Las mujeres, desde que se recuperó la democracia, no logran... cuanto las listas de candidatos siguen protagonizadas en más de...

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La suma de todas las barreras
Lunes, 27 de Agosto de 2012 16:01
Las mujeres, desde que se recuperó la democracia, no logran superar la barrera del 20% por
cuanto las listas de candidatos siguen protagonizadas en más de un 80% por hombres.
Por María de los Angeles Fernádez, Directora Ejectiva Chile 21
Fue una fatal coincidencia. A la noticia de la disminución en tres puntos del porcentaje de
candidatas a alcaldesas en las próximas elecciones municipales (de 17,5%, en 2008 a 14,4%,
en 2012), se sumó en la misma semana la no incorporación a la ley de primarias en discusión
de algún mecanismo que permita neutralizar el efecto lesivo que tendrá para las aspiraciones
de carrera política de las mujeres.
Lo concreto es que, de seguir su curso sin variaciones, terminará por sumar una elección más
a las ya existentes en condiciones desventajosas, por cuanto las mujeres cuentan con menor
acceso a redes y financiamiento. El meritorio empeño y compromiso de senadores como
Fulvio Rossi y Ximena Rincón para revertir una ley insensible a su impacto diferencial de
género, apoyado por el trabajo de organizaciones como el Observatorio de Género y
Equidad, ComunidadMujer y Corporación Humanas, no logra salir del ámbito de los
compromisos individuales.
Las preocupantes cifras vienen antecedidas de otras no mejores, desde que se inauguró el
actual gobierno, dando cuenta de la instalación de una tendencia. Chile tiene solamente 18%
de ministras y la Concertación, en sus primarias acotadas a 141 comunas, realizada el
pasado mes de abril, presentó solamente 16% de candidatas. Las candidaturas
femeninas, desde que se recuperó la democracia, no logran superar la barrera del 20%
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por cuanto las listas de candidatos siguen protagonizadas en más de un 80% por
hombres.
Todo ha cambiado, pero todo parece seguir igual. Chile fue uno de los primeros países
importantes de América Latina en elegir a una Presidenta por la vía de las urnas, pero se
mantiene con uno de los mayores índices de subrepresentación política femenina. La situación,
no solamente levanta preguntas acerca de los efectos que habría tenido el mandato de
Michelle Bachelet en ampliar las posibilidades políticas para las chilenas y, sobre todo, en lo
que hará para revertir esta situación en caso de volver a la presidencia, sino que revela la
ausencia total de sensibilidad parlamentaria. En los hechos, ésta se traduce -a lo menos- en
cuatro tipos de comportamiento legislativo.
El chuteo, consistente en señalar que las consideraciones de igualdad de género debieran
introducirse en otras legislaciones, más no en la que se discute en el momento. El último
conejo que se saca de la chistera es la obstrucción a la posibilidad de una ley de cuotas
aludiendo que se impulsará otra que permita la obtención de incentivos económicos a los
partidos por cada mujer electa. Esta idea, que no es nueva, ya fue recogida en el proyecto de
ley de participación política equilibrada entre hombres y mujeres de la segunda mitad del
gobierno de Bachelet.
La pereza, al señalar que es demasiado complejo introducir mecanismos como cuotas en una
ley como la de las primarias. La salvación particular, que es la solución por la que ha optado la
UDI. Es cosa de escuchar al senador Coloma cuando plantea que basta la voluntad política
para incluir más mujeres en las listas, lo que hace innecesario implementar mecanismos
adicionales. Es cierto que su partido es el que lleva más candidatas (22%), solamente
superado por el pacto de la Coalición que brinda espacio a independientes, siendo las mujeres
un 22,9%.
Aunque no se trata de un porcentaje para lanzar las campanas al vuelo es efectivo que, tal
como están las cosas, este partido viene siendo el tuerto-rey en la tierra de los ciegos. El
cuarto es el de los problemas mayores. Los asuntos relativos a la igualdad política de género
siempre van quedando postergados porque se considera que hay situaciones más urgentes
que atender. El cuadro se hace más dramático por cuanto la sobrecarga de demandas que hoy
experimenta el sistema político, expresadas en la crisis de representación y en la desigualdad
del ingreso, refuerza la idea de que este tipo de asuntos debieran esperar indefinidamente. Al
Congreso poco parece importarle que genere menor nivel de confianza entre las mujeres, tal
como reveló el sondeo CEP recientemente difundido.
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Lo que está claro es que las chilenas que deseen iniciar una carrera política asisten a un
proceso en el cual, según pasa el tiempo, van sumando más y más obstáculos: la inexistencia
de límites a los mandatos, la ausencia de mecanismos de acción afirmativa, un sistema como
el binominal cuyo impacto es altamente lesivo para las mujeres según la abrumadora evidencia
recogida. Añádase la falta de apoyos en materia financiera en un contexto donde las campañas
tienden a encarecerse y se profundiza la inequidad. Por si fuera poco, las mujeres portan sobre
sus hombros la responsabilidad por los asuntos relativos a la vida doméstica. ¿Es muy
exagerado afirmar, acaso, que enfrentamos el "peor de los mundos posibles"?
Su hija, querid@ lector@, tendrá un verdadero cuesta arriba si es que su deseo es desarrollar
una carrera de servicio público en el ámbito de la política. Como nadie quiere ver a sus hijas
con las alas cortadas y con menos posibilidades, tanto de progreso personal como de aporte a
la comunidad, se propone en lo inmediato sumar apoyos para la campaña que desarrolla
ComunidadMujer a favor de una ley de cuotas en www.leydecuotas.cl (#leydecuotas). Una
sociedad del cuidado también lo es por su vocación de justicia de género.
Por otro lado, el punto en que nos encontramos debiera hacer reflexionar a las organizaciones
de la sociedad civil que luchan cada día para ampliar el horizonte de posibilidades de desarrollo
de las chilenas en todos los ámbitos. Sus esfuerzos en materia de cabildeo parlamentario y
advocacy ameritan una revisión dadas las limitaciones que experimentan. Quizás sea
necesario dar un paso más, avanzando en la idea del cambio constitucional que permita
sustituir la idea de "igualdad formal" por otra noción de la igualdad que no escamotee las
aspiraciones y demandas de grupos tradicionalmente marginados, como es el caso.
Chile está más lejos de lo que se piensa comúnmente de dar el salto al desarrollo por cuanto
no se logra internalizar que los países mejor posicionados en materia de desarrollo humano lo
están, no solamente por su desempeño económico, sino por la promoción de instituciones
inclusivas y sensibles al género en todos los planos.
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