basta que nos le proponga y aconseje como el adecuado desenvolvimiento de nuestra actividad voluntaria; no es suficiente esto por sí solo para ql!e nuestra indómita voluntad se determine en favor del bien, y su ejecución se decida. ¡Cuántas veces en la vida aun comprendiendo y conociendo el bien particular que en un caso dado debemos obrar, no le obramos. y lo que es peor, nos decidimos á sabiendas por el mal! Al decir esto no es mi intento sostener que la voluntad no deba someterse los dictámenes de la recta razon, no es mi propósito proclamar que por ser la voluntad libre, absolutamente libre. ó no determinada por otra causa, pueda licitamente resolverse y determinarse por sí contra: lo que la razon la aconseja: lo que yo digo, lo único que quiera decir al expresarmu en estos términos, es que de hecho y en la: realidad de las cosas la voluntad no está determinada de un modo necesario por la razon, que la deterrninncion de la voluntad es exclusivamente propia de la voluntad misma, que ella por sí sola y por si misma se determina, tanto cuando sigue los dictámenes de la razon, como cuando de ellos se aparta. La situacion de la voluntad antes de resolverse y de determinarse en uno en otro sentido, es un verdadero estado de indiferencia del que solo sale de hecho porque quiere. en cuanto quiere, y como quiere y en la direccien en que ella por si sola quiere. Esta es la voluntad real y efecti va que nosotros como potencia ó albedrío ó I iCanj así sea el ejercitar! á ora obre tad! ¿Ca desarroll del libre Ilmo. Sr de un dÍE que tiene parnos, dos aquí concepto que esto es el eje indómita dera libe cho de e tad y la la voluni zon; la tándose final nat de ella. á á Esn m amen drío hur ó Dios así le toler: continua • • -17- r Ó en oral no en una. ado , el ireccion lte con dos los mas de s de su ien con como el .; no es mtad se Cuántas trticular que es ;0 no es )8 dictá- que por 'ida por ,Í contra ¡ quiero y en la n modo ntad es r si sola ienes de 3 la voen otro ) sale de la direc- potencia. del alma dentro de nosotros sentimos: esta es la voluntad que la experiencia y el comun sentir. revelado en el lenguaje de los hom bres nos enseña: en esto consiste y hasta esto alcanza de hecho el libre albedrío que dentro de nosotros percibimos. ¿Contradice este libre albedrío, los atributos de Dios! Porq ue así sea el libre albedrío, ¿podl'á el hombre. ó mejor dicho, deberá ejercitarle y servirse de él como se le antoje? Ejercitándole así. ora obre el bien. ora el mal. ¿se podrá decir que ejercita su libertad1 ¿Consistirá la libertad humana en el caprichoso y antojadizo desarrollo del querer del hombre! ¿Será conforme á la naturaleza del libre albedrío el determinarse corno quiera! Cuestiones son estas. Ilmo. Sr. , cuya detenida dilucidación no cabe dentro de los limites de un discurso inaugural; pero por la importancia y trascendencia que tienen. ya que de todas ellas minuciosamente no podamos ocuparnos, procuraremos con la mayor concisión posible dejar sentados aquí los principios mas importantes que sirven, en nuestro concepto, para la resolucion de las mismas, é intentando á la vez que esto hacemos, demostrar que la verdadera libertad humana no es el ejercicio absoluto é ilimitado de ese libre albedrío, de esa indómita aunque domesticable voluntad; que la libertad, la verdadera libertad humana. la que todo hombre tiene el deber y el derecho de ejercita r , viene ser una facultad resultante de la voluntad y la razón ; la voluntad. voluntariamente sometida á la razon; la voluntad actuando su querer y por querer ella conforme la razon; la voluntad en fin queriendo y determinándose, y sujetándose y sometiéndose por si misma lo que su originaria y final naturaleza, segun los dictámenes de la razon, la exige y pide de ella . ó á á á Es manifiesto desde luego, y para todos sabido, q ue no contradice ni amengua, la Omnipotencia divina, la existencia del libre albedrío humano, porque es bien claro que si es como és, és porque Dios asi le hizo y de la potencia que tiene le dotó. Él le creó, Él le tolera y le consiente, é indudable así bien que el libre albedrío, continuará existiendo y siendo en el tiempo y en el espacio. ínterin 3 -18- Y tan solo mientras la Omnipotencia divina lo consienta. El querer humano por otra parte no tiene el carácter de absoluto mas que como querer, como deterrninacion de la voluntad. como acto interno. Si ese querer trata de convertirse en hecho externo, si el hombre se propone realizarle, entónces su influencia no alcanza ni trasciende mas que á la limitada esfera del poder humano. i Yun querer que á tan reducidos límites se estiende, que solo en tan estrecha esfera puede obrar, que si obra por si es porque se le consiente y tolera, imerecerá que se le considere como una contradiccion del poder infinito que le creó? iHabrá de conceptuarse un querer contingente en su poder como una limitacion del ilimitado poder de aquel cuyo querer infinito es la sola medida de la extension de su poder, del poder de aquel que quiere y lo que quiere es? Tampoco la existencia del libre albedrío contradice ni repugn/\ á la infinita justicia de Dios, ni mucho menos su sabiduría ilimitada. antes bien ensalza, y humanamente hablando. enaltece estos dos atributos de la divinidad, puesto que la razon nos dice que solo es posible el mérito y el demérito en los seres dotados de libertad de aptitud de determinarse á si mismos y de ser causa única y exclusiva de sus acciones. La existencia del libre albedrío y la de la presciencia de Dios. no son entresí contradictorias, como se ha querido suponer. Independientemente de que se percibe desde luego que entre la presciencia de un hecho y la realizacion de él, no hay vínculo alguno de enlace y dependencia que merecer pueda el carácter de necesario y que por lo tanto no hay razon fundada para negar el albedrío por afirmar la presciencia; independientemente de que en consecuencia de esto. la razon alcanza á comprender que los actos humanos se realizan y producen, no porque Dios lo sepa. sino porque los hombres los realizan libremente; y Dios los prevee y los sabe porque han de ser realizados, independientemente de esto. decimos que á nuestro modo de entender y en nuestro pobre concepto, la verdadera contradiccion y hasta si se quiere absurdo, se percibe J ostenta en suponer la contradiccion que se supone entre el libre á ó J albedrío J do los act qne se SI cimiento yéndoles tienen qUI na y la á tidos y di concepto Dios. se I te. Solo 1 libre y co ducir una llegue á o en medio egoístas tE rodea hasí I simo amo por el qUE mitada pr~ podido co albedrío hl partes con libremente cuando, re al sumo B justo y pOI No; nr hay entre justo y pe obrando. do la per mismo por tiempo, ea -19- querer las que o inter• si el anza ni 1 querer ha esfe. tolera, :l poder utíngene aquel . poder, repugna 'Ía ilimisce estos que solo libertad y exclude Dios, r. Inde- prescienguno de cesano y adrío por iecuencia humanos o porque los sabe decimos iepto , la e percibe e el libre I albedrío y la presciencia divina. Fundamos este aserto, en que siendo los actos libres, como libres les tiene Dios que preveér, menos que se suponga que Dios puede errar ó tener de las cosas un conocimiento incompleto. Ahora bien, no siendo esto posible y preveyéndoles como son, esto es, como libres, es claro que con libertad tienen que realizarse para que no acontezca que la presciencia di vina y á la vez su poder y querer infinitos vengan á resultar desmen, tidos y defraudados. El libre albedrío humano, pues, en nuestro concepto mas bien que contradecirse y negarse por los atributos de Dios, se puede hasta comprobar y demostrar por ellos racionalmente. Solo un poder infinito ha podido hacer y crear una potencia libre y consciente; solo una infinita bondad ha podido querer producir una causa. una virtualidad tal que, por sí determinándose, llegue á originar y dar nacimiento y realidad al bien moral. y que en medio de la rudeza de la materia y luchando con las groseras y egoístas tendencias de la carne, se eleve y eleve y ensalce cuanto le rodea basta el heróico desprendimiento de su propio sér por el purísimo amor de Dios, dentro del que todos los bienes se encierran y por el que todos ellos se ordenan; solo la justicia infinita y la ilimitada presciencia de Dics convitadas entre si y con su bondad. han podido combinar una obra tal y tan grandiosa como lo es el libre albedrío humano que, encerrado en un cuerpo material y por todas partes combatido y estrechado, es capaz de alzarse y sobreponerse, libremente obrando, hasta el merecimiento infinito, como sucede cuando. realizando sn natural finalidad. aspira unirse y asemejarse al sumo Bien, al Bien infinito, Dios' infinitamente sábio , bueno justo y poderoso. No; no hay contradiccion entre Dios y el libre albedrío: no la hay entre Dios y la libertad. Dios es infinitamente sábio, bueno, justo y poderoso. é hizo al hombre libre, para que libremente obrando, conscientemente determinándose y libremente actuando la personalidad toda y el ser de que le dotó, se hiciese sí mismo por su union voluntaria con Dios, y perfeccionándose en el tiempo, cada vez mas sábío , bueno, justo y poderoso y Señor y á á á á -20Dominador de la tierra asi la vida eterna Si estos, ¿podrá demas del hombre tinuo desconcierto Nó , Ilmo. segun Sr., pone deplorables luntad produzca en el sentido hornbr e resolviéndose verdadero desórden, al realizar habrá no es Siquiera por sí, la razon siq uiera en este el mal ejercita. Con profundísima finalida La p( mas ni debe ser esto proviei suceda que tan constar de la vo- colecti que cause el su tot: el mal un fera de cuando con asi obra, propia y á en con- determinacion dice que cuando no es la li bertad sus act perturbadora? acontezca su accion, del libre de agitarse de hecho sentido 11 de la vo- si propia á esto, la consciente del mal, que mana volunts á sí pr( consista movimiento constantemente humana naturaleza. efectos sér voluntaria causa del libre albedrío la libertad. potentísima, en accion, la libertad evident ó resolucion y desordenado y ser una su originaria de él, determinismo sublime, -sueños mereciendo fin. y la finalidad adecuado en el vertiginoso ! i Esa potencia habita, y supremo son el orígen y antojadizo humana, albedrío las Sr., que el ej ercicio en el caprichoso luntad que transitoriamente que es su último Ilmo. docirse en dose e no obstante del hombre la que y concisa frase el Angel cumplí ser per esto 00 Velle malum , nec est libertas, nec pars libertatis, quamois sit quoddam, libertatis siqnuan, El sentido intimo por otra parte á la vez que nos revela la facultad que de querer tenemos, la vez que nos dá un testimonio mas n: evidente miras : de las Escuelas, mismo Santo Tomás, ya mucho hace tiempo que dijo: á de la potencia de determinamos, ó virtualidad nos ad vierte en el fondo de nuestra principios cuada que debemos La conciencia se hallan de la Ley seguir refleja, en nuestras esa censura y reprobacion que es como los estravíos de la voluntad, contrando cedor clama, siempre constante eco en nuestro é implacable, ora la.nentándose -~- ade- tencia dispen: segun al que él con para 1: como sentido malas acciones, la queja exhalada con esa censura íntimo, como una voz --- la norma consiguientes de nuestras , ora amenazándonos --- las ideas del bien y los existen, determinaciones. con la inflexible contra que él razon con los remordimientos censura nos pertenece que Natural, mal obrar, razon nosotros á que en nuestra conciencia fundamentales que táculo: gar á I mana. que es como contra , que turba por la que enun ter- libre y .es rem vida ir nosotros iN nuestros presa ~ r-----------'-'., -21- reciendo , albedrío consista ie la vodel libre opia y á en con- .rbadora! ser esto l que tan de la voaando el ,1 mal un obstante Ire la que el Angel que esto iberlatis, ela la fa- istimonio iertenece nen, que líen y los rma ade- rientes al mes, con a por la L que en) un toro nosotros nuestros -sneños y nos hace imposible el contento, es á no dudarlo una prueba evidente de que si somos libres, nuestra libertad, la libertad humana no es una caprichosa y desconcertada actuacion de nuestra voluntad sino la facultad que el hombre tiene de determinarse á sí propio sea su voluntad racionalmente y de ordenar asi bien sus actos de una manera racional y adecuada su naturaleza y finalidad. La libertad asi entendida y su ejercicio, es sin duda la causa mas poderosa del adelanto y progreso de la humanidad. De ella proviene evidentemente esa variada y múltiple energía que, agitando constantemente mejor dicho moviendo la actividad individual y colecti va de la especie humana, hace que esta, considerada en su totalidad, marche siempre hácia adelante extendiendo su esfera de accion, mejorando los medios de que dispone y mejorándose ella misma asi bien en su vida intelectual, moral y social, cumpliendo en esto el precepto del Eterno padre que nos manda ser perfectos. Conseguir objeto tan levantado es desde luego empresa dificil, mas no imposible: encontrará sin duda su realización grandes obstáculos, tropezará con graves inconvenientes pero no se podrá llegar á él sino por medio de la práctica de la verdadera libertad humana. Exige esta, denodado esfuerzo, rectas intenciones y elevadas miras; es indispensable que la vez que el hombre se penetre de que él solo es causa de sus actos, se persuada tambien de la existencia del órden moral que dentro de su conciencia existe; es indispensable, absolutamente indispensable, que se convenza de que segun ese órden moral que dentro de si percibe, su actividad toda que él determina y dirige, no esta ordenada ni le ha sido concedida para la satisfaccion de sus egoistas pasiones sinó para contribuir libre y voluntariamente la realizacion del plan eterno de Dios que es reinar amorosamente en la conciencía del hombre y en toda su vida individual y social. i N os será nosotros dado, Ilmo. Sr., realizar tan elevada empresa? No debemos desconfiar de conseguirlo. ó á ó á á á -22- Si asi no fuese. tú. estudiosa juventud. tú, queridísima y muy amada juventud, tú en quien nuestras ya débiles fuerzas gastadas. por el tiempo. fatigadas por el trabajo y por el desaliento contenidas, encuentran todos los años reparacion y nueva vida, tú. en quien la esperanza de un lisongero porvenir reside esplendorosa y vivificante, tú que conservas un corazon puro y no amargado aún por los desengaños é ingratitudes; tu podrás llegar realizarlo. Hazlo asi y labrarás tu ventura, honrarás tus padres, enaltecerás tu pátria , contribuirás al progreso de la humanidad y glorificarás á Dios apresurando la venida deseada de la plenitud de los tiempos. -HE DICHO. á á á ..,; -- -