Lupus eritematoso y radiación UV. Probable participación de los autoanticuerpos anti-ribonucleoproteínas Ro/SSA. Dr. Mario A. Squeff. Carrera de Especialización en Dermatología. Hospital Centenario. Tutora: Dra. María Bibiana Leroux. Colaboración: Dra. Adriana Bergero y Dra. María J. Svetaz Nada se obtiene sin lucha, sin esfuerzo, sin alegría. Alegría que renace de solo saber que mientras hay lucha, hay vida y que la vida se produce a cada instante… Dedico este trabajo a la memoria de Pedro; a Rosa y Verónica, a los tres gracias por su ejemplo. Lupus eritematoso y radiación UV. Probable participación de los autoanticuerpos anti-ribonucleoproteas Ro/SSA. PRIMERA PARTE INTRODUCCIÓN. HISTORIA. CLASIFICACIÓN. CLÍNICA. MANEJO TERAPÉUTICO. SEGUNDA PARTE RADIACIÓN UV Y PIEL. ANTICUERPOS ANTI SSA/Ro. CARACTERIZACIÓN MOLECULAR DEL Ag Ro. FUNCIÓN Y LOCALIZACIÓN SUBCELULAR DEL COMPLEJO RNPRo. RADIACIÓN UV Y LUPUS. CONCLUSIÓN. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS. PRIMERA PARTE. INTRODUCCIÓN. La relación de las lesiones cutáneas de lupus y la exposición a la luz solar se conocía desde principios de siglo XX, pero no fue hasta 1965, con los trabajos de John Epstein, que se demostró que las lesiones eran inducidas por la fracción de radiación ultravioleta (R-UV) (1). Con la descripción de las variedades fotosensibles de lupus la causa de la fotosensibilidad se ha explorado experimentalmente. Así, Le Feber y col. detectaron en queratinocitos in vitro un aumento en la expresión de las ribonucleoproteínas nucleares y citoplásmicas, después de ser irradiados con la fracción B de la radiación UV. Por otra parte, los estudios de Norris y col. indican que el antígeno Ro60 se transloca a la membrana plasmática de los queratinocitos como efecto de la radiación UV-B (2). Sin embargo, los datos experimentales de Cassiola-Rosen (3) y de Ávalos-Díaz (4), muestran un incremento en la expresión de la proteína Ro60, así como cambios apoptóticos en queratinocitos en cultivo irradiados con luz UV-B. Otros estudios muestran que la redistribución del antígeno Ro60 es inducido de manera paralela a la activación de los genes apoptóticos fas-L y bax, como causa de la irradiación con luz UV (5) (6). El Lupus Eritematoso es una enfermedad indudablemente compleja desde muchos puntos de vista. Lo es en su expresión clínica, por su afección multisistémica, así como en su etiología desconocida y patogenia autoinmune, en la que se produce una gran cantidad de autoanticuerpos. La relación existente entre la exposición a radiación UV, los Ac anti Ro/SSA y la aparición o empeoramiento de las lesiones clínicas constituye desde mi punto de vista algo muy particular. Es por eso que en este trabajo, se analizarán los tópicos enumerados, y se intentará presentar una actualización del tema, sobre todo en la relación radiación UV, apoptosis y Ac anti Ro/SSA. HISTORIA. El término “lupus”, del latín, lobo, ha sido utilizado en los últimos 7 siglos en la literatura médica para referirse a una ulceración eritematosa facial, entre otros, por Rogerios (1230), Paracelso (1943), Manardi (1500) y Sennert (1611). Hebra y Kaposi en su tratado de lupus vulgaris se refieren al herpes ulcerosus de Amatus Lusitanus (1510) como sinónimo de lupus. Pero será en el siglo XIX cuando las descripciones de esta afectación serían numerosas. Durante el siglo XIX, el término “lupus” describía una enfermedad cutánea que consistía en ulceraciones extendidas por la cara. Bateman, Cazenave y Kaposi relatan las observaciones de sus maestros Willan, Biett y Hebra. En uno de los primeros tratados de enfermedades cutáneas (1813) Bateman describe que el lupus afecta fundamentalmente a la región facial, aunque puede afectar otras zonas del cuerpo, destruyendo la piel y dejando lesiones cicatriciales. En 1826, Rayer lo describe como un “flujo sebáceo” de distribución facial y Biett en 1828 como eritema. En 1833 Cazenave hace referencia a la descripción de Biett como “eritema centrífugo”. La primera ilustración de lupus eritematoso discoide aparece en la tercera edición de la monografía de Cazenave y Schedel, publicada en 1838; el dibujo original en color muestra un rash bilateral en las mejillas y la frente. En 1851 el mismo Cazenave cambia el término por el de lupus eritematoso y un año después señalaba que el lupus se iniciaba en la adolescencia comenzando por placas urticariales o eritematosas. En 1845 Hebra comenta que la seborrea congestiva corresponde a un lupus y utiliza la acepción “en mariposa” para describir las lesiones faciales. En 1875 Kaposi diferencia la forma de lupus discoide de la forma difusa y describe que puede existir no sólo afectación local, sino también síntomas generales con fiebre, postración, alteración de conciencia o coma y sobrevenir complicaciones como pleuroneumonía, tuberculosis o anemia, en ocasiones evolucionando a la muerte. Inicialmente la etiopatogenia de la enfermedad se atribuía al cáncer. Entre 1895 y 1903 William Osler extiende el concepto de la enfermedad a una afectación sistémica y menciona extensas y severas complicaciones viscerales: “es una enfermedad de etiología desconocida, con lesiones dérmicas polimorfas, hiperemia, edema y hemorragia, ocasionalmente artritis y un número variable de manifestaciones viscerales: crisis gastrointestinal, endocarditis, pericarditis, nefritis aguda y hemorragia de superficies mucosas. La recurrencia es un hecho especial de esta enfermedad y los ataques pueden sobrevenir después de períodos variables de tiempo, pueden no afectar a la piel, puede existir solo afectación visceral en los mismos y la variabilidad en las lesiones dérmicas es la regla. La artritis, neumonía, síntomas del sistema nervioso central como delirio, afasia y hemiplejia aparece en los enfermos afectados. La artritis no progresa a la deformidad”. Aunque no aportaba descripciones postmortem atribuía los síntomas como probablemente debidos a cambios vasculares. El concepto de una forma sistémica del lupus eritematoso fue formulada por Osler sugiriendo que la base de la enfermedad era la vasculitis. Describió una enfermedad sistémica con una variedad de manifestaciones cutáneas y reconoció que estaban implicadas las articulaciones, el tracto intestinal, las superficies serosas y el riñón. Osler describió igualmente los períodos característicos de exacerbación y remisión. El término enfermedad difusa del colágeno fue introducido por Klemperer, Pollack y Baehr en 1941. Posteriormente se reemplaza por enfermedad difusa del tejido conectivo. Neumann introdujo el término de degeneración fibrinoide. Aunque algunos defienden que el término lupus discoide y lupus diseminado tienen una estrecha relación, la mayoría de autores están de acuerdo en que son dos entidades distintas. Keil rechazó la teoría de que el LES estaba relacionado con la tuberculosis. En la década de 1930 se describió el desarrollo de LES después de esplenectomía en pacientes con púrpura trombopénica idiopática (PTI) o asociado a púrpura trombopénica. En relación al antígeno Ro, Clark, Reichlin y Tomasi en 1969, encontraron el antígeno en la fracción citoplasmática de algunos tejidos humanos, especialmente en el bazo y lo llamaron Ro. El nombre de Ro corresponde a las letras de la paciente con Lupus en la que por primera vez se detectaron estos anticuerpos reactivos contra el extracto de bazo humano (7). Años después, Alspaugh y Tan describen un antígeno nuclear soluble al que llaman SS-A, con el que reaccionaban los sueros de pacientes con el SS (8). Posteriormente, Alspaugh y Madison utilizando sueros anti-Ro y anti-SS-A demuestran que Ro y SS-A eran inmunológicamente idénticos (9,10). CLASIFICACIÓN. Gillian y Sontheimer (Gillian 1977 y Sontheimer 1981) clasificaron las manifestaciones cutáneas del Lupus Eritematoso en lesiones que son histopatologicamente específicas del LE y aquellas que no son específicas desde el punto de vista histopatológico. Esta clasificación es actualmente la más usada y aceptada y es la que se detallara a continuación. Enfermedad cutánea específica de LE. Lupus eritematoso cutáneo agudo. (LECA) Localizado. Generalizado. Lupus eritematoso cutáneo subagudo. (LECSA) Anular Papuloescamoso. Lupus eritematoso cutáneo crónico. (LECC) LE discoide o Localizado. o Generalizado. LED hipertrófico / verrugoso Lupus profundo / paniculitis lupica. LED mucoso Lupus tumidus. Lupus sabañón. LED liquenoide. Enfermedad cutánea no específica de LE. Enfermedad vascular cutánea. Vasculitis. Vasculopatías. Telangiectasias periungulares. Livedo reticulares. Tromboflebitis. Fenómeno de Raynaud. Eritromelalgia. Alopecia no cicatrizal. Esclerodactilia. Nódulos reumatoides. Calcinosis cutis. Lesiones ampollares no específicas de LE. Urticaria. Mucinosis papulonodular. Cutis laxa. Acantosis nigricans. Eritema multiforme. Úlceras de pierna. Liquen plano. CLÍNICA. A los fines prácticos solo describiremos la lesiones cutáneas específicas de LE. Lupus Eritematoso Cutáneo Agudo (LECA) Las lesiones del lupus eritematoso cutáneo agudo son exacerbadas en la mayoría de los casos debido a la exposición a radiaciones ultravioletas en especial UVB, caracterizándose por un inicio abrupto, respetando áreas no fotoexpuestas, aunque puede existir una distribución generalizada (11). Normalmente se encuentran lesiones localizadas, tipo placas eritematosas con o sin descamación en su superficie abarcando ambas regiones malares y puente nasal acompañándose en ocasiones por edema dando el clásico signo clínico en forma de mariposa o eritema malar. Los pliegues nasolabiales son respetados en forma característica (12). Es importante destacar que este eritema varía de color rosado a violáceo difuso dejando pigmentación residual de manera más notoria en los pacientes con piel muy pigmentada (12). Se puede evidenciar también zonas con rash máculo-papular sobre todo en cara, cuero cabelludo, parte alta del tórax y extensora de los miembros superiores, igualmente agravado con la exposición prolongada a la radiación UV. La sintomatología que acompaña a este rash es fiebre, adinamia y debilidad. Suelen haber lesiones sobre el dorso de los dedos, en las falanges y sobre los espacios interfalángicos y telangectasias periungueales. Algunas veces se presentan artralgias -artritis y afectación multiorgánica, entre la que se destaca afección renal y del sistema nervioso, estos son importantes signos de una derivación de la enfermedad a LES. Hay otros signos que aunque no están presentes en todos los pacientes pueden otorgar indicios diagnósticos, como el caso de la mucinosis pápulonodular de Gold, que se define como la aparición de pápulas y nódulos infiltrados con mucina, que normalmente se encuentran en forma de V en la espalda y cuello, además de las extremidades superiores (11). Es importante destacar que en las lesiones del lupus eritematoso cutáneo agudo aparecen en los períodos de actividad y luego desaparecen en los de inactividad, sin dejar cicatriz; a menos que el proceso se complique por una infección bacteriana secundaria. (12) Los cambios histopatológicos en las lesiones del LECA en general son menos precisos que los de las lesiones del LECSA y las del LECC. El infiltrado celular linfohistiocitario es escaso. Es posible observar un moderado grado de degeneración licuefactiva focal de las capas basales. El edema de la dermis superficial puede ser prominente. (12) Lupus Eritematoso Cutáneo Subagudo (LECSA o LECS) La presentación de una enfermedad con lesiones predominantes de LECSA marca la presencia de un subtipo diferente de LE cuando se consideran las características clínicas, serológicas y genéticas (12). Es una forma de lupus cutáneo, relativamente frecuente, que se observa en pacientes que refieren marcada fotosensibilidad, siendo las mujeres más afectadas. Las lesiones se desarrollan preferentemente en el área de la “V” del escote, áreas expuestas de extremidades, hombros, porción superior del tórax, espalda y cuello. El eritema puede observarse de igual manera en antebrazos, palmas, articulaciones interfalángicas, regiones periungueales, además de la erupción característica en la punta de los dedos de las manos y las palmas. Las lesiones clínicas son similares a las del Lupus Eritematoso Cutáneo Crónico (LECC), pero en su evolución no tienen tendencia a dejar cicatriz. Existen dos variedades importantes: la forma anular y la forma psoriasiforme. La forma anular se caracteriza por el desarrollo de placas anulares eritematosas con tendencia a la curación central. La forma psoriasiforme se caracteriza por el desarrollo de placas eritematosas con formación de escamas en su superficie. La erupción puede desaparecer o pueden dar por resultado atrofias, hipo o hiperpigmentación. En ocasiones, las lesiones de LECSA se presentan en forma inicial con un aspecto de eritema multiforme y estos casos pueden imitar el aspecto del síndrome de Rowell (lesiones semejantes al eritema multiforme en pacientes con LES en presencia de Ac SS-B/La) A nivel inmunológico, en un 60% de los casos los anticuerpos antinucleares (ANA) son positivos, lo mismo que los anticuerpos antiRo, anti-dsDNA, antiRNP y anti-Sm (de 10–25%). Un 50% de los pacientes con esta afección van a cumplir criterios de Lupus Eritematoso Sistémico; en general estos pacientes van a tener una enfermedad poco grave, con marcada afectación articular y fotosensibilidad, sin embargo las manifestaciones severas del LES como la nefritis, la afección del sistema nervioso central y la vasculitis se van a desarrollar en el 10 a 15% de los pacientes con LECSA. En la histopatologia observamos que los cambios epidérmicos incluyen daño focal de las células basales, licuefacción y atrofia moderada. Los cambios dérmicos incluyen edema y una escasa infiltración de células mononucleares en general limitada a las áreas perivasculares y a las estructuras anexas en el tercio superior de la dermis. En las lesiones de LECSA pueden suceder cambios vesiculosos, en particular en el borde activo de los lesiones del LECSA anular. Cuando se las comparo con las lesiones del LED se observo una pequeña proporción de hiperqueratosis, de tapones foliculares, de infiltrado de células mononucleares en las estructuras anexiales y de melanófagos dérmicos. No fue posible diferenciar el LECSA papuloescamoso de la forma anular solo a través de los criterios histopatológicos (12). Lupus Eritematoso Cutáneo Crónico (LECC) Es la variante menos sensible a la exposición solar, presentándose en muchos casos en zonas no expuestas al sol como: conducto auditivo externo, párpados, mucosas (oral es la más frecuente, pero también se presenta en mucosa nasal, conjuntival y genital), palmas y plantas, no obstante generalmente la encontramos en cara (incluyendo regiones ciliares, pirámide nasal y labios) cuero cabelludo (60% de los pacientes las presenta y la alopecia cicatrizal irreversible ha sido comunicada en un tercio de los pacientes), V del cuello, espalda, cavidad bucal (en forma de erosiones o úlceras poco dolorosas ubicadas en el paladar duro, mucosa gingival y lengua) y superficie extensora de los brazos. Hay que destacar que el 2% de los pacientes con LES presentan manifestaciones cutáneas tipo LECC. Dentro del LECC encontramos diferentes formas clínicas: Lupus eritematoso discoide localizado: cuando las lesiones se ubican exclusivamente en cabeza y cuello. En esta variedad menos del 10 % de los pacientes desarrollan LES. Lupus eritematoso discoide generalizado: en este caso las lesiones se extienden a tronco y extremidades. La típica lesión de LECC es una pápula con tendencia a confluir formando placas eritematosas redondeadas en forma de disco o moneda (de allí su nombre) con escamas adherentes y tapones córneos foliculares, cuyo signo característico es la apariencia en “tachuelas de alfombra” al remover la escama superpuesta. La inflamación y cicatrización continua resulta en hiperpigmentación, hipopigmentación, atrofia y telangectasias. Estas lesiones cutáneas han generado la división del LECC en dos etapas: Fase inicial: caracterizada por pápulas o máculo-placas eritematosas de bordes bien definidos, recubiertas en la superficie por placas adherentes, las cuales al desaparecer dejan una cicatriz atrófica residual central. Fase avanzada: caracterizada por hiperqueratosis concomitante folicular prominente, hiperpigmentación con “signo de tachuela de alfombra” (cuando se levanta la escama adherente de las lesiones mas avanzadas, es posible observar clavos queratósicos). Lupus hipertrófico ó verrugoso: fue descrito inicialmente por Behcet y su característica principal es que la escama gruesa y adherente propia del LECC se convierte en hiperqueratosis intensa y lesiones verrugosas o incluso carcinomas espinocelulares. Se ubica en las superficies extensoras de los brazos y la parte superior de tronco y cara. Su frecuencia de aparición es en el 2% de los pacientes con LECC. LECC profundo ó Paniculitis Lúpica: también llamada enfermedad de Kaposi-Irgang se caracteriza por nódulos subcutáneos profundos, firmes de 1-3 cm. de diámetro. Las lesiones son dolorosas con tendencia a la inflamación y cuando espontáneamente se cura deja grandes áreas deprimidas con apariencia lipoatrófica. La piel sobre estos nódulos puede ser normal, mostrar lesiones típicas de LECC ó eritema con poiquilodermia que normalmente pueden preceder o aparecer simultáneamente con las de la paniculitis lúpica. Se ubica en extremidades, cabeza, glúteos, tórax y muslos. La paniculitis lúpica en ausencia de LED superpuesto produce nódulos mamarios que pueden imitar en forma clínica y radiológica a un carcinoma. LED Mucoso: aparece en aproximadamente el 25% de los pacientes con LECC. La mucosa oral es afectada con frecuencia; sin embargo, las mucosas nasal, conjuntival y genital pueden estar comprometidas. En la boca, las superficies de la mucosa bucal están comprometidas con mayor frecuencia, mientras que el paladar, los procesos alveolares y la lengua son los sitios menos comprometidos. Como las lesiones son indoloras, los parches eritematosos que evolucionan a placas crónicas pueden ser confundidos con el liquen plano. Las placas mucosas bucales crónicas tienen márgenes delimitados y bordes blancos festoneados en forma irregular con estrías radiadas blancas y telangiectasias. La depresión central con frecuencia aparece en lesiones antiguas y puede desarrollar una ulceración dolorosa. Las lesiones del LED de la mucosa oral pueden degenerar en un carcinoma espinocelular. Lupus tumidus: es una variante rara de LECC en la que existe una excesiva acumulación precoz de mucina en la demis producida durante el proceso de la enfermedad. La característica de los cambios histológicos epidérmicos de la enfermedad cutánea del LE específico solo esta apenas expresada; esto se manifiesta con la aparición de placas de urticaria, suculentas, edematosas con un pequeño cambio superficial. El escaso cambio epidérmico a menudo produce confusión con respecto al diagnóstico de lupus tumidus como una forma de LE cutáneo. (12) Lupus Sabañón: Se presenta como placas violáceas, símil eritema pernio, que aparece sobre articulaciones interfalángicas. En el 50% de los casos se asocian a LED y el 15 % de los mismos desarrolla manifestaciones sistémicas. (13) En la histopatología de esta forma clínica es característica la hiperqueratosis con taponamiento folicular, adelgazamiento y aplanamiento del estrato de Malpighi, degeneración hidrópica de las células basales con incontinencia pigmenti e infiltrado linfohistocitario denso en dermis superior y profunda distribuido en forma de parches en la vecindad de las glándulas pilocebáceas y folículos pilosos. En el LECC las típicas lesiones son tan características que hacen el diagnóstico, sin embargo hay algunas dermatosis que producen placas eritematosas en cara que en oportunidades pueden generar confusión en el diagnóstico de LECC entre las cuales se pueden considerar: psoriasis, erupción polimorfa solar, pueden asemejarse a las lesiones de la fase temprana de LECC con la diferencia de que éstas no presentan atrofia, hiperqueratosis folicular y telangectasias, en el caso de psoriasis su histología no se presta a confusión, pero la erupción polimorfa solar muestra histológicamente degeneración hidrópica de las células de la capa basal al igual que el LECC aunque el infiltrado linfocitario dérmico es predominantemente perivascular mientras que en el LECC es perivascular y perianexial. También debe diferenciarse LECC de la tiña facial la cual presenta un borde elevado eritematoso con curación central pero la atrofia central y el taponamiento folicular descartan el diagnóstico. El epitelioma basocelular superficial o esclerosante puede simular LECC por su borde elevado con telangectasias. Además debe hacerse diagnóstico diferencial con liquen plano, ya que en ambos casos puede haber degeneración hidrópica de la capa de las células basales, pero las manifestaciones clínicas permiten el diagnóstico. El infiltrado dérmico debe diferenciarse del que acompaña a otras patologías: linfoma linfocítico, linfocitoma cutáneo, erupción polimorfa solar, infiltración linfocítica de Jessner. En el LECC el infiltrado tiende a localizarse alrededor de las estructuras pilocebáceas con degeneración de las células basales de los folículos pilosos en algunas oportunidades. La paniculitis lúpica compromete primariamente la dermis reticular profunda y el tejido celular subcutáneo; los pequeños vasos de la dermis profunda y la parte fibrosa del septum del tejido subcutáneo pueden ser obliterados por la esclerosis, en algunos casos no hay alteraciones epidérmicas ni dérmicas, en otros casos adicionalmente a la paniculitis, los cambios histológicos del LECC son encontrados en dermis y epidermis al igual que en la unión dermoepidérmica. MANEJO TERAPÉUTICO. El manejo inicial de los pacientes con cualquier forma de lupus eritematoso cutáneo debe incluir una evaluación para descartar actividad de LES. Todos los pacientes deben recibir instrucción acerca de la protección solar y evitar el uso de medicamentos fotosensibilizantes (hidroclorotiazida, tetraciclinas, griseofulvina y piroxicam). Con respecto a la terapia médica específica, las medidas locales deben ser maximizadas y se deben emplear agentes sistémicos si la enfermedad local activa persiste o la actividad sistémica se superpone. Tratamiento local. Protección solar. Los pacientes deben comprender la importancia de evitar la exposición solar directa, así como su responsabilidad en la fotoprotección de su piel. Deben usar en forma regular fotoprotectores de amplio espectro, resistentes al agua. Glucocorticoides locales. Aunque algunos autores prefieren el uso de esteroides de mediana potencia para la cara, el uso de esteroides potentes, como el propionato de clobetasol 0.05% o dipropionato de betametasona 0.05% producen mayor beneficio en el LEC. La aplicación es dos veces al día en la piel enferma por 2 semanas, seguido de 2 semanas de descanso para minimizar el riesgo de complicaciones locales como atrofia y telangiectasias. Glucocorticoides intralesionales. Los glucocorticoides intralesionales (triamcinolona) es útil para el tratamiento de LED. Los bordes activos de las lesiones deben ser infiltrados. El tratamiento intralesional está indicado para lesiones hiperqueratósicas de bordes infiltrados o lesiones que no responden a los glucocorticoides tópicos. (14) Inhibidores de calcineurina. Los inhibidores de calcineurina, tacrolimus y pimecrolimus, se han utilizado en pacientes con LED demostrando efectividad, sin el riesgo de inducir atrofia o suprimir el eje hipotálamo-hipofisiario. Se necesitan estudios aleatorizados, doble ciego para investigar la efectividad de estos en el tratamiento del LEC. (15-16) Tratamiento sistémico. Antimaláricos. Solos o en combinación los antipalúdicos aminoquinolinas pueden ser efectivos para aproximadamente el 75% de los pacientes con LEC. Se utilizan la hidroxicloroquina y la cloroquina, en dosis de 6.5 mg/kg/d y 4 mg/kg/d respectivamente. El modo de acción de los antimaláricos en el lupus cutáneo no se conoce con exactitud pero es posible que tengan un efecto fotoprotector, antiinflamatorio e inmunológico. El sulfato de hidroxicloroquina a una dosis de 400 mg/día, vía oral, debe ser administrado durante las primeras 6 a 8 semanas de tratamiento. En cuanto se ha obtenido una adecuada respuesta clínica la dosis diaria debe disminuirse a una dosis de mantenimiento de 200 mg/día por lo menos durante un año para disminuir las posibilidades de recurrencia. Los efectos secundarios son principalmente la afección ocular. Son frecuentes los depósitos córneos y asintomáticos en más de la mitad de los casos. La retinopatía es más grave puesto que puede repercutir en la agudeza visual. La hidroxicloroquina y la cloroquina no deben utilizarse simultáneamente porque aumentan el riesgo de retinopatía. Los pacientes deben ser evaluados en oftalmología cada 6 a 12 meses durante el tratamiento.(17) Los antimaláricos pueden producir síntomas gastrointestinales, miopatía, pigmentación grisácea en la piel, el pelo y las uñas. También se pueden presentar reacciones cutáneas que incluyen prurito, dermatitis exfoliativa, alopecia, fotosensibilidad, eritrodermia y reacción liquenoide. Se han observado alteraciones hematológicas como leucopenia y anemia aplásica; toxicidad ocular por la acumulación del medicamento, que puede ser en la córnea, y en este caso el depósito es reversible. Cuando el depósito es en la retina produce un daño irreversible, que contraindica seguir con la terapia. Antes de iniciar el tratamiento con hidroxicloroquina o cloroquina, deben realizarse biometría hemática completa, pruebas de función hepática y renal; estos exámenes deben repetirse cada 4-6 meses. (14) El tabaquismo inhibe la respuesta a los antimaláricos. Un estudio realizado por Jewell y McCauliffe en 61 pacientes con LEC demostró una diferencia significativa (P < 0.0002) en la respuesta a los antimaláricos en fumadores (40%) contra no fumadores (90%). (18) Opciones no Inmunosupresoras. Algunos pacientes con LEC refractario responden a diaminodifenilsulfona (Dapsona) con una dosis inicial de 100 mg una vez al día, que puede incrementarse a 200-300 mg/día de ser necesario. Sus efectos adversos son la hemólisis y la metahemoglobinemia. La isotretinoína a dosis de 0.5-2 mg/kg/día y acitretin, 10-50 mg/día también se han utilizado, pero su eficacia es limitada por sus efectos secundarios (teratogenicidad, hiperlipidemia y xerosis de piel y mucosas). (14) La talidomida a dosis de 100-300 mg/día es notablemente eficaz en el LEC refractario a otros medicamentos. Sus efectos secundarios son teratogenicidad, neuropatía sensitiva, somnolencia y constipación. (14) (19) Glucocorticoides Sistémicos. Debe hacerse un esfuerzo en evitar el uso de glucocorticoides sistémicos en pacientes con lupus limitado a la piel. En los casos agudos puede utilizarse prednisona, 20-40 mg/día, dosis única por la mañana como terapia suplementaria durante el inicio del tratamiento con los antimaláricos. La dosis debe reducirse lo más pronto posible debido a las complicaciones a largo plazo de los glucocorticoides. Otros Inmunosupresores. La azatioprina (1.5-2 mg/kg/día vía oral) puede actuar como un ahorrador de esteroides en los pacientes con LEC severo. El micofenolato mofetilo (25-45 mg/kg/ día vía oral) es un inhibidor potente, selectivo, no competitivo y reversible de la inosin-monofostato-deshidrogenasa (IMPDH); inhibe, por tanto, la síntesis de novo del nucleótido de la guanosina, sin incorporación al ADN. Está indicado para el LEC recalcitrante, incluyendo el LED erosivo en palmas y plantas. (14) (20) El metotrexato (7.5-25 mg por semana, vía oral) es efectivo para el LEC refractario. (14) SEGUNDA PARTE. RADIACION UV Y PIEL La luz solar es una radiación electromagnética de diferentes longitudes de onda: eléctricas, radiales, infrarrojas, luz visible, radiación ultravioleta, rayos roentgen, gama y cósmicos. Parte de esta radiación (6%) es radiación ultravioleta (UV). La radiación ultravioleta (R-UV) se divide en tres bandas conocidas como: UVA, UVB y UVC cuyas longitudes de onda se miden en nanómetros (nm). La parte UV del espectro solar es invisible para los seres humanos. Los rayos UVA (315-400 nm) representan la mayor parte de radiación UV que llega a la tierra. Producen un bronceado ligero y temporal que no protege la piel. Pueden ocasionar daños más profundos en la piel y están relacionados con el envejecimiento prematuro de la piel. Los rayos UVB (280-315 nm) representan una proporción menor de radiación ultravioleta que llega a la tierra. Los UVB pueden causar enrojecimiento, quemaduras, ampollas e incluso quemaduras de sol de segundo grado. Las longitudes de onda UVB son más efectivas para producir quemaduras de sol a corto plazo así como envejecimiento prematuro de la piel a largo plazo, y las ondas alrededor de los 300 nm son particularmente activas. Los rayos UVC (200-280 nm) son casi todos absorbidos por la capa de ozono en la atmósfera y por lo tanto, no llegan a la superficie terrestre. Estos rayos penetran ligeramente en la piel, pero dañan la vista (OMS, 1994). La medida máxima de fotoqueratitis ha sido alrededor de 270 nm. Aproximadamente cinco a quince por ciento de la radiación UVB penetra en la dermis papilar. La profundidad de penetración de los rayos UVB depende del grado de pigmentación de la piel. Las ondas más largas penetran en la dermis de manera más profunda. La transmisión a la piel de diferentes longitudes de onda depende de: espesor de la piel grado de hidratación concentración de luz visible que absorbe elementos tales como melanina, proteínas (queratina, elastina, colágeno) y número de ordenamientos espaciales de melanosomas y vasos sanguíneos. En personas de piel clara, un promedio de 10% a 15% de ondas de 290-315 nm penetran en la dermis mientras que en personas de piel oscura sólo 5% a 10%. Características UVA UVB Penetración Dermis Epidermis Absorción por moléculas Daño directo ADN Producción de radicales libres Melanina ADN, melanina, aminoácidos Menor Aumentado Aumentada Menor Adelgaza estrato Efecto Apoptosis epidérmico intermedia corneo, apoptosis intermedia, liberación citocinas queratinocitos Células Langerhans Menor Inactivación, migración Cuadro modificado de: Wallace D, Dubois EL. Lupus Erythematosus. Sixth Edition. Lippincott Williams and Wilkins Publisher. 2002:551-71. ANTICUERPOS ANTI SSA/Ro En el Lupus Eritematoso se producen una gran cantidad de autoanticuerpos que tienen importancia en el diagnóstico y juegan un importante rol en la patogenia del mismo. Estos autoanticuerpos tienen como blanco antígenos celulares como ADN, nucleosomas y una serie de proteínas constitutivas de los complejos de ribonucleoproteínas (RNP). Uno de estos complejos es el formado por RNP y los polipéptidos Ro de 60 Kd (Ro60), Ro de 52 Kd (Ro52) y La de 48 Kd (La48). (21) (22). El anticuerpo anti Ro se describe por primera vez en el año 1969 en el suero de pacientes con LES. Este anticuerpo reaccionaba con antígenos de RNP presentes en extractos de bazo humano y de conejo (23). Cuando extractos s de este anticuerpo se incubaron con células Hep-2 se observó un patrón moteado. Casi al mismo tiempo, un anticuerpo idéntico fue descrito en el Síndrome de Sjögren (SS) con el nombre de SS/A. Posteriormente se comprobó que anti Ro y anti SS/A reaccionaban con la misma proteína del ARN nuclear (24). Actualmente se sabe que estos anticuerpos reconocen al menos dos proteínas celulares, la proteína Ro52 (475 aminoácidos), y la Ro60 (525 aminoácidos). El anticuerpo anti Ro52 se encuentra más frecuentemente en el SS primario, y el anti Ro60, más frecuentemente en el LES (25) (26). El anti Ro en LES y anti SSA en SS cuando reacciona con la misma partícula de 60 kD lo hace en diferentes epítopes. (27). El anticuerpo anti Ro se encuentra asociado con fotosensibilidad en el LE; sin embargo en el SS esto no es así. En lupus eritematoso el anti-Ro se detecta con una frecuencia elevada (30 a 40% por ELISA). Aparece implicado en la patogénesis y como marcador serológico de lupus eritematoso cutáneo subagudo, presentándose en el 70% de los mismos, y del lupus neonatal. (13) CARACTERIZACIÓN MOLECULAR DEL Ag Ro En 1983 Wolin y Steitz lograron importantes avances en la caracterización molecular del complejo RNPRo. La estructura completa del antígeno Ro60 fue dilucidada por Deutscher y col., quienes clonaron el ADN que codifica para el polipéptido, el cual contiene 1817 nucleótidos. Así mismo, encontraron que el gen de Ro60 tiene un solo marco de lectura abierto que termina en un codón TAA, ubicado en las posiciones 1654-1656 y que la señal de poliadenilación AATGAA se encuentra en las posiciones 1744-1749. La secuencia deducida de 538 aminoácidos tiene un peso molecular de 60.6 kDa y contiene una estructura secundaria de hélice ubicada en la parte central de la molécula en los aminoácidos 305 a 323 y una secuencia de unión a ARN entre los aminoácidos 124 a 131 (28). La proteína Ro de 52 kDa (Ro52) no se une directamente a los ARN, pero sí está asociada al complejo Ro a través de una interacción proteína-proteína con Ro60. Ro52 probablemente reside en el citoplasma y está involucrada en la regulación de genes. También es reconocida por sueros anti-Ro. FUNCIÓN Y LOCALIZACIÓN SUBCELULAR DEL COMPLEJO RNPRo. La función exacta del complejo Ro no se conoce. Algunos datos experimentales del grupo de Bachmann (28), sugieren que esta RNP podría tener un papel en el control de la conversión de formas activas o inactivas del ARNm durante el proceso de traducción. Por otro lado y con respecto a las dos secuencias consenso de unión al ADN, se ha sugerido que pudiera jugar un papel importante en la unión de la proteína Ro60 al ADN o en unir el complejo Ro con factores de transcripción (como el TFIIIA), lo cual pudiera significar que participa en funciones de transcripción y traducción. (28) O´Brien y Wolin encontraron que la proteína Ro60 forma un complejo con algunos ARNr que poseen un exceso de nucleótidos, probablemente generados durante la terminación de la transcripción; estos nucleótidos adicionales inducen su degradación, por lo que se ha sugerido que Ro60 participa en el control de calidad de los ARNr. (29). Hendrick y col. detectaron que el antígeno Ro60 se encontraba en el citoplasma (30), sin embargo, los estudios de Harmon y col. reportan su localización nuclear, ya que los anticuerpos anti-Ro inducían un patrón moteado en células HEp-2, por lo que surgió una gran controversia relacionada con su localización. Posteriormente el grupo holandés de van Venrooij demostró que la ribonucleoproteína se encuentra en ambos compartimentos. (31) El análisis de las fracciones nucleares y citoplásmicas de los ensayos de traducción in vitro y microinyección de productos de transcripción de La/SS-B, Ro52 y Ro60 en ovocitos de Xenopus laevis, muestran que La/SS-B se encuentra principalmente en el núcleo y solamente una pequeña fracción en el citoplasma, en tanto que Ro60 está en el núcleo, aunque en menor cantidad que La, y Ro52 se detecta en su mayoría en el citoplasma, aun cuando también está presente en el núcleo (31) (32). RADACION UV Y LUPUS. En la piel, las radiaciones UV tienen una considerable actividad biológica, causando daño a las estructuras moleculares de los ácidos nucleicos, lípidos, algunos aminoácidos y componentes de la membrana celular. Cuando la radiación no ionizante alcanza la piel, una porción es reflejada por la propia piel, otra porción es absorbida y una porción es transmitida. La absorción de la radiación la llevan a cabo los cromóforos. Los cromóforos en la piel humana incluyen: queratinas, sangre, hemoglobinas, porfirias, carotenos, ácidos nucleicos, melanina, lipoproteínas, péptidos y aminoácidos aromáticos tales como la tirosina, triptófano e histidina. (33). La melanina es el principal cromóforo, el cual absorbe longitudes de onda que van desde 350 a 1200 nm. Tras absorber la energía radiante, el cromóforo entra en un estado excitado de corta vida, seguido de un cambio químico que produce un fotoproducto. Los fotoproductos inician una serie de respuestas biológicas complejas tales como la génesis de flujos iónicos, iniciación de la replicación del ADN e inducción o inactivación de reacciones enzimáticas. Estas respuestas pueden provocar cambios celulares variables tales como proliferación, mutagénesis y pérdida de los marcadores de superficie celular. No obstante, el rango de los efectos varía de acuerdo a la intensidad y a la longitud de onda administrada, de tal forma que altas dosis de radiación UVA producen eritema que puede estar relacionado con la citotoxicidad de los queratinocitos. Los ácidos nucleicos y las proteínas son los cromóforos más importantes para la radiación UVB. La respuesta de los ácidos nucleicos al estímulo de la irradiación UVB y UVC, es la formación de dos fotoproductos relevantes, los dímeros de pirimidina tipo cilobutano (CPDs), y los fotoproductos de 6-4 pirimidina pirimidina (6-4 PPs) (33, 34). Ambas lesiones forman exclusivamente dímeros de pirimidinas, constituyendo los “hot spots” o puntos calientes de mutación inducidos por radiación UV (35, 36). Ambas lesiones son reparadas por el sistema de reparación por escisión de nucleótidos (NER), aunque los productos 6-4 PPs se reparan unas 5 veces más rápido que los CPDs, sin embargo las lesiones CPDs son mucho más abundantes en el genoma. Esta diferencia puede deberse a que los fotoproductos 6-4 PPs producen una distorsión mayor en la doble hélice de ADN y por ello son más evidentes para los sistemas de reparación, a diferencia de los fotoproductos CPDs. El sistema de reparación NER implica la acción de unas 20 a 30 proteínas que actúan de forma secuencial durante el reconocimiento del daño. Producen apertura local de la doble hélice en el punto de la lesión, e incisión de la hebra dañada en uno de los lados de la lesión. Tras la escisión del oligonucleótido que contiene el daño, la mella resultante se rellena mediante la actividad de la DNA polimerasa correspondiente. Estas lesiones únicas igualmente dan lugar a mutaciones únicas en el ADN. La radiación ultravioleta induce predominantemente transiciones C_T y CC_TT en las secuencias de dímeros de pirimidina, constituyendo la característica más destacada de la mutagénesis inducida por la radiación UV. (37) El daño tisular post-irradiación es mediado por citocinas inflamatorias que son producidas por los linfocitos, y en forma no profesional, por células de la piel como los queratinocitos y fibroblastos. Las radiaciones ultravioletas tipo B (UVB) inducen la producción de anticuerpos contra los componentes nucleares, dando un patrón de respuesta Th2, donde la activación de receptores de membrana (Fas y Fas ligando), la liberación de TNF-α (uno de los activadores de la apoptosis), y su unión con el receptor p53 (poderoso inductor de la apoptosis), además de la activación de la vía de las caspasas ante el daño al ADN, generan una respuesta de autoinmunidad que tiende a permanecer en el tiempo (cronicidad), más aún si persiste el fotodaño. Todos los mecanismos antes mencionados llevaría a la apoptosis de los queratinocitos producida por la radiación UV (estos queratinocitos producto de la apoptosis son denominados “sunburn cells”). La apoptosis implica una programación genética de la célula que promueve una cascada de cambios morfológicos y bioquímicos en el interior de la misma que conducen a su muerte y eliminación. Su misión es eliminar las células dañadas, infectadas o transformadas. Esta forma de muerte celular o apoptosis se realiza mediante la activación de un programa intrínseco y se caracteriza por el mantenimiento de las membranas celulares intactas permitiendo que sean reconocidas de inmediato y fagocitadas antes que se inicien la necrosis secundaria y la lisis. (38) Las células que sufren apoptosis exhiben una morfología característica que incluye condensación citoplasmática y nuclear, la rotura específica de proteínas celulares, la fragmentación de la célula en cuerpos apoptóticos, y la rotura endolítica del ADN en fragmentos oligonucleosómicos. El proceso de fragmentación lo realiza una DNasa activada por caspasa, denominada CAD. En condiciones normales CAD existe como complejo inactivo formando complejo con ICAD (inhibidor de CAD). Cuando el estímulo apoptótico activa las caspasas, incluyendo a la caspasa-3, se rompe la unión ICAD/CAD, y una vez que CAD queda libre puede entrar en el núcleo y actuar como Dnasa con una elevada actividad específica. Los cuerpos apoptóticos son fagocitados por macrófagos o incluso por células vecinas. La formación de dímeros de pirimidina y la liberación de autoantígenos, se relacionan con la iniciación de fenómenos de apoptosis. (39) (40) (41) Existe consenso acerca de que la célula apoptótica representa una fuente de material tolerogénico muy importante durante el proceso fisiológico de recambio celular y de que las anormalidades durante la apoptosis, ya sea en la generación o aclaramiento del material apoptótico, pueden ser fuente importante de antígenos de enfermedades autoinmunes. El rol de la célula presentadora de antígenos o célula dendrítica y su interacción con la célula apoptótica parecen ser muy relevantes para lo último (42) Se ha visto, además, que las células apoptóticas que no son fagocitadas a tiempo pueden entrar en un estado de necrosis secundaria, desintegrándose y liberando su contenido citoplasmático (43, 44) De esta forma pierden su estado antiinflamatorio y ganan potencial inflamatorio. Dichas alteraciones llevan a la activación de células B y T autorreactivas y, por lo tanto, a la producción de autoanticuerpos. La macropinocitosis de las células apoptóticas por parte de los macrófagos gatilla la producción de Factor de crecimiento transformante beta (TGF-β), que tiene un rol supresor del proceso inflamatorio. (45) Cuando los monocitos o las células dendríticas maduras encuentran células apoptóticas, son estimuladas vía CD36 a producir interleuquina 10 (IL-10), también de carácter antiinflamatorio. Además de producir citoquinas antiinflamatorias, se suprime la producción de citoquinas inflamatorias, por ejemplo, Factor de Necrosis Tumoral α (TNF-α), IL-1, IL-12. (46) En cuanto a la membrana celular, en condiciones normales los fosfolípidos se encuentran distribuidos en forma asimétrica entre ambas capas de la membrana; por la cara externa hay esfingomielina y fosfatidilcolina; en cambio, la cara interna tiene fosfatidilserina (FS) y fosfatidiletanolamina. La mantención de esta asimetría depende del ATP. Cuando falta el ATP, éstos se intercambian de una cara a la otra de la membrana, lo que se denomina flipflop. El flip-flop también es inducido por la apoptosis. (47). La FS es reconocida por los macrófagos, llevando a su rápida remoción a través de fagocitosis. Este proceso es reconocido por el receptor de FS, (R-FS) de gran importancia en las fases tempranas de la apoptosis. (48, 49). A pesar de todo esto existe bastante evidencia para afirmar que las células apoptóticas no son inmunológicamente neutras, sino que, dependiendo del microambiente en el que el proceso se lleve a cabo y del tipo de célula presentadora, éstas son tolerogénicas, o bien, inmunogénicas. (50, 51) Podemos decir que A nivel celular existen dos formas de morir: por necrosis o por apoptosis. Por necrosis mueren las células accidentalmente cuando son lesionadas por agresión mecánica o tóxica. Por apoptosis mueren las células cuando son “inducidas a suicidarse”. En la muerte por necrosis se detectan una serie de cambios característicos (52): Las células y sus organelas se hinchan porque se altera la capacidad de la membrana plasmática para controlar el paso de los iones y el agua; Las células se rompen y su contenido se vierte al espacio intercelular; Se origina inflamación de los tejidos adyacentes. Las células que son inducidas a sufrir apoptosis presentan las siguientes características: Reducen su tamaño, Sus mitocondrias se abren y dejan salir el citocromo c, En la superficie celular surgen una especie de vejigas Se degrada la cromatina (ADN y proteínas) de sus núcleos se rompen en fragmentos rodeados de membrana, denominados cuerpos apoptóticos La fosfatidil serina, fosfolípido que se encuentra en la cara interna de la membrana, se expone en la superficie La fosfatidil serina se une a receptores de las células fagocíticas (macrófagos y células dendríticas) que fagocitan los cuerpos apoptóticos. Las células fagocíticas segregan citoquinas que inhiben la inflamación. Estas “sunburn cells” serian removidas en 48 horas. Sin embargo en pacientes con LE esta remoción seria defectuosa y constituirían una importante fuente de autoantígenos. Fragmentos de nuevos autoantígenos generados en células apoptóticas por acción de la luz UVB podrían iniciar y conducir la respuesta autoinmune en esta enfermedad. Se sugiere que los autoanticuerpos anti Ro y anti La pueden formarse después de la relocalización de esos autoantígenos nucleares que normalmente están fuera del alcance del sistema inmune. En un modelo de lupus neonatal, ratas gestantes fueron inyectadas con anticuerpos humanos anti-Ro y anti-La. Posteriormente éstos fueron encontrados en hígado, corazón, huesos y piel de los fetos en desarrollo. Lo anterior apoya la hipótesis que los autoanticuerpos pueden reconocer sus antígenos en la superficie de células apoptóticas in vivo. Microscópicamente se demostró también que estos anticuerpos estaban unidos a núcleos fragmentados y cromatina en células y cuerpos apoptóticos. Es importante mencionar que el depósito de estos anticuerpos no gatilló una respuesta inflamatoria en los tejidos fetales, lo que sugiere que el depósito de anticuerpos es sólo uno de los factores asociados con la iniciación y amplificación del daño. (53) Se ha demostrado que tras la ingestión de células apoptóticas, los macrófagos las fragmentan en pequeños pedazos, su metabolismo se altera, disminuyendo la producción de TNF-α y aumentando la de TGF-β. (54) En los pacientes con lupus cutáneo, in vitro, se ha demostrado que la capacidad de los macrófagos para fagocitar y aclarar las células apoptóticas, está disminuida. (55). Existe una alteración del sistema fagocítico mononuclear, (56) y tanto la adhesión como la fagocitosis de los cuerpos apoptóticos están alteradas en los macrófagos de estos pacientes. (57) Las primeras observaciones acerca del rol del aclaramiento deficiente de células apoptóticas se realizaron en ratones con la mutación C1q-null. Éstos desarrollaban un síndrome autoinmune lupus-símil, con aclaramiento defectuoso de las células apoptóticas. (58, 59) In vivo, C1q se une a las células apoptóticas tardías, y el suero humano depletado de C1q no permite que los cuerpos apoptóticos sean procesados por lo macrófagos en forma eficiente. (60, 61) La interacción de C1q con los cuerpos apoptóticos lleva a la unión de pentraxina 3 y activación del complemento. (62) Los ratones deficientes en IgM desarrollan un síndrome lupus-símil. Por otra parte, las IgM se unen a los cuerpos apoptóticos tardíos, reclutando C1q, lo que activa al complemento y estimula el depósito de C3b en la superficie de las células apoptóticas. Lo anterior aparentemente contribuye al aclaramiento no inflamatorio de las células apoptóticas. (63, 64) (Grafico Nº 1) También hay trabajos que sugieren que la unión del complemento a la superficie de las células apoptóticas podría tener un rol en definir las consecuencias inmunológicas de esas células al ser reconocidas por las CPA. En condiciones homeostáticas, cuando una CPA encuentra a un cuerpo apoptótico cubierto por complemento, se produce una inhibición de los marcadores de maduración, salvo por la expresión de CCR7, que le permite migrar al ganglio linfático. (65) Pero en presencia de células proinflamatorias, tejido necrótico, gran cantidad de citoquinas, o incluso la ausencia de citoquinas antiinflamatorias, la ingestión de las células apoptóticas puede iniciar una respuesta inmune. (66, 67) Hay trabajos en pacientes con LES con y sin fotosensibilidad que encontraron que la expresión de antígenos Ro52, Ro60 y La48 en biopsias de piel era 4-10 veces mayor en los pacientes con fotosensibilidad que en los que no la tenían y que esto se correlacionaba con los títulos de anticuerpos anti Ro y anti La. (68) (69). Se realizo un estudio en Chile (a nivel de Santiago) donde la RUV varía durante el año presentando niveles máximos en enero y mínimos en junio (Dirección de Meteorología de Chile). El estudio se realizó en 15 pacientes con LES anti Ro+ a quienes se midieron por ELISA los títulos de anti Ro en junio 2002, enero 2003 y junio 2003. Se encontró que los niveles de anti Ro variaban con los cambios estacionales de la RUVS, dado que se hallaron títulos como la fotosensibilidad, presencia de eritema o la actividad de la enfermedad no 70). RADIACIÓN UV APOPTOSIS CELULAR EXPRESIÓN DE AUTOANTÍGENOS ALTERACIÓN DE CIRCUITOS DE INMUNORREGULACIÓN RTA DEL SISTEMA INMUNE Grafico Nº 1. CONCLUSIÓN. Si bien conocemos muchos mecanismos a un nivel molecular, hoy todavía estamos lejos de conocer a ciencia cierta realmente cual o cuales de todos estos estarían involucrados en la patogenia final de esta enfermedad. Probablemente todo lo que el paradigma actual nos muestra; en un futuro ya no sea así, pero como médicos ninguno desconoce esta verdad. Lo que no podemos negar es el rol que nos toca como dermatólogos ya sea en el diagnóstico como en el tratamiento del Lupus Eritematoso. De nosotros depende que quienes padecen esta enfermedad sepan como evitar lo que es evitable. ¿Y de que forma podemos realizar esto? Educando y acompañando a nuestros pacientes, entablando una relación médico-paciente a lo largo del tiempo, lo que nos va a posicionar como una parte fundamental dentro del trabajo interdisciplinario que esta patología requiere. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS. 1. Kind P, Lehmann P, Plewig G. Phototesting in lupus erythematosus. J Invest Dermatol 1993; 100:53-7. 2. Norris DA. Pathomechanisms of photosensitive lupus erythematosus. J Invest Dermatol 1993; 100:58-68. 3. Cassiola-Rosen LA, Anhalt GJ, Rosen A. Autoantigen targeted in systemic lupus eryhematosus are clustered in two populations of surface blebs on cultured keratinocytes. J Exp Med 1994; 179:1317-30. 4. Avalos-Díaz E, Aguilera-Galaviz A, Herrera-Esparza R. UV-A Irradiation increases the expression of the 60 kD Ro antigen in human keratinocytes. Chron Derm 1996; 6:791- 801. 5. Bollain-y-Goytia JJ, Avalos-Díaz E, Herrera-Esparza R. Fas ligand and Bax gene trascription contributes to Ro60 ribonucleoprotein redistribution in UV-A irradiated human keratinocytes. Joint Bone Spine. 2000; 67:283-9. 6. Sergio H. Sánchez-Rodríguez y Gerardo E. Barajas-Vásquez y col. Lupus eritematoso: enfermedad autoinmune sistémica y órgano específica. Rev Biomed 2004; 15:173-180. 7. Clark GM, Reichlin M, Tomasi T. Characterization of a soluble cytoplasmic antigen reactive with sera from patients systemic lupus erythematous. J Immunol 1969;102:117-22. 8. Alspaugh MA, Talal N, Tan EM. Differentiation and characterization of autoantibodies and their antigens in Sjögren syndrome. Arthritis Rheum 1976;19:216-22. 9. Herrera-Esparza R, Avalos-Díaz E, Moreno-Rodríguez J. Biología de los anticuerpos antinucleares. Serie Científica y Tecnológica-DGIP-UAZ. Primera Edición. Zacatecas, Méx 1997; cap-2, cap-4, cap-5. 10. Alspaugh MA, Madison P. Resolution of the identity of certain antigen antibody system in systemic lupus erythematosus and Sjögren’s syndrome. An interlaboratory collaboration. Arthritis Rheum 1979;22:796-8. 11. Pérez Alfonso R, Giansante E. Lupus eritematoso cutáneo Espectro clínico, inmunológico y terapéutico. En: Rondón Lugo A, editor. Temas dermatológicos: Pautas diagnósticas y terapéuticas. 1era ed. Caracas; 2001. p. 185-204. 12. Fitzpatrick, Thomas y col. Dermatología en Medicina General. Quinta Edición. EUA, 2001. Vol. III Capítulo 172. Pagina 2113 - 2118 13. Sociedad Argentina de Dermatología. Consenso sobre diagnóstico y tratamiento de Lupus Eritematoso. Argentina; 2006 14. Costner M, Sontheimer R. Lupus Erythematosus. Fitzpatrick´s Dermatology in General Medicine. Vol II, 6a ed. Ed. McGraw- Hill. EUA, 2003: 1677-1693. 15. De la Rosa D, Christensen O. Treatment of chronic discoid lupus erythematosus with topical tacrolimus. Acta Derm Venereol 2004; 84: 233-234. 16. Walker S, Kirby B, Chalmers R. The effect of topical tacrolimus on severe recalcitrant chronic discoid lupus erythematosus. Br J Dermatol 2002; 147: 405406. 17. Franès C, Bècherel PA, Piette JC. Manifestaciones dermatológicas del lupus. Enciclopedia Médico Quirúrgica. Tomo 2, Ed. Elsevier, Francia, 2002, E.98-495-A-10, página 1-10. 18. Jewell M, McCauliffe D. Patients with cutaneous lupus erythematosus who smoke are less responsive to antimalarial treatment. J Am Acad Dermatol 2000; 42: 983-7. 19. Kyriakis K, Kontochristopoulos G. Experience with low-dose thalidomide therapy in chronic discoid lupus erythematosus. Int J Dermatol 2000; 39: 218222. 20. Goyal S, Nousari H. Treatment of resistant discoid lupus erythematosus of the palms and soles with mycophenolate mofetil. J Am Acad Dermatol 2001; 45: 142- 4. 21. Mohan C, Adamns S, Stanik V, Datta SK. Nucleosome: a major immunogen for pathogenic autoantibody-inducing T cells of lupus. J Exp Med 1993; 177:1367-81. 22. Lu L, Kaliyaperumal A, Boumpas DT, Datta SK. Major peptide autoepitopes for nucleosome-specific T cells of human lupus. J Clin Invest 1999; 104:345-55. 23. Clark G, Richlin M, Tomeri T. Characterization of a soluble cytoplasmic antigen reactive with sera from patients with systemic lupus erythematosus. J Immunol 1969; 102:107. 24. Alspaugh M y Maddison P. Resolution of the identity of certain antigenantibody systems in systemic lupus erythematosus and Sjögren`s syndrome: An interlaboratory collaboration. Arthritis Rheum 1979; 22:796. 25. St Clair EW, Burch J, Saitta M. Specifity of autoantibodies for recombinant 60 kD and 52 kD Ro autoantigens. Arthritis Rheum 1994; 37:1373. 26. Sanchez-Guerrero J, Lew RA, Fossel AH, Schur PH. Utility of anti RNP, anti Ro/SSA, anti La/SSB (extractable nuclear antigens) detected by enzymelinked immunosorbent assay for the diagnosis of systemic lupus erytematosus. Arthritis Rheum 1996; 39:1055. 27. Barakat S, Meyer G, Torterotot F et al. IgG antibodies from patients with primary Sjögren`s syndrome and systemic lupus erythematosus recognize different epitopes in 60 kD A/Ro protein. Clin Exp Immunol 1992; 89:38-41. 28. Deutscher S, Harley J, Keene J. Molecular analysis of the 60-kDa human Ro ribunucleoprotein. Proc Natl Acad Sci USA 1988;85:9479-83. 29. McCauliffe D, Sontheimer R. Molecular characterization of the Ro/SS-A autoantigens. J Invest Dermatol 1993;100:73-9. 30. Hendrick JP, Wolin S, Rinke J, Lerner R, Steitz J. Ro small cytoplasmic ribonucleoproteins are a subclass of La ribonucleoproteins further characterization of the Ro and La small ribonucleoproteins of uninfected mammalian cells. Mol Cel Biol 1981;1:1138-49. 31. Peek R, Pruijn GJM, Van der kemp AJW, Van Venrooij WJ. Subcellular distribution of Ro ribonucleoprotein complex and their constituents. J Cell Sci 1993;106:926-35. 32. Ramos-De León MP, Herrera-Esparza R. Tyrosine kinase participate in phosphorylation of the Ro60 ribunucleoprotein. Rev Rhum Engl Ed 1998; 65:8993. 33. Mitchell DL. The relative cytotoxicity of (6-4) photoproducts and cyclobutane dimers in mammalian cells. Photochem Photobiol 1988; 48:51-57. 34. Mitchell DL, Nairn RS. The biology of the 6-4 photoproduct. Photochem Photobiol 1989; 4:805-819. 35. Sage E. Distribution and repair of photolesions in DNA: genetic consequences and the role of sequence context. Photochem Photobiol 1993; 57:163-174. 36. Mitchell DL, Jen J, Cleaver JE. Sequence specificity of cyclobutane pyrimidine dimers in DNA treated with solar (ultraviolet B) radiation. Nucleic Acid Res 1992; 20:225-229. 37. Pfeifer GP, You YH, Besaratinia A. Mutations induced by ultraviolet light. Mutat Res 2005; 571:19-31. 38. Sheriff A, Gaipl U, Voll R, Kalden J, Herrmann M. Apoptosis and systemic lupus erythematosus. Rheum Dis Clin N Am 2004; 30:505-527. 39. Beere, H. et al. Heat shock protein 70 inhibits apoptosis by preventing recruitment of procaspase-9 to the Apaf-1 apoptosome. Nature Cell Biol. 2000 2: 469- 475. 40. Cascales Angosto, M Bases Moleculares de la apoptosis. Anal. Real Acad. Nal. Farm., 2003, 69 (1) 41. Kuechle, M; Elkon K. Shining light on lupus and UV. Arthritis Res Ther 2007, 9:101 42. White S, BS. Rosen A, MD. Apoptosis in systemic lupus erythematosus. Curr Opin Reumatol 2003; 15: 557-562. 43. Savill J, Haslett C. Granulocyte clearance by apoptosis in the resolution of inflammation. Semin Cell Biol 1995; 6:385-93. 44. Ren Y, Stuart L, Lindberg FP, Rosenkranz AR, Chen Y, Mayadas TN, et al. Nonphlogistic clearance of late apoptotic neutrophils by macrophages: efficient phagocytosis independent of beta(2) integrins. J Immunol 2001; 166:4743-50. 45. Huynh ML, Fadok VA, Henson PM. Phosphatidylserine-dependent ingestion of apoptotic cells promotes TGF-beta1 secretion and the resolution of inflammation. J Clin Invest 2002; 109:41-50. 46. Voll RE, Herrmann M, Roth EA, Stach C, Kalden JR, Girkontaite I. Immunosuppressive effects of apoptotic cells. Nature 1997; 390:350-1. 47. Bratton DL, Fadok VA, Richter DA, Kailey JM, Frasch SC, Nakamura T, et al. Polyamine regulation of plasma membrane phospholipid flip-flop during apoptosis. J Biol Chem 1999; 274:28113-20. 48. Fadok VA, Bratton DL, Rose DM, Pearson A, Ezekewitz RA, Henson PM. A receptor for phosphatidylserine-specific clearance of apoptotic cells. Nature 2000; 405:85-90. 49. Hoffmann PR, deCathelineau AM, Ogden CA, Leverrier Y, Bratton DL, Daleke DL, et al. Phosphatidylserine (PS) induces PS receptor-mediated macropinocytosis and promotes clearance of apoptotic cells. J Cell Biol 2001; 155:649-59. 50. Steinman RM, Nussenzweig MC. Avoiding horror autotoxicus: the importante of dendritic cells in peripheral T cell tolerance. Proc Natl Acad Sci USA 2002; 99:351-358. 51. Savill J, Dransfield I, Gregory C, et al. A blast from the past: clearance of apoptotic cells regulates immune responses. Nat Rev Immunol 2002; 2:965975. 52. Herrlich P, Rahmsdorf HJ. Transcriptional and posttranscriptional responses to DNA-damaging agents. Curr Op Cell Biol 1994; 6:425-31. 53. Tran HB, Macardle PJ, Hiscock J, et al. Anti-La/SSB antibodies transported across the placenta bind apoptotic cells in fetal organs targeted in neonatal lupus. Arthritis Rheum, 2002; 46:1572-1579. 54. Fadok VA, Bratton DL, Henson PM. Phagocyte receptors for apoptotic cells: recognition, uptake, and consequences. J Clin Invest 2001; 108:957-962. 55. Adams, J.M.; Cory, S. Life or death decisions by the Bcl-2 protein family. Trends in Biochem.2001 Sci. 26: 61-66. 56. Ren Y, Tang J, Mok MY, Chan AW, Wu A, Lau CS. Increased apoptotic neutrophils and macrophages and impaired macrophage phagocytic clearance of apoptotic neutrophils in systemic lupus erythematosus. Arthritis Rheum 2003; 48:2888-2897. 57. Kimberly RP. Of mice and men: insights into the complexity of mononuclear phagocyte system blockade provided by autoimmune mouse strains. J Lab Clin Med 1991; 117:173-174. 58. Morgan BP, Walport MJ. Complement deficiency and disease. Immunol Today 1991; 12:301-306. 59. Botto M, Dell’Agnola C, Bygrave AE, et al. Homozygous C1q deficiency causes glomerulonephritis associated with multiple apoptotic bodies. Nat Genet 1998; 19:56-59. 60. Korb LC, Ahearn JM. C1q binds directly and specifically to surface blobs of apoptotic human keratinocytes — complement deficiency and systemic lupus erythematosus revisited. J Immunol 1997; 158:4525-4528. 61. Taylor PR, Carugati A, Fadok VA, et al. A hierarchical role for classical pathway complement proteins in the clearance of apoptotic cells in vivo. J Exp Med 2000; 192:359-366. 62. Nauta AJ, Trouw LA, Daha MR, et al. Direct binding of C1q to apoptotic cells and cell blebs induces complement activation. Eur J Immunol 2002; 32:1726-1736. 63. Baumgarth N, Chen J, Herzenberg LA: B-1 and B-2 cell-derived IgM antibodies are non redundant components of the humoral immune response to influenza virus infection. FASEB J 2000; 14:271-280. 64. Kim SJ, Gershov D, Ma XJ, et al. I-PLA(2) activation during apoptosis promotes the exposure of membrane lysophosphatidylcholine leading to binding by natural immunoglobulin M antibodies and complement activation. J Exp Med 2002; 196:655-665 65. Verbovetski I, Bychkov H, Trahtemberg U, et al. Opsonization of apoptotic cells by autologous iC3b facilitates clearance by immature dendritic cells, downregulates DR and CD86, and up-regulates CC chemokine receptor 7. J Exp Med 2002; 196:1553-1561. 66. Voll RE, Herrmann M, Roth EA, et al. Immunosuppressive effects of apoptotic cells. Nature 1997; 390:350-351. 67. Huynh ML, Fadok VA, Henson PM. Phosphatidylserine-dependent ingestion of apoptotic cells promotes TGF-beta1 secretion and the resolution of inflammation. J Clin Invest 2002; 109:41-50. 68. Tas SW, Quartier P, Botto M, Fossati-Jimack L. Macrophages from patients with SLE and rheumatoid arthritis have defective adhesion in vitro, while only SLE macrophages have impaired uptake of apoptotic cells. Ann Rheum Dis 2006; 65:216-221. 69. Reefman, E et al. Is diturbed of apoptotic keratinocytes responsable for UVB- induced inflammatory skin lesions in systemic lupus erythematosis?. Arthritis Res Ther 2006, 8:R156 70. Pacheco D, Marinovic MA, Alvarez ME, Urbina AM, Ballesteros F, Fuentealba C, Vizcarra G. Effect of natural ultraviolet radiation on anti Ro/SSA antibodies titer in systemic lupus erythematosus. Clinical correlation. Arthritis Rheum 2003; 48:(Supplem).