Abril, un mes para pensar en los derechos de los niños y las niñas Cuando los niños dejaron de serlo La Metro, 9 de abril de 2008 Atrás quedaron las rondas infantiles y los juegos de calle, la cercanía de la madre y la compañía de primos, amigos y vecinos. La soledad, la depresión y adicciones; la hipertensión y alto colesterol hacen parte de las nuevas patologías que está afectando a los menores. Los niños tienen derechos, el primero a la vida… el segundo, a ser niños. Adriana López Vela La “lleva”, el escondite, el lazo, la golosa, Las canicas, son historia. Los juegos en la calle, la cocina, la tienda y las muñecas con las vecinas, son historia. El parque, las calles, los grandes solares, también son historia. Las parejas estables, las familias unidas, hoy en día son remotas. Las tareas sencillas, sin ayuda de los padres, igualmente pasaron a mejor vida. Una primera gran conclusión, la vida de los niños ahora es más compleja. Hoy se mueven en apartamentos –la mayoría-, de 45 m², sin la presencia de los padres por las arduas jornadas de trabajo, con una abuela que los cuida –en el mejor de los casos-, sin amigos, ni primos, ni vecinos, los chicos se han visto frente a un gran reto: inventarse juegos solitarios. Eso sí, no hay día más corto que un sábado con las clases de natación, inglés, matemáticas, danza, artes plásticas, piano y guitarra. Escuela, sociedad y familia, les entregan afanosas herramientas para que los menores sean, cuanto antes, autosuficientes. Es un hecho, con el desarrollo vertiginoso de las tecnologías aplicadas a herramientas como computadores y video, los juegos han sufrido un dramático cambio y con ellos, el universo infantil. Los mejores amigos de los niños ahora son la internet, la televisión con 24 horas de programación infantil, los videojuegos, los x-box que los ha hecho asociales, solitarios y sedentarios, que sumado a las altas presiones sociales y familiares, ha generado la aparición de patologías que antes eran propias de los adultos, tales como el sedentarismo, colesterol alto, aislamiento, adicciones, depresiones y suicidios. Esta soledad es consecuencia también de los cambios que han sufrido las familias, un tanto inestables, pequeñas y aisladas de la familia ampliada (tíos, primos, abuelos). Con unos padres igualmente, inestables, buena parte de ellos separados, y algunos sin la figura paterna, los menores ya no cuentan con un referente en valores; se ha diluido la figura de la autoridad y en consecuencia, se ha perdido el respeto. Por qué no decirlo, no son pocos los padres que ven en a los hijos como un estorbo, un “obstáculo” para su “realización personal”. En efecto, esta “ausencia”e inestabilidad en los adultos, falta de autoridad y respeto, los ha hecho más egoístas y hasta pequeños dictadores; hoy se habla con frecuencia de la tiranía de los hijos y del sometimiento de los padres a éstos. En contraposición con las pasadas generaciones, los niños ahora son sujetos de derechos, tanto como de deberes, aunque paradójicamente, buena parte de ellos, son carentes de afecto. Los niños merecen respeto de sus derechos La Iglesia local, preocupada por este nuevo universo en el que viven los niños de estos tiempos, quiere movilizar a la sociedad por el respeto a sus derechos; abril, es un mes propicio para pensar en ellos. Por eso, la Pastoral Infantil, Pastoral Social y la Oficina de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Medellín, preparan conjuntamente un material para emprender una cruzada por el respeto a los derechos de los niños, que será presentada durante este mes cuando se celebra el Día del Niño. Esta campaña está dirigida a tres públicos específicos: padres y madres de familia, a los educadores y la parroquia como parte activa de las comunidades en los barrios que incluye a los líderes sociales. Dada la magnitud y profundidad de los derechos de los niños, será una campaña anual; cada año se profundizará en un derecho, de modo que el mensaje logre crear conciencia de que después de la vida y los derechos esenciales, los niños merecen disfrutar de su niñez. Un trípode esencial para el proceso de formación de los niños - Relación parroquia, escuela y familia Hasta hace algunos años existía un lazo, una especie de “contrato social”, entre la parroquia, la escuela y la familia, que apoyados entre sí ofrecían una coherencia en el proceso de formación de los menores. Este trípode, que sirvió de sostén para la transmisión de la fe y los valores, sufre actualmente graves quiebres que se pueden apreciar en las relaciones cotidianas entre ellas. “Hoy en día, cada uno de estos ámbitos ejerce un control al margen del otro, es decir, es un control que no es coordinado. Se ha tratado acercar la familia al colegio, pero han surgido problemas en estos intentos”, sostiene Víctor Hugo Andrade, director del área de Formación de Pastoral Social. En efecto, sucede con frecuencia que los padres o acudientes -para el caso de las relaciones entre escuela y familia-, ya no ven al maestro como un colaborador, sino como un obstaculizador, explica José Rodrigo Quirós, coordinador del Programa Semilleros de Paz, y agrega que los padres suelen estar ahora en contra del maestro en tanto no admiten observaciones, recomendaciones ni críticas respecto al rendimiento académico y comportamiento de los hijos. Al romperse este vínculo entre familia, escuela y parroquia, los niños no cuentan con una formación coherente frente a valores fundamentales, dejándolos a expensas de los medios de comunicación e información, que son los que vienen haciendo una tarea fuerte en la transmisión de valores sobre los niños, e incluso, los adultos. La Iglesia local frente a los niños La Iglesia, en su misión evangelizadora y formadora, se ha preocupado por reconstruir los lazos entre estos tres ámbitos (familia, colegio y parroquia), a partir de un trabajo pastoral y social. Si bien, la familia es un foco de atención importante, por cuanto considera que son los padres los primeros a quienes se deben evangelizar y formar, los niños ocupan un lugar importante a la hora de diseñar programas y proyectos encaminados a su atención. En la Arquidiócesis de Medellín, tanto Pastoral Infantil, como Pastoral Social, asisten, desde su misión específica, a los niños, niñas y jóvenes a partir de espacios de formación y acompañamiento en las comunidades, parroquias y distintos carismas de la Iglesia o grupos apostólicos. La Pastoral Infantil, por ejemplo, sirve de vínculo entre todas las instituciones de la Iglesia que trabajan con los niños; su misión es dinamizar los procesos de evangelización que se dan con los menores por medio de la formación y acompañamiento, facilitando espacios de participación para niños, niñas y agentes pastorales. Pastoral Social dirige su atención a la formación de los niños en una cultura noviolenta y solidaria desde los Semilleros de Paz. Con el programa, se busca participar en la formación moral, ética, solidaria y participativa de los menores y jóvenes, para propiciar actitudes de responsabilidad, dignidad, convivencia y tolerancia, haciéndolos constructores de la paz. Actualmente participan 350 niños como semillitas, 50 jóvenes, como sembradores, quienes conforman 25 Semilleros pertenecientes a 11 parroquias de la Arquidiócesis.