LAS MUJERES Y LA POLÍTICA EN ESPAÑA Y FINLANDIA: LA PLATAFORMA DE ACCIÓN DE BEIJING 20 AÑOS DESPUÉS Autor: Adrián González Sahuquillo Resumen: En los años 50 se pensaba que el tiempo ajustaría las tasas de participación de las mujeres en la política, pero a mediados de los años 70 la tasa promedio de escaños ocupados por mujeres en la Unión Europea no superaba el 9%; y diez años más tarde, la media en la Unión Europea sólo había alcanzado el 11,8%. Resultaba evidente que el tiempo no resolvería el déficit de la falta de mujeres en los parlamentos y en el espacio público, y que era necesario establecer mecanismos de compensación. Será el resultado de la cuarta y última conferencia mundial sobre la mujer de la ONU el tema central de este trabajo: La Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing de 1995, centrada en dos de los 189 países firmantes, España y Finlandia. Donde trataremos de analizar si veinte años después ambos países han cumplido y llevado a cabo eficazmente las medidas y políticas que firmaron. Las diferencias en la evolución parlamentaria de las mujeres de estos dos países son obvias, Finlandia es primer estado en conseguir en 1906 que las finlandesas fueran las primeras mujeres de Europa con derecho a votar y las primeras en el mundo con derecho a elegibilidad parlamentaria; pero la evolución femenina de ambos en el parlamento ha ido aumentando paulatinamente, a pesar de que los finlandeses y finlandesas ya llevaran mucho camino hecho respecto a España, y la mayoría de países Occidentales en general. No obstante, no hay que obviar la rápida evolución de España que, aunque la igualdad en términos legislativos llegara de una forma efectiva en el 2007, ha conseguido ponerse a la altura de países tan pioneros en igualdad de género como lo es Finlandia. A pesar de esto, los datos y la eficacia de las medidas muestran antagonismos: las políticas de discriminación positivas, como la ley de cuotas, son cuestionadas de carecer de objetividad y resultar hasta cierto nivel segregacionistas; la representación de las mujeres tiene sus diferencias en parlamentos, ministerios, como cabezas de lista, en la mesa del congreso y en comisiones parlamentarias; la permanencia en las legislaturas es fija para ellos y rotativa para ellas; y se suma los importantes hándicaps añadidos que tienen las mujeres, aceptados y asentados en sociedad. Palabras clave: mujeres, paridad, política, ONU, Finlandia, España 1 ÍNDICE INTRODUCCIÓN........................................................................................................... 3 I. LA ACCIÓN POSITIVA Y SU CUESTIONADA EFICACIA ............................... 4 II. 2.1. Ley de Cuotas .......................................................................................................... 6 2.2. Sistema Cremallera ................................................................................................. 6 2.3. La Democracia Paritaria y sus entramados .......................................................... 7 III. ANÁLISIS DE LA EVOLUCIÓN PARLAMENTARIA DE LAS MUJERES: ESPAÑA Y FINLANDIA ....................................................................................................... 8 3.1. España: Antecedentes históricos anteriores a Beijing y aportaciones posteriores. ........................................................................................................................... 8 3.2. Finlandia: Antecedentes históricos anteriores a Beijing y las aportaciones posteriores .......................................................................................................................... 14 3.3. IV. V. Análisis comparativo de la evolución parlamentaria en España y Finlandia .. 20 CONCLUSIÓN .......................................................................................................... 27 BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................... 28 2 I. INTRODUCCIÓN La Declaración Universal de Derechos Humanos establece que “toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país”. A pesar de esto, en los años 50 se pensaba que el tiempo ajustaría las tasas de participación de las mujeres en la política, pero a mediados de los años 70 la tasa promedio de escaños ocupados por mujeres en la Unión Europea no superaba el 9%. Diez años más tarde, en 1989, el porcentaje promedio de la Unión Europea sólo había aumentado en tres puntos, alcanzando el 11,8%. Resultaba evidente que el tiempo no resolvería el déficit de la falta de mujeres en los parlamentos y en el espacio público y que era necesario establecer mecanismos de compensación. Las voces que evidenciaban la falta de representación de las mujeres en el espacio público no sólo no pudieron acallarse, sino que fueron aumentando su eco. El 3 de noviembre de 1992 se adoptó en la primera Cumbre Europea "Mujeres en el Poder" la Declaración de Atenas en la que se denunciaba el déficit democrático y se proclama la necesidad de conseguir un reparto equilibrado de los poderes públicos y políticos entre hombres y mujeres. Este documento es el punto de referencia inicial en la lucha por la paridad tanto desde las instituciones de la Europa Comunitaria como en los países que la conforman. (Boix, 2007) La habilitación y autonomía de las mujeres y el mejoramiento de su condición social, económica y política son fundamentales para el logro de un gobierno y una administración transparentes y responsables y del desarrollo sostenible en todas las esferas de la vida, pero son las relaciones de poder las que impiden que las mujeres puedan vivir plenamente funcionan a muchos niveles de la sociedad. El objetivo de igualdad de participación de la mujer y el hombre en la adopción de decisión proporciona un equilibrio igualitario que refleja la composición de una sociedad, su democracia y el correcto funcionamiento de ella. Tal y como muestra la Declaración de Beijing (1995): “La participación equitativa de las mujeres en la vida política desempeña un papel crucial en el proceso general de adelanto de estas. La participación igualitaria de la mujer en la adopción de decisiones no sólo es una exigencia básica de justicia o democracia sino que puede considerarse 3 una condición necesaria para que se tengan en cuenta los intereses de la mujer. Sin la participación activa de la mujer y la incorporación del punto de vista de la mujer a todos los niveles del proceso de adopción de decisiones no se podrán conseguir los objetivos de igualdad, desarrollo y paz”. La ocupación por parte de las mujeres de cargos políticos, y con ellas, la adopción de decisiones desde los gobiernos y/o los órganos legislativos, permiten reforzar iniciativas políticas e incluirlas en los programas de los propios partidos, así como nuevos temas que tienen que ver con el género, valores y experiencias de la mujer, y ayuda a tener muchos más puntos de vista sobre políticas generales. A pesar de que en la mayoría de los países existe un movimiento generalizado de democratización, la mujer suele estar poco representada en casi todos los niveles de gobierno, sobre todo a nivel de los ministerios y otros órganos ejecutivos, y además ha avanzado poco en el poder político en los órganos legislativos, y es esto precisamente lo que trataremos de analizar en este trabajo, comparando a Finlandia y España: qué medidas han adoptado estos países a partir de Beijing, y si ha afectado a la evolución parlamentaria de las mujeres, utilizando documentos oficiales CEDAW ONU e informes sombra de los países en cuestión, realizados a espaldas de los gobiernos por asociaciones de mujeres. II. LA ACCIÓN POSITIVA Y SU CUESTIONADA EFICACIA Tratar de manera desigual lo que en el punto de partida tiene una situación desigual sería la base del concepto de Acción Positiva, más conocida como “discriminación positiva”. Mª Ángeles Berrera define a la acción positiva en términos generales como “una serie de medidas o planes vinculados de un modo u otro al Derecho (fundamentalmente al poder normativo de la Administración) y destinados a eliminar la desigualdad o discriminación intergrupal”. (Barrere, 2003) Pero en términos más específicos, esta discriminación expresa: “[…] una acción que, a diferencia de la discriminación negativa (o simplemente discriminación), pretende establecer políticas que dan a un determinado grupo social, étnico, minoritario o que históricamente haya sufrido discriminación a causa de injusticias sociales, un trato preferencial en el acceso o distribución de ciertos recursos o servicios así como acceso a determinados bienes, con el objeto de mejorar la calidad 4 de vida de grupos desfavorecidos, y compensarlos por los perjuicios o la discriminación de la que fueron víctimas en el pasado”. (Borge, 2012) Este tipo de acción nace en Estados Unidos en la década de los 60 y parte del derecho antidiscriminatorio que surge como reacción a las protestas protagonizadas por la población afroamericana, y por otras minorías y movimientos de contestación social. Pero este tipo de políticas de discriminación positiva se plantean en numerosos ámbitos, y no sólo por cuestiones de sexo, sino también para tumbas las desigualdades por motivos de raza, edad, opción sexual o discapacidades. En este caso, centrándonos en la cuestión de género y más concretamente en el ámbito político, a primera vista la acción positiva se muestra bastante beneficiosa, no obstante, ha sido tachada como una medida que carece de objetividad y que hasta cierto nivel resulta segregacionista. Siguiendo esta línea, Mª Ángeles Cabré (2014) afirma que “me consta que discriminación positiva suena a oxímoron, es decir a juego de contrarios. En cuestión de género, suena incluso a ofensa: ¿necesitan las mujeres que se las discrimine aún más de lo que se les ha discriminado ya, aunque sea ahora para bien?”, esta serie de afirmaciones ponen de debate estas medidas, incluso se pone en duda su eficacia, sospechosas de tener un trasfondo: “esa negativa a aceptar una merecidísima ventaja, y la cacareada controversia que la cuestión arrastra, llevan a pensar que algo esconde el asunto más allá de la natural discrepancia”. Trasladándolo a los razonamientos actuales de mujeres y hombres, y sobre todo en los jóvenes, tal como recalca Cabré “las chicas jóvenes de hoy no quieren ni oír hablar de cuotas y demás zarandajas, que les suenan al para ellas caduco feminismo: ellas jamás han sido discriminadas, o eso creen. Curiosamente, en su pertinaz alergia también olvidan que los varones llevan siglos administrando en su propio beneficio políticas de discriminación positiva y que les ha ido espléndidamente” pero realmente como bien sigue explicando esta autora “habría que explicarles a esas tiernas muchachas en flor (…) que las políticas de discriminación positiva caminan hacia una nueva socialización, tan necesaria, basada en la cooperación (…). Siendo la discriminación positiva tan solo un instrumento para romper el a estas alturas abominable techo de cristal, es de necios matar al mensajero cuando son tantos los beneficios que lo que nos trae nos puede deparar”. (Cabré, 2014) 5 2.1.Ley de Cuotas Algunos países han establecido en sus legislaciones un porcentaje de participación o un número de campos designados para la intervención femenina. Promoviendo así que las mujeres accedan más fácilmente a cargos de administración pública (tanto de menor como de mayor jerarquía). Sin embargo, no todos los partidos políticos tienen el mismo interés por fomentar dicha participación, sino que se preocupan únicamente por cumplir con una cuota específica fijada por ley, tal y como analizaremos posteriormente en los casos de nuestros dos países: Finlandia y España.Así pues, la Ley de Cuotas es una media que cabe dentro del concepto de Acción Positiva y a través de ella se plantea el objetivo de generar una base igualitaria entre hombres y mujeres en el acceso a los cargos de poder en distintos ámbitos. Se establecen cuotas máximas (o mínimas) de participación por sexo en candidaturas y porcentajes de cargos en elecciones municipales y parlamentarias. En su origen, la primera Ley de Cuotas existentes se llevó a cabo en Argentina en 1991, y ha dado pie a que los partidos socialistas en los diferentes países hayan abierto la brecha para el establecimiento de las cuotas en la participación de las mujeres, como es el caso de España y Finlandia. 2.2.Sistema Cremallera Además de la cuota (la presencia de mujeres en las listas) es importante que estas mujeres estén situadas en puestos con posibilidades reales de ser elegidas, ya que son frecuentes los casos en los que se las coloca al final de las listas para engrosar el porcentaje con el objetivo de cumplirlo. El mecanismo más eficaz para contrarrestar esta práctica es el establecimiento del sistema cremallera, el cual las mujeres y los hombres ocupan puestos alternos, los hombres ocupan los puestos impares y las mujeres los pares, o viceversa. Esta medida permite que exista alternancia de mujeres y hombres en las listas electorales y que la representación sea equitativa. 6 Esta acción se puede observar en la actualidad en partidos españoles como Izquierda Unida, PSOE o Podemos, sin ir más lejos, en las elecciones generales de España de 2015 (20-D).1 2.3. La Democracia Paritaria y sus entramados En la Cumbre mundial de la mujer de Beijing celebrada en 1995 la Democracia paritaria fue uno de los propósitos establecidos para el 2005 en España, por lo que implicaba que en esa fecha se alcanzara el acceso efectivo de la mujer a los niveles de toma de decisiones políticas en un 50%. En el ámbito de la política la paridad planteaba sustentosos debates, en la que las preguntas eran constantes: ¿Se puede alcanzar realmente la paridad? ¿Sólo se puede alcanzar mediante acciones positivas y no por sí sola? ¿Está consolidada la paridad una vez alcanzada? ¿Los varones son insustuibles y las mujeres intercambiables? ¿El problema es solo de cifras? … En España, por ejemplo, según ha ido aumentando las cuotas de representación femenina ha ido disminuyendo el tiempo que las mujeres permanecen en sus cargos. El estudio sobre “Paridad y consolidación del poder de las mujeres” realizado por Alicia Miyares (Varela, 2004) demuestra que el 60 % de las diputadas sólo permanecen una legislatura, y de hecho sólo tres mujeres: Ana Balletbó y Carmen del Campo Casasús, del PSOE, y Celia Villalobos, del PP, han permanecido seis legislaturas fijas en el Congreso de Diputados. Esta rotación hace que las mujeres no tengan verdaderamente un poder real y que desde esta institución las mujeres se hagan oir: “Hacer la renovación por la vía de las mujeres. Ese es el truco. Los responsables de los partidos políticos buscan mujeres muy profesionales a las que alquilan durante una legislatura y luego les dicen adiós. La mayoría de los independientes son mujeres. Cuando las cambian no tienen ningún lío en el partido porque ellas no cuentan con quien las defienda. Y además ellas quedan bien porque han renovado las listas. Perfecto” comentaba Ana Balletbó en una entrevista (Valera, 2004) 1 Papeleta electoral de las elecciones generales del 2015 (20-D) de diputados y diputadas por Cantabria del PSOE. 7 “Las mujeres no estamos en los círculos de confianza donde se ejerce el poder y el motivo es básico: ellos se conocen desde hace más de muchos años... tienen un nivel de confianza que está por encima del cargo que ocupa cada uno de manera coyuntural... hace 20 años las mujeres no estábamos allí y jugamos en desventaja” señalaba Lourdes Muñoz (Valera, 2004) Durante años la lucha de una buena parte del movimiento feminista ha sido por el derecho a estar presente, porque las mujeres tengan el mismo derecho a equivocarse que los hombres, también el mismo derecho a la incompetencia y a la competencia de ellos. Pero pensar sólo en cifras, advierte la filósofa Victoria Sendón (2002), implica el peligro de que se instaure “la política del harén”, que consiste en que “cada jeque se rodea de sus chicas y elije a las menos molestas, a las más sumisas, a las que no le van a robar protagonismo, o como mucho, a las que le darán más votos. Si la paridad no se ejercita desde las propias mujeres que eligen a sus representantes y las imponen a los partidos, la cosa no tiene sentido”. Por otro lado, tampoco las cifras pueden llevarnos a engaño: en España, de momento, sólo se ha alcanzado la paridad en el poder legislativo: el Consejo de Ministros de José Luís Rodríguez Zapatero fue paritario con el 50% de mujeres y 50 % de hombres, pero en los segundos niveles de gobierno la presencia de las mujeres quedó reducida a un 24%. “El fin de la paridad es un cambio de actitudes y valores respecto a la distribución social de los sexos. Si al final la paridad va a consistir en que seguimos perpetuando los estereotipos, la hemos vaciado de contenido” - confirma Alicia Miyares (Varela, 2004). III. ANÁLISIS DE LA EVOLUCIÓN PARLAMENTARIA DE LAS MUJERES: ESPAÑA Y FINLANDIA 3.1.España: Antecedentes históricos anteriores a Beijing y aportaciones posteriores. Tal y como plantea Monserrat Boix (2005), la incorporación al espacio público por parte de las mujeres en España no ha sido nada fácil. Las primeras mujeres que participaron en la vida política ocuparon 13 escaños (de los 385) de las Cortes Generales en 1923 durante 8 la Dictadura de Primo de Rivera. Éstas fueron designadas a título personal porque en ese momento las mujeres españolas no tenían derecho al voto. Ya con II República Española se permitió la participación de las mujeres, logrando el acceso de tres diputadas en las Cortes Constituyentes de 1931. Pero el verdadero cambio significativo, al menos desde la legalidad, se hizo en 1933 con la aprobación de la Constitución, la cual garantizaba el sufragio popular, y con él el derecho de las mujeres para votar. No resultó nada fácil este hecho, ya que se consideraba que las mujeres estaban bajo la influencia de la Iglesia Católica y la izquierda y se temía que su voto fuera conservador y no pudiera perdurar la República. La figura representativa que luchó y logró que las mujeres pudieran acceder al voto fue la de Clara Campoamor, diputada del Partido Radical, que desde la Comisión Constitucional defendió “con uñas y dientes” los derechos de las mujeres. Peleó para establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad legal de los hijos fuera y dentro del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal sin achantarse ni por las fuertes presiones que recibió incluso de su propio partido, ni ante la amenaza de mantener su posición política, cosa que, significó el final de su carrera política. Con la llegada del franquismo, las Cortes franquistas constituidas en 1943 y tenían como única representación femenina sólo dos mujeres -de la Sección Femenina- las cuales fueron nombradas diputadas. Es ya, en 1968, cuando empiezan a ser elegidas algunas alcaldesas, y en 1975 cuando fueron nombradas trece diputadas. Tanto durante la guerra civil, como posteriormente en la etapa de la dictadura franquista, las mujeres (de la derecha y de la izquierda) eran tremendamente activas en el espacio público, de hecho, fue el movimiento feminista quien dos semanas después de la muerte de Franco organizó el primer mitin político de la Transición, pero los espacios de decisión política continuaban siendo limitados para las mujeres. En 1977 se legalizan los partidos políticos y se celebran elecciones generales. Entre las más de 5000 candidaturas se encontraban 753 mujeres luchando por los 350 escaños del Congreso de Diputados. En las elecciones al Congreso de Diputados de 1979 la presencia femenina no es superior a un 6%, cifras similares a las convocatorias electorales posteriores desde el 82 al 89 en el que la presencia femenina oscila entre el 2,4 % y el 5,6 %. (Jimez, citado en Boix, 2005) 9 EVOLUCIÓN PARLAMENTARIA DE LAS MUJERES EN ESPAÑA ANTES DE BEIJING (EN %) Mujeres 94,2 94 Hombres 96,5 94,5 5,8 6 3,5 5,5 1977 1979 1982 1989 Figura 1: Evolución Parlamentaria de las mujeres en España antes de Beijing en %. Son las mujeres del Partido Socialista de Cataluña, en 1982, las que logran incorporar el primer compromiso de cuotas en un partido español. Se empezó por un 12 %, se siguió con el 15% y el 20 y el 25 % siguiendo como ejemplo la dinámica de las socialistas francesas. En 1988 el PSOE aprueba en su congreso la cuota del 25 %, pero será nueve años más tarde, en 1996, cuando logren adoptar una cuota de representación paritaria, entre un 40 y un 60 % para hombres y mujeres, en los órganos del partido y en las listas electorales. Informes de la ONU (1986) ya mostraban la preocupación por la baja tasa de participación en el Parlamento y en los departamentos ministeriales, así como por la discriminación contra la mujer en materia de participación política en general. Expertas de la ONU recalcaban que en España la mujer estaba mejor representada en los partidos minoritarios marginales, y que tal y como se aprecia en la gráfica la representación de las mujeres en las Cortes Generales había descendido. Además, destacaban los altos porcentajes de afiliación de mujeres a partidos políticos y los bajos porcentajes de su participación a nivel ejecutivo. España, antes de la declaración de Beijing ya había llevado a cabo algunos planes de igualdad y medidas en este ámbito, pero fue a partir de 1995 cuando se inician con más eficacia y contundencia nuevas medidas y nuevos objetivos. 10 Las acciones llevadas a cabo antes de 1995 para mejorar la situación de las mujeres en la sociedad se establecieron más tarde en España que en otros países occidentales. El Instituto de la Mujer (IM) se fundó en 1983, siendo en la actualidad es el mayor órgano de defensa de la mujer a nivel nacional. Su objetivo es diseñar políticas capaces de mejorar la situación de las mujeres en todas las esferas sociales, y también lleva a cabo investigaciones y campañas educativas y financia las actividades de distintas organizaciones de mujeres. (Raevaara y Taskinen, 2015) El funcionamiento del IM dentro del aparato gubernamental ha sido tachado de ineficaz, ya que en España es complicado establecer un organismo estatal independiente que desarrolle e incremente las políticas dirigidas a la mujer porque sus tareas se solapan con las de los distintos ministerios, y son éstos los que no suelen estar dispuestos a reducir su propio poder de decisión. Por esto mismo, y por carecer de suficiente presupuesto y de los poderes ejecutivos necesarios, el IM no ha podido realizar sus propias políticas igualitarias, pero si lanza campañas proyectos y campañas de investigación y de información de forma independiente. Algunas de las campañas de información dirigidas a las mujeres han tratado de sus derechos legales, otras de las instituciones políticas para posibilitar su influencia en el proceso de toma de decisiones políticas, y ha tenido un papel importante a la hora de planificar e implementar la igualdad de oportunidades políticas. A pesar de esto, tal y como muestra el Informe del comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer de la Asamblea General de la ONU (1986) las acciones realizadas por el IM no eran suficientes. Ejemplo de esto son los dos planes de Igualdad que se llevaron a cabo antes de, e impulsados por el IM: El I Plan para la Igualdad de Oportunidades de las Mujeres (I PIOM) que se inspiró en el Plan para la Igualdad de la Comunidad Económica Europea, del cual España fue miembro a partir de 1986, y su objetivo era el desarrollo de las medidas jurídicas que aseguraban la coherencia del ordenamiento jurídico con la Constitución en los ámbitos de protección y garantía de igualdad. La evaluación del primer plan de Igualdad permitió la elaboración del II PIOM, que cubría el período que iba de 1993 a 1995, en el que uno de los tres campos de especial prioridad era el tema que estamos tratando: la promoción del pleno acceso de las mujeres a puestos 11 de responsabilidad, y que su marco de acción en este ámbito era a nivel la legislación o la participación social y política. Es difícil analizar todas las repercusiones que tuvieron los I y II PIOM a nivel de política de igualdad en general, porque como bien dicen algunas autoras como Celia Valiente (1994), los objetivos fueron trazados ya de antemano con cierta abstracción, pero aun así destacan algunos resultados: El primer Plan creó infraestructuras de promoción de la igualdad entre mujeres y hombres en lo que atañe a cargos administrativos. También permitió la aplicación de los planes de igualdad en la mayoría de las comunidades autónomas. El proceso de evaluación del segundo plan evidenció la necesidad de diseñar medidas más eficaces para analizar los resultados de este tipo de políticas. Es ya con el III Plan, este de 1997 al 2000, cuando el objetivo principal es impulsar una política combinada e incorporar las cuestiones de género en todos los programas y políticas. (ONU, 1999) A pesar de esto, desde la ONU (1999) seguían advirtiendo que la participación de las mujeres en el proceso de adopción de decisiones seguía siendo insuficiente: el porcentaje de mujeres parlamentarias había aumentado del 15% al 22% entre 1989 y 1993 en el Parlamento. Además, se observa que existe un alto nivel de descentralización y que las competencias en materia de igualdad de oportunidades se han transferido a las comunidades autónomas (CCAA), haciendo que no existan mecanismos de vigilancia eficaces en el Gobierno central, es por esto que el Comité recomendó al Gobierno nacional que supervisara las medidas que toman las CCAA, así como su coherencia y coordinación con la política nacional en materia de igualdad. Después de esto, desde el gobierno central y con la Declaración de Beijing en 1995, se han llevado a cabo varias medidas e iniciativas legislativas. En 2005 se adoptaron medidas para favorecer la igualdad entre mujeres y hombres, se establecieron actuaciones que contribuyeran a disminuir la desigualdad en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Como en el empleo, la empresa o la conciliación de la vida laboral y familiar, incluyéndose también en la vida política. En ese mismo año, se aprobó el Plan para la Igualdad de Género en la Administración General del Estado, el cual establece medidas para eliminar los obstáculos existentes y 12 garantizar la igualdad real de oportunidades entre hombres y mujeres en el acceso y desempeño del servicio público, que desde entonces realmente no habían sido realmente efectivas. Con la Ley Orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, se apostó por llevar a cabo políticas activas que, de forma integral y coordinada, remuevan los obstáculos que impidan o dificulten la igualdad de género en la sociedad española. En cumplimiento del artículo 77 de ésta Ley establece que en todos los Ministerios se concede a uno de sus órganos directivos el desarrollo de las funciones relacionadas con el asunto de igualdad entre mujeres y hombres en el ámbito de las materias de su competencia. Además, se determinaron los órganos directivos de los diferentes departamentos ministeriales que desarrollan las funciones de las Unidades de Igualdad en esta Ley. En 2007 se aprobó el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades 2008-2011. El Plan está inspirado en dos principios: no discriminación e igualdad, y afecta a temas como el que estamos tratando: el empoderamiento de las mujeres. En 2012 se aprobó el I Plan de Igualdad entre mujeres y hombres en la Administración General del Estado y en sus Organismos Autónomos, el cual establece que el Gobierno aprobará, al inicio de cada legislatura, un Plan para la Igualdad entre mujeres y hombres que establecerá los objetivos a alcanzar en materia de promoción de la igualdad de trato y oportunidades en el empleo público, así como las estrategias o medidas a adoptar para su consecución. (Ministerio de Empleo y Seguridad Social, 2015) A pesar de estas acciones, desde el informe sombra CEDAW (2008-2013) destacan los grandes recortes que se han hecho en las políticas de la Administración General del Estado, así como en las CCAA. En el Estado central, según este informe CEDAW, las políticas y organismos de igualdad se han recortado al 50%, un 49% del Presupuesto del Estado para la igualdad y un promedio del 32% en políticas de igualdad de las CCAA. Además, el organismos estatal para la igualdad ha bajado tres rangos: de Ministerio de Igualdad (2008-2011) a Dirección General en 2012, estando sin Plan Estratégico de Igualdad entre Mujeres y Hombres al que obliga el artículo 17 de la LOI y la medida 203 de la Plataforma de Acción de Beijing. 13 3.2.Finlandia: Antecedentes históricos anteriores a Beijing y las aportaciones posteriores La situación en Finlandia es diferente que en España, ya que las políticas de igualdad y su asentamiento en la sociedad finlandesa es mucho más adelantada. Tal y como nos muestran Raevaara y Taskinen (2015) y los datos de Katriinna (2000), ya en 1884 es cuando en Finlandia se funda la primera organización de mujeres, la Asociación de Mujeres Finlandesas (Finsk Kvinnoförening - Suomen Naisyhdisstys) y en 1892 el Movimiento Unido para los Derechos de la Mujer (Naisasialiitto Unioni). Pero estas nuevas organizaciones no atraían a muchas mujeres, ya que estaban más implicadas en movimientos conjuntos, como fue el Movimiento Antialcohólico, el Movimiento del Club de Jóvenes para la Lengua Finlandesa o el Partido Social Democrático. A pesar de esto, las mujeres ocupaban una posición fuerte en tales asociaciones y solían ser fundadoras y lideresas de las ramas locales. Era sobre todo el Movimiento Antialcohólico el que constituía una vía importante de activismo social para las mujeres (superando a principios del siglo XX el número de hombres), llegando a considerarse ésta la asociación más importante para las mujeres del fin del siglo. Desde organizaciones conjuntas o desde sus propias organizaciones, las mujeres siguieron participando en la lucha por el sufragio. El movimiento de la clase trabajadora apoyaba al movimiento feminista en su reivindicación del sufragio universal, con argumentos de igualdad y justicia: “como ciudadanas que eran, las mujeres deberían gozar de los mismos derechos que los hombres”. Las mujeres de la clase trabajadora incorporaron a este debate argumentos basados en que mejor que ellas mismas, nadie podía representar a las mujeres y madres trabajadoras. Según indican Raevaara y Taskinen, citando a Kuusipalo (1993), el activismo cívico destacó en la Gran Huelga de 1905, en la que las autoridades rusas se vieron obligadas a acceder a las exigencias de reforma, obteniendo los finlandesas y las finlandeses en 1906 el sufragio en las elecciones nacionales y el derecho a presentarse como candidatas o candidatos. Estas reformas hicieron que las finlandesas fueran las primeras mujeres de Europa con derecho a votar y las primeras en el mundo con derecho a elegibilidad parlamentaria. En las primeras elecciones democráticas celebradas en 1907, 19 mujeres se encontraban entre los 200 miembros elegidos al parlamento. La tasa femenina de diputadas en el 14 parlamento oscilaba alrededor de un 10%, porcentaje que duró hasta finales de los años 40. En las elecciones de 1930 las mujeres redujeron su representatividad obteniendo sólo el 6% de los escaños parlamentarios. En 1945 la proporción de mujeres en el parlamento, era algo más del 10%. Durante el período de los años 50 y 60, las mujeres tuvieron una media del 15% y en 1970 la tasa femenina alcanzó el 22%, manteniéndose desde entonces por encima del 20%, y alcanzando el 30% en las elecciones de 1983. En 1991, Finlandia tenía la tasa más elevada de mujeres en parlamento con un 39%. En las últimas elecciones de 1995 esta tasa disminuyó hasta el 33%, aunque esta proporción todavía sitúa a Finlandia en el tercer puesto mundial de representación parlamentaria femenina. La Ley sobre la Eligibilidad de las mujeres en cargos estatales se aprobó en 1926 y Miina Sillanpää fue la primera ministra en formar parte del gobierno. La segunda mujer en formar parte del gobierno finlandés fue nombrada en 1948, y desde 1968 siempre ha habido por lo menos una mujer en el equipo de gobierno. EVOLUCIÓN PARLAMENTARIA DE LAS MUJERES EN FINLANDIA ANTES DE BEIJING (EN %) Mujeres 90 94 90 Hombres 85 80 20 1970 10 6 10 15 1907 1930 1945 1955 70 30 1983 61 67 39 33 1991 1995 Figura 2: Evolución parlamentaria de las mujeres en Finlancia antes de Beijing en %. Fuente: Raevaara y Taskinen (2015) En el ámbito municipal, las mujeres obtuvieron el derecho de voto en las elecciones municipales más tarde, en 1917. La representación local de las mujeres era menor a la 15 parlamentaria, había una marcada diferencia entre el campo y la ciudad y las mujeres formaban parte sobre todo de consejos de beneficencia, educación, vivienda y salud. Una de las instituciones encargadas de promover este tipo de políticas es el Consejo para la Igualdad, establecida en 1972. Se trata de un cuerpo consultivo permanente que depende de la administración pública. Su tarea es promover los temas de igualdad a nivel de las autoridades, las distintas instituciones nacionales y locales, los representantes de las organizaciones pertenecientes al mercado laboral y otros grupos de interés. También incluye, de una manera parecida al Instituto de la Mujer en España, en la coordinación de la investigación, así como las iniciativas y la redacción de las reformas en la cooperación con otras autoridades públicas. Una de las responsabilidades del Consejo es asegurarse de que los aspectos de paridad se tomen en cuenta a la hora de reformar la legislación o la administración pública. Su objetivo es promover la igualdad en todos los campos de la organización social y también lleva a cabo investigaciones y formaciones sobre temas de igualdad y asegura la cooperación internacional en este sector. En 1974, los países nórdicos empezaron a trabajar juntos en temas de lucha por la igualdad. Finlandia participa también en los comités para la igualdad de la UE, la OCDE y Las Naciones Unidas. A raíz de la ratificación de la Ley sobre la Igualdad entre Mujeres y Hombres (de la que hablaremos posteriormente) se estableció el puesto de "Ombudsman para la Igualdad" (Defensor del pueblo para la Igualdad) en el seno del Ministerio de Asuntos Sociales. Su misión es la de asegurar la correcta aplicación de la Ley sobre la Igualdad y tiene la autoridad para solicitar informes sobre las distintas autoridades, los responsables laborales y particulares. También tiene la autoridad para llevar a cabo inspecciones si así lo requiere el caso, proporcionar consejos e informes y publicar información acerca de la situación de las mujeres y la política igualitaria en Finlandia. Realmente el Estado Finlandés comenzó a para promover la igualdad de género a principios de 1960 por las Naciones Unidas, donde el objetivo era encontrar medidas para aumentar la representación de las mujeres en los comités gubernamentales, consejos consultivos y de una manera igualitaria. Este objetivo fue iniciado por el Consejo para la Igualdad de principios de 1970, y fue "inspirado" por década de las mujeres de la ONU y 16 la CEDAW. A raíz de esto es cuando se elaboró el primer Plan de Acción para la Igualdad de Género del Gobierno de Finlandia (1981-1986). En Finlandia, la Ley sobre la Igualdad entre Mujeres y Hombres entró en vigor en 1987. El objetivo era el de promover la igualdad entre mujeres y hombres, impedir la discriminación basada en el sexo y suscitar el estatuto de las mujeres, estipular que los hombres y las mujeres debían tener igualdad de oportunidades en los comités gubernamentales y consejos consultivos, a nivel educativo y profesional y que las autoridades políticas y patronales tenían la obligación de promover la igualdad. Esta legislación fue una de las condiciones de la ratificación de la CEDAW en 1986. En 1995 una enmienda en la Ley de Igualdad de los Sexos hizo hincapié en la necesidad de obrar por la igualdad de forma sistemática, requiriéndose que la representatividad de los sexos sea equitativa tanto en las entidades nacionales como locales, ya que como mostraba el informe del comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer de la ONU (1995) la adopción de decisiones seguía siendo un ámbito dominado por hombres, por lo que se estableció una cuota del 40% para ambos sexos en los comités gubernamentales centrales y locales, el decir, el porcentaje mínimo de hombres y mujeres no podía estar por debajo del 40%, sino entre un 40 y 60 % en los comités gubernamentales, las juntas consultivas y sus correspondientes órganos como en los cuerpos municipales. También se estableció que debía haber una proporción equitativa de hombres y mujeres en las juntas administrativas y directivas y en otros órganos ejecutivos o administrativos con representantes nombrados o elegidos dentro de los organismos, instituciones o empresas municipales o estatales. Un 70% de los comités establecidos tras la enmienda respetaron las cuotas requeridas, con una media en 1996 (un año después) del 42% de mujeres. Además, las mujeres también tenían una escasa representación en el comité de la UE establecido antes de la instauración de las cuotas (2 de 15). En el caso de Finlandia, la declaración de Beijing no afectó directamente a la hora de llevar a cabo políticas de igualdad relacionadas con el empoderamiento de la mujer. Pues, Finlandia en 1995 ya llevaba años de diferencia respecto a España, y Occidente en general, de políticas de igualdad. 17 A pesar del adelanto, inmediatamente después de Beijing el Gobierno finlandés decidió iniciar la elaboración de un programa nacional de igualdad que sirviera de orientación para una política sistemática de igualdad. Los principios básicos del proyecto del programa se basaron en los de la Plataforma de Acción de Beijing, y por lo tanto hacen hincapié en la potenciación y el delante de la mujer. (ONU, 1997) Cabe destacar que en 1996, cuando Finlandia estaba dividida en 12 regiones, 4 mujeres eran gobernadoras. Desde septiembre de 1997, cuando el número de regiones fue reducido a 5, 3 de esas 5 fueron gobernadoras. Pero nuevamente llama la atención la diferencia a nivel local, en la que es más difícil encontrar a mujeres entre los altos cargos. De los 455 municipios que tiene Finlandia, sólo 32 tienen a su cabeza administradoras municipales. De 1988 a 1995 se duplicó el número de consejos municipales presididos por una mujer, pero el porcentaje siguió sin sobrepasar el 15%. Entre los miembros de estos consejos, la tasa femenina era del orden del 30% en 1996, pero sólo un 25% de mujeres eran miembros de las juntas directivas municipales. Posteriormente, llegó el segundo Plan de Acción para la Igualdad de Género (1997-1999), en el cual no hubo objetivos o estrategias para promover la igualdad de género en la toma de decisiones políticas, pero si hay, sin embargo, un objetivo modesto para aumentar la proporción de mujeres en los consejos de administración de las empresas de la mayoría por el Estado y el 30% y el objetivo de aumentar la participación de las mujeres en la toma de decisiones en la agricultura y la silvicultura cuestiones. Cabe recalcar que realmente la única medida concreta, con exclusión de la legislación en la igualdad de género, probablemente jamás emprendido (iniciada por el Consejo para la Igualdad) por el Gobierno finlandés para promover la igualdad de género en la toma de decisiones políticas, fue en 1975. Se permitió que las organizaciones de mujeres estuvieran dentro de los partidos políticos, siendo los principales actores en la promoción de la representación de las mujeres en la política en Finlandia. Tal y como muestra el informe de la CEDAW de 1997, las parlamentarias finlandesas forman una red, llamada Coalición de Asociaciones de Mujeres de Finlandia para la Acción Conjunta (NYTKIS, fundada en 1988) con el propósito de reunir a sus compañeras de todos los partidos para debatir sobre las cuestiones que interesen particularmente a las mujeres, así como los derechos de éstas, e incorporan un enfoque femenino en toda labor legislativa en general. Esta red organiza además seminarios y 18 reuniones sobre temas como la igualdad y la cooperación entre las mujeres, organizada campañas de sensibilización, e incluso las campañas electorales para respaldar las candidaturas femeninas. La cooperación entre el Consejo y NYTKIS dio lugar, por ejemplo, en las elecciones parlamentarias de 1991, en una campaña llamada "Elegir a 101 mujeres a Eduskunta (el parlamento de Finlandia)". El problema es que las organizaciones de mujeres en general, incluida NYTKIS, no reciben apoyo financiero del Gobierno de manera regular, problema que se destacó en el Plan de Acción para la Igualdad de Género del Gobierno finlandés en 1997- 99 con el objetivo de establecer el apoyo financiero para las organizaciones de mujeres que participan en la cooperación internacional en materia de igualdad de género. Otro dato que cabe destacar y que tiene especial importancia, es que se considera que a nivel estatal las mujeres salen beneficiadas con el sistema electoral finlandés, ya que el hecho de que las finlandesas sean votantes activas también ha favorecido el crecimiento del número de mujeres en el Parlamento. El voto de las mujeres superó el de los hombres en las elecciones parlamentarias de 1991. En las elecciones de 1995 votó un 73% de mujeres mientras que sólo un 71% de hombres lo hizo. (ONU, 1997) En las elecciones se elaboran listas abiertas de candidatas y candidatos, por lo tanto, el principio según el cual "las mujeres votan por las mujeres" sirve para incrementar el número de mujeres elegidas al parlamento. Cada voto a una candidata tiene un efecto directo sobre la tasa femenina en los cuerpos electorales. La mayoría de candidatos en las elecciones parlamentarias de 1995 seguía siendo masculina, pero la tasa femenina era del 39% (el doble que hacía 20 años). La CEDAW de 2001 muestra como el Gobierno de Finlandia, conforme a la Plataforma de Acción de Beijing, está decidiendo llevar a cabo evaluaciones del impacto de género de todas las nuevas iniciativas legislativas, puesto que está convenciendo que introducir la perspectiva de género en la corriente principal de todas las políticas es fundamental para el logro de la igualdad de género. Además, dada la “antigüedad” de la Ley de Igualdad, el Gobierno Finlandés proyecta una renovación de ésta con el propósito de corregir sus deficiencias y de adaptarla a los retos de la actualidad, ya que a pesar de los notables avances, en Finlandia persiste el llamado “techo de cristal” tanto en el sector 19 público como en el privado. Ejemplo de esto es, que aunque un 75% de los empleados/as en departamentos gubernamentales son mujeres, pocas de ellas ocupan los puestos de adopción de decisiones. 3.3.Análisis comparativo de la evolución parlamentaria en España y Finlandia Trataremos de analizar en este apartado la evolución parlamentaria de las mujeres tanto en España como en Finlandia, viendo qué importancia han tenido las medidas adoptadas que hemos tratado a partir de 1995 por estos dos países en dicha evolución. Cabe destacar de antemano que el parlamento de Finlandia es unicameral, a diferencia de España que es bicameral, por lo que el análisis comparado lo haremos con el congreso de los diputados en el caso de España. Pero antes, analizaremos la diferencia entre la representación de las mujeres en el Congreso y en el Senado de España. Tal y como apunta David Álvarez (2012) se puede observar que desde 1993 el porcentaje de representación y la relevancia parlamentaria de las mujeres ha ido aumentando de una forma paulatina hasta la última legislatura, creciendo alrededor de un 20% tanto en el senado, como en el congreso. Es importante observar cómo el congreso de los diputados siempre ha tenido más representación femenina que la cámara del Senado. La marcada diferencia se equilibra a partir de la legislatura del año 2000, que es cuando se nota el aumento de representación en el Senado, creciendo progresivamente al mismo ritmo que el congreso de los diputados, pero no será hasta la legislatura del 2008 cuando se ponga casi al mismo nivel. 20 REPRESENTACIÓN DE MUJERES EN CONGRESO Y SENADO DE ESPAÑA (EN %) 1996 2000 2004 2008 35,58 35,71 32,21 35,71 25,96 Senado 36 25,96 14,42 28,29 1993 22 13,46 16,29 Congreso 2011 Figura 3: Representación de mujeres en el Congreso y Senado de España en % (1993-2011) Fuente: El Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades. En Poder y Toma de Decisiones Centrándonos en el Congreso de los diputados, podemos observar en la gráfica que el salto cuantitativo se da en el período comprendido entre el año 1993 y el 2000, donde con el inicio de la Legislatura de 1993-1996 donde casi se dobla el porcentaje de presencia, pasando del 16% al 28%. Siete años clave donde se produce la primera gran alternancia de poder entre la izquierda y la derecha de nuestro país. En la legislatura de 1993 a 1996 es el PSOE el que baja ligeramente y el PP aumenta un poco más, en la legislatura de 1996 a 2000, nuevamente el PSOE tiene un crecimiento importante. Es durante estos años cuando se inició un gran debate sobre la acción positiva en la política, y cuando el PSOE estableció cuotas para aumentar la presencia femenina en las instituciones políticas, mientras que el PP las rechazó al considerarlas innecesarias. Otros partidos como IU también tuvo cuotas, pero el bajo número de diputados hizo que sus resultados se vieran afectados por variaciones coyunturales. (Astelarra, 2005) Más tarde, seguirá aumentando el porcentaje de una forma muy paulatina, habiendo un leve descenso respecto a la legislatura de 2004-2008, pero con las medidas de 2005 y la Ley Orgánica 3/2007, se mantiene estancado el porcentaje entre las legislaturas de 2008 a 2011. Mientras tanto, el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades 2008-2011 no consiguió que el porcentaje aumentara y posteriormente analizaremos cómo será la 21 situación antes de las elecciones del 20D para el congreso de los diputados y si estas medidas han influido en alguna medida. Ahora trataremos de analizar la evolución parlamentaria de España y Finlandia, esta vez con el porcentaje de ambos países, es decir, España tendrá el promedio del Senado y el Congreso de los diputados. Vemos la evolución en la siguiente gráfica: PROPORCIÓN DE MUJERES PARLAMENTARIAS (EN %) 41,1 42,5 23,3 36 36,5 14,8 33 1995 España 42,5 Finlandia 2002 2012 2015 Figura 4: Proporción de mujeres parlamentarias en %. Fuente: Datos de la OCDE: “Share of women parliamentarians and legislated gender quotas”. Como se puede observar fácilmente, el adelanto de Finlandia respecto España es notable, e incluso antes de la declaración de Beijing, donde la diferencia es más significativa. A pesar de esto, la situación en 2015 se logra equilibrar. La evolución porcentual de la representación de las mujeres en Finlandia se ve afectada de cierta manera por las medidas adoptadas a través de Beijing, pues es a partir de la enmienda de 1995 de la Ley sobre la Igualdad entre Mujeres y Hombres de 1987 cuando se fijan las cuotas de entre 40% y un 60% de la representación femenina, es por esto por lo que entre el año 1995, hasta 2015 ha aumentado prácticamente un 10%, superando la barrera del 40%. 22 PROPORCIÓN DE MUJERES MINISTRAS (EN %) España 2005 2012 30,8 30,8 50 50 47,1 62,5 Finlandia 2015 Figura 5: Proporción de mujeres ministras en Finlandia y España en % Fuente: OCDE: Share of women ministers Además de esto, cabe destacar la evolución de los cargos ministeriales de estos dos países. España consiguió su primer gobierno paritario en la legislatura de Rodríguez Zapatero de 2000, encabezado por el 50% de ministras y el 50% de ministros, acto que al gobierno de Finlandia no le resulta muy peculiar, porque el porcentaje de ministras en Finlandia ha ido rondando la paridad en los últimos años. Hemos podido ver con los anteriores datos que la presencia de diputadas en Parlamento ha sufrido un continuo aumento. Pero, ¿realmente ese crecimiento en presencia se ha visto acompañado de una mayor relevancia? Para poder tratar esta cuestión es importante observar la presencia de mujeres en dos ámbitos de trabajo del Congreso muy significativos, la Mesa del Congreso y las Comisiones Permanentes Legislativas. Para observar esta cuestión, analizaremos el caso de España: 23 MUJERES EN LA MESA DEL CONGRESO EN ESPAÑA(EN %) Mujeres Hombres 45,46 63,64 66,67 66,67 36,36 33,33 33,33 2004 2008 2011 80 54,54 20 1996 2000 Figura 6: Mujeres en la mesa del congreso en España (1996-2011) Fuente: Congreso. Tomado de Álvarez, D. (2012) Como podemos observar, la evolución de presencia de mujeres en la Mesa del Congreso ha sido desigual, siendo la legislatura del 2000 la única donde las mujeres superan en presencia a los hombres, con la única presidenta existente (Luisa Fernanda Rudi). Respecto a la relevancia por puestos ocupados en las Comisiones Permanentes Legislativas, es antes de la Legislatura de 1996 cuando hay un evolución muy desigual, con ascensos y descensos, pero es a partir de esta Legislatura de cuando se inicia un ascenso paulatino y considerable, llegando al máximo de representatividad con un 38,12%, para descender en la actual hasta un 35,31%. (Álvarez, 2012) 24 MUJERES EN COMISIONES PARLAMENTARIAS EN ESPAÑA(EN %) Mujeres 80 76,57 20 23,43 1996 2000 Hombres 66 61,88 64,61 34 38,12 35,31 2004 2008 2011 Figura 7: Mujeres en comisiones parlamentarias en España en % (1996-2011) Fuente: Congreso. Tomado de Álvarez, D. (2012) Por lo tanto, si tenemos en cuenta la Mesa y las Comisiones, vemos que el porcentaje de presencia relevante de las mujeres es de un 24,89%, mientras que la media de presencia en el Congreso es de un 20,33%. El crecimiento y mejora de la presencia de mujeres en el Congreso se ve acompañado, incluso superándolo, por el aumento en la presencia de cargos relevantes dentro de la cámara. Sin duda alguna, y aunque deberían seguir aumentando estos niveles, la cara positiva es que se crece no sólo en presencia, que es el objetivo marcado especialmente por las barreras de las cuotas, sino también en relevancia. Sin embargo, en la legislatura de 2011 se ha roto esa tendencia positiva y, tanto en presencia como en relevancia, se ha iniciado un ligero descenso. El porcentaje femenino de la nueva constitución de cortes es incierto a día de hoy (04/05/2016) por la convocatoria a nuevas elecciones, pero la realidad es que, aunque las encuestas alertaban de un desastre paritario en el Congreso, tras el 20D las mujeres consiguieron más representación que nunca: 140, de los 350 puestos del Congreso de los Diputados, fueron ocupados por mujeres en la legislatura más corta de la historia de la democracia, el número más alto conseguido en la historia, ya que hasta ahora nunca había habido una cifra similar de diputadas; sin embargo, aún no se alcanza la paridad. A pesar de haber dado un paso en favor de la igualdad entre sexos, los hombres siguen siendo mayoría, con 210 representantes masculinos. 25 Las cifras de las anteriores legislaturas fueron inferiores, en las elecciones del 2011 consiguieron 125, y en las anteriores a estas 126. El partido más paritario fue Podemos, con un 48% de mujeres en Congreso, de sus 69 escaños. Les siguieron los socialistas muy de cerca, con el 46% de sus 90 escaños. El PP, que está en el 36,5%. En la formación de Ciudadanos se ha conseguido un 20%, 8 de sus 40 escaños, se sitúa como la tasa más baja entre las principales formaciones que compondrán el Hemiciclo. Unidad Popular-IU, que contará con dos escaños, tiene una diputada por su lista cremallera. (Diario ElMundo, 2015) RESULTADOS ELECTORALES DE LAS ELECCIONES GENERALES DEL 20 DE DICIEMBRE POR PARTIDOS (EN %) Hombres 60 20 40 50 50 52 48 46 36,5 54 63,5 80 Mujeres PARTIDO POPULAR PARTIDO SOCIALISTA PODEMOS UNIDAD POPULAR - IU CIUDADANOS MEDIA Figura 8: Resultados electorales de las elecciones generales del 20 de diciembre por partidos en %. Fuente: Diario el Mundo (2015) A todo esto, y tal y como comentábamos anteriormente sobre la Mesa del Congreso, la Mesa de la “legislatura exprés” tras el acuerdo entre partidos, tuvo por primera vez mayoría de mujeres: seis de nueve, destacando que la mesa del Congreso no tenía paridad desde la legislatura de 2000 al 2004. (Gadea, 2016) El Congreso tiene un futuro incierto, cosa que plantea una gran variedad de incógnitas en el tema que nos atañe: ¿se conseguirá mejorar los resultados “paritarios” de las anteriores 26 elecciones en el 26J? ¿Se mantendrá la igualdad de género en la Mesa del Congreso? ¿Se envestirá por fin a una presidenta del gobierno? Ante tantas incógnitas abiertas, lo que se puede afirmar de una forma segura es que España ha alcanzado la cifra más alta de mujeres electas en Democracia y es la primera vez que tras unas elecciones se tiene o roza la paridad en la Cámara Baja. IV. CONCLUSIÓN La igualdad de oportunidades, en los países que se han desarrollado, ha sido muy importante para la incorporación de las mujeres al mundo público. En este sentido, en términos del sistema de género, lo que busca cambiar es el hecho de que las mujeres hubieran sido recluidas en el ámbito privado, impidiendo su participación en el mundo público. La ocupación por parte de las mujeres de cargos políticos y con ellos, la adopción de decisiones desde los gobiernos y/o los órganos legislativos, han permitido reforzar iniciativas políticas, llevarlas a cabo, y lograr aumentar progresivamente el porcentaje de representación parlamentaria de las mujeres. La evolución femenina en la vida pública tanto de España, como de Finlandia, ha ido aumentando paulatinamente. Cabe destacar que Finlandia ya llevaba mucho camino hecho respecto a España, y la mayoría de países Occidentales en general. A pesar de esto, no hay que caer en el error de dejar pasar la evolución a pasos de gigante que ha tenido España, que aunque la igualdad en términos legislativos llegara de una forma efectiva en el 2007, ha conseguido ponerse a la altura de países tan pioneros en igualdad de género como lo es Finlandia. A pesar de esto, la sociedad finlandesa tiene más asentadas las políticas de igualdad en sociedad dado que han convivido con ellas durante más años, y por lo tanto están más interiorizadas que en la sociedad española. No cabe ninguna duda que el final del siglo XX y los comienzos del XXI han sido importantes y positivos para las mujeres. Se ha logrado la visibilización de los problemas, y aunque las sociedades se resistan, a nadie se le escapa que la presencia de las mujeres en el espacio público es imposible de frenar. Pero a pesar de todo esto, debemos reconocer también que incluso en las condiciones más propicias para las mujeres, son los hombres quienes continúan decidiendo cuales son las mujeres que están y en que puestos de responsabilidad, siguen controlando de manera casi absoluta el poder de decisión. 27 Y es por esto, que es necesario concienciar de una manera directa a la población sobre esta temática y de qué manera les afecta, pues tal y como afirma Monserrat Boix(2003), “es todavía muy frecuente escuchar en boca de mujeres que han logrado situarse en una posición profesional destacada, el haberlo alcanzado ‘por su esfuerzo personal y por su valía personal, no por ser mujeres’, pero olvidan así alegremente la historia: el derecho de las mujeres a ocupar puestos de responsabilidad, a tener estudios y poder ejercer libremente una profesión o simplemente a tener derecho al voto se ha logrado gracias a la lucha del movimiento feminista; para que a nivel individual las mujeres puedan actuar en libertad es necesario el reconocimiento de los derechos colectivos, de los derechos de todas las mujeres, y no nos engañemos, pues aunque los datos sean favorables, aún queda mucho por hacer”. 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