POESÍA Despedida Imperceptiblemente, lo sé; ahora sí, lo sé: te me has ido de las manos, y yo sin enterarme... Levemente, escapaste con indiscutible alevosía. He tenido que sentir, tu ausencia, para descubrir que te esfumaste y, reconocer, que indefectiblemente, el aroma de tu inocencia, la levedad de tus mejillas, inundan de ausencia, ausencia de memoria, cada rincón de mi soledad. No lo hice, ahora sí; quiero decirte adiós, un adiós definitivo, romper con el pasado y de tu mano adulta, pasear el presente. Podrá resultarte extraño o parecerte singular, pero no será posible evitar que con mirada errante, escudriñe cada rincón, buscando tus besos, las suaves mejillas y quizás también el aroma de esa vida, definitivamente, satisfactoriamente, culminada. No me siento triste, no; pero me desconciertan sentimientos encontrados que se entrecruzan e impelen mi razón. Me cuesta aceptarlo, pues tu partida yo, precisamente yo, la entretejí, paciente cumplidor, noblemente entregado, en tu educación. Por eso, esta distancia que definitivamente nos separa, es tu triunfo, un triunfo, laborado en trocitos de vida e ilusión. Con similar fruición, doy la bienvenida, al nuevo ser. Me gusta, he de reconocerlo, encuentro que tu madurez ennoblece, dignifica, cuanto hice por ti. Por eso, con satisfacción, y reconocimiento, he de dar, convencido, gracias a la vida pues con sutil naturalidad, la incertidumbre, inicialmente provocada, ha quedado definitivamente transformada y, hasta deseada. Londres, 17.08.2014