Monográficos Dos profesores de la UCLM llevan un laboratorio a una zona pobre de La Paz con un proyecto de la Fundación General Medicina de supervivencia Los electrolitos son minerales en la sangre que llevan una carga eléctrica. Electrolitos son el sodio, el potasio, el magnesio, el calcio o el cloro. Un desequilibrio en los niveles de éstos minerales provoca alteraciones graves para la salud, que pueden ir desde el letargo a la anorexia, e incluso el coma o la muerte. La mejor forma de prevenir esta alteración se encuentra en un sencillo análisis de sangre, de los que se pueden realizar en cualquier centro sanitario de cualquier pequeño municipio. En España, claro. En el deprimido barrio de Vino Tinto, en La Paz (Bolivia), las cosas son muy distintas. Al menos hasta hace unas semanas, cuando los profesores de la Facultad de Medicina de Albacete Soledad Calvo y Pedro Tranque aprovecharon la financiación de un proyecto de cooperación de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) para instalar un equipo de medida de los electrolitos en sangre en la clínica Sr. de la Exaltación. “Nuestro objetivo inicial -explica Soledad Calvo- era montar un laboratorio de microbiología en la clínica y realizar un asesoramiento sobre el uso de antibióticos en la población infantil. Sin embargo, cuando conocimos las necesidades más urgentes decidimos destinar la ayuda a la adquisición de un equipo de medida de los electrolitos en sangre que va a permitir conocer y corregir de forma mucho más rápida que en la actualidad -ya que dependen de centros externos- las alteraciones electrolíticas que ponen en peligro la vida de los pacientes”. Programa de cooperación Soledad Calvo y Pedro Tranque fueron beneficiarios de una de las subvenciones convocadas por la Fundación General de la UCLM para el desarrollo de programas de cooperación internacional. Ellos presentaron un proyecto destinado a la clínica Sr. de la Exaltación, situada en uno de los barrios más pobres de la capital boliviana, porque ya habían colaborado en tareas asisenciales y de gestión en este centro sanitario, aprovechando unas vacaciones. En esta primera experiencia, la profesora Calvo participó en los reconocimientos médicos de la población infantil, mientras que su colega Pedro Tranque inició la preparación del manual de bioseguridad de la clínica. “En este primer análisis del estado de salud de la población infantil se detectaba con gran frecuencia desnutrición, parásitos, enfermedades respiratorias, que se intentaban paliar ayudando a las familias con tratamiento médico y alimentación en las guarderías asociadas a la clínica”, afirma la profesora. Esta desalentadora realidad les animó a solicitar la ayuda de cooperación de la Fundación General de la UCLM. “La clínica Sr. de la Exaltación -relata Soledad Calvo- está situada en el barrio de Vino Tinto y es el único centro sanitario de la zona. Cuenta con varias camas y presta servicios médicos en las especialidades de Medicina General, Medicina Interna, Urgencias, Cardiología, Pediatría, Ginecología, Cirugía, Dermatología, Odontología y Psicología. Un alto porcentaje de las consultas son atendidas a coste reducido o gratuito”. Además, el centro sanitario, que no cuenta con ayudas externas, organiza cada año varias campañas de salud encaminadas a corregir carencias sanitarias específicas. La profesora de la Facultad de Medicina subraya que ese centro sanitario “tiene un gran impacto en la salud de la población, no solamente en lo relativo al tratamiento de las enfermedades, que la mayoría de los pacientes no podrían permitirse en otro centro, sino también en cuanto a la educación para la salud y la prevención”. Ahora, además, cuenta con un laboratorio de análisis que posibilitará la detección precoz de las alteraciones electrolíticas, un avance superado en la sanidad occidental, pero un profundo progreso al otro lado del mundo. “Cuanto más arriba, menos oxígeno y más pobreza” Soledad Calvo -en la imagen, explorando a un niño- describe los suburbios de la capital boliviana con palabras salpicadas de belleza y desolación. “La Paz tiene forma de hoya, la base bulliciosa rodeada de cerros de paredes verticales. Cuanto más arriba, menos oxígeno y mayor pobreza. Las casitas de ladrillo y techo de chapa se agarran a la ladera en equilibrios imposibles. Barrios enteros son arrancados de cuajo en la estación lluviosa. Se malvive con muy poco allá, con mucho menos de lo que podemos imaginar los pobladores de este lado del mundo”.