Género Dramático. ORÍGENES DEL GÉNERO DRAMÁTICO EN

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Género Dramático.
ORÍGENES DEL GÉNERO DRAMÁTICO EN GRECIA.
1.1 LA TRAGEDIA
1.1.1 Origen
La tragedia es la creación artística más representativa de la democracia ateniense. En ningún
género se expresan tan inmediata y libremente los íntimos antagonismos de su estructura social
como en ella. Su forma exterior –su representación en público– es democrática; su contenido –la
leyenda heroica y el sentimiento heroico–trágico de la vida– es aristocrático.
Desde el principio, la tragedia se dirige a un público más numeroso y de más variada composición
que el del canto épico o la epopeya, destinados a los banquetes aristocráticos; mas, por otro lado,
está orientada hacia la ética de la grandeza individual, del hombre extraordinario y superior.
Existe consenso general en señalar que el teatro nació en la Grecia antigua, en época anterior al
siglo V a.C., probablemente entre los siglos VII y VIII. En Atenas había varias fiestas consagradas a
Dionisos, dios de la vegetación y de la vendimia. En las grandes Dionisíacas, fiestas de la
primavera, se paseaba, anualmente, la imagen del dios seguida de un cortejo de jóvenes
disfrazados de sátiros (divinidad campestre con figura de hombre barbado, patas y orejas cabrunas
y cola de caballo o de chivo). Ante el altar del dios se entonaba una especie de cántico
acompañado de flautas, llamado coro trágico (tragos significaba macho cabrío), porque los
cantores estaban disfrazados como tales. Luego, a los sátiros se agregó un hombre con máscara
que representaba al dios Dionisos, quien dialogaba con los sátiros. Se representaron escenas de la
vida del dios. Pronto se empezaron a representar las aventuras de los demás dioses y las de los
héroes.
Con Esquilo se creó definitivamente la tragedia: en vez de un actor, hizo aparecer dos, y el diálogo
entre los actores vino a ser la parte importante de la representación. Estos actores se
caracterizaban como: protagonista (“primer luchador”), el principal, quien iniciaba la trama y hacía
las veces del héroe; y antagonista (“luchador opuesto”), que se interponía en el propósito del
protagonista. El coro ocupaba un papel destacado, pues era la voz de la mayoría, representación
del pueblo, que entraba en relación dialógica con los actores. En estos inicios, el coro debía ser
homogéneo: todo integrado por ancianos o por doncellas o por mancebos; incluso, podía estar
compuesto sólo de personajes mitológicos
1.1.2 Características de la tragedia griega.
Ya Aristóteles destacó como fundamental componente emocional de la tragedia la catarsis, o
purgación de las pasiones mediante el terror y la piedad. Otro componente trágico es la hamartia
o error de juicio e ignorancia de culpabilidad del héroe, que desencadena el proceso que
culminará en la catástrofe (abatimiento, destrucción). Asimismo, la hybris, arrogancia irracional
del héroe que persevera en su acción, a pesar de las advertencias y que lo hará enfrentarse con su
destino, cumplirá un papel fundamental.
También el pathos, sufrimiento del héroe, quien vivencia una dolorosa soledad, será clave para el
desarrollo de la obra.
Todo ello enmarcado en un destino o fatalidad, o moira, ajena a la libertad de acción del héroe,
que terminará aplastándole y anulando su actuación.
Del choque entre la libertad o la voluntad del protagonista y ese destino surgirá la esencia de lo
trágico: lo verdaderamente trágico en una tragedia no son las muertes o las desgracias que en ella
aparecen, sino la incapacidad que tiene el ser humano de derrotar una fuerza sobrenatural como
el destino. El conflicto que se plantea al comienzo de una tragedia es desigual y, por eso, se puede
prever cuál será su desenlace: siempre vencerá la fuerza sobrehumana.
1.1.3 Primeros dramaturgos: Esquilo, Sófocles, Eurípides.
a) Esquilo. Sus numerosas aportaciones formales al lirismo coral griego, unidas a su genio literario
y a la fuerza dramática de su obra, hicieron que Esquilo (525 – 456 a.C.) fuera considerado
justamente como el auténtico fundador de la tragedia griega. Se ha atribuido a Esquilo la
incorporación de numerosas innovaciones teatrales, entre ellas el empleo de máscaras y
decorados. La obra de Esquilo significó la negación del concepto de culpa colectiva, la afirmación
del derecho sobre la arbitrariedad, de la dignidad y de la autonomía del hombre frente a los dioses
y el destino, y, sin embargo, la afirmación de la tragedia como elemento arquetípico de la
condición humana.
Obras: Los persas, Orestíada, Prometeo encadenado.
b) Sófocles. (496 – 406 a.C.) Fue quien mejor supo reflejar en su obra los principios y dilemas
espirituales de la Grecia clásica del siglo V a.C., cuando Atenas se hallaba en su máximo esplendor
político y cultural. Disfrutó de un gran prestigio entre sus compatriotas.
Ya con sólo dieciséis años de edad fue encargado de dirigir un canto de gracias a los dioses por la
victoria de Salamina sobre los persas. En el año 468, derrotó por primera vez al ya anciano Esquilo
en el festival dramático anual que se celebraba en honor a Dionisos.
Estableció diversas modificaciones en la forma tradicional de la tragedia fijada por Esquilo: añadió
a un tercer actor en los diálogos frente a los dos utilizados anteriormente y redujo la importancia
del coro.
Obras: De los 123 dramas escritos por Sófocles para los festivales dionisíacos, sólo se conservan
siete: Áyax, Antígona, Edipo Rey, Electra, Las traquinias, Filoctetes y Edipo en Colono.
c) Eurípides. Profundo conocedor del alma humana, Eurípides (480 – 406 a.C.) aportó a la tragedia
griega una mayor penetración psicológica y un renovado sentido de los valores dramáticos. El
carácter innovador de la producción dramática de Eurípides sorprendió a los atenienses de la
época. En contraste con sus predecesores, el autor mostró la escasa solidez de su fe en los dioses,
que solían actuar en sus obras de una forma cruel y arbitraria. Por lo que respecta a los
personajes, destaca la profunda humanidad que demuestran en su comportamiento y la especial
importancia que el autor dedica a los caracteres femeninos. El empleo de un tipo de versificación
poco usual, el abandono del sistema estrófico y la introducción de acompañamientos musicales
insólitos fueron algunos de sus recursos dramáticos más destacados.
Obras: Medea, Hécuba, Las troyanas, Ifigenia en Áulide, Las bacantes.
1.2 LA COMEDIA.
1.2.1 Origen.
La comedia tiene también su origen en Grecia en los cantos entonados como culto a Dionisos.
Se cree que las más antiguas formas de la comedia se desarrollaron mezclando los coros y las
danzas rituales con episodios histriónicos, es decir, con disfraces y burlas, en honor a Dionisos en
su aspecto de dios de la vida y de la fertilidad. Como parte de las competencias dramáticas de los
festivales atenienses se presentaban comedias ya en el siglo IV a.C. El nombre de comedia procede
de la palabra griega komos, fiesta de aldea u orgía dionisíaca popular, y de ode, que significa
canto.
1.2.2 Características.
En la época clásica, la comedia se concebía como un espejo que mostraba de forma humorística
los vicios y defectos de la sociedad. La comedia se diferenciaba de la tragedia – según Aristóteles–
en su actitud ante el hombre y el mundo. Tanto la tragedia como la epopeya eran la expresión de
lo noble y lo heroico; en cambio, la comedia trataba, de un modo divertido, sobre personajes
plebeyos, vulgares, en situaciones corrientes del diario acontecer.
Los primeros comediógrafos: Aristófanes, Menandro, Plauto y Terencio.
a) Aristófanes (450 – 388 a.C.). Al lado de la grandiosidad de la tragedia griega, las comedias de
Aristófanes ofrecen una visión realista y cargada de ironía de la vida cotidiana helénica. La máxima
pretensión del autor fue, ante todo, hacer reír a los espectadores, pero su ironía y sarcasmo
estaban, asimismo, encaminados a apoyar sus convicciones ideológicas: defensa de los valores
tradicionales, crítica a los filósofos y literatos de su época, oposición a la lucha contra Esparta.
Obras: Las nubes, Las avispas, Las aves, Lisístrata.
b) Menandro (342 – 292 a.C.). Fue Menandro el máximo representante de la comedia nueva,
última etapa de la evolución dramática ateniense, que centró su atención en las costumbres y los
problemas de la vida cotidiana. Se revela en sus obras un extraordinario dominio de la trama y
singular maestría en la creación de caracteres arquetípicos, como el avaro, el misántropo y otros.
Las comedias de Menandro constituyeron el precedente de la comedia occidental.
Obras: El arbitraje, El labrador.
c) Plauto (251 – 182 a.C.). Por medio de su adaptación libre de modelos, fue Plauto el auténtico
creador de la comedia latina, y tanto los caracteres a que infundió vida, como su estilo ágil y
dinámico, constituyeron una fuente directa de inspiración para los grandes comediógrafos
europeos de los siglos XVI y XVII. Todas las comedias de Plauto aludían a obras imitadas
directamente de un original griego, pero las tradiciones y costumbres a que hacía referencia eran
las de la Roma de su tiempo.
Obras: Anfitrión, La comedia de los asnos, Los cautivos.
d) Terencio (190 – 158 a.C.). El tono realista y los matizados apuntes psicológicos presentes en las
comedias del dramaturgo romano Terencio (185 – 159 a.C.), ejercieron perdurable influencia en el
desarrollo del teatro occidental. A diferencia de Plauto, Terencio no intentó romanizar o vulgarizar
sus tramas, que transcurrían por completo en ambientes helenísticos, y empleó una forma literaria
refinada, que llegaría a ser considerada un modelo de la lengua latina.
Obras: En el curso de su corta vida, Terencio escribió únicamente seis comedias, representadas
entre el 166 y el 160: Andria, La suegra, El verdugo de sí mismo, El eunuco, Formión y Los
hermanos.
2. EL DRAMA EN LA EDAD MEDIA.
2.1 El alba medieval.
Surge de las ceremonias de culto religioso. Los primeros dramas litúrgicos se representaban como
una introducción a la liturgia y a propósito de las conmemoraciones de Navidad, Pasión y
Resurrección. Inicialmente, fueron sencillos diálogos en latín, que luego se ampliaron a
representaciones bajo las naves de las catedrales románicas. Con el tiempo, el espectáculo teatral
salió a los atrios, al exterior del templo y, poco a poco, esas representaciones se fueron laicizando
con la intervención de personajes populares y el uso cada vez más generalizado de la lengua
romance.
La obra más antigua del teatro español pertenece al ciclo de Navidad. Nos referimos al Auto de los
Reyes Magos, de fines del siglo XII. Se cree que está inspirada en un texto francés de la época. De
esta creación se conserva un fragmento de 147 versos distribuidos en cinco escenas.
La primera escena presenta los parlamentos de cada uno de los tres reyes; en la segunda, se
reúnen con una misma intención, la de ir a ver al Niño que va a nacer; en la tercera, se produce el
encuentro con Herodes; la cuarta constituye el soliloquio del rey judío, y la quinta viene dada por
el dictamen de los rabinos a Herodes. La obra debe terminar con la ofrenda de presentes al Niño y
el canto de un villancico. Al igual que en el resto de Europa, esta obra se representaba en el atrio
de las iglesias y, posteriormente, en el exterior de los recintos sagrados.
2.2 El ocaso del medioevo.
Con La Celestina, de Fernando de Rojas, se cierra el período medieval en la dramática de España.
El autor expresa que la obra fue “compuesta en reprehensión de los locos enamorados, que,
vencidos en su desordenado apetito, a sus amigos llaman y dicen ser su dios. Asimismo hecha en
aviso de los engaños de las alcahuetas y malos y lisonjeros sirvientes”. La obra revela en parte las
circunstancias de la época con la presencia de elementos que responden a un doble punto de vista
medieval–renacentista. Medieval sería la intención moral que el autor hace notar expresamente y
el castigo divino (la muerte) que reciben tanto protagonistas como criados. Lo renacentista se
expresa en no aceptar la presencia del pecado, la audacia de algunas expresiones y la
reivindicación que se hace de la sensualidad. Este doble contraste se manifiesta también en el uso
del lenguaje: por una parte culto y erudito y, por otra, toda la riqueza expresiva de la lengua
popular y el uso de refranes.
3. EL TEATRO EN EL RENACIMIENTO.
3.1 El teatro isabelino.
Llamado así porque se desarrolló durante el próspero reinado de Isabel I, en Inglaterra (1558–
1603). Las manifestaciones anteriores corresponden al teatro alegórico, farsas populares y obras
moralistas que evidencian la crisis religiosa producida por la Reforma. Posteriormente, aparece el
drama histórico, basado en la propia historia nacional. Ejemplo lo constituyen Las Crónicas de
Holinshed, que sirven de fuente para los dramaturgos isabelinos. La dramaturgia se pondrá al
servicio de la ideología dominante y denunciará en sus obras al Papado, a los clérigos rebeldes y al
anglicanismo. A mitad del reinado de Isabel I se produce la mayor presencia de dramaturgos
ingleses de que se tenga memoria, entre los cuales destacaron Thomas Kid, Christopher Marlowe,
Ben Jonson y William Shakespeare.
• William Shakespeare (1564 – 1616).
Dedica toda su vida al arte de la escena, ya sea como actor, dramaturgo, director, administrador y
coempresario del teatro El Globo. La asombrosa variedad de su genio, capaz de integrar la
reflexión intelectual con la fantasía, la tragedia con el humor, y ofrecer así una visión profunda de
los conflictos y emociones de la naturaleza humana, instala a Shakespeare como el mayor autor
dramático de la literatura universal. Su importancia como dramaturgo se puede sintetizar en lo
siguiente:
a) Rompe con las normas clásicas del teatro inglés de la época. No se ciñe, por lo tanto, a las
unidades de lugar, tiempo y acción, que son propias de la Poética antigua.
b) Mezcla en una misma obra lo trágico y lo cómico en proporciones diversas. Para Shakespeare,
los conceptos de tragedia y comedia no suponen exclusión mutua.
c) Empleo de variadas formas métricas, incluso combina prosa con verso.
d) Disminuye la tensión en las situaciones de gran violencia dramática, al fundir lo trágico con lo
cómico.
Shakespeare creó personajes que se constituyeron en prototipos de un carácter o pasión:
Otelo representa al celoso, Hamlet es sinónimo de la duda, Shilock el avaro, entre otros.
Obras:
• Dramas históricos ingleses: Ricardo II, Ricardo III, Enrique IV, Enrique V, Enrique VI.
• Dramas históricos romanos: Tito Andrónico, Julio César, Coriolano.
• Dramas trágicos: Romeo y Julieta, Hamlet, Otelo, El rey Lear, Macbeth.
• Comedias: Sueño de una noche de verano, El mercader de Venecia,
3.2 El teatro español.
El siglo XVI centró la actividad del hombre en su sensibilidad artística y en la unidad de una fe
religiosa ardorosamente defendida (Reforma y Contrarreforma). A diferencia de otros países
europeos, España, sin cerrarse a los influjos del momento, continúa la tradición de la Edad
Media aferrada al catolicismo. Los primeros humanistas españoles se caracterizaron por su sentido
trascendentalista teocéntrico. En el siglo XVI se denominaban genéricamente comedias a las
diversas obras dramáticas que constaban, por lo común, de cinco jornadas, o actos. Los actores
eran sólo hombres. Las actrices vinieron a aparecer sólo a fines del siglo XVI. En el Renacimiento
español destacan Lope de Vega y Tirso de Molina.
a) Lope de Vega (1562 – 1635).
Según Guillermo Díaz–Plaja, “Lope de Vega es el creador del teatro nacional. Al decir esto,
queremos indicar concretamente que, con la llegada de este escritor insigne, nuestro teatro cobra,
por fin, carácter definitivo. Cabe a Lope de Vega la gloria de haber creado un teatro a la vez
literario y popular, uniendo lo tradicional y lo nuevo en una forma genial y definitiva”.
Las concepciones dramáticas de Lope fueron reflejadas en un poema de 1609, Arte nuevo de
hacer comedias. En él exponía la conveniencia de que la acción pudiera transcurrir en diversas
épocas y lugares –lo que rompía con la teoría clásica de las tres unidades: acción, tiempo y lugar–,
el empleo de tres actos y la utilización de versos de diversa métrica, aunque con predominio del
octosílabo.
Por lo que respecta al contenido, aconsejaba la introducción de una intriga secundaria paralela a la
principal, y la complementariedad de elementos cómicos y trágicos. Además, enfatizó la acción
por sobre el estudio psicológico de los personajes y le dio relevancia a la figura del gracioso. Todo
ello tendía, en suma, a la elaboración de un arte más cercano a los gustos populares.
Obras:
• Comedias de capa y espada: La dama boba, El perro del hortelano.
• Comedias históricas: El mejor alcalde el rey, Peribáñez y el comendador de Ocaña, El caballero
de Olmedo, Fuenteovejuna, El alcalde de Zalamea.
b) Tirso de Molina (1571 – 1648).
Reconocido universalmente como uno de los más grandes autores de la Edad de Oro, se le
considera el principal seguidor de la escuela de Lope de Vega, tanto en la libertad de su técnica
como en el dinamismo escénico. Su aporte particular se refleja en la presencia de personajes
fuertemente caracterizados, especialmente los femeninos: de los hechos históricos, Tirso extrae la
fuerza y universalidad del alma femenina. Es más penetrante que Lope en el análisis psicológico y
aprendió de él la movilidad escénica, la rapidez de acción de sus comedias. Utiliza el humor y se
inspira en la realidad social. Tirso popularizó a un personaje poderoso y enérgico como el Don
Juan, tan popular como Hamlet, Otelo o Romeo y Julieta.
Obras: El burlador de Sevilla, La prudencia en la mujer.
4. EL TEATRO EN EL BARROCO.
En España, el Barroco está estrechamente ligado al espíritu de la Reforma Católica. Aunque el
estilo barroco sea distinto del renacentista, el siglo XVII no significó una ruptura absoluta con lo
anterior. Se trata de una evolución. Se intensifica el uso de las figuras literarias y del contraste:
luz–sombra, vida–muerte, predestinación–libre albedrío, fastuosidad de la corte– pobreza del
pueblo.
• Pedro Calderón de la Barca (1600 – 1681).
Sucesor de Lope de Vega como principal representante del teatro español del Siglo de Oro,
Calderón de la Barca expresó a través de su obra una concepción del mundo y de la vida de raíz
profundamente católica. Sus obras de carácter secular giraban en torno a los dos conceptos
fundamentales de la época en España: el honor y la honra.
Sus obras dramáticas concentran la acción en torno a un tema central. Calderón otorga
importancia a lo simbólico, fantástico y poético; el núcleo de la obra es, a menudo, un concepto
filosófico y los personajes llegan a ser simples símbolos de conceptos abstractos.
La filosofía de Calderón alcanzó su máxima expresión en los autos sacramentales, composiciones
de tipo alegórico y de un solo acto, que tenían como propósito instruir al pueblo sobre
determinados principios teológicos.
Obras: La dama duende, El médico de su honra, La vida es sueño, El gran teatro del mundo, El
Alcalde de Zalamea.
5. EL TEATRO EN EL NEOCLASICISMO.
El siglo XVIII, o de las luces, siglo de la Revolución Francesa, del advenimiento de los Reyes
Borbones, del racionalismo crítico implacable, es el siglo en el que se origina la tendencia definida
como Neoclasicismo. Durante el período neoclásico, la literatura es considerada como un medio
para educar y transformar a la sociedad, debe revelar la presencia de los vicios y virtudes, para
que los hombres se alejen de los vicios y practiquen las virtudes. El neoclasicismo considera que
sólo la educación conduce a la felicidad.
5.1 El drama neoclásico francés.
Con el reinado de Luis XIV (1643–1715) llegó al punto culminante el absolutismo monárquico y la
hegemonía francesa en Europa. La teoría artística del Neoclasicismo se rige, como todas las formas
de vida y cultura de la época, por las finalidades del absolutismo. Los escritores más
representativos de la época de Luis XIV son Moliére, Racine y La Fontaine. Destacó Jean Baptiste
Poquelin (Moliére).
• Moliére (1622 – 1673).
Desarrolló la comedia. Durante mucho tiempo de su vida, fue un espíritu crítico e irrespetuoso,
que supo ver lo ridículo y grosero en el comerciante mezquino, en el vanidoso burgués y en el
conde estúpido con la misma agudeza y los representó con idéntico descaro. Se cuidó de no atacar
a la monarquía. En sus obras abundan jergas y lenguajes dialectales, alternando con el francés más
correcto o con el latín macarrónico. Construye artificialmente lenguajes hipercultos que le
permiten ejercer la sátira.
Obras: Tartufo, El avaro, El médico a palos, Las preciosas ridículas, El burgués gentilhombre.
5.2 El drama neoclásico español.
La tendencia neoclásica española se caracteriza por el buen sentido, el espíritu crítico, la
observancia de las normas dadas por preceptistas literarios y la fiel imitación de los modelos.
La subordinación de la obra artística a la razón era exigencia ineludible en el neoclasicismo
español. Esta posición habría de desarrollarse en el siglo XVIII, como consecuencia del
racionalismo imperante. El espíritu crítico, hijo del racionalismo y del afán científico, tuvo en
España valiosas expresiones literarias, entre las que destacó Leandro Fernández de Moratín.
• Leandro Fernández de Moratín (1760–1828).
Sobresalió por su inteligencia, cultura y agudas facultades para la crítica. Tradujo comedias de
Moliére. Sus obras destacan por sobre la producción teatral de la época, tanto por su sencillez y
fina observación psicológica, como por los rasgos de ingenio e ironía. Uno de sus argumentos
recurrentes fue la sátira contra los matrimonios concertados, enfatizando los temas de orden
moral que aluden a la decadencia social.
Obras: El viejo y la niña, El barón y la mojigata, El sí de las niñas.
6. EL TEATRO ROMÁNTICO.
El Romanticismo nace como respuesta al Neoclasicismo, de modo especial a su criterio rígido y
estricto. El europeo vuelve la vista a su pasado histórico para reencontrarse con sus raíces y
asignarle una identidad a su literatura. El teatro romántico representa una absoluta ruptura con la
preceptiva del siglo anterior. Se une la prosa con el verso y lo trágico con lo cómico. No se
consideran las tres unidades aristotélicas y se observa en las obras una mayor variedad y
dinamismo. Fundamentalmente, el drama romántico exalta el yo individual, la idea de libertad
conducente a la melancolía y a la fantasía y a la expresión de los sentimientos sin el freno de la
razón.
6.1 El drama romántico español.
El subjetivismo sentimental imprime las obras dramáticas españolas asociado a un estado de
ánimo depresivo, que nace de la incomprensión que el autor cree vivir. Relacionado con esta
actitud depresiva está el interés romántico por las ruinas, por las tumbas, por lo lúgubre y lo
sombrío, por la noche y por la muerte. Lo sobrenatural alcanza un gran desarrollo en la literatura
de la época, traspasada, en gran parte, de espíritu cristiano. José Zorrilla es el mejor ejemplo.
• José Zorrilla (1817 – 1893).
Durante la década de 1840, llegó a la cima de su popularidad gracias a sucesivas colecciones de
leyendas en verso, basadas en relatos populares y dramas históricos de marcado carácter
nacionalista. En sus obras dramáticas, la intriga se desarrolla con habilidad, la acción es siempre
viva y los personajes, aunque de escasa complejidad sicológjca, aparecen bien delineados. En Don
Juan Tenorio mostró su talento para el desarrollo de la intriga y la construcción de diálogos
escritos en versos sonoros.
Obras: El zapatero y el rey, Traidor, inconfeso y mártir, Don Juan Tenorio.
7. EL TEATRO EN EL REALISMO.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, en Europa se reaccionó contra el idealismo romántico.
La realista imagen del hombre se vio favorecida por un desarrollo de nuevas corrientes
ideológicas, como la ciencia experimental o la teoría evolucionista. Por otra parte, el avance cada
vez mayor del progreso material, unido al problema económico, se convirtieron en dos
importantes factores que incidieron en la nueva concepción de la realidad. Las obras dramáticas
realistas son expresión crítica de la sociedad. Al escritor le interesa describir y examinar en forma
objetiva, y sin intercepción de sentimientos, el mundo inmediato que lo rodea.
a) Henrik Ibsen, noruego (1828–1906).
Sus primeras creaciones están inspiradas en obras románticas. Por su producción dramática se le
considera como un renovador de la escena moderna, en especial en lo relacionado al “teatro de
ideas”, de aguda crítica social contra los prejuicios y corrupciones. Durante un tiempo, tiene a su
cargo el Teatro Nacional de Oslo. Sus temáticas se refieren a problemas sociales. Entre ellos,
adquiere relevancia la liberación de la mujer. En la construcción del texto, le preocupa, de modo
particular, la composición dramática, el desarrollo psicológico de los personajes y un adecuado uso
del lenguaje.
Obras: Un enemigo del pueblo, Peer Gynt, Casa de muñecas, La dama del mar, Espectros.
b) Antón Chéjov, ruso (1860 – 1904).
Su obra La gaviota, de notable realismo poético, es elegida para iniciar las actividades del recién
creado Teatro del Arte de Moscú, bajo la dirección de Stanislavski. Se le considera el creador del
teatro ruso moderno. Fue tan célebre como maestro de la novela corta y como autor dramático. El
Chéjov dramaturgo describe la decadencia de la burguesía rusa a fines del siglo XIX.
Obras: La gaviota, Tío Vania, Las tres hermanas, El jardín de los cerezos.
c) George Bernard Shaw, inglés (1858 – 1950).
Participa en la fundación del Teatro Independiente de Londres. Allí se estrena, en 1892, su obra
Casa de Viudos. Escribe comedias realistas de gran agilidad en los diálogos. En su obra se plantean
críticas hacia la injusticia, la hipocresía y los tabúes de la burguesía inglesa.
Obras: Pigmalión, Santa Juana, Casa de Viudos, La profesión de la señora Warren.
8. EL TEATRO CONTEMPORÁNEO.
8.1 El teatro épico.
Plantea obras de gran contenido social y una continua crítica al sistema social vigente. Su máximo
representante es Bertolt Brecht.
• Bertolt Brecht, alemán (1898–1956).
Para Brecht, el teatro debe ser consecuente con el momento histórico en que uno vive. Se define a
sí mismo diciendo: “Soy un dramaturgo. Muestro lo que he visto en los mercados de la
Humanidad. He visto cómo se comercializa con la especie humana”. En sus obras propone sencillez
expositiva, diálogos cortantes y esquemáticos y el uso de la parábola como línea dramática.
Considera fundamentales el uso del humor y de la ironía. Junto con adaptar textos y ejercer la
crítica teatral, Brecht establece las bases estéticas y éticas de un nuevo teatro. Crea una nueva
manera de hacerlo y verlo. Estos postulados los publica en 1948, con el nombre de El pequeño
organón.
Obras: Madre coraje, El círculo de tiza caucasiano, La ópera de tres centavos.
8.2 El teatro del absurdo.
Presenta una visión deformada y grotesca de la realidad, con el propósito de hacer notar la
incongruencia del accionar humano. Desarrolla el tema de la incomunicación, que se expresa en la
soledad del hombre, desvinculado de la sociedad y transformado en un ser enajenado. Al
dramaturgo no le interesa el desarrollo de conflictos, por ello, se observa una mínima tensión
dramática. Su interés se centra en mostrar la sociedad con sus defectos y con rasgos de
deshumanización.
• Eugene Ionesco, rumano (1912 – 1994).
Es el principal punto de referencia en el concepto de teatro del absurdo. Se educa en
Francia. En 1950 encabezó la Escuela Dramática de París. Ionesco considera que el hombre cae en
el absurdo y en la incomunicación cuando se aleja de sus raíces religiosas, metafísicas y
trascendentes.
Obras: El rinoceronte, La cantante calva, Las sillas, La lección, El rey se muere.
ALGUNAS OBRAS DRAMÁTICAS REPRESENTATIVAS DE LOS PERÍODOS HISTÓRICOS.
1.
PERÍODO CLÁSICO.
• Esquilo: “Orestíada” (458 a.C.)
La única trilogía del autor griego que ha permanecido completa es la Orestíada, su obra maestra.
Fue escrita en el 458 a.C. y está compuesta por Agamenón, Las coéforas y Las euménides. Entre
ellas, el tema común es el de la culpa y su expiación. La Orestíada narra la muerte de Agamenón,
tras su regreso victorioso a Troya, a manos de su esposa Clitemnestra y del amante de ésta, Egisto
(Agamenón); la venganza de Orestes, hijo de Agamenón, que informado del crimen por su
hermana Electra, da muerte, a su vez, a Clitemnestra, su madre, y a Egisto (Las coéforas), y el juicio
y exculpación de Orestes (Las euménides).
• Sófocles: “Edipo Rey” (430 a.C.)
La presentación del conflicto anticipa la tragedia y expone la superioridad del poder divino sobre la
voluntad individual. El dios Apolo pide castigo para el asesino del rey Layo, pues su presencia
ocasiona las pestes que afectan a Tebas. Edipo acude donde el adivino Tiresias, quien le profetiza
su futuro: vagará por tierras extrañas como mendigo por voluntad del dios. Edipo había huido de
Corinto para escapar al augurio del oráculo: mataría a su padre y se casaría con su madre, sin
saber que Pólibo no era su verdadero padre. En su camino, encontró a un anciano, con quien
discutió y a quien mató sin saber que era su verdadero padre, el rey Layo. Llegado a Tebas,
encontró la ciudad desolada: una esfinge exigía víctimas humanas hasta que alguien resolviera el
enigma que planteaba. La reina viuda, Yocasta, había prometido casarse con quien librase a la
ciudad del monstruo. Edipo resolvió el enigma y se casó con su madre, con quien tuvo cuatro hijos.
Las revelaciones del adivino Tiresias hicieron conocer a Edipo y Yocasta la tragedia de que eran
protagonistas. Yocasta se suicida, ahorcándose, y Edipo, con un broche del vestido de ella, se hiere
los ojos, quedando ciego. Desesperado, Edipo solicita a Creonte, su cuñado y sucesor en el trono,
que lo destierre.
2.
PERÍODO MEDIEVAL.
• Fernando de Rojas: “La Celestina” (1499)
A fines de la Edad Media, surge una obra dramática que se anticipa a la dramaturgia moderna. Se
publicó en Burgos, 1499, con el título de Tragicomedia de Calisto y Melibea. La obra fue
compuesta durante el reinado de Isabel y Fernando (1474–1504), justo en el tránsito final de la
Edad Media al Renacimiento. A comienzos del siglo XVI se comienza a llamarla Celestina en vez de
Calisto y Melibea. La trama básica se sintetiza así: el joven y rico Calisto se enamora
apasionadamente de Melibea, hija de unos ricos burgueses de la ciudad, que en un principio lo
rechaza. Con la ayuda de unos criados, Pármeno y Sempronio, y de la vieja alcahueta Celestina,
Calisto consigue relacionarse con Melibea. La jovialidad juvenil y pura del amor y el proceso del
romance cada vez más apasionado, se convierten en placer prohibido y, fatalmente, en dolor y
muerte. En esa contraposición de placer y dolor, de amor y muerte, está la esencia del conflicto de
la obra. Una noche, tras una visita clandestina al jardín de Melibea, Calisto muere al caer de la
tapia del huerto, ante lo cual ella se suicida, incapaz de vivir sin su amante.
3.
RENACIMIENTO.
• William Shakespeare: “Hamlet” (1604)
William Shakespeare, inglés, desarrolló las ideas y conceptos del Renacimiento sobre el ser
humano. Escribió Hamlet entre 1600 y 1601, basándose en un texto dramático sobre las querellas
dinásticas en la Dinamarca del período medieval; sin embargo, no se centró tanto en la trama
histórica como en la tragedia personal del joven Hamlet. Estructuralmente, el tema central de esta
obra es la venganza que debe cumplir el príncipe de Dinamarca, por mandato expreso de su padre,
cuyo espectro le revela que fue su tío Claudio quien lo asesinó para usurpar el trono y casarse con
la reina Gertrudis, madre de Hamlet. El príncipe se sumerge en un pesimismo existencial, al
considerar que la maldad y la mentira son la guía de todas las actitudes morales, que ejercen en él
un paulatino proceso de degradación moral. Ofelia, enamorada de Hamlet, loca de desesperación
tras la muerte de su padre, Polonio, muerto por el príncipe al creer que era su tío Claudio, se
ahoga en el río a orillas del cual cogía flores. Hamlet es el hombre contemplativo, acosado por
dudas, reflexivo, que actúa en rebeldía frente a su entorno, intentando cumplir con el mandato de
su padre.
Sucumbe agobiado por el papel que le obliga a representar la fatalidad de las circunstancias. Las
acciones culminarán con la tragedia del último acto, que lleva a la muerte al propio protagonista.
• Lope de Vega: “Fuenteovejuna” (1619)
Un ejemplo típico del carácter popular de la propuesta dramática del español Lope de Vega es
Fuenteovejuna. Responde al planteamiento de un conflicto entre la nobleza y el pueblo: el
comendador Fernán Gómez de Guzmán burla a numerosas mujeres del pueblo de Fuenteovejuna;
atropella la autoridad de los alcaldes; castiga injustamente a los hombres. Laurencia, hija de uno
de los alcaldes y prometida a Frondoso, resiste las infames pretensiones del comendador, quien la
consigue a la fuerza después de apresar al novio el mismo día de la boda. El pueblo se rebela
dando muerte al tirano. Los jueces no consiguen averiguar quién es el autor del crimen, pues los
rebeldes valientemente atribuyen el hecho a todo el pueblo. Al fin, los Reyes Católicos perdonan la
rebelión. El desenlace es reflejo del sentido popular de la monarquía, a la que Lope de Vega
respetaba y amaba con absoluta fidelidad.
• Tirso de Molina: “El burlador de Sevilla” (1630)
La obra aparece por primera vez en una colección de comedias publicadas en Barcelona el año
1630 con el nombre El burlador de Sevilla y convidado de piedra. El protagonista es Juan Tenorio,
seductor y burlador de jóvenes incautas. Comienza la obra con el diálogo entre el Tenorio,
embozado, y la duquesa Isabela; él la ha burlado haciéndose pasar por su prometido, el duque
Octavio. Protegido por su tío, Pedro Tenorio, don Juan logra huir en compañía de su criado, el
gracioso Catalinón. Naufragan y llegan a nado a una playa de Tarragona, donde la pescadora
Tisbea se enamora perdidamente del náufrago; éste intenta engañar en Sevilla, haciéndose pasar
por el marqués de la Mota, a doña Ana de Ulloa, pero al escapar lucha contra el comendador don
Gonzalo, padre de Ana, y le da muerte. Nueva huida del burlador y su criado y, en el camino,
nuevo encuentro con una muchacha humilde, la bella Aminta, que celebra sus bodas con el
labriego Batricio. Don Juan la toma para sí y continúa su camino. En Sevilla, frente al sepulcro del
comendador, se burla e invita a la estatua a cenar a su casa, invitación que es aceptada. Cuando la
cena termina, don Juan da la mano al comendador y se abrasa en su fuego. Así recibe castigo el
burlador. El rasgo predominante del Tenorio es su insatisfacción permanente, conquistador
incansable.
4.
PERÍODO BARROCO.
• Pedro Calderón de la Barca: “La vida es sueño” (1636)
En las creaciones dramáticas de Calderón se concentra todo el valor creativo del Barroco español.
Sus dramas religiosos y, asimismo, los filosóficos, proyectan la visión de una humanidad ideal,
agitada por un anhelo desbordante de comunión con la divinidad. Su principal comedia filosófica
es La vida es sueño. Muchos sermones religiosos de la época insistían en la consideración de la
vida como un sueño del que se despertaba en la muerte.
Es un pensamiento semejante al de la vida como comedia, pues en ambos aquélla es algo
meramente transitorio y que se justifica sólo por el más allá. La idea expresada en el título de la
obra de Calderón se desarrolla admirablemente en los monólogos de Segismundo, lamentaciones
pronunciadas desde la prisión en que su padre, el rey Basilio, lo ha confinado para evitar que se
cumplan infelices presagios. A fin de probarlo, el monarca le da un narcótico y lo lleva a palacio:
Segismundo actúa en forma abominable, con lo que Basilio cree confirmados los pronósticos y
hace regresar al hijo a su prisión; pero el pueblo se subleva a favor del heredero, y éste, cambiado
interiormente por su experiencia anterior, asume el poder y actúa con justicia y bondad.
Segismundo busca ahora la vida superior que no perece, desengañado de la fortuna del mundo.
Prevalece la búsqueda de lo inmutable y lo infinito.
5.
PERÍODO NEOCLÁSICO.
• Moliére: “Tartufo” (1664)
En Francia, los escritores más representativos del período neoclásico, época de Luis XIV, son
Moliére, Racine y La Fontaine. El mayor éxito de Moliére fue el estreno de Tartufo, en 1664. Por
medio de un diálogo de enorme sutileza y fuerza cómica, el dramaturgo presentaba la figura de un
hombre sensual y lujurioso que, bajo la apariencia de un virtuoso asceta, logra aprovecharse de la
confianza de su protector e incluso volverlo contra su familia, y sólo es desenmascarado cuando
intenta seducir a la dueña de casa. La crítica de la hipocresía religiosa que parecía subyacer en el
texto dramático, puso en contra de Moliére al clero católico, que logró la prohibición de Tartufo
por cinco años. Tartufo es un personaje representativo de la sociedad francesa que vive de las
apariencias en el siglo XVII. Su piedad es una farsa que le permite obtener, primero, la confianza
de un honesto burgués, Orgón, y, después, los bienes de éste. Es quien presume de católico,
anhela fervorosamente los bienes materiales y con una pseudodevoción disfraza sus reales
intenciones. La mirada de Moliére devela los vicios que la sociedad francesa de la época debe
corregir. Y el estilo cómico es su recurso infalible.
• Leandro Fernández de Moratín: “El sí de las niñas” (1806)
La comedia titulada El sí de las niñas es la más clara exponente de las ideas y la sensibilidad
neoclásicas en España. El argumento muestra a Paquita, una muchacha joven, enamorada de un
apuesto militar, don Carlos, sobrino de don Diego, prometido oficial de la muchacha. Este último
ignora el amor que existe entre ambos jóvenes. La culpa de esta falsa realidad la tiene la madre de
Paquita, al desconocer los verdaderos sentimientos de su hija. Del mismo modo, ignoran los
sentimientos de la joven las religiosas del convento donde se ha educado. Cuando don Diego se
entera de que ambos jóvenes están enamorados, generosamente renuncia a la mano de su
prometida. El desarrollo del conflicto del triángulo amoroso sirve para mostrar vicios sociales y
enseñar normas de comportamiento.
6.
EL PERÍODO ROMÁNTICO.
• Johann Wolfgang von Goethe: “Fausto” (1808 y 1832)
La inmensa obra de Goethe, que intentó reflejar la armonía entre la razón y sentimiento, entre
hombre y naturaleza, hizo de él no sólo el más célebre escritor alemán de todos los tiempos, sino
una de las más geniales e influyentes figuras de la literatura universal. La primera parte del Fausto
se publicó en 1808 y la segunda parte, en el mismo año de la muerte del escritor, 1832. Goethe
presentó la lucha de un hombre entre el anhelo de elevación espiritual y el apego a lo meramente
terrenal. Al comienzo del Fausto, el demonio, Mefistófeles, apuesta contra Dios; se trata de
apartar a Fausto, investigador infatigable, que pretende descifrar racionalmente el misterio del
ser, de su afán y búsqueda sincera de la verdad. Insatisfecho de las respuestas racionalistas,
Fausto, a punto del suicidio, formaliza un pacto con Mefistófeles, en el cual éste le ofrece la
felicidad a condición de obtener su alma. Fausto es rejuvenecido y su pasión se desborda. Con
todo, Mefistófeles no logra hacer olvidar a Fausto a su amor, Margarita, encarcelada por
infanticidio. Terminala primera parte con la pérdida de la amada, pero el Fausto romántico recibe
el don de las fuerzas cósmicas en la segunda parte. Goethe nos conduce a través de un laberinto
de personajes y situaciones al momento crucial de la obra: la unión de Fausto y Elena. De esta
unión nace Euforión, ávido de vida y afán de superación. Fausto, ya anciano, ya no quiere dar
prueba de su poder, sino ofrecer cobijo y libertad a la gente humilde. Muere y el infierno reclama
su alma; no obstante, los ángeles la recogen, proclamando que pueden salvar “al que no cesa de
esforzarse”.
• José Zorrilla: “Don Juan Tenorio” (1844)
José Zorrilla, en su drama fantástico–religioso, recoge la figura del Burlador de Sevilla popularizada
por Tirso de Molina y la adapta a la sensibilidad romántica. Don Juan simboliza al hombre libre,
individualista, aventurero y rebelde que sólo aspira a gozar temerariamente del amor y del
mundo, sin pensar en el castigo divino por su irreverente existencia. Pero la diferencia
fundamental entre ambos don Juanes consiste en que el de
Zorrilla se enamora definitivamente de doña Inés y aspira a formar con ella un hogar. Don Juan ha
sufrido un cambio completo. Busca en la mujer la virtud, quiere ser un esclavo de la hija del
comendador, ofrece renunciar en favor de ésta a su libertad económica y de cualquier otro tipo. El
amor de la hermosa y apasionada doña Inés ha de significarle también la salvación eterna,
desenlace opuesto al de la obra de Tirso. En ésta se mantienen constantemente los caracteres
distintivos del protagonista y, por lo mismo, el autor debía castigarlo haciéndolo ir al infierno. Por
su parte, Zorrilla también es consecuente al proponer un desenlace feliz, ya que el amor auténtico
alcanza la misericordia de Dios.
7.
PERÍODO REALISTA.
• Henrik Ibsen: “Casa de muñecas” (1880)
Henrik Ibsen, el genial dramaturgo noruego, se convirtió en el más duro fustigador de los
convencionalismos e hipocresías sociales de su época, en adalid de la lucha del individuo contra las
gruesas imperfecciones del sistema, en airado defensor de la libertad individual.
La trama inicial de Casa de muñecas presenta un matrimonio convencional, donde a él se le
representa como depositario de la razón, la capacidad de reflexión y cálculo, el trabajo, el
esfuerzo, la protección, la seguridad en sí mismo: un personaje decepcionante, esclavo del código
social. A ella, la sumisión, la inmadurez, el infantilismo, el papel de niña, de muñeca necesitada de
protección y tutela, primero paterna, después conyugal. Bajo esta superficie, sin embargo, Nora
oculta un secreto que irá rompiendo progresivamente ese feliz y artificial reparto de papeles. La
petición de un préstamo con la firma falsificada de su padre ha sido motivado por el amor hacia su
esposo, para salvarle de una grave enfermedad, pero ocultándole la petición del préstamo para no
herirle en su amor propio. Ibsen logra, a través de Nora, saltar sobre los convencionalismos
burgueses de su época, denunciar a través de su personaje la esclavitud de las apariencias y la
obsesión de la época con la salvaguarda y protección de la reputación social y el honor.
• George Bernard Shaw: “La profesión de la señora Warren” (1898)
Las comedias del escritor británico George Bernard Shaw plantearon por medio de la ironía y la
sátira intelectual los problemas y contradicciones morales de la sociedad de su tiempo. Fue, sin
duda, Ibsen el autor que más influyó en su vocación como dramaturgo, y de él se considera que
adoptó la fórmula del drama de ideas. Como una acusación a la moral sexual escribió La profesión
de la señora Warren. En su prólogo expresa: “...fue escrita en 1894 para llamar la atención acerca
de que la verdadera causa de la prostitución no es la depravación femenina ni el desenfreno
masculino, sino simplemente el hecho de que a las mujeres se les paga, se las valora y se las
sobrecarga de trabajo de manera tan vergonzosa, que las más pobres recurren obligadamente a la
prostitución para sobrevivir.” Shaw fue un creador genial de conversaciones, diálogos y
discusiones llenos de inteligencia y de ingenio, y esta cualidad extraordinaria lo situó en un alto
nivel artístico, lo que lo llevó a obtener el Premio Nobel de Literatura en 1925.
• Antón Chéjov: “El jardín de los cerezos” (1904)
El ruso Antón Chéjov, mediante un realismo poético, trató magistralmente la lenta agonía de la
burguesía rusa, ahogada en la monotonía y el tedio de su propia vida. En esta obra, el protagonista
es el mismo jardín de los cerezos, verdadero jardín encantado, con sus árboles siempre en flor y en
cuya espesura cantan los pájaros; el jardín cae, finalmente, abatido por las despiadadas exigencias
de la vida de los negocios, pero demasiado tarde para salvar a sus propietarios, que han preferido
llegar a la ruina antes que destruirlo. La comedia termina con el desalojamiento de la casa, desde
la que cada cual se encaminará hacia su nuevo destino, mientras el ruido del hacha anuncia el
corte del primer cerezo.
8.
PERÍODO CONTEMPORÁNEO (SIGLO XX).
• Bertolt Brecht: “Madre Coraje” (1941)
En el siglo XX, la creación dramática rompe con la tradición inmediata y entra en un período
renovador. Bertolt Brecht, basándose en la ideología marxista, desarrolló su teoría del “teatro
épico”, que él oponía al “teatro culinario”, en el que el público queda fascinado por la intriga e
inmerso en ella. La acción dramática queda supeditada al contenido ideológico.
En esta obra, Anne Fierling, conocida entre los soldados por Madre Coraje, es una cantinera que
sigue a los ejércitos suecos o imperiales por los campos de batalla, arrastrando su carro en el que
vive y duerme y en el que transporta sus bienes y familia. Dos de sus hijos van al frente y su hija
muda permanece con ella. Madre Coraje trata de sobrevivir con su hija y con su carro vendiendo
mercancías donde puede, pero sucumbe ante el poder destructivo de la guerra. Ella es un ejemplo
de supervivencia y de la necesidad de estar al límite para apreciar lo esencial y lo que realmente
importa.
• Eugéne Ionesco: “La cantante calva” (1950)
En la expresión dramática del siglo XX, la obra de Eugéne Ionesco, dramaturgo francés de origen
rumano, estableció un punto de referencia conocido como teatro del absurdo. La cantante calva
es la comedia prototipo del período. Su título alude a un personaje desconocido, que se menciona
en un diálogo incoherente: “–A propósito, ¿y la cantante calva?” Respuesta: “–Sigue peinándose
de la misma manera.” La obra carece de argumento. Expone los diálogos entre dos matrimonios,
los Smith y los Martin, una sirvienta y un capitán de bomberos. El final de la obra muestra las
simultáneas intervenciones de los personajes con destemplados gritos en la oscuridad, tras lo cual
se ilumina la escena con la presencia del matrimonio Martin, sentado junto a una chimenea,
expresando el mismo diálogo que pronunciara el matrimonio Smith al comienzo de la obra.
A través de frases hechas carentes de significado, diálogos que, en realidad, son trágicos
monólogos, paradojas e incoherencias, Ionesco convirtió a sus personajes en seres grises que se
debaten en una existencia igualmente gris, en grotescas marionetas, cuyos ridículos diálogos
sirvieron para denunciar la ausencia de comunicación en las relaciones humanas.
EL GÉNERO DRAMÁTICO EN CHILE
1.
Desarrollo histórico.
La creación dramática en Chile amanece con el movimiento intelectual de 1842. En esta etapa se
enfatiza el detallismo costumbrista del realismo, en que se asocian, especialmente hacia fines del
siglo XIX, lo irónico con lo crítico. Se destacan las características psicológicas del hombre de clase
media o de extracción campesina. A esta etapa pertenece Daniel Barros Grez (1834–1904). Entre
sus obras destacan Como en Santiago (1875) y Cada oveja con su pareja (1879).
A mediados del segundo decenio del siglo XX, empiezan a notarse las influencias del comediógrafo
y actor español Manuel Díaz de la Haza. La figura sobresaliente del período es Armando Moock
(1894–1942), quien demuestra gran habilidad en el manejo de los diálogos, especialmente en
Pueblecito (1918), donde los caracteres y el ambiente provincianos aparecen estudiados
prolijamente. Pertenece también a este período Germán Luco Cruchaga (1884–1936) con su éxito
La viuda de Apablaza (1928), movido drama de asunto rural.
Desde la fundación del Teatro Experimental de la Universidad de Chile (1941) y del Teatro de
Ensayo de la Universidad Católica (1942), hubo un salto cualitativo muy importante en la
dramaturgia chilena. Los temas se universalizan y salen del retrato regional. Surge una visión
trascendentalista y una búsqueda de la “chilenidad” en sentido profundo y no meramente
costumbrista, expresada en un neorrealismo y en un concepto de antiteatro, símil de Brecht o
Ionesco.
Además, la creación de compañías teatrales autónomas, como el teatro ICTUS, en la segunda parte
del siglo veinte, incentiva la participación de excelentes dramaturgos. Valores sobresalientes de
esta época son: Fernando Cuadra, Luis Alberto Heiremans, Sergio Vodanovic, Egon Wolff, Jorge
Díaz, Alejandro Sieveking y Marco Antonio de la Parra.
2. Dramaturgos representativos contemporáneos.
• Fernando Cuadra (1925). Ha creado obras de tipo histórico, costumbrista y simbólico.
Prevalece en sus producciones una nota de soledad. Sus diálogos son fluidos, sabe aunar con tino
lo poético y lo prosaico de la vida.
Obras: Las Medeas, La Ciudad de Dios, Las murallas de Jericó, La niña en la palomera.
• Luis Alberto Heiremans (1928–1964). Es considerado el dramaturgo chileno más completo del
siglo XX. Fue el primero en revelar psicológicamente nuestra sociedad. En pocos dramaturgos es
tan visible como en Luis Alberto Heiremans la unidad temática mantenida en la producción. Toda
ella está encadenada por un sentido de soledad cósmica del hombre, de incomunicabilidad, de
angustia metafísica. Su estilo recurre al simbolismo,en diferentes grados de complejidad, y al
lenguaje poético.
Obras: La jaula en el árbol, Buenaventura, Versos de ciego, El tony chico, El Abanderado.
• Sergio Vodanovic (1926). Ha planteado en sus obras dramáticas la situación de conflicto
generacional, con algo de humor, tendiendo siempre a un “teatro de ideas”. Así, desnuda los
estratos más escondidos y sórdidos del ser humano.
Obras: El senador no es honorable, Deja que los perros ladren, Nos tomamos la universidad.
• Egon Wolff (1926). Busca desenmascarar y denunciar un mundo falso y corrupto, mostrando
problemas de tipo político y social en relación con una clase media temerosa, arribista, vulgar y
llena de egoísmo.
Obras: Parejas de trapo, La niña madre, Los invasores, Flores de papel, Espejismos, José.
• Jorge Díaz (1930). Arquitecto, pintor y dramaturgo. Ha vivido largos años en España. Es autor de
una abundante y valiosa producción dramática, representada en escenarios de América y Europa.
Su obra es un testimonio paródico de su época y ha girado en torno al absurdo, incluyendo el
humor y el caos, la ambigüedad y la ruptura de la unidad de acción.
Obras: El cepillo de dientes, El velero en la botella, Ceremonia ortopédica, El locutorio.
3. Obras dramáticas representativas.
• Sergio Vodanovic: “Deja que los perros ladren” (1960).
La obra analiza una situación de tipo generacional, conflicto entre padre e hijo. Un médico
funcionario del Servicio Nacional de Salud no cede a las presiones para declarar insalubre un diario
de oposición, que cumple con los requisitos de salubridad. Su hijo Octavio, que no se siente
comprometido ni llamado a actuar en pro de un ideal social, no puede entender la actitud de su
padre. Solo y débil frente a sus opositores, el funcionario cede y se clausura el diario. No obstante,
decidido a recuperar su autoridad moral frente a la familia, decide luchar cualesquiera sean las
consecuencias. Octavio despierta de su egoísmo y apoya a su padre en la lucha por sus principios.
• Luis Alberto Heiremans: “El Abanderado” (1962).
La acción transcurre durante los preparativos y festejos de una fiesta religiosa. Semejante a la
narración de la Pasión de Cristo, el sentenciado, un bandido llamado “El Abanderado”, es
traicionado y tomado prisionero. Con la lectura de su sentencia, se inicia su peregrinaje hacia el
lugar de su ejecución. El pueblo lo maldice. Sólo una persona, un carabinero, siente compasión por
él. Tiene un último encuentro con su madre, dueña de un prostíbulo, quien no quiere reconocer
en el condenado a su hijo. Solo, herido en su orgullo de hombre, traído y llevado como un animal,
escarnecido e injuriado, va inexorablemente al sacrificio. En la obra de Heiremans aparece como
elemento constante una bondad natural del hombre, que en situaciones límites descubre valores
que lo redimen.
• Egon Wolf: “Los invasores” (1963).
La trama se sintetiza así: Lucas, un burgués de vida holgada, ve durante un sueño el despertar y
reivindicación de una clase oprimida. Un grupo proletario, encabezado por “El China”, invade su
casa. Este hombre, su antítesis, rebate y destruye cada uno de los argumentos con que Lucas
defiende, explica y justifica su sistema de vida. Lucas despierta de su pesadilla, recorre su casa,
pero en ese momento ve una mano que se introduce para abrir la puerta. Ahora sabe que detrás
de esa mano viene un grupo de seres humanos que exige condiciones de vida que les han sido
negadas hasta ese momento, y que ese mundo amenazante, que creyó inexistente al despertar, es
una realidad que tendrá que enfrentar.
La obra está concebida como la premonición de la culpabilidad de una clase que niega el cambio
social.
• Jorge Díaz: “El cepillo de dientes” (1965).
Esta obra sirvió para el debut público de Jorge Díaz, ya que subió a escena en 1961, pero su
versión definitiva data sólo de 1965. En una pareja humana, él lee el diario y ella escucha radio
conectada con el auricular. Así “conversan”: él comenta algunas absurdas curiosidades de lo que
lee; ella responde con alusiones a lo que escucha por la radio. En síntesis, la incomunicación, tema
predilecto del “teatro del absurdo”, fomentada por los artefactos electrónicos que alienan. Para
Jorge Díaz, aliena todo lo que se filtra en el subconsciente a través de los medios masivos de
comunicación. El título de la obra obedece a que entre los dos integrantes de la pareja,
parapetados en la radio y la lectura, sólo el cepillo de dientes de él, que se extravía
inexplicablemente, los hace dialogar y comunicarse para expresar sentimientos.
• Fernando Cuadra: “La niña en la palomera” (1967).
Ana, hija adolescente de una familia modesta, no acepta la realidad de su mundo. Admira y
envidia la vida de las estrellas de cine. Se fabrica un mundo frívolo, falso y ajeno a su medio social.
Sueña con vivir un romance “de película”. Inicia un pololeo con Manuel, hombre casado, chofer de
micros, pensando que la aventura la acercará a sus ilusiones.
Manuel lleva a Ana a vivir a su casa, ocultándola en una buhardilla, o palomera, en ausencia de su
esposa. Transcurren quince días y Ana, decepcionada de estar encerrada, amenaza a Manuel con
abandonarlo. Regresa la esposa. Desesperado por el miedo de perder a Ana, Manuel la trata
violentamente y ella lo abandona, culpándolo ante todos de haberla raptado. Rechazada en su
casa, Ana se marcha sin saber qué rumbo tomará su vida. La obra tiene un marcado acento de
crítica social.
1. OBRA DRAMÁTICA Y OBRA TEATRAL.
Antes de hablar del género dramático es necesario tener clara la diferencia que existe entre obra
dramática y obra teatral.
• La obra dramática es sólo literatura, es decir, es una creación de lenguaje concebida por un
autor llamado dramaturgo, quien inventa y desarrolla, a partir de un conflicto, una o más acciones
en un espacio y tiempo determinado.
La obra dramática es todo aquel mundo creado por un autor y susceptible de ser representado
escénicamente ante un público, por tanto, posee una virtualidad teatral, es decir, la posibilidad de
ser representada.
El objetivo de su creación es su representación, aunque muchas de ellas no logran este propósito.
Para la creación de una obra dramática, el dramaturgo puede hacer uso de algunos elementos
técnicos, como: acto, cuadro, escena, acotación, aparte y mutis, los que serán explicados más
adelante.
• La obra teatral es la concreción, o representación, de la obra dramática (mediante la puesta en
escena se muestra de manera directa –audible y visible– el texto), para que los espectadores
participen, se interesen y se conmuevan.
En una representación teatral intervienen una serie de elementos que contribuyen a su
realización, como actores, maquillaje, vestuario, iluminación, escenografía, música, ambientación,
interpretación, dicción.
2. EL LENGUAJE DRAMÁTICO
En el lenguaje dramático predomina la función apelativa, o conativa, es decir, tiene una estructura
dialógica. El mundo se “representa” directamente ante el lector, o el espectador (en el caso de que
esté representada), a través de las diversas formas del discurso de los personajes: diálogo,
monólogo, soliloquio y aparte:
• EL DIÁLOGO: Intercambio de mensajes entre dos o más personajes, alternando los papeles de
emisor y receptor. Se presenta a través de los parlamentos de los personajes, o voces dramáticas.
Ejemplo:
“Capitán (A Landa): Parece que fue usted quien le enseñó al chiquillo.
Landa: Lo ayudé a vestirse, no más. Lo demás lo hizo solo.
Capitán: Salió bien gallo entonces.
Landa: Así parece.” (Luis Alberto Heiremans: El Tony Chico)
• MÓNOLOGO: Forma discursiva que permite al personaje, estando solo en el escenario, plantear
dudas acerca de las decisiones o compromisos que va a tomar en su debate interno. Es la
expresión de pensamientos y sentimientos sin esperar respuesta. Rememora acontecimientos y
descubre el mundo interior del personaje.
Ejemplo:
“ESCENA V
Hamlet (solo): “¡Oh! ¡Si esta masa de carne demasiado sólida pudiera ablandarse y liquidarse
disuelta en lluvia de lágrimas! ¡Oh Dios! ¡Cuán fatigado ya de todo, juzgo molestos, insípidos y
vanos los placeres del mundo! Nada, nada quiero de él. Es un campo inculto y rudo, que sólo
abunda en frutos groseros y amargos. ¡Que haya llegado a suceder todo lo que veo a los dos
meses que él ha muerto...! Ni siquiera han pasado dos meses desde la muerte de aquel rey que
fue, comparado con éste, como Hiperión con un sátiro y tan amante de mi madre, que ni a los
aires celestes permitía llegar atrevidos a su rostro...! Oh, cielo y tierra...! ¿Para qué conservo la
memoria? ¡Ella, quese le mostraba tan amorosa como si con la posesión hubieran crecido sus
deseos! Y no obstante, en un mes... ¡ah!, no quisiera pensar en esto. ¡Fragilidad, tienes nombre de
mujer! En el corto espacio de un mes, y antes de romper los zapatos con que, semejante a Niobe,
bañada en lágrimas acompañó el cuerpo de mi triste padre... Ella, sí, ella misma se unió a otro
hombre... ¡Cielos! Una fiera, incapaz de razón y discurso, hubiera mostrado aflicción durable... Esa
mujer se ha casado con mi tío, con el hermano de mi padre, pero no más parecido a él que yo lo
soy a Hércules. En un mes..., enrojecidos aún los ojos con el pérfido llanto, se casó. ¡Ah,
delincuente precipitación, ir a ocupar con tal diligencia un lecho incestuoso! Esto no es bueno ni
pueda terminar bien. Pero hazte pedazos, corazón mío, pues mi lengua debe reprimirse.” (William
Shakespeare: Hamlet)
• SOLILOQUIO: Forma discursiva en la que el personaje habla en voz alta, estando solo,
refiriéndose no a sí mismo, sino más bien al acontecer, con presencia de un auditorio no
necesariamente identificable. Su diferencia con el monólogo es muy sutil, está en la menor
presencia de diálogo y en que supone la presencia de un interlocutor. Muchos autores no
advierten diferencias entre monólogo y soliloquio, ocupándolos como sinónimos.
Ejemplo:
Don Juan: ¡Buen lance, viven los cielos!
Estos son los que dan fama;
mientras le soplo a la dama,
él se arranca los pelos
encerrado en mi bodega.
Con él... ¡ja,ja!... Oh, y quejarse
No puede; limpio se juega.
A la cárcel lo llevé
y salió; llevóme a mí.
y salí; hallarnos aquí
era fuerza... ya se ve,
su parte en la grave apuesta
defendía cada cual.
Mas con la suerte está mal
Mejía, y también pierde ésta.
Sin embargo, y por si acaso,
no es de más asegurarse
de Lucía, a desgraciarse
no vaya por poco el paso.
Más allí un bulto negro
se aproxima... y, a mi ver,
es el bulto una mujer.
¿Otra aventura? Me alegro.” (José Zorrilla: Don Juan Tenorio)
• APARTE: Forma discursiva en donde un personaje habla en voz alta, suponiendo que los otros
personajes presentes en la escena, no lo escuchan, estableciendo, además, una cierta complicidad
con otro personaje o con el público.
Ejemplo:
“Hortensio: El bajo está bien. Quien desentona es este bajo bribón. (Aparte) ¡Qué fogoso y
atrevido es nuestro pedante! ¡Por mi vida!, parece que el tuno corteja a mi adorada...,
¡Pedantuelo! Yo te vigilaré más de cerca todavía.” (William Shakespeare: La Fierecilla Domada)
3. EL HABLANTE DRAMÁTICO.
El emisor ficticio de la obra dramática cumple una función semejante a la del narrador, entregando
información y organizando el mundo dramático, pero desde una limitada perspectiva de
conocimientos. A este emisor ficticio se le denomina hablante dramático, el cual se manifiesta
mediante:
• El lenguaje de las acotaciones: Es la palabra del autor fuera del mundo de los personajes, en el
texto se reconoce por estar escrita entre paréntesis, letra cursiva o negrita, el receptor de ellas
suele ser el director que pondrá en escena la obra, aunque a veces está destinada al actor y hasta
al lector, para que imagine mejor la acción.
• La organización de la multiplicidad de voces dramáticas (parlamentos de los personajes), que son
en definitiva las que nos dan a conocer las acciones del mundo dramático.
• Toda la información escrita que estructura la obra (información estructurante), lo que permite
saber sobre su división externa, los personajes que participan, entre otros.
LA ESTRUCTURA DE LA OBRA DRAMÁTICA.
3.1 Estructura interna.
El mundo dramático se construye a partir de un eje organizador capaz de lograr la virtud específica
del género. ¿Qué elementos del drama tienen la posibilidad de llegar a ser el eje “hilador” del
mundo? Desde luego, la acción y el conflicto constituyen los elementos centrales de la ordenación
del mundo dramático.
3.1.1 La acción dramática.
Es un esquema dinámico que se distiende a partir de una situación inicial conflictiva. Se presenta
como una línea que se desplaza desde un punto inicial a un término, después de experimentar
diversas tensiones y distensiones. La acción corresponde a un proceso de desarrollo del conflicto
en términos de planteamiento, pugna de fuerzas y resultado o desenlace.
La acción comienza con la exposición de una situación de equilibrio precario y de los elementos
que atentan contra ese equilibrio. Progresa presentando la pugna de fuerzas en conflicto, para
terminar con una nueva situación de equilibrio o desenlace. Se distingue una acción ascendente,
aquella parte que abarca desde el comienzo hasta el clímax, y otra descendente, aquella que se
extiende entre el clímax y el fin.
3.1.2 El conflicto dramático
El conflicto se define como una tensión entre las fuerzas que se oponen; estas fuerzas son
portadas por agentes y llevan a una crisis.
El conflicto no puede concebirse como antagonismo de fuerzas abstractas, tales como la virtud, el
amor, los ideales, sino como antagonismo de elementos concretos. De tal modo, la situación
original del conflicto y su desarrollo sólo puede provenir de los personajes.
El conflicto se configura una vez que el lector–espectador tiene conciencia de cuáles son las
fuerzas en pugna y los objetivos que cada una persigue.
• La presentación del conflicto consta de cuatro fases: la entrega del protagonista, su propósito, la
mostración del obstáculo (antagonista) y, por último, el encuentro de las dos fuerzas.
• El desarrollo del conflicto corresponde a la serie de esfuerzos que realizan ambas fuerzas para
superar a la antagonista. El término de esta fase de desarrollo del conflicto y de la acción
dramática, está marcada por el clímax o crisis máxima, el momento de mayor tensión en el choque
de fuerzas.
• El desenlace dramático se manifiesta a partir del clímax hasta el término de la obra, y consiste
básicamente en la eliminación del obstáculo o la desaparición o anulación de la energía del
protagonista. La eliminación del obstáculo (triunfo del protagonista) o la anulación de su energía
(triunfo del antagonista), es un proceso que puede realizarse de un modo abrupto o gradual.
3.1.3 Conceptos relacionados con la acción dramática
• Intriga: entramado de los incidentes, serie de conflictos u obstáculos que se producen en el
desarrollo de la acción y que los protagonistas han de superar para el logro de sus objetivos. Por
ejemplo, en “La Vida es Sueño”, hay dos intrigas paralelas que convergen al final: o Segismundo
(puesta a prueba, fracaso, reclusión, liberación y conversión). o Rosaura (deshonra, búsqueda del
ofensor, apelación a la venganza y recuperación del honor mediante el matrimonio con el ofensor
–Astolfo–, por expresa voluntad de Segismundo)
Como vemos, la intriga corresponde a los acontecimientos a través de los cuales se realiza la
acción total. El conjunto de sucesos enmarañados y complicados de tal manera que permiten que
el lector o espectador se sienta “intrigado” hasta el desenlace.
• Acontecimientos: unidad mínima de la intriga. Suele incluir más de un incidente. (suceso,
hecho).
• Incidente: Unidad mínima de la historia.
3.2 Estructura externa
Los elementos internos (acción y conflicto), se articulan u organizan formalmente a través de
unidades claramente diferenciadas que constituyen la estructura externa de la obra dramática.
a. Acto: Se define como cada una de las unidades mayores en que se divide la forma externa de
un drama. La división en actos se relaciona con la disposición que se desea dar a la forma interior.
La división en tres actos proviene de las partes que Aristóteles distingue en la tragedia: principio,
medio y fin, y corresponden a la disposición de la forma interior en exposición, desarrollo y
desenlace del conflicto dramático. La otra división tradicional del drama es en cinco actos, basada
en la distinción de cinco partes inherentes a la acción dramática: exposición, intensificación,
culminación, declinación y desenlace. Al pasar de un acto al otro, aumenta la tensión del conflicto.
En lo formal, el cambio de acto está indicado por la subida y bajada del telón de boca, grueso
cortinaje que separa el escenario del espectador.
b. Cuadro: División de la obra dramática en su forma externa, más breve que el acto. Se
relaciona con la ambientación física. Los cambios de la escenografía en la puesta en escena,
indican los distintos cuadros.
c.
Escena: Fragmento del drama cuyo principio y fin están determinados por la entrada y salida
de personajes. Cuando la escena coincide con la entrada y salida de personajes agentes en el
conflicto, coincide también con unidades de la acción interna
LOS PERSONAJES DRAMÁTICOS.
Un drama bien logrado requiere tanto de una acción atrayente como de buenos personajes. Los
personajes de una obra dramática viven constantemente una situación que los incita a actuar con
urgencia, situación que se origina de las relaciones que cada personaje tiene con los demás. A este
conjunto de relaciones tensionantes que mantienen entre sí los personajes y que los impulsa a
actuar se le llama situación dramática. Cada situación dramática impulsa a los personajes a la
acción.
El elemento fundamental de la situación dramática es el conflicto. El conflicto es representado de
la siguiente forma: uno o más personajes quieren lograr algo y otro u otros personajes se oponen
y tratan de impedirlo. En consecuencia, los personajes son los agentes de la acción, elementos
fundamentales del mundo dramático.
Tipos de Personajes según su rol:
a) Protagonista: es el centro de la acción, es el personaje principal. Encarna o representa a una de
las fuerzas en conflicto dentro de la obra dramática. Alrededor de él se teje la historia. Es el que
con mayor frecuencia aparece en la trama y sobre el cual recae el peso de la acción. Su tarea
principal consiste en buscar la solución del conflicto para conseguir el objetivo o propósito que
persigue con sus acciones. En síntesis, es el personaje más relevante de la obra dramática. Es el
bueno de la historia dramatizada. El lector adhiere a su causa, simpatiza con ella.
b) Antagonista: es considerado también un personaje relevante dentro de la obra dramática.
Encarna o representa a la otra fuerza en pugna, que se opone a la fuerza dramática del
protagonista, vale decir, es el personaje opositor, ya que su propósito u objetivo fundamental es
impedir que el protagonista llegue a concretar sus anhelos. Es considerado, por ende, el malo de la
historia dramatizada. El lector no adhiere a su causa, no simpatiza con ella.
c) Secundario: es aquel que no representa una de las fuerzas en conflicto, sino que se suma con su
fuerza a la del protagonista o a la del antagonista, es decir, su accionar está dirigido a respaldar a
una de las fuerzas en conflicto. Debido a lo anterior, su participación es importante para el
desenlace de la obra, esto es, la desaparición o la derrota de una de las fuerzas en lucha.
d) Colectivo: es aquél que no se singulariza, sino que se le considera representante o portador de
las características de un determinado grupo. Pese a ser una sola persona, representa a muchas
otras.
e) Alegórico: es un personaje que encarna un solo defecto o virtud. Por el procedimiento de la
alegoría, se logra transponer ideas o entes abstractos en personajes dramáticos que poseen
entidad propia, que hablan y actúan por sí mismos. Por lo tanto, estamos hablando de un
personaje simbólico al que se le otorgan las características de las abstracciones que representa.
Tipos de Personajes según su modificación durante el desarrollo de la acción:
Estáticos: invariables en sus rasgos, no evolucionan. Se comportan de una misma manera desde el
comienzo al término de la obra.
Dinámicos, o evolutivos: varían, experimentan cambios conjuntamente con el desarrollo de la
acción. Modifican su modo de ser.
Tipos de Personajes según la complejidad de los rasgos que los constituyen:
Planos: presentan un solo rasgo dominante y absorbente.
En relieve: presentan más de un rasgo caracterizador, su personalidad es polifacética siendo
capaces de sorprender con un cambio o variación significativa.
LAS FORMAS DRAMÁTICAS
A) Formas dramáticas mayores
a. Tragedia
Es una obra dramática donde figuran personajes ilustres, cuya finalidad es producir una catarsis, es
decir, temor y conmiseración en el receptor (lector o espectador), y que termina necesariamente
con un acontecimiento nefasto. Se caracteriza por tener como elemento básico a la acción, por
sobre los caracteres: la situación crea el carácter. Al carácter “elevado” de los personajes se tiende
en la actualidad a interpretarlo no ya en un sentido social –carácter “ilustre”–, sino existencial: su
elevación proviene de la vivencia trágica misma y del modo de asumirla. La acción de la tragedia
tiene como algo propio de ella el conducir de la dicha a la desdicha.
b. Comedia
Género dramático que se caracteriza por presentar personajes “inferiores”, portadores de una
acción carente de elevación y con desenlace agradable. El mundo de la comedia es de estructura
esquemática y sus personajes son “tipos”, cuyos vicios y extravagancias son elevados al extremo.
De allí surge lo cómico: una súbita mutación hacia otra área del ser, que provoca el alivio de una
tensión. Se provoca así la risa, signo de liberación, de ruptura de los límites humanos. El
espectador debe hacer caso omiso de la piedad, del temor, del respeto, para concentrarse en lo
inesperado o en lo estúpido de una situación. Entonces la risa produce un tipo de catarsis.
c. Drama
La palabra Drama, proviene del griego que significa “hacer, actuar, ejecutar”, de modo que lo
importante es la acción, por eso se ha tomado como un concepto genérico que se aplica a
cualquier obra dramática.
A partir del siglo XVIII, se utiliza para designar un sub–género teatral en el que se produce la
síntesis equilibrada de la comedia y la tragedia. Se pueden clasificar de acuerdo a su contenido en:
• Drama de acción: aquel cuyo sustento es la acción misma. Tiende a estructurarse en torno a un
conflicto único y con el mínimo de personajes, así como al desarrollo lineal de la acción.
Ejemplo: “El Caballero de Olmedo”, de Lope de Vega
• Drama de espacio: aquel sustentado por los personajes en cuanto portadores de espacio. Su
objetivo es iluminar diversos sectores del espacio social.
Ejemplo: “Fuenteovejuna”, de Lope de Vega
• Drama de personaje: aquel cuyo sustento es el personaje central como individuo. Su función es
iluminar diversos aspectos del personaje central y de su evolución.
Ejemplo: “Hamlet”, de William Shakespeare
• Drama psicológico: el drama psicológico retrata las luchas interiores del alma, personificando la
conciencia en sus diferentes clases.
Ejemplo: “Otelo”, de William Shakespeare
• Drama filosófico: pone en escena los grandes problemas del destino humano; sus personajes
representan no a individuos, sino a la humanidad.
Ejemplo: “La Vida es Sueño”, de Calderón de la Barca
• Drama social, o de tesis: presenta problemas de una época o momento político, o de una clase
social.
Ejemplo: “La Ópera de Tres Centavos”, de Bertolt Brecht.
• Drama histórico, o legendario: se basa, más que en la historia, en la leyenda y en la tradición.
Ejemplo: “Ricardo III”, de William Shakespeare
(Es necesario considerar que muchas obras pueden ser clasificadas en más de un tipo de drama.)
B) Formas dramáticas menores
a. Auto: en general, era un drama religioso, alegórico y breve, cuyo argumento se tomaba de las
Sagradas Escrituras.
Ejemplo: “El Auto de los Reyes Magos”, de autor anónimo
b. Auto Sacramental: son representaciones simbólicas de la Sagrada Eucaristía. Son creaciones
netamente españolas; se representaban en día del Corpus en todas las ciudades de España.
Ejemplo: “Códice de Autos Viejos”, de Sánchez Badajoz.
c. Entremés: obra dramática jocosa de un solo acto, que solía representarse entre una y otra
jornada de la comedia.
Ejemplo: “El Viejo Celoso”, de Miguel de Cervantes.
d. Esperpento: farsas en tono grotesco (es propia de España)
Ejemplo: “Luces de Bohemia”, de Valle Inclán.
e. Farsa: pieza cómica breve, también se le llama así de modo despectivo a las obras chabacanas o
grotescas. Es un retrato satírico de costumbres realizado en tono de bufonada carnavalesca.
Ejemplo: “Farsa de los Dos Físicos”, de Gil Vicente.
f. Loa: era una pieza breve que se representaba al principio de la función y que servía como
introducción a la obra principal, a fin de preparar al público para el espectáculo.
También se puede encontrar en entreactos, dando así un avance del tema de la obra que se va a
representar.
Ejemplo: “Introito de La Celestina”, de Fernando de Rojas.
g. Tragicomedia: obra teatral que funde lo trágico con lo cómico y mezcla personajes de distintos
estratos sociales de modo que usa un lenguaje cotidiano, vulgar, mezclado con el lenguaje elevado
o culto. En la tragicomedia hay un quiebre brusco entre lo trágico y lo cómico, lo que no ocurre en
el drama. En la tragicomedia hay contraste y se cae en lo caricaturesco y grotesco.
Ejemplo: “La Celestina”, o “Tragicomedia de Calisto y Melibea”, de Fernando de Rojas.
h. Sainete: es una comedia de asunto popular en un acto.
Ejemplo: “Las Castañeras Picadas”, de Ramón de la Cruz.
ALGUNOS CONCEPTOS RELACIONADOS CON LA OBRA TEATRAL.
1) Anfiteatro: en arquitectura, es una gran edificación descubierta, normalmente de planta oval.
Antiguamente se utilizaba para la representación.
2) Apuntador o Consueta: es quien da los “pies” o parte del parlamento, tanto en los ensayos
como en la representación, a fin de que los actores no olviden el parlamento de los personajes.
3) Comediógrafo: escritor de comedias.
4) Dramaturgia: composición de un Drama, se refiere a los principios orientadores para la
composición de obras.
5) Dramaturgo: escritor de Obras Dramáticas.
6) Escenario: parte del teatro destinado a la representación, al decorado o la escenografía.
7) Escenografía: arte de adornar el teatro o de ambientar plásticamente el espacio escénico.
8) Espectador: el que mira con atención un objeto, y el que asiste a un espectáculo público. (RAE)
9) Iluminación: dispositivo escénico (luces) que generan la atmósfera adecuada al tipo de
representación.
10) Libreto: texto escrito para la representación. Inicialmente el libreto era para la musicalización
de la obra. Posteriormente se denominó así a la planta de movimientos en ballet. Hoy en día se
considera como libreto cualquier texto que contenga elementos técnicos que permitan la
representación.
11) Máscaras: palabra de origen árabe que significa “antifaz”. Los antiguos griegos las usaban en
las representaciones teatrales para diferenciar al actor del personaje.
Además, aquellas máscaras tenían una boca ancha que permitía aumentar el volumen de la voz.
Hoy en día se utilizan para caracterizar a los personajes.
12) Maquillaje: sustancias cosméticas que se utilizan para caracterizar a los personajes.
13) Montaje: sinónimo de “puesta en escena”. Conjunto de actividades previas que permiten la
elección del proyecto escénico, a partir de una obra, reparto de papeles, ensayos, preparación de
vestuario, utilería, decorado, disposición lumínico–técnica, maquillaje y efectos especiales.
14) Sonido: elementos acústicos que se utilizan en el teatro para ambientar las escenas de los
personajes.
15) Tramoya: conjunto de máquinas e instrumentos, con los que se efectúan durante la
representación teatral los cambios de decorados y los efectos especiales. El encargado de mover
todo esto es denominado Tramoyista.
16) Tragediógrafo: escritor de Tragedias.
17) Utilería: conjunto de objetos necesarios para la puesta en escena de una obra dramática, que
van desde el mobiliario y decorado hasta la indumentaria de los personajes.
18) Vestuario: indumentaria que caracteriza a los personajes.
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