retrato del creador idea

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Creatividad 2000. Revista Psicología
Edición Especial año 2000
Un retrato del creador ideal
Howard Gardner
El Creador Ideal (C.I.) procede de un lugar alejado de los verdaderos centros de poder e
influencia de su sociedad, pero no tan alejado que ella y su familia ignoren completamente lo que
está ocurriendo en otros lugares. Su familia no es rica ni tiene terribles problemas financieros, y la
vida de la joven creadora es razonablemente cómoda, en un sentido material. El ambiente en
casa es más correcto que cálido, y la joven creadora se siente a menudo un poco distante de su
familia biológica; aún cuando C. I tiene estrechos lazos con uno de sus padres, tiene también
sentimientos ambivalentes. Es más probable que existan lazos íntimos entre C. I. y una niñera,
una criada o un miembro más lejano de su familia. La familia de C.I. no ha recibido educación
superior, pero valoran el aprendizaje intelectual y sus logros, sobre los que mantienen elevadas
expectativas. En una palabra, son típicamente burgueses apegados a las ambiciones,
respetabilidad y valoración del trabajo duro que han llegado a ser asociadas con esta clase social,
particularmente a finales del siglo diecinueve. Las áreas de fuerza de C.I: aparecieron a una edad
relativamente temprana, y su familia estimuló estos intereses, aunque se muestra ambivalente
acerca de una carrera que caiga fuera de las profesiones establecidas. Hay una atmósfera moral
si no religiosa, en torno al hogar, y C.I. desarrolla una conciencia estricta, que puede volverse
contra ella misma, pero también contra otros que no adopten los modelos de conducta que ella
espera. La creadora a menudo pasa por un período de religiosidad que es rechazada y a la que
puede volver, aunque no necesariamente al final de su vida.
Llega entonces un tiempo en que la niña que crece, ahora una adolescente, parece haber
desbordado el entorno de su hogar. C.I. ya ha invertido una década de trabajo en el dominio de
un campo y está cerca de la vanguardia; ya le queda poco que aprender de su familia y de los
expertos locales, y siente un impulso acelerado de ponerse a prueba a si misma frente a los
demás jóvenes que destacan en el campo. Y así, como adolescente o joven adulta, C.I. se
aventura a ir a la ciudad considerada centro de las actividades vitales de su campo. Con
sorprendente rapidez, C.I. descubre en la metrópoli una serie de compañeros que comparten sus
mismos intereses; juntos, exploran las dimensiones del campo, a menudo organizando
asociaciones, publicando manifiestos y estimulándose mutuamente hacia nuevas cotas. A veces,
C.I. se pone a trabajar directamente en el campo elegido, aunque puede igualmente haber
jugueteado con varias posibilidades profesionales diferentes hasta que se produjo un momento de
cristalización.
Las experiencias dentro de los campos difieren de uno a otro, y no tiene sentido intentar
encubrirlas aquí. Sin embargo, con mayor o menor velocidad, C.I. descubre un área problemática
o una esfera de interés especial, que promete llevar el campo a aguas desconocidas. Este es un
momento sumamente importante. En éste punto C.I. se aisla de sus compañeros, y debe trabajar
en gran medida por su cuenta. Es consciente de que está al borde de un avance que todavía es
poco comprendido, incluso por ella. Sorprendentemente, en éste momento crucial, C.I. anhela
apoyo, tanto cognitivo como afectivo, para poder mantener el norte. Sin tal apoyo, bien podría
experimentar algún tipo de crisis nerviosa. Por su puesto en las circunstancias favorables que
hemos examinado, C.I. consigue realizar al menos un avance importante. Y el ámbito reconoce
bastante rápidamente el valor de ese avance. C.I. se siente tan especial que parece dispuesta a
llegar a acuerdos especiales-un poco faustiano- para mantener el flujo que viene del trabajo
efectivo e innovador. Para C.I., este pacto implica masoquismo y una conducta impropia para con
los demás y, en ocasiones, la convicción de haber hecho un pacto directo con Dios.
C.I. trabaja casi todo el tiempo exigiéndose muchísimo a si misma y a los demás, elevando
constantemente el listón. En la línea de William Butler Yeats, escoge la perfección de la obra por
encima de la perfección de la vida. Tiene confianza en si misma, es capaz de afrontar falsos
comienzos, es orgullosa y testaruda, y reacia a admitir errores. Dada la enorme energía y entrega
de C.I., tiene una oportunidad para un segundo avance, que sucede aproximadamente una
década después del primero. El avance subsiguiente es menos radical, pero más global y mas
íntimamente integrado con el trabajo anterior de C.I. en el campo. La naturaleza del campo de C.I.
determina si se presenta una oportunidad para ulteriores avances. (Permanecer sumamente
creativo es más fácil en las artes que en las ciencias.) C.I. intenta conservar su creatividad;
buscará un estatuto marginal o elevará el listón de la asincronía para mantener la originalidad y
conseguir el flujo que acompaña los grandes desafíos y los descubrimientos excitantes. Cuando
C.I. produce una efusión de obras, algunas de ellas destacan como definitorias, tanto para la
misma C.I. como para los miembros del ámbito circundante.
Inevitablemente, con la edad aparecen los límites de los poderes creativos de C.I.. A veces,
explota a personas jóvenes como un medio de rejuvenecimiento. Al encontrar cada vez más difícil
realizar nuevas obras originales, C.I. se convierte en una apreciada crítica o comentarista.
Algunos creadores mueren jóvenes, por supuesto, pero en el caso de nuestra C.I., ella sigue
viviendo hasta la vejez, gana muchos seguidores y continúa haciendo una aportación significativa
hasta su muerte.
Soy perfectamente consciente de las limitaciones de éste retrato hipotético. Tras cada frase
no solo se encuentran los siete individuos de éste estudio si no también muchos otros, de los
cuales al menos algunos parecen contradecir abiertamente este retrato propuesto. Si la mayoría
de los creadores proceden de una familia completa y que, hasta cierto punto les ayudó,
ciertamente no es el caso de las hermanas Bronte; si muchos viven hasta una edad avanzada,
Keats y Mozart no; si una mayoría proceden de trasfondos algo marginales, la mayoría de los
miembros del grupo Bloomsbury ciertamente no. Así, cuando se llega a ofrecer generalizaciones
sobre la creatividad, uno debe juzgar la medida en que cada generalización es esencial. Con toda
probabilidad, ni uno solo de los factores que acabamos de resaltar es decisivo para una vida
creativa; pero puede ser que uno precise al menos una cierta proporción de ellos, si las
oportunidades para un avance creativo han de verse incrementadas.
C.I. intenta conservar su creatividad; buscará un estatuto marginal o elevará el listón de la
asincronía...
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