:: LEVIS :: Laboratório de Estudos das Violências :: CFH :: UFSC :: Página 1 de 9 Cuestiones teóricas y metodológicas para el estudio de la violencia Sistema judicial penal y políticas penales: Una etnografía de las relaciones de poder(1) María Josefina Martínez(2) Equipo de Antropología Política y Jurídica Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires Marzo de 1996 Muchos especialistas en el tema del control social punitivo y la criminología -Eugenio Raúl Zaffaroni y Roberto Bergalli, entre otros- han destacado la importancia que revisten las investigaciones empíricas dedicadas al estudio de los distintos medios formales de control social re-activo y del funcionamiento concreto de los sistemas penales (ZAFFARONI, 1984; BERGALLI, s/d), como forma de abordar el estudio de los mismos. En nuestro caso, estamos comenzando a realizar una investigación empírica de ese tipo, y ella se vincula con una preocupación que va más allá de la vocación por describir instituciones particulares, y pretende exp licar también la compleja relación que existe entre el funcionamiento institucional del sistema penal y las políticas penales del gobierno argentino que tienen como objeto el control social sobre aquellos sectores de la població ;n más vulnerables a los procesos de criminalización. Para abordar esta vinculación, hemos focalizado nuestro trabajo de investigación sobre dos casos concretos: las usurpaciones de casas y predios urbanos, y los delitos por tr ansgresión a la ley de estupefacientes. En este marco, un primer propósito general de nuestra investigación pretende explicar algunos aspectos fundamentales del funcionamiento del segmento judicial del sistema penal en la ciudad de Buenos Aires(3) a partir de un relevamiento emp&i acute;rico de datos. El segundo propósito es vincular el funcionamiento del mismo con las políticas penales en sentido amplio (impulsadas tanto desde el poder ejecutivo como desde el parlamento), en tanto éstas formulan los lineamento s teóricos y prácticos que luego van a ser aplicados por las agencias estatales competentes tanto sobre población ya encarcelada como sobre los grupos más vulnerables y más expuestos a la criminalización, con el o bjetivo de mantener el orden y ejercer el control penal de la población. Este planteo presupone reconocer al sistema penal como un todo (mas no un todo homogéneo ni una institución total), cuyos distintos segmentos están vinculados por relaciones contradictorias, y en cuyo seno se disputan distintos proyec tos políticos vinculados a intereses diversos que pugnan por imponer un sentido particular a la cuestión del orden social y del control punitivo. Asimismo, implica identificar la existencia de distintos niveles jerárquicos en el plano normativo. Entendemos a las normas como una enunciación de principios teóricos y normativos que delinean el estado de derecho, y constituyen el plano del deber ser en términos de las representaciones sociales acerca del sistema penal. Las pr&aac ute;cticas, por su parte, tienen que ver con pautas consuetudinarias y tecnologías de dominación no sistematizadas en corpus explícitos, y se manifiestan en el plano de la acción. Entre ambos polos, podemos identificar una seri e de reglamentaciones de baja jerarquía que -a pesar de estar encuadradas en el sistema normativo- tienen un status cuasi-administrativo. Estas prácticas, ubicadas en la periferia del corpus normativo, escapan a menudo a la racionalidad que el estado de derecho presupone. Esta cuestión puede ser analizada en el contexto del funcionamiento del sistema judicial penal, donde es dable identificar una serie de normas reglamentarias y prácticas consuetudinarias que se vuelven obst&aa cute;culo para la plena realización de los derechos humanos en el marco de una administración de justicia propia de un estado de derecho. Esta investigación, por último, busca en última instancia identificar y denunciar los efectos que esas disputas y tensiones tienen para el funcionamiento concreto de los distintos segmentos del sistema penal, en la medida en que se co nstituyen en obstáculo para la realización del pleno respeto a los derechos humanos en el ámbito del mismo. Planteo del problema El análisis de las políticas penales y los debates que se dan en torno a las mismas permite abordar la disputa existente entre las distintas elites morales competentes en su lucha por la hegemonía acerca de lo que debe ser el orden so cial en general y el control social punitivo -tanto activo como reactivo- en particular. En este marco, es posible distinguir tensiones y contradicciones al interior del sistema penal que se vinculan con esa lucha por le hegemonía y que, lejos de m ostrar un funcionamiento coherente y consistente, ponen en evidencia las permanentes fisuras y tensiones que existen al interior del mismo. http://www.cfh.ufsc.br/~levis/josefina.htm 13/11/2006 :: LEVIS :: Laboratório de Estudos das Violências :: CFH :: UFSC :: Página 2 de 9 Por ello, este trabajo es el inicio de un proyecto que se propone llevar adelante una etnografía de las relaciones de poder como forma de abordar holísticamente el sistema penal, a partir del reconocimiento de las diferencias y disputas exis tentes entre grupos hegemónicos con intereses divergentes respecto a la implementación de determinadas políticas de control social punitivo, las cuales se traducen en normas penales. Importa también analizar la vinculació ;n de las mismas con toda una serie de prácticas ejecutadas por diversos actores sociales en torno a la cuestión de la implementación de las mencionadas políticas penales y normas específicas. Para ello, nos hemos propuesto analizar esta vinculación entre las políticas penales de control social y el funcionamiento de la justicia penal, basándonos en el análisis de caso de dos tipos de delitos, cuyos expedientes trami tan en dos fueros diferentes de nuestro sistema judicial penal: las usurpaciones, que tramitan ante el fuero correccional y las causas por transgresión a la ley de estupefacientes, cuya competencia corresponde al fuero federal penal. Por un lado, tomamos el caso del delito de usurpación (usurpación de inmuebles urbanos por parte de grupos -no de individuos-, esto es aquellos casos difundidos por los medios masivos de comunicación con el nombre de "tomas" de casas y predios urbanos) en base al tratamiento que se le da al mismo en el fuero correccional, tanto desde el punto de vista del procedimiento como de la jurisprudencia. Por otra parte, tomamos el caso de los delitos vinculados a las transgresiones a la ley de estupefacientes (tenencia y tráfico de drogas) en base al tratamiento que se les da a los mismos en el fuero federal penal, tomando asimismo tanto los aspectos procesales como los jurisprudenciales. Tanto los aspectos procesales como la jurisprude ncia generada en torno a estos delitos muestran la compleja vinculación entre el funcionamiento concreto de la justicia penal y las políticas gubernamentales de control social. Antecedentes del tema propuesto Existe una vasta producción sociológica sobre la administración de justicia, que se encuadra mayoritariamente en dos tradiciones diferentes. La primera tradición intelectual priorizó una visión sustantivista y nor mativista del derecho, y tuvo importante influencia en la construcción del objeto de la sociología del derecho en la post-guerra. La segunda, surgida al poco tiempo (fines de la década del 50 y principios de la década del 60), tiene como antecedente el desarrollo de la sociología de las organizaciones, y desarrolla un interés específico por la organización judicial en particular (SANTOS, 1991). A nivel local y regional, la mayoría de los estudios referidos a la administración de justicia proviene de la sociología y de las ciencias jurídicas, como surge de la investigación llevada a cabo por Carlos Manuel Garrid o (GARRIDO, 1992); ello no significa desconocer que hoy se está trabajando en esta área desde distintos campos del saber y con diferentes perspectivas, dada la preocupación que genera la crisis que atraviesa el sistema judicial en nue stro país. Al respecto, cabe mencionar el trabajo realizado por Rafael A. Bielsa, en el que analiza el servicio de justicia en general (no sólo la justicia penal) con el objetivo de discutir la factibilidad de una reforma orgánica del mismo; en dicho trabajo encontramos un pormenorizado análisis de los distintos factores que integran la problemática del servicio de justicia (BIELSA, 1993). En distintos países latinoamericanos, por su parte, se están realizando investigaciones en una línea similar, por ejemplo en Brasil (CAMPOS, 1980; VELHO, 1980, y SCHWARTZMAN, 1980) y en Chile (CORREA SUTIL y BARROS LEZAETA, 1993), y a pesar de que el propósito de nuestro proyecto no es realizar un estudio comparado de las administraciones de justicia penal latinoamericanas, la posibilidad de aproximarnos a otras realidades será un punto importante en el desarrollo del pr esente proyecto. Una mención especial merece el trabajo del sociólogo brasileño Sérgio Adorno (perteneciente al Núcleo de Estudios de Violencia de San Pablo) quien plantea interesantes preguntas acerca de cuál es el rol de la justicia criminal en un orden democrático (ADORNO, 1993), preocupación que tenemos en mente al formular el presente proyecto de investigación. Los trabajos teóricos y empíricos existentes sobre el tema señalan la existencia de obstáculos objetivos al momento de encarar una investigación en esta área; al respecto, señala Carlos Manuel Garrido, citando a R.O. Ber izonce, que "no existen en general investigaciones empíricas que apunten a un acopio cuantitativo y cualitativo de datos fácticos relevantes que permitan el diagnóstico exacto de la situación y el funcionamiento real de la Just icia. Sólo se efectúan estadísticas aisladas, por lo común incompletas -a raíz sobre todo de la escasa informatización de nuestros tribunales-, referidas a aspectos parciales del fenómeno global" (BERIZONCE , R.O., 1983). Cabe agregar aquí que las dificultades no emanan sólo de la falta de informatización. Hay que tener en cuenta asimismo que frecuentemente los datos estadísticos son manipulados por jueces y funcionarios seg&uacut e;n necesidades coyunturales, y esto nos obliga a utilizar estos números con las reservas del caso y teniendo en cuenta el contexto en el cual se producen. Asimismo, el acceso a las estadísticas del Poder Judicial presenta algunas dificultad es, pues esta información es centralizada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) la que, en teoría, las proporciona a través de su Secretaría de Superintendencia Administrativa, pero en la práctica e l acceso se hace bastante más complicado (MARTÍNEZ y TISCORNIA, 1993)(4). Vinculación del tema con la tradición en antropología política http://www.cfh.ufsc.br/~levis/josefina.htm 13/11/2006 :: LEVIS :: Laboratório de Estudos das Violências :: CFH :: UFSC :: Página 3 de 9 En los últimos años, se ha hecho cada vez más evidente al interior de la antropología social una dinámica que expande cada vez más sus fronteras, tal vez con la epectativa de que sean los otros campos particulares de las ciencias sociales los que le marquen sus límites, y en apariencia dispuesta de todos modos a correr el riesgo de perder en especificidad lo que gana en amplitud de perspectivas. Lo cierto es que, de unos años a esta parte, varias de las múl tiples ramas de la antropología se hallan cada vez más dedicadas al estudio de distintos aspectos de la propia sociedad, diferenciándose de las demás ciencias sociales, según Eduardo Menéndez, por "la aproximaci&o acute;n personalizada a los problemas y sujetos de investigación" y la "negación a aceptar una división entre el investigador que obtiene la información y el que la analiza" (MENÉNDEZ, 1991; página 22). Nuestra ap roximación cualitativa a la administración de justicia penal pretende inscribirse en esta tradición. En el marco de la diversificación interna de esta disciplina, la rama que en particular nos interesa es la antropología política. Descrito a grandes trazos, desde la época clásica hasta nuestros días el objeto de la misma está constituido por todas las formas de organización política que las distintas sociedades humanas (entendiendo a la occidental como una más entre todas ellas) se han dado a lo largo de su desarrollo y se siguen dando en la actualidad (EVANS-PRITCHARD y FORTES, 1979; EVANS-PRITCHARD, 1977; MAIR, 1970, y CLASTRES, 1970 y 1981), con todas las aperturas que supone abordar el tema en la contemporaneidad. Según Marc Piault, "la antropología política es esa parte del campo antropológico que apunta a determinar los lugares y las modalidades de ejercicio de eso que asegura la orientación y las elecciones de los seres humanos en sociedad. Se trata de buscar los lugares concretos y las pr&aacu te;cticas efectivas de la dirección de los asuntos concernientes a una formación social" (PIAULT, 1995). Por lo demás, Occidente es la única sociedad que ha producido antropólogos, tal vez, como señala Lévi-Strauss, porque "un muy poderoso remordimiento debía atormentarla, obligándola a confrontar su imagen con la de sociedades diferentes, con la esperanza de que reflejaran las mismas taras o de que la ayudaran a explicar cómo las suyas se desarrollaron en su seno" (LEVI-STRAUSS, 1976; página 391); esta inclinación a la comparación fue tom ando distintos rumbos, y a partir de la década del 60, comenzó a aplicarse al interior de la propia sociedad, al tomar conciencia de que la "otredad" también estaba instalada dentro de ella misma. La tradición de nuestra disciplina (con sus saberes y sus métodos específicos acumulados a lo largo de su historia) propicia los estudios que apuntan a realizar relatos genealógicos de los distintos problemas de la organizaci&o acute;n política de una sociedad determinada, mediante análisis procesuales y dinámicos llevados a cabo sobre información de carácter eminentemente cualitativo, cruzando el nivel estructural capaz de postular modelos m&a acute;s o menos generales con la dimensión procesual de la historia (THOMPSON, 1991). Es por eso que, frente a un tema como el control social punitivo, no podemos menos que preguntarnos, junto con Sérgio Adorno: "¿Cuáles son la policía, la prisión y los tribunales adecuados para hacer frente al crimen organizado , sin comprometer los principios democráticos que deben dispensar protección a la vida y a los bienes, materiales y simbólicos, de los ciudadanos?" (ADORNO, 1991; página 147; el subrayado me pertenece). Análisis de algunos conceptos de nuestro marco teórico Sospecho que nunca fue sencillo elaborar un marco teórico, pero creo que en la actualidad las complicaciones han aumentado; comparto la afirmación de Boaventura de Sousa Santos, quien pone de relieve el "desasosiego epistemológico" qu e hoy se experimenta frente a la hegemonía (en profunda crisis) del paradigma positivista, y propone estar "cada vez más atentos al carácter argumentativo del conocimiento científico para, a partir de él, profundizar las relaciones entre producción y divulgación científica, de modo de aumentar la competencia argumentativa de los ciudadanos (puesto que) en última instancia, lo que está en cuestión es un nuevo pragmatismo enfocado hacia las relaciones entre ciencia social y democracia, esperando de ellas la emergencia de un nuevo sentido común sobre la sociedad, menos mistificador y conservador, más esclarecido y emancipador" (SANTOS, 1991a; página 9). A pesar del tono algo misional de su manifestación, el "para qué" de las ciencias sociales es para nosotros un punto a tener en cuenta cuando se encara la tarea de esbozar un marco teórico, porque entendemos que la teoría siempre est&a acute; en algún nivel relacionada con la práctica, por lo menos en tanto discurso de verdad que tiene efectos de poder (FOUCAULT, 1980). Lo difícil de la situación actual, según Boaventura de Sousa Santos, reside en que "aparece, en la superficie, como un período de crisis, pero que, en un nivel más profundo, constituye un período de transición" (SANTOS, 1989; página 225). Si bien creemos que todas estas consideraciones no impiden lleva r adelante una investigación, es indudable que nos vuelven necesariamente cautelosos a la hora de sacar conclusiones(5). Principales conceptos teóricos. Tenemos casi incorporado a nuestro "sentido común intelectual" el hecho de que la administración de justicia (al igual que la escuela, la familia o la iglesia) es un aparato ideológico del estado en el sentido más althusseriano del concepto. Podemos coincidir, en principio, con esta afirmación un tanto genérica, pero no podemos pasar por alto que hoy por hoy constituye nada más que un mero diagnóstico que, al ser repetido durante cierto tiempo en ton o de dogma, fue vaciándose de contenido crítico(6); desde hace un tiempo, en cambio, es cada vez más acuciante la necesidad de conocer el cómo de esa dominación: http://www.cfh.ufsc.br/~levis/josefina.htm 13/11/2006 :: LEVIS :: Laboratório de Estudos das Violências :: CFH :: UFSC :: Página 4 de 9 cómo, de qué manera, por qué medios c oactivos -físicos e ideológicos- las clases dominantes ejercen su poder a través de los mencionados aparatos ideológicos; cómo, de qué manera, basándose en qué memoria histórica, los dominados se resisten a la dominación. El poder, entendido en términos foucaultianos como disposición reticular por donde circulan fuerzas sociales antagónicas, poder que se disputa en toda relación social, es entonces uno de los conceptos teóricos bás icos de esta investigación; la cuestión es poner de manifiesto el problema de la dominación y del sometimiento, para lo cual "no se trata de analizar las formas reguladas y legitimadas del poder en su centro", sino "por el contrario, de coger al poder en sus extremidades, en sus confines últimos, allí donde se vuelve capilar, de asirlo en sus formas e instituciones más regionales, más locales, sobe todo allí donde, saltando por encima de las reglas d e derecho que lo organizan y lo delimitan, se extiende más allá de ellas, se inviste en instituciones, adopta la forma de técnicas y proporciona instrumentos de intervención material, eventualmente incluso violentos" (FOUCAULT, 1980; página 142). Por otra parte, esto implica apartarse de una concepción reificada del poder, y entenderlo como concepto relacional. Esta temática requiere, según un enfoque metodológico que permita una descripción a partir del relevamiento de información cualitativa (una etnografía) lo que equivale a proponer una metodología donde la an tropología encuentra sin mayores dificultades su lugar, quizás como miembro conspicuo de la "grande, tierna y calurosa masonería de la erudición inútil" dedicada a estudiar "toda una serie de saberes que habían si do descalificados como no competentes o insuficientemente elaborados", los que dieron su fuerza esencial a la crítica operada en los discursos en estos últimos quince años" (FOUCAULT, 1992; página 15). Cuando utilizamos el concepto de estado podemos estar refiriéndonos a una suma de aparatos ideológicos concretos y palpables, en términos althusserianos, esto es, a "cierto número de realidades que se presentan al observador in mediato bajo la forma de instituciones distintas y especializadas" (ALTHUSSER, 1986; páginas 27/28), o bien a un lugar mucho más complejo donde se producen y reproducen a un tiempo procesos históricos y conceptos fuertes, hegemó ;nicos, que surgen para reflexionar y operar sobre dichos procesos; Darío Melossi propone trabajar con un concepto reflexivo de estado, esto es, un concepto que da nombre a lo estatal instituido pero simultánemente forma parte del proceso d inámico de permanente redefinición de los aparatos de estado y es al mismo tiempo utilizado con el propósito de mantener el orden político y social, y no simplemente describirlo. "El discurso que hace posible la organizaci&oacu te;n social (dice este autor) ha perdido casi por completo su carácter de descripción. Ahora es, sin mediación alguna, organización social" (MELOSSI, 1992a; página 19). Siguiendo esa línea de pensamiento Melossi propone "una reformulación del problema central que existe tras la cuestión de una teoría del estado". La cuestión no reside, según él, en lo que el estado "hace" o "deja de hacer", sino que se trata "de grupos, de organizaciones y de individuos, así como de otros actores sociales, que tienen razones y fundamentos para sus propias acciones" (MELOSSI, 1992a; página 19). En otro trabajo, este autor deno mina a esos grupos como "élites morales", esto es "aquellos individuos y grupos que, dentro de pautas dadas, tienen éxito en expresar las posiciones morales que eventualmente se transformarán en hegemónicas, frecuentemente a tr avés del conflicto" (MELOSSI, 1992b; página 43). La sociedad occidental pretende mantener el orden establecido mediante la instauración de medios formales de control social. Este último pude ser de carácter activo (tradición anglo-sajona), y fomentar las conductas esperadas o deseables por parte de los ciudadanos, o bien re-activo (tradición europea) y limitarse entonces a reaccionar frente a las conductas no deseables castigando a los ciudadanos que las realizan (MELOSSI, 1992; BERGALLI, s/d, y CHRISTIE, 1993). Los me dios formales de control social en manos del estado, son, por lo general, de carácter re-activo, orientados a la punición y el castigo de las transgresiones a las normas. Sostiene Roberto Bergalli que "los medios formales de control social reactivo constituyen instancias especialmente predispuestas para ese fin (el control social) y deberían constituir objetos de mejor estudio por los juristas (la ley penal, la poli cía, el servicio social, los tribunales de justicia, las cárceles, los manicomios, etc.). Todos ellos se caracterizan por emplear la violencia como último recurso, y pese a que sus actividades están en la práctica regula das por normas informales, su actuación teórica aparece previamente fijada en el derecho positivo, precisamente en los códigos penales y las leyes procesales" (BERGALLI, s/d; página 584). Gaetano De Leo, por su parte, señala qu e las instituciones penales en sentido amplio "no son el instrumento social de conocimiento del (y de respuesta al) fenómeno de la criminalidad, sino que asumen una función productiva y constitutiva del fenómeno mismo" (DE LEO, s/d; p ágina 3). Zaffaroni plantea la necesidad de "comprobar el grado en que los sistemas penales latinoamericanos realizan tales derechos (los derechos humanos) y las tendencias que se advierten en ellos", y en el mismo trabajo señala que "no se necesita mayor penetraci ón ni investigación para formular una valoración crítica global, pero sí se necesita comenzar a precisar las fallas en particular y percibir si la brecha entre la realidad y el parámetro de los Derechos Humanos ti ende a aumentar" (ZAFFARONI, 1984; página 26). Para no caer en una interpretación monista del poder al interior del sistema de administración de justicia, dado que son http://www.cfh.ufsc.br/~levis/josefina.htm 13/11/2006 :: LEVIS :: Laboratório de Estudos das Violências :: CFH :: UFSC :: Página 5 de 9 variados los grupos que en su interior pugnan por objetivos diferentes y algunas veces contrapuestos, trabajaremos con l os conceptos de hegemonía y discurso hegemónico para analizar la vinculación entre la discusión de las políticas penales en el marco de la disputa por imponer un sentido al orden social y las prácticas de la justi cia penal propiamente dichas (THOMPSON, 1984; WILLIAMS, 1980). Con respecto a los conceptos de norma y sistema normativo, por un lado, y prácticas, por el otro, el discurso jurídico-normativo hegemónico se asiente, en buena medida, sobre la siguiente ficción: las prácticas son una a plicación coherente y ordenada de los lineamentos teórico-normativos. Pretendemos evitar el sesgo sistémico que este discurso otorga a los estudios de caso, en tanto tienden a ver al poder judicial como un todo más o menos inte grado por una lógica que conecta la teoría con las prácticas, y constituye un componente muy fuerte del deber ser del sistema penal, tanto para los agentes estatales que actúan en su interior y participan con sus acciones de su funcionamiento, como para el sentido común de quienes se ven colocados en la posición de usuarios potenciales o efectivos del sistema. En el plano del funcionamiento concreto, las políticas penales y sus efectos sobre los segmentos j udicial y penitenciario del sistema penal no se hallan vinculados por una relación causal ni por una lógica homogénea; antes bien, existen entre ellos múltiples y permanentes contradicciones. Estas tensiones y contradicciones n o van a ser analizadas en este proyecto como "desviaciones" del funcionamiento correcto, sino como efectos de la disputa entre distintas elites morales, constituidas en grupos de intereses específicos, que pugnan al interior del estado por imponer un sentido particular al discurso acerca del orden social y del control social penal. Este planteo torna necesario analizar los procesos particulares desde una aproximación microfísica (FOUCAULT, 1980), realizando una suerte de etnograf&iacu te;a de las relaciones de poder. Desde la perspectiva del saber particular de la antropología, consideramos central la habilidad que Sofía Tiscornia reconoce a esta disciplina para "el análisis de la cotidianeidad y las costumbres com o tramas cuya clave es significada en las relaciones contradictorias entre las normas y las prácticas" (TISCORNIA, 1992; página 55). En relación con el abordaje del tema específico del proyecto, esto es la vinculación entre políticas penales y normas, y entre normas y prácticas, Foucault establece un principio interesante para encarar su investigaci&o acute;n empírica: "es justamente la regla la que permite que se haga violencia a la violencia, y que una otra dominación puede plegarse a aquellos mismos que dominan. En sí mismas las reglas están vacías, violentas, no f inalizadas; están hechas para servir a esto o aquello; pueden ser empleadas a voluntad de éste o de aquél. El gran juego de la historia es quién se amparará de las reglas, quién ocupará la plaza de aquellos que las utilizan, quién se disfrazará para pervertirlas, utilizarlas a contrapelo, y utilizarlas contra aquellos que las habían impuesto; quién, introduciéndose en el complejo aparato, lo hará funcionar de tal mo do que los dominadores se encontrarán dominados por sus propias reglas" (FOUCAULT, 1890; páginas 17/18). E.P. Thompson, por su parte, señala "la diferencia entre el poder abstracto y el gobierno de la ley", y sostiene que debemos "exponer las falsedades e injusticias que pueden estar ocultas debajo de esta ley, pero el gobierno de la ley en sí mismo, la imposición de inhibiciones efectivas sobre el poder, y la defensa del ciudadano de los reclamos intrusivos del poder, me parecen un inestimable bien humano, y negarlo o desvalorizarlo es un terrible error de abstracción intelectual. M&aac ute;s que esto, es un equivocado sentimiento de seguridad que nos lleva a desistir de la lucha contra las malas leyes y los procedimientos propios de clase y a entregarnos al poder; es desechar una completa herencia de lucha por la ley y dentro de las for mas de la ley" (THOMPSON, 1988; página 9). En el plano teórico, tenemos como uno de nuestros objetivos el desarrollo de una conceptualización antropológica de lo político y del derecho, así como de las reglas, normas y prácticas consuetudinarias que lo leg itiman como tal (el derecho), en un intento de considerar a la sociedad y al derecho que la organiza no ya como dos entidades distintas y autónomas sino como constitutivas del objeto de estudio tanto de la sociología como de la antropolog&ia cute;a jurídicas, concepción que "cuestiona radicalmente algunos de los postulados filosóficos y políticos de la teoría liberal del estado y del derecho modernos" (SANTOS, 1991b; página 20). Hipótesis, objetivos y algunos problemas metodológicos Una aproximación microfísica a las disputas entre los intereses divergentes en torno al tema del control social reactivo exige la realización de una etnografía de las relaciones de poder que atraviesan el segmento judicial del sistema penal. Dicha aproximación etnográfica permite asimismo abordar los procesos de formación/estructuración del pensamiento hegemónico de las elites dominantes y sus disputas por la imposición de un sentido de l orden social y de la justificación del castigo, en el contexto del sistema penal. Estas disputas derivan en las contradicciones y tensiones existentes entre las diferentes elites de poder que participan en el debate acerca del control punitivo y pretenden imponer su propia representación del orden social como hegemónica. En el marco de estas disputas se va conformando la trama que estructura las políticas y las normas penales Por otra parte, existen ciertas reglamentaciones de baja jerarquía y algunas prácticas consuetudinarias que chocan con la normativa establecida en abstracto por el estado de derecho, y ello se constituye en un obstáculo para la plena realización de los derechos humanos. http://www.cfh.ufsc.br/~levis/josefina.htm 13/11/2006 :: LEVIS :: Laboratório de Estudos das Violências :: CFH :: UFSC :: Página 6 de 9 En base a estas hipótesis generales, nuestra investigación se propone realizar una etnografía de las relaciones de poder que atraviesan el segmento judicial del sistema penal, en tanto agencia estatal de control social re-activo. A pa rtir de esta etnografía, nos proponemos dar cuenta de los procesos de formación del pensamiento hegemónico de las elites dominantes y de su disputa por la imposición de un sentido del orden social y de la justificación d el castigo, y analizar la producción y reproducción de las prácticas autoritarias en el seno del mencionado sistema, con las consecuentes violaciones a los derechos humanos que implican. En términos específicos, esta investigación se propone analizar el tratamiento que el fuero correccional brinda a las causas por el delito de usurpación, tanto desde el punto de vista procesal como desde la perspectiva de la ap licación de la ley y la jurisprudencia resultante. Asimismo, pretendemos analizar el tratamiento que el fuero federal penal brinda a las causas por los delitos vinculados a la transgresión a la ley de estupefacientes, tanto desde el punto de vista procesal como desde la perspectiva de la aplicación de la ley y la jurisprudencia resultante. Este abordaje implica analizar también toda la gama de reglamentaciones de diferentes jerarquías que rigen el funcionamiento del sist ema judicial penal, a fin de hallar los puntos de tensión con el marco legal del estado de derecho. Por último, se intentará vincular los resultados de los objetivos hasta aquí enunciados con los lineamentos generales de la pol ítica penal, a fin de establecer tanto las contradicciones y tensiones como los puntos de contacto entre ellas. Desde el punto de vista metodológico, no es difícil imaginar las dificultades que se presentan al intentar realizar una investigación de este tipo, en el seno de una institución de poder de nuestra propia sociedad, elemento cla ve de la organización del estado de derecho de nuestros sistemas republicanos y asumida por los jueces, una especie de sacerdotes de la modernidad que velan por el cumplimiento de las leyes. Un abordaje cualitativo de prácticas, reglas no escritas y tradicones particulares, en el marco de una comunidad tan corporativa y específica como el poder judicial, requiere en primer lugar una redefinición creativa y poco ortodoxa d el trabajo de campo antropológico. Sin embargo, nuestras técnicas más clásicas se muestran como herramientas muy últiles en el relevamiento de datos cualitativos. A manera de ejemplo, podemos decir que sólo la obs ervación directa nos ha permitido percibir los sutiles mecanismos de delegación de funciones que se da en el seno de los tribunales, en donde tanto cuestiones sencillas de procedimiento como decisiones fundamentales para los expedientes suel en ser resueltas por los empleados del juzgado, sin la más mínima intervención del juez, en virtud de una práctica consuetudinaria que se asienta en una reglamentación interna del poder judicial, y que expresamente permi te este tipo de delegación; a partir de ello, hemos estado en condiciones de reflexionar acerca de la relación entre este tipo de prácticas y normas de baja jerarquía y el funcionamiento concreto del sistema judicial penal.- NOTAS: 1 La presente propuesta forma parte de una de las líneas de trabajo que está desarrollando el Equipo de Antropología Política y Jurídica (Instituto de Ciencias Antropológicas -Sección Antropología So cial-, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires), en el marco del proyecto de investigación titulado Antropología política de la violencia institucional punitiva. (In) seguridad ciudadana, derechos humanos y r espuestas políticas. 2 Lic. en Cs. Antropológicas (UBA) 3 Zaffaroni (1984) identifica tres segmentos dentro del sistema penal: el segmento judicial, el segmento policial y el segmento penitenciario. 4 Ante una solicitud nuestra para acceder a esas cifras se informó, en primer lugar, que solamente existían estadísticas informatizadas desde el año 1991 (las anteriores tienen que estar, pero no se aclaró cómo se pod&i acute;a acceder a ellas) y en segundo término que no las podían facilitar en tanto no se resolviera el pedido efectuado en el mismo sentido por EDICIONES LA URRACA, el cual estaba a estudio de los Ministros de la Corte. Estas y otras respues tas por el estilo son usuales cuando uno recorre el circuito burocrático judicial con la intención de obtener datos por la vía oficial. 5 El desasosiego descrito por Boaventura de Sousa Santos se ve también reflejado en el siguiente diálogo entre el Comisario De Angelis y Casaubon, ambos personajes de la novela "El Péndulo de Foucault", de Umberto Eco, en el cual el primero le dice al segundo: "En otra época a los de las brigadas rojas teníamos que ir a buscarlos en las casas ocupadas, y a los de las brigadas negras en los clubes de artes marciales; hoy podría suceder incluso lo contrario. Vivimo s en un mundo extraño. Le aseguro, mi oficio era más fácil hace diez años. Hoy, incluso en el terreno ideológico, ya no hay religión. A veces siento ganas http://www.cfh.ufsc.br/~levis/josefina.htm 13/11/2006 :: LEVIS :: Laboratório de Estudos das Violências :: CFH :: UFSC :: Página 7 de 9 de pasar a la brigada de estupefacientes. Al menos el que vende hero&iac ute;na vende heroína y no hay nada que discutir. Se mueve uno sobre valores seguros" (ECO, 1989; página 283). 6 Cada vez es más claro que no basta con denunciar la dominación para enfrentarla, y que es imprescindible intentar algún tipo de pragmática crítica si se quiere transformar la realidad. BIBLIOGRAFÍA ADORNO, Sérgio (1991), "Viôlencia Urbana, Justiça Criminal e Organizaçao Social do Crime", en Revista Critica de Ciências Sociais Nº 23. AUGE, Marc (1995), "L'Antropologie aujord'hui", texto de la conferencia de apertura de la V Reunión de Antropología del (Merco)Sur, Tramandaí, Brasil, setiembre de 1995 (mimeo). ALTHUSSER, Louis (1986), "Ideología y aparatos ideológicos de Estado", Ediciones Nueva Visión, Colección "Fichas", Nº 34, Buenos Aires. BERGALLI, Roberto (s/d), "El control penal en el marco de la sociología jurídica", en DOCTRINA PENAL, 11-44. BERIZONCE, R.O. 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