Prevención como construcción comunitaria de espacios seguros. Una visión desde las problemáticas de las adicciones1 Mauricio Zorondo B.2 En el último tiempo y a propósito de un buen número de noticias que han ocupado gran parte de la agenda de los medios de comunicación en Chile, la opinión pública ha sido testigo de un caluroso debate en torno a temas relacionados con la seguridad pública.3 En los distintos debates, que van desde la penalización de los delitos cometidos por jóvenes que usan y/o abusan de sustancias psicoactivas, hasta una comprensión del fenómeno que no da cuenta de los castigos y reparaciones necesarias, y trata de explicar sólo en una lógica social. La pauta que conecta estos argumentos ha sido la insistencia en una relación univoca y directa (causal) entre Juventud – Drogas/Alcohol – Muerte. La opinión dominante, en el ámbito público y privado, es la penalización y la aplicación de la justicia con “mano firme” y dependiendo los intereses electorales de las últimas semanas, las distintas fuentes de poder y opinión tienden a definir esta acepción de distintas maneras, desde la aplicación a tabal rasa de la ley hasta la aplicación con consideraciones espaciales. Desde la posición de nuestra labor en el medio de los jóvenes consumidores de drogas y, muchas veces, actores relevantes en la comisión de delitos, nos parece muy importante hacer presente algunas reflexiones. 1 La presente es una adaptación de la ponencia presentada por la Escuela Nacional de Estudios y Formación en Abordaje de Adicciones y Situaciones Críticas Asociadas (EFAD) en el SEMINARIO LATINOAMERICANO “CONSTRUCCION COMUNITARIA DE ESPACIOS SEGUROS” realizado los días 17 y 18 de Noviembre del 2004 en Santiago de Chile en la Universidad Alberto Hurtado, con la participación de expertos de Alemania (Dorothea Schreck), Brasil (Raquel Barros de Lua Nova), Colombia (Susana Fergusson del Parche y Raúl Félix del Proyecto Viviendo), Costa Rica (César Fuentes de Humánitas) y México (Juan Machín de CAFAC y Martín Juárez de La Carpa). De Chile, Sergio Naser de Pastoral Nacional de Alcoholismo y Drogadicción del Área Social de la Conferencia Episcopal de Chile. Este Seminario fue un espacio privilegiado de reflexión y dialogo ciudadano y académico sobre los fenómenos sociales de las drogas y la seguridad, y la búsqueda de caminos de cambio. 2 Mauricio Zorondo B, es Coordinador Técnico de la Escuela Nacional de Estudios y Formación en Abordaje de Adicciones y Situaciones Críticas Asociadas de Chile. Email: [email protected]; [email protected] 3 En algunos espacios se ha tendido a llamar “Seguridad Ciudadana” Es sin duda verdadera en Chile y en la mayoría de los países, la asociación de delitos y uso de drogas/alcohol. Allí están las cifras de la cantidad de asaltos cometidos bajo los efectos de sustancias psicoactivas o de accidentes de transito en estado de ebriedad, o la cantidad de violaciones bajo los efectos de algunas drogas, etc. Ciertamente los medios de comunicación en el último tiempo han sido ricos en entregarnos datos sobre esta penosa y verdadera relación, que se ha hecho evidente en los últimos acontecimientos que tienen que ver con violencia surgida entre jóvenes en sus lugares de esparcimiento y diversión que pasa por el consumo de alcohol y drogas. El problema es más bien su utilización pública para sacar conclusiones falsas. Desde nuestra opinión, sostener que la solución al problema pasa por la penalización como vía exclusiva y en la aplicación de la ley con “mano dura”, lo que implica una mayor dotación de policías en las calles, es desde nuestro punto de vista, una conclusión equívoca. No sólo, se ha demostrado suficientemente en los hechos y la literatura, una conclusión falsa en sus resultados, ya que no termina con los problemas, sino sobre todo es una conclusión que oculta los verdaderos problemas Nos parece, en este sentido, mucho más importante que nuestra sociedad asuma conciencia real sobre uno de los principales problemas que tiene en su interior: La violencia y su asociación al consumo de drogas/alcohol. Una sociedad como la nuestra en vías de cambio, evidentemente que vive convulsiones y presiones muy diversas, y es también muy lógico que existan fuerzas en pugna y juego constante, sin embargo, desde la lógica de seguridad de “mano dura” no sólo no se respeta la diversidad sino que se busca la uniformidad. Es evidente que no TODOS los jóvenes son violentos o delincuentes, y también es justo decirlo: NO TODOS los consumidores de drogas son necesariamente delincuentes. En verdad, lo que vemos a diario, es que una serie de políticas sociales de “seguridad”, en verdad han tendido una capa de temor entre la población, lo que resulta en una creciente desconfianza y aislamiento social de los ciudadanos, con lo que se ha conseguido, una cada vez mayor, inmovilidad social.4 La Escuela Nacional de Estudios y Formación en Abordaje de Adicciones y Situaciones Criticas Asociadas (EFAD), perteneciente a la Pastoral Nacional de Alcoholismo y Drogadiccion (PANAD) del Área Pastoral Social de la Conferencia Episcopal, ha venido trabajando en una reflexión sobre el fenómeno drogas y sus consecuencias bio-psico-sociales-espirituales sobre las personas, las familias, los grupos sociales, las comunidades y la sociedad en general. Desde esta perspectiva creemos que la Prevención del consumo y abuso de drogas es la construcción de seguridad en nuestro entorno. A través de la construcción de redes sociales y participación comunitaria, buscamos construir, en común, de espacios de seguridad. Consideramos el fenómeno drogas como un elemento transversal a la realidad social actual y como tal un hecho que incide sobre la vida cotidiana de todas las personas de una comunidad. Desde esta perspectiva una real intervención preventiva debe involucrar a todas las personas de la comunidad, logrando tejer redes subjetivas que les permitan a todos considerar a los otros una oportunidad y no una amenaza. Pensamos que la verdadera seguridad no deviene de un problema de fuerzas externas situadas en las afueras de nuestras casas, más bien proviene de nuestras propias relaciones, de las maneras en que nos conocemos y nos observamos, de lo que pensamos de los otros y de lo que somos cada uno Lo que se necesita para construir seguridad no es más miedo, no es más persecución, ni más preocupación, sino más bien más participación y más organización. 4 Me pregunto si no ha sido realmente éste el resultado esperado. La inseguridad que vivimos proviene, no tanto de los elementos externos objetivos que nos amenazan, sino sobre todo del temor que sentimos que esa amenaza provenga del otro que esta a mi lado, peor aún que venga del que vive conmigo y con el cohabito un espacio comunitario. Por ello es que la “seguridad” proviene de que las personas experimentan espacios de seguridad, dado que tienen espacios de referencia y confianza que les permitían sobrevivir, aún en las peores circunstancias. Hoy en cambio, vivimos una destrucción de las relaciones en los barrios, de las comunicaciones interpersonales, de la organización y la participación, haciéndose cada vez más dominante una cultura individualista. La seguridad en este escenario no vendrá de las fuerzas externas que nos custodien, y que más bien nos alejan, sino de la construcción creciente de nuevas relaciones menos amenazantes, lo que comienza en nuestra familia, pasa por nuestro barrio, asciende a nuestra comunidad y llega hasta las macro relaciones sociales nacionales e internacionales. Lo que planteamos no es una utopía, es sobre todo la posibilidad real de construirnos juntos y no aislados. Necesitamos justicia, necesitamos penalización, necesitamos leyes que controlen y policías que nos recuerden la ley, pero también necesitamos organización, participación y voluntariedad para hacernos cargo cada uno de nuestra propia vida y de sus problemas.